Según comenta Alain Badiou en su Hipótesis Comunista [1], estamos hoy, en muchos aspectos, «más cerca de las cuestiones del siglo XIX que de la historia revolucionario del siglo XX.» Así, «una amplia variedad de fenómenos del siglo XIX está volviendo a aparecer: vastas zonas de pobreza, desigualdades crecientes, una política disuelta en el «servicio […]
Según comenta Alain Badiou en su Hipótesis Comunista [1], estamos hoy, en muchos aspectos, «más cerca de las cuestiones del siglo XIX que de la historia revolucionario del siglo XX.» Así, «una amplia variedad de fenómenos del siglo XIX está volviendo a aparecer: vastas zonas de pobreza, desigualdades crecientes, una política disuelta en el «servicio de la riqueza», el nihilismo de partes considerables de la juventud, el servilismo de buena parte de la intelligentsia […]». Conquistas sociales como la jubilación, la jornada laboral de 40 horas, la educación y sanidad públicas, la negociación colectiva o la propia existencia de los sindicatos de clase se encuentran en el punto de mira de los apologetas de la «modernidad».
Para entender el porqué del «interludio reaccionario» que impera hoy día debemos retrotraernos a los orígenes de la contrarrevolución neoliberal. La crisis global de acumulación que sufrió el capitalismo internacional en los años 70 tambaleó el orden social que se levantó sobre las cenizas de la segunda guerra mundial. Las democracias surgidas en Europa tras la victoria contra el fascismo, basadas en un una política estatal de intervencionismo en materia económica en el contexto de los acuerdos financieros de Bretton Woods, entraron en una profunda recesión. Como comenta David Harvey en su Breve Historia del Neoliberalismo, en este contexto de inflación y aumento del desempleo «la unión del movimiento obrero y de los movimientos sociales en gran parte del mundo capitalista avanzado parecía apuntar hacia la emergencia de una alternativa socialista al compromiso social entre el capital y la fuerza de trabajo […]. Esto planteaba por doquier una clara amenaza política a las élites económicas y a las clases dominantes, tanto en los países de capitalismo avanzado como en los países en vías de desarrollo» [2].
Es en este contexto de polarización social donde se comienza a plantear por parte de ciertos sectores, ligados a la finanza y al gran capital internacional, la vía neoliberal. Como bien muestra la película, para las clases dominantes, «el golpe de Chile y la toma del poder por los militares en Argentina, promovidos internamente por las clases altas con el apoyo de Estados Unidos, proporcionaba un amago de solución » [3]. Con la privatización forzosa desarrollada en estos países bajo control militar, la distribución de riqueza generada por la reanimada acumulación de capital presentaba un perfil tremendamente desigual. Como criticaba Marx acerca del capitalismo del siglo XIX, cuanto mayor es la desregulación y más se tiende a una sociedad de libre mercado, mayor es la asimetría entre aquellos que son poseedores de los medios de producción y aquellos que son obligados a vender su fuerza de trabajo para subsistir, produciéndose la «acumulación de riqueza en un polo» y «la acumulación de miseria, tormentos de trabajo, esclavitud, ignorancia, embrutecimiento y degradación moral en el polo opuesto» [4].
Este proyecto para lograr la restauración del poder de clase, que es el neoliberalismo, se ha ido consolidando a lo largo y ancho del globo hasta convertirse en hegemónico. Pero, contrariamente a lo que claman los voceros del capital, la creación de esta hegemonía no es fruto de un consenso democrático ni de las supuestas virtudes de la doctrina económica que lo acompaña, sino que se ha ido imponiendo por la fuerza por parte de las élites económicas y el gran capital. «La Doctrina del Shock» desmonta la narrativa oficial sobre la instauración de la contrarrevolución neoliberal. Así, a través de los ejemplos de Chile, Argentina, Reino Unido, Rusia, Irak, … vamos viendo que el paradigma neoliberal que nos ha llevado a la crisis actual se han impuesto siempre de forma brutal por una pequeña minoría de la población. A medida que se desarrolla la película, la imagen idílica que nos venden a diario los «profetas» neoliberales se va desmoronando. Queda así al descubierto el verdadero rostro de la vía neoliberal: una maquinaria terrible al servicio de la recuperación del poder de clase por parte de la burguesía internacional.
[1] Alain Badiou, La Hipótesis Comunista, New Left Review 49, pp 29-42.
[2] David Harvey, Breve Historia del Neoliberalismo, Akal, 2007, p 20.
[3] Ibid, p 22.
[4] Carlos Marx, El Capital, Libro I, Tomo III, Capítulo XXIII, Akal 2007, p. 113.
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