La experiencia mundial en materia de avances de conocimientos muestra contundentemente que el avance de la ciencia y la tecnología no pasa ni de cerca por las Universidades o la denominada «Academia». Los principales descubrimientos y soluciones a necesidades del ser humano lo han determinado personas que con su autodesarrollo y en base a la […]
La experiencia mundial en materia de avances de conocimientos muestra contundentemente que el avance de la ciencia y la tecnología no pasa ni de cerca por las Universidades o la denominada «Academia».
Los principales descubrimientos y soluciones a necesidades del ser humano lo han determinado personas que con su autodesarrollo y en base a la experiencia y observación, han generado un nuevo conocimiento para el bien de la humanidad en cualquiera de los campos de las ciencias sociales o exactas.
De hecho, en las encuestas en cualquier país del Mundo capitalismo se muestra como masivamente las personas que pretenden ingresar y egresar de una «alta casa de estudios», lo hacen, no para aprender saberes, sino para conseguir empleo mejor remunerado; lo que convierte a estos centros de oferta de servicios educacionales en un gran negocio para el capital privado que considera a la educación un servicio como cualquier otro.
Siendo un negocio, por el cual millones de individuos pagan durante años, lejos se está de proveer educación de calidad o mucho menos generar conocimiento útil para las sociedades.
Las corporaciones han restringido el conocimiento a las propias megaempresas sin transferirlo a las universidades e indirectamente a la sociedad, pues han resguardado sus secretos mediante una tremenda arquitectura de protección por medio de patentes y contratos de transferencia de tecnología con cláusulas secretas para encapsular el know-how y evitar su revelación.
El desprestigio de las universidades va en aumento a pesar de la propaganda mediática impulsada desde los medios de comunicación para captar más clientes-estudiantes y facturar miles de millones de dólares a escala mundial, dando un supuesto estatus a universitarios e investigadores que muy poco aportan al bienestar de la humanidad, tal como puede percibirse en la vida cotidiana de la mayor parte de los países del globo.
El conocimiento y los saberes no mercantilizados serán los que puedan salvar a las sociedades de las debacles económicas, ambientales y sociales a las que nos precipita el sistema mundial imperante que miente para saquear a los incautos estudiantes que van detrás de un mito y una trampa de tiempo.