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La diferencia entre un abrigo y un inodoro

Fuentes: Rebelión

«Como te ven te tratan» frase que he escuchado desde mi infancia, y eso ha sido cuña en la sociedad para vivir de apariencias y que la gente pretenda en lugar de ser. Hoy quiero compartirles una fotografía, bueno, dos. Dos fotografías que publiqué en mis redes sociales el mismo año en distinta fecha. En […]

«Como te ven te tratan» frase que he escuchado desde mi infancia, y eso ha sido cuña en la sociedad para vivir de apariencias y que la gente pretenda en lugar de ser.

Hoy quiero compartirles una fotografía, bueno, dos. Dos fotografías que publiqué en mis redes sociales el mismo año en distinta fecha. En la primera, estoy limpiando un baño en mi trabajo y en la segunda estoy con un abrigo en la reserva forestal a donde suelo ir a caminar y a hacer bicicleta.

La primera generó un sinfín de reacciones, la segunda también. Reacciones encontradas. En la primera la gente comentaba como con lástima, de esas palabras que dejan entre líneas o las subliminales y que allá yo si la entendía. Nada de extraordinario tenía la foto, era solo una persona limpiando un baño. Unos lo vieron como una falta de respeto, publicar algo tan gráfico decían; sin embargo yo soy de la opinión que los indocumentados deberían enviar a sus familiares en sus países de origen las fotos cuando estén trabajando, para que se enteren de lo que cuesta ganar el dinero y no de sus mejores galas para que allá piensen que en el extranjero viven de lo mejor y con todas las comodidades, es decir: en un mundo irreal para el paria.
Para muchos un cepillo dentro de un inodoro era una ofensa. Para otros algo que generó pena y regocijo hasta cierto punto, y para pocos una acción que valoraron como un trabajo de miles que hacemos los parias en el mundo. Punto. O bien, cada quien en su casa si no tiene sirvienta, digo lo de sirvienta con la autoridad que me da ser una de ellas.

La segunda fotografía, en la que aparezco con un abrigo, fue como echar sal en la herida de aquellos de doble moral. Mismos que comentaron en la primera con compasión y regocijo de que a aquella se la está llevando el tren, como con cierto dejo de darme unas palmaditas en la espalda y decirme que siguiera, que algún día mi situación iba a cambiar. Cuando me vieron con el abrigo puesto comenzaron a atacarme, como nos sucede a la mayoría de indocumentados y parias cuando nos ven con ropita planchada y comiéndonos un helado, tomándonos una copa de vino o disfrutando de un plato de comida en cualquier restaurante; para ellos no nos lo merecemos. Digo, para ellos, los que están allá y nos ven como los muertos de hambre que se fueron a que se los jodieran a otro país. Entonces dicen que aunque la jaula sea de oro sigue siendo jaula. Que ni las mejores galas nos darán la libertad. Y así comienza un rosario de descalificativos.

Lo mismo sucede con los parias cuando intentan soñar con una vida integral, para la clase media, la burguesía y la oligarquía no se la merecen, su lugar está en lavar baños, trapear el piso, poner el lomo, agachar la cabeza, y decir sí patrón, sí de señora. Esos parias para ellos son solo mano de obra barata, no llegan a ser personas y por ende no tienen derechos. Esos mismos son los que reaccionan así cuando ven a un indocumentado en otro lugar fuera del que por sistema, debería ser el suyo.

A mí me sucedió con dos simples fotografías. ¿Era el baño, era el abrigo? ¿Qué fue lo que generó esta ola de ataques en la segunda fotografía? Eso, que siendo paria me vieran con un abrigo y no limpiando un baño, como me corresponde según ellos por mi condición social y por indocumentada.
Los ataques vinieron de «amigos,» conocidos, lectores. Gente que tiene perchas de títulos universitarios y siendo «progresistas» de «izquierda» y «defensores de derechos humanos» veían mi abrigo como una osadía a la que no tenía derecho, y de otros que siendo parias pretendían ser clase media con su máximo lujo: acceso a las redes sociales desde un teléfono celular.

Y yo soy la misma persona, cuando limpio, cuando como, cuando me visto, cuando voy por la calle, en mí no hace distinción un abrigo o un cepillo de baño limpiando un inodoro.
En otros sí.

La pregunta es, ¿por qué les ofende tanto que un paria se ponga zapatos, se vista, desayune y tenga los otros dos tiempos de comida? ¿Pueda tener acceso a la escuela, el sistema de salud? ¿Una vida integral? ¿Pueda darse lujos de cuando en cuando? ¿Por qué ustedes sí y nosotros no? ¿No somos seres humanos todos?
¿Por qué un paria no puede soñar con colores y por qué su vida tiene que ser en blanco y negro?
En mi caso soy Ilka, me pongan las etiquetas que me pongan y haga el trabajo que haga para pagar la renta y llevar comida a mi mesa. Lo que me pongo no me hace y no me quita. Tampoco mi trabajo.
¿Y a ustedes?

Audio:
https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/11/la-diferencia-entre-un-abrigo-y-un-inodoro.m4a
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/11/13/la-diferencia-entre-un-abrigo-y-un-inodoro/

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