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Fútbol y alienación en el mundo árabe

La dignidad ultrajada de Egipto

Fuentes: al-Quds al-Arabí

Traducido del árabe para rebelión por Antonio Martínez Castro

Nos hemos quedado atónitos y decepcionados al escuchar el discurso del Presidente egipcio Hosni Mubarak en la sesión extraordinaria convocada tanto en el Parlamento como en el Consejo de la Shura. Especialmente cuando expresó que no permitirá bajo ningún concepto que se atente contra la dignidad de Egipto ni de sus habitantes, en alusión directa a Argelia, a raíz de los disturbios acaecidos en Jartum donde unos cuantos hinchas egipcios fueron agredidos por otros argelinos.

La primera conmoción tiene su origen en que el presidente egipcio reduzca la dignidad de su país a las consecuencias de un partido de fútbol; y la segunda es que nosotros esperábamos un discurso conciliador, aquilatado y sereno, que devolviese a Egipto su peso regional e internacional, vendase las heridas, calmase los ánimos, retuviese la rabia de los lobos mediáticos descaminados y afirmase los vínculos de sangre y de fraternidad, distinguiendo así entre la reacción intempestiva de la calle y la responsabilidad del Estado que debería templar los nervios. Pero, por desgracia, no ha sido así.

La instigación continua, hasta el momento de escribir estas líneas, por parte de los dos países confirma lo que desde hace tiempo venimos advirtiendo de que existen dos trincheras que alimentan un odio racista, enfermizo y destructor, que se opone a nuestros valores y principios, incluso a nuestro interés, y que se ejecuta intencionadamente conforme a un plan diseñado con antelación. La primera trinchera es la de los «faraones» egipcios que aborrecen a los árabes y a los musulmanes y que pretenden retroceder con el país siete mil años atrás, a los días de Akenatón y Tutmosis. La segunda trinchera es la de los «francófonos» argelinos que quieren alejar su país de su entorno afectivo árabo-musulmán, incluso de África, para dirigirse al norte, hacia Europa.

Es cierto que en Argelia existe sólo un canal de televisión pública y no hay televisiones privadas debido a un decreto que las prohíbe. Por lo tanto, la «francofonía» se ha expresado, bajo la más grotesca apariencia, a través de algunos periódicos y las plumas de quienes buscan lanzar una campaña creciente de odio y hostilidad contra el pueblo egipcio hermano. Y eso ha conducido a que los intereses y los trabajadores egipcios en Argelia se hayan visto sometidos a las más horribles formas de presión e incluso a agresiones.

Por otra parte, tenemos que reconocer que los medios egipcios, y los privados muy especialmente, han seguido en su mayor parte una actitud de incitación a la violencia y odio de acuerdo a la agenda separatista de los sectores poderosos del gobierno que busca cortar los lazos naturales de Egipto con su contexto árabe e islámico. Estos canales televisivos privados que han presentado a Argelia y a los argelinos, y después a los árabes y musulmanes, como los enemigos históricos de Egipto que hay que extirpar, pertenecen en su mayoría a hombres de negocios que forman la crema de la élite del régimen en el poder, son sus valedores, y albergan una enemistad hacia los árabes y musulmanes que los ha llevado a poner sus canales televisivos al servicio de la espiral creciente de odio y de promoción del racismo de modo deleznable, soez y denigrante, que traspasa los límites de la profesionalidad y de la decencia.

Hemos rastreado en todos los periódicos y agencias de noticias árabes e internacionales, y por supuesto en las egipcias, las noticias sobre las víctimas de la agresión de Jartum a manos de los cuchillos de los hinchas argelinos sobre la que tanto han hablado insultantemente los artistas egipcios en televisión, y sólo hemos encontrado tres víctimas que las autoridades egipcias socorrieron en un avión privado, bien cubierto por los medios, y que sufrían heridas leves pues salieron del hospital el mismo día tras ser atendidos de sus lesiones.

¿Cuándo han enviado las autoridades egipcias un avión para transportar a víctimas dentro o fuera del país? ¿Enviaron aviones al Said (sur de Egipto) cuando hubo decenas de muertos en los enfrentamientos entre coptos y musulmanes? ¿Enviaron aviones cuando naufragó el ferry en el Mar Rojo? ¿O cuando chocaron dos trenes en el pueblo de al-Ayat del sur de Egipto?

No es que estemos en contra de esta medida, es decir enviar aviones, pues es una muestra de civilización y de atención a los ciudadanos y del mismo modo condenamos con las más duras palabras cualquier agresión que se produzca contra los hinchas egipcios. No obstante, estamos contra la instrumentalización hecha mediante una campaña mediática perversa, de dudoso fin, que pretende transformar la identidad de Egipto y que ha sido diseñada por la gente que ha conducido el país al penoso estado en el que se encuentra ahora de corrupción, paro, pobreza y montañas de basura; como si toda esa destrucción no bastase y quisieran más.

