Recomiendo:
0

La Escuela Yi por España o el nuevo capitalismo cultural chino de gira

Fuentes: Rebelión

  Una de las entidades financieras más poderosas de Europa, La Caixa , (la caja de ahorros más importante a nivel europeo y la tercera entidad financiera en España), nos invita a asistir dentro de su programa de «Obra Social» a las exposiciones itinerantes que irá ofreciendo por el Reino de España en donde nos […]

 

Una de las entidades financieras más poderosas de Europa, La Caixa , (la caja de ahorros más importante a nivel europeo y la tercera entidad financiera en España), nos invita a asistir dentro de su programa de «Obra Social» a las exposiciones itinerantes que irá ofreciendo por el Reino de España en donde nos hará una muestra de arte contemporáneo chino abstracto, perteneciente a la llamada «Escuela Yi».

Al márgen de los millones de euros que la entidad financiera se gastará bajo el paraguas de «obra social» y que le permitirá seguir acumulando ayudas estatales, que le facilitarán llevar su capitalismo nada «social» a zonas del mundo «tan pacíficas» como Iraq (donde estuvo participando después de la invasión en el Iraquí Trade Bank bajo la dirigencia de colosos como JP Morgan Chase), centrémonos en analizar la propuesta artística que nos invitan a presenciar.

La palabra china Yi viene a representar según los organizadores del evento «el estado de contemplación y meditación de los creadores, el modo en que los artistas o los poetas piensan sobre su entorno o lo observan». Pero lo cierto es que al ver una obra de cualquiera de los artistas chinos que componen la muestra, tales como Zhao Wenliang o Gu Wenda 1 , lo último que se nos viene a la cabeza o que nos provoca ,es una meditación sobre su entorno o simplemente sobre cualquier entorno. Ello implicaría una cierta representatividad que como arte abstraccionista evidentemente no tiene. Aquí no hay entorno ni reflexión ninguna, sí podemos ver rastros gestuales de trazos humanos (pinceladas) supuestamente producidas según los sacrosantos críticos del expresionismo tipo Greenberg, por un automatismo espiritual comedido, que no es tal, ya que lo que nos encontramos aquí como en casi todo expresionismo abstracto es la más pura demagogia y picaresca. No hay reflexión, sino puro decorativismo de baja calidad. Decorativismo barnizado como resultado de supuestas largas y transcendentales meditaciones propias de la cultura tradicional china, del taoísmo, del confucionismo y vaya usted a saber qué más podemos meter en el «pack». Eso sí, todo ello, repítalo con gesto de profunda seriedad y contención, si quiere hacerse pasar por un entendido de Arte. Afírmelo como si le doliese ligeramente el estómago y a la vez le apretase la ropa interior, pero tuviese que servirse un té en un elegante café parisino, rodeado de importantes prohombres de la cultura con gafas de pasta y bufandas de marcas caras, todo ello sin perder la compostura.

Consultando la Historia, podemos ver como el expresionismo abstracto fue/es una de las corrientes artísticas más nihilistas y decadentes de la Historia del Arte. A mi juicio, vino/viene a significar el triunfo de la mediocridad superlativa como fin, a colocar el traje invisible al emperador (antes/ahora americano, quizás futuramente chino), que pese a su notoria desnudez tiene un ejército de mandarines asalariados que se empeñaran en decir no sólo que el emperador no está desnudo, sino que viste las más bellas y originales prendas que nunca se vieron en el Imperio.

El expresionismo abstracto nació producto del fin de la Segunda Revolución Industrial, de la degradación cultural de sectores intelectuales de la pequeña burguesía. Se gestó dentro de personalidades caóticas y asociales, críticas con la aristocracia y la gran burguesía a las que despreciaban, pero alejadas del pueblo y metidas de lleno en el mundo de la bohemia y las drogas. Gentes que anhelaban la vuelta a tiempos pasados en contraposición al nuevo orden que despreciaban, pero que no sabían ni querían combatir. Individuos perdidos en el limbo de las dos grandes clases sociales que se formaban: los capitalistas y los obreros asalariados. El alcohol, la cocaína y otras drogas acallaban su desesperación existencial, su callejón sin salida filosófico que los abocaba a una larga e interminable tortura vital que sólo finalizaba con la llegada de la muerte (muchos acabaron suicidándose y contribuyendo al falso mito del artista-demente que tantos impostores ha colado en la Historia de la Pintura).

Más adelante, al terminar la Segunda Guerra Mundial, el expresionismo abstracto fue poderosamente impulsado por la CIA en contraposición al realismo socialista de corte estalinista. La Agencia lo utilizó para proyectar una imagen de libertad cultural en su país, en contraposición a las prohibiciones estalinistas que existían en la URSS, que obligaron a muchos pintores a exhiliarse si deseaban vivir de la pintura que realizaban. Para los EUA, fue pura y simplemente parte de una gran campaña de marketing como ya demostró la investigadora Frances Stonor Saunders partiendo del estudio de documentos desclasificados de la época. EUA no era la cuna ni el foco de ninguna vanguardía artística, de ningún movimiento original en la Historia del Arte, así que tuvo que inventarse uno, y el abstraccionismo expresionista coincidía plenamente con los objetivos que buscaba. Era anárquico, representaba los principios del «libre mercado» y el individualismo extremo, la elevación suprema del principio de unicidad intransferible del individuo herméticamente cerrado de su ser social colectivo. Fue parte de la llamada Guerra Fría Cultural y cumplió su papel al golpe de talonarios y sobornos allende los mares (interesantísimo el papel de los Rockefeller en esta «Cruzada Cultural»).

El abstraccionismo «matemático-espiritual» de un Kandinsky (uno de los precursores del abstraccionismo a secas) nada tuvo que ver con la anarquía caótica y degradante del abstraccionismo expresionista. Bueno, sí, algo sí tuvo que ver, pero se halla a años luz cualitativamente hablando del expresionismo abstracto de un Barceló por ejemplo (alias «Mister Cúpulas ONU»). Kandinsky buscaba emocionar con sus pigmentos como si los colores y las formas de sus lienzos fueran las notas y los tiempos de un instrumento, renunciaba a la representatividad pictórica porque fue creyendo que ella era más bien propia de la Literatura, y que la Pintura debía buscar lo espiritual por otros caminos más cercanos a la música. Equivocado o no, su arte estaba estudiado, trabajado y hasta cierto punto acechaba una coherencia quizás imposible de alcanzar. Buscaba a Dios con/en la Pintura, y al margen de la posibilidad o no de hallarlo, su fe era sincera. Pero el expresionismo abstracto significó un paso más en la imposible ecuación no resuelta por Kandinsky ni por ningún abstraccionista más, quizás producto de su erróneas premisas y sus inalcanzables fines. Significó que el pintor pasaría con su paleta simplemente a golpear el piano con los puños cerrados, partiendo de una fuerza interior que lo impulsaba (¿?) para luego pretender que lo que había salido de tal «interpretación pugilística» era la Novena Sinfonía de Beethoven. Ahora ya no buscaba a Dios, sino que pretendía que el Espíritu Santo lo visitara de vez en cuando para agarrar con fuerza sus pinceles y dejarle tras su paso un mensaje «divino» en el lienzo.

Lamentablemente muchos sectores actuales considerados «progresistas» defienden este tipo de arte, que no les gusta porque «no entienden» pero que defienden a modo de dogma democrático (cabría recordar que hay una gran diferencia entre censurar y apoyar o promover).

Propongo la siguiente reflexión para el lector confundido: del mismo modo que a ningún músico se le ocurriría componer una sinfonía repitiendo obsesivamente los mismos arpegios o acordes, ni aporrear el instrumento anárquicamente con los puños cerrados pretendiendo que por arte de magia deba nacer de allí una sonata ; a ningún pintor se le debería ocurrir tampoco hacer una Pintura con mayúsculas haciendo composiciones geométricas jugando con los mismos colores y formas una y otra vez (Kandinsky, Mondrian, etc), realizando trazos neuróticos cuando no derramando la pintura por espasmos (Pollock, Tàpies) o construyendo pretendidas composiciones controladas que salen desde el «más allá» (Rothko, Motherwell, Escuela Yi, etc).

Este tipo de pintura abstracta, puede ser válida para experimentar con materiales, colores, gestualidad de la pincelada, texturas, etc, como esbozos o pruebas para determinadas partes de una obra mayor, pero nunca pretender por sí mismas ser tales obras finales. ¿Por qué? Porque sería/es una burla monumental que pagamos todos con nuestros bolsillos y conciencias, incluso y crecientemente con la educación de nuestros hijos con la incursión en los planes educativos de «enseñanzas» de tanto impostor histórico. Porque ello viene a significar igualar el trabajo de millones de artistas honrados, profesionales y capaces no sólo de la Actualidad, sino de la Historia, con la tomadura de pelo de unas marionetas púgiles adictas a los psicotrópicos, al servicio de los grandes capitalistas y de la Cultura de Alienación Universal 2 que pretenden hacernos retroceder al mundo de los discuros mágicos, el pre-racionalismo y el infantilismo compulsivo y consumista.

Sin embargo, el expresionismo abstracto no entiende esa pintura como prueba o experimentación sino que la aúpa a la categoría de obra final, busca pintando una realidad espiritual mística, una vibración producida por una «energía intuitiva» que controla al artista, un ente sobrenatural que ha tomado posesión y control del propio cuerpo. Es el modelo de artista genio del Romanticismo basado en las ideas sobre el desinterés del juicio estético de Kant, pero llevadas hasta el más aciago paroxismo. Este tipo de construcciones ideológicas propias del idealismo burgués nos podría llevar al «solipsismo artístico» e incluso, a tener que recurrir a un exorcista una vez acabado el proceso creador, para que permitiese al «genio» dejar de serlo para simplemente poder prepararse un bocadillo de chorizo o limpiarse al defecar (con perdón), no sea que se confundiese o confundiera y acabara dejando el baño como uno de sus cuadros pero con otro tipo de «materiales», experimentando de este modo con el «arte povera» 3.

En definitiva, el capitalismo volvió a China y con él la burguesía (que nunca desapareció ni en tiempos de Mao), creció en connivencia con élites del Partido Comunista Chino, bajo el amparo de los grandes capitalistas internacionales y trajo consigo bajo el brazo al arte abstracto.

China se esfuerza por ser la futura potencia hegemónica, tras la fase que viviremos a corto-medio plazo de crecientemente multipolaridad a la que ya estamos asistiendo en su nacencia, para después del fin del forcejeo ver que quién se hará con el cetro de Primera Potencia Hegemónica (¿puede que tras una nueva Guerra Mundial pero de tipología desconocida hasta la fecha?), y lo cierto es que el inmenso país asiático se nos presenta ya como un serio candidato al título. Del mismo modo que amplía su presencia mediante inversiones en América Latina y África desplazando a clásicas potencias occidentales, también intenta hacerse valer en el terreno cultural, bajo el paraguas de repetidas y lamentables formulaciones de corte burgués. Lo mismo da cuando se tiene el poder necesario, y la cultura obedece a los intereses de una élite, que casualmente tiene todos los medios para decidir qué es y qué no será reconocido como tal.

Quizás, después de tanto «libre mercado», de teorías apocalípticas sobre el Fin de la Historia y otras sandeces que ya nadie se esfuerza por recordar en público a riesgo de ponerse colorado, no sea una coincidencia del todo que nos volvamos a encontrar con dicotomias propias de la Guerra Fría: la ligazón entre capitalismo y abstraccionismo, frente a figuración 4 y socialismo. Es tremendamente paradójico o clarificador, según se mire, que La Caixa, una de las financieras más grandes de Europa, se encargue de mostrarnos esta realidad apoyando un arte capitalista de un régimen supuestamente socialista. Si no es esto verdad y nos dejamos llevar por los nominalismos aparentes, ¿cómo es posible que un agente del capitalismo como La Caixa apoye el nuevo arte oficial promovido por el gobierno comunista de China? La clave es que uno de los dos miente y no es lo que dice ser…¿será un agente comunista La Caixa?, ¿tendremos que llamar al nuevo senador McCarthy travestido bajo la apariencia de un político del Partido Popular para que meta en la cárcel al bueno del presidente Fainé por ayudar a fuerzas marxistas extranjeras? En fin, espero que mi amado Rey Don Juan Carlos, que jamás va desnudo en público, esté atento y ponga un poco de orden, cosa que se le ha dado muy bien desde siempre…

Llegados a este punto, a los mortales, nos quedan dos opciones (además de confiar en el buen hacer de nuestro heroico Borbón). Podemos repetir como buenos creyentes que la «libertad» se abre camino en China gracias al aperturismo económico, futura potencia a la cual sólo le falta para entrar en el Reino de la Libertad y el Goce Eterno Capitalista que el Partido Comunista Chino deje de controlar la política del país en régimen de monopolio, propiciando que otros…digo la libertad, se apodere de su política en sana competencia capitalis…digo democrática. También podemos afirmar, por el contrario, que el emperador está desnudo, otro más pero con distinta careta….¡Perdón!, ¡se me olvidaba la tercera opción, la de toda la vida!: mirar para otro lado. Con seguridad, la más posmodernista y «cool» de todas las posibles.

¡Progreso y Libertad, Amén!

* Jon Juanma es el seudónimo artístico/revolucionario de Jon E. Illescas Martínez, Licenciado en Bellas Artes, artista plástico, analista político y teórico del socialismo.

Para contactar con él: [email protected]

Blog: http://jonjuanma.blogspot.com/

Parte de su obra plástica: http://jon-juanma.artelista.com/

Notas:

1. Ambos ya tuvieron sus coqueteos con el Pop Art, otro estilo ligado al capitalismo consumista, lo cual no deja de ser sintomático del creciente capitalismo que inunda a la China.

2. http://jonjuanma.googlepages.com/6…IntroduccinalaCulturadeAlienacin.pdf

3. Término italiano que significa «arte pobre», arte realizado con materiales baratos, de fácil obtención, muchas veces rayando en lo sucio y la basura. Fue una tendencia que todavía perdura en algunos artistas y que tuvo sus comienzos a finales de los sesenta en Italia cuando lo acuñó el crítico y comisario Germano Celant.

4. Que conste que digo figuración y no realismo socialista (estalinista), «figuración» es un término mucho más amplio que engloba formalmente desde el cubismo de Picasso hasta el naturalismo idealista de Bougerau o la iconografía de los murales de Rivera.