Traducido por Caty R.
Las declaraciones de Benedicto XVI durante su viaje a Brasil sobre la evangelización de América Latina han provocado acaloradas reacciones de los representantes de las comunidades amerindias (La Croix 15-05-07).
La ofensa:
Pensábamos que el discurso de legitimación de la colonización estaba reservado a ciertos políticos inspirados por el revisionismo y el rechazo del arrepentimiento, pero eso sería olvidar demasiado deprisa que los crímenes coloniales tuvieron a menudo como coartada la evangelización de los continentes conquistados tanto como el despojo de sus riquezas y a veces la esclavitud. Sobre la alianza «de la espada y el hisopo» han corrido ríos de tinta, pero no tanta como la sangre de los que se resistieron a la explotación o a la conversión.
Un nuevo revisionismo se revela por boca de Benedicto XVI que después de ilustