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La epidemia de la riqueza

Fuentes: Hora cero

Pleonexia es la palabra griega con que se designaba el apetito insaciable de poseer bienes materiales, ligada a la vanidad, el egoísmo, el sentirse el centro del mundo y acaparar todo. Platón llegó a considerar a la pleonexia como una verdadera «enfermedad moral». Platón enseñando el dedo a la Filosofía. Detalle de «La Escuela de […]

Pleonexia es la palabra griega con que se designaba el apetito insaciable de poseer bienes materiales, ligada a la vanidad, el egoísmo, el sentirse el centro del mundo y acaparar todo. Platón llegó a considerar a la pleonexia como una verdadera «enfermedad moral».

Platón enseñando el dedo a la Filosofía. Detalle de «La Escuela de Atenas» de Rafael  

Según el Informe Riqueza Global 2017, las personas más ricas del mundo aumentaron sus fortunas del 42,5% en el peor momento de la crisis financiera iniciada en 2008, al 50,1% en 2017. Mientras que la desigualdad se ha incrementado en el mundo. En África, la región Asia-Pacífico y América Latina, los pronósticos para el próximo lustro no son nada favorables.

Evidentemente esta epidemia sobrevuela el Planeta, poniendo en riesgo la vida de miles de millones de personas, para la cual, las terapias, tratamientos y los servicios médicos existentes son prácticamente inútiles.

Los dirigentes políticos, funcionarios y los grandes medios de comunicación, sólo en contadas ocasiones hacen referencia al tema, y en esas raras veces, en una confusión no causal, señalan a la pobreza como el origen de los problemas.

En el caso estamos en presencia de una epidemia perversa, cuyos efectos son sentidos en una proporción catastrófica de la raza humana, la que avanza a pasos agigantados según surge del informe referido.

También opinan, que como prevención del contagio, se debe aislar y separar a los portadores de dichos virus, estableciendo medidas de descontaminación y desinfección urgentes. Muchos atribuyen a la epidemia, el carácter de plaga, en la creencia antigua, que se debe a un castigo divino por una conducta pecaminosa.

La mayoría de los gobiernos evitan dar la voz de alerta ante la catástrofe, por temor a las reacciones, lo que aumenta los riesgos, por cuanto ante la falta de información la gente no actúa en forma preventiva y sucumbe ante la misma.

Se sabe que es imposible evitar la expansión de esa enfermedad mortal, no obstante se pueden tomar precauciones y tener un sistema de alerta que haga frente a la emergencia, con ciertas chances de diezmarla.

Entre las maneras más extendidas para prevenir una epidemia se cuentan: aislamiento de pacientes afectados, es decir, colocarlos en lo que se llama cuarentena, evitando su contacto con otros individuos sanos, realizar campañas y promover todo tipo de cuestión y recurso que frene el contagio.

Esta epidemia extendida, que deja millones de víctimas, se origina a partir del vector llamado ROC .

Sin dudas se preguntará que es el ROC, este virus nos es más que la RIQUEZA OBSCENA CONCENTRADA, originada por la pleonexia, palabra griega con que se designaba el apetito insaciable de poseer bienes materiales, ligada a la vanidad, el egoísmo, el sentirse el centro del mundo y acaparar todo. Platón llegó a considerar a la pleonexia como una verdadera «enfermedad moral».

Los portadores de ese virus, no son difíciles de hallar, simplemente basta ojear revistas como Forbes, Fortune, Business Week, Caras y tantas otras similares. Los organismos impositivos también los conocen, pero poco hacen para neutralizar sus efectos, cuando no los apañan.

Las hambrunas, la violencia, la falta de educación y salud, la contaminación del suelo, aire y agua, las malformaciones, la condena a muerte de niños, aún antes de nacer, también son su consecuencia directa.

Es una falacia que exista, tanto en la naturaleza o en la ciencia económica, las categorías deterministas de ricos y pobres como nos quieren hacer creer. Lo único que existe es la divisoria entre enriquecidos y empobrecidos que lleva a que para que unos pocos, ostenten aquél carácter, antes debe haber muchos que se han empobrecido a sus expensas.

Esta epidemia llevará, como afirman distintas organizaciones, a que en más de la mitad de la riqueza mundial esté en manos de solo el 1% de la población y que las 80 personas más ricas del mundo tengan una riqueza igual al 50% más pobre.

¿Se imagina a 80 personas? propietarias de la misma riqueza que suman las 3.500 millones de personas más pobres del mundo.

Lo que preocupa además, que estos vectores rara vez son señalados como responsables de estas calamidades y la mayoría de las veces, desde distintos ámbitos, simplemente se repudian nombres de fantasías.

Tal es así que las críticas altisonantes van contra: Bayer, Monsanto, Barrick Gold, Chevron, Coca Cola, Pfizer, BP, Vale y otras, sin nunca saber, quiénes son los portadores del ROC que están detrás de cada una de ellas.

Mientras los diarios, las páginas y portales por internet, los programas radiales o los noticieros televisivos, los medios en general, salvo honrosas excepciones, hablan de lo mismo, los portadores de ROC a través del DIOS MERCADO regulan nuestras vidas y nuestras muertes, convenientemente invisibilizados.

Como dice Ralph Nader: «Hay demasiado poder y riqueza en demasiadas pocas manos».

El día que pongan en cuarentena a esas 80 personas, sin duda, que el mundo amanecerá un poco menos injusto y la esperanza de vida renacerá para tantos condenados a muerte sin justificación alguna.

El Papa, que atribuye el problema a la voracidad de las grandes compañías, quizás debería excomulgar a todos los cristianos que se esconden tras el velo corporativo y motivan los desastres que con justicia denuncia.

O tal vez la Corte Internacional de Justicia, debería tipificar a los ROC, dentro de los delitos de lesa humanidad, por ser los responsables de guerras, genocidios y exterminios varios.

Creo que los mejores remedios para estos males, están en la política y la ideología, pero están escaseando y no se encuentran en ninguna farmacia.

Como dice Víctor Heredia en su poema Arrabal Azul:

Se exhiben graciosamente y, en las portadas,

se jactan de sus mansiones y sus mujeres,

se muestran con tanto orgullo que me dan ganas

de hacerles saber que apestan sus pobres bienes,

no tienen ni puta idea acerca del mundo

que viven los desterrados hasta el olvido,

por eso me enferman tanto sus paraísos.

 Lo dejo para que lo piense y me despido hasta el próximo aguafuerte. 

Ricardo Luis Mascheroni, docente uniersitario.

Fuente: https://horacero.com.ar/contenido/3244/la-epidemia-de-la-riqueza?fbclid=IwAR3n9OPMM8Bt0nwVILfLzcRHydVy00DGMCNUU9Kd2EIx2bNaO8Im72OC0y0