El señor Alaa Mubarak, segundo hijo del presidente egipcio, ha atacado de forma inédita al nacionalismo árabe y a la identidad árabe de los egipcios viniendo a decir que esa identidad ya ha sido enterrada junto al difunto presidente Gamal Abd al-Náser. Al señor Alaa Mubarak no se le habían oído declaraciones políticas con anterioridad y se había mantenido en silencio hasta la muerte de su hijo, de cuya desgracia nos compadecemos, pues andaba muy ocupado con sus «business», con todo el derecho del mundo y sin que esto sea motivo de vergüenza. Sin embargo, que su primera aparición pública en las pantallas de televisión sea para propasarse con los árabes y la identidad nacional de Egipto, además a raíz de disturbios futbolísticos, no deja de sorprendernos. Y lo más sorprendente es la estupenda acogida que han tenido sus declaraciones en esos medios egipcios que abominan a los árabes y a los musulmanes.

Este tono arrogante y agresivo contra el Islam y la arabidad, y en pro del interés de «los faraones» aislacionistas, llega en un momento de búsqueda y creación de agrupaciones económicas y políticas a nivel mundial, y en el mismo momento en que se elige a un nuevo y único presidente para 27 países europeos y a un solo ministro de exteriores que represente su política común en el mundo.

Vamos más lejos todavía y decimos que Recep Tayyeb Erdogán, el primer ministro turco, habla con orgullo del Imperio Otomano y se ufana de ser uno de sus nietos, a la vez que hace la paz con todos sus vecinos y acompaña al presidente de su país Abdalá Gül a Armenia para asistir a un partido de fútbol, a lo que el presidente armenio le corresponderá sistiendo a otro en Turquía, y todo esto pese a que el resentimiento recíproco, construido sobre una larga historia de masacres con millones de muertos inocentes en los dos países, aún está latente.

Esta orientación oficial egipcia tiene una visión de muy corto alcance y ha empequeñecido al país y, por desgracia, también al papel que se espera que juegue. Además ha crispado las relaciones con los países del entorno natural que lo rodean y que están convencidos de su liderazgo y de su papel de pionero. Las relaciones con Siria están cortadas, con Argelia llevan camino de cortarlas, templadas con Túnez, tensas con Sudán, tímidas con Arabia Saudí y muy malas con todos los movimientos y partidos islámicos de liberación en el mundo como «Hamás», «Hizbulá» y otros.

El Cairo oficial, por desgracia, extiende la alfombra roja ante Simón Peres, el presidente israelí, y Ehud Barak, ministro de defensa, y máximo responsable de los crímenes de guerra en la Franja de Gaza (1). Y al mismo tiempo se dedica a azuzar el fuego de la «fitna» y el rencor contra su nuevo enemigo, Argelia y su pueblo, y quizá también el resto de países árabes.

Entendemos que esta oligarquía que controla los medios, y que arroja fuegos de división e inquina, odiase los acendrados lazos árabes y panarabistas de Egipto, si al menos su ejército combatiese en defensa de la nación, su dignidad y principios, o incluso por los intereses propios de Egipto, tal como hacen las fuerzas de Estados Unidos, Inglaterra, Suecia y Francia en Afganistán e Iraq en defensa de los intereses occidentales y cuyas capitales reciben a diario los féretros de sus muertos y cientos de heridos. Pero el ejército egipcio actualmente no lucha para defender a esta Nación árabe y la última guerra en la que participó fue hace treinta y seis años (1973) y obtuvo una victoria que levantó la cabeza de la Nación.

La pertenencia nacionalista árabe de Egipto le resulta provechosa porque es un acierto estratégico que sirve a sus intereses, ya que más de siete millones de egipcios trabajan actualmente en el Golfo Pérsico, Arabia Saudí, Libia, Jordania y el Líbano, y contribuyen con más de cinco mil millones de dólares en divisas para las arcas egipcias. Aquí no hablamos de las exportaciones egipcias a los países árabes que podrían multiplicarse si hubiese un régimen que velase por los intereses de sus ciudadanos y llevase a cabo una política de desarrollo que proporcionase bienestar y puestos de trabajo. Baste decir que las exportaciones turcas al Mashreq y al Magreb árabes han superado los treinta mil millones de dólares, y son candidatas a duplicarse a tres años vistas.

No exageraríamos si dijésemos que el difunto presidente Gamal Abd el-Náser no hubiera permitido que esta farsa hubiera tenido lugar, y que de haber pasado no hubiera dudado en dar órdenes a la selección de su país para que se retirase ante la selección argelina para regalarle la clasificación del mundial al pueblo argelino. Tampoco dudamos en afirmar que Hawari Boumedian hubiera hecho lo mismo de buen grado, porque las relaciones de fraternidad y los lazos de sangre eran mucho más importantes para esos dos presidentes que ganar un partido de fútbol.

La rivalidad futbolística es la única distracción que hace que las masas árabes machacadas se muevan a la sombra de la represión, la dictadura, la corrupción y la herencia de cargos. Lo doloroso es que han corrompido hasta esta inocente distracción. Que Dios no los perdone.

NOTA

(1) En su editorial del día 22, el diario al-Quds reprochaba a Egipto que haya retirado a su embajador de Argelia como consecuencia de los disturbios futbolísticos, mientras no hizo lo propio con Israel durante la agresión a Gaza de diciembre de 2008.

http://www.alquds.co.uk/index.asp?fname=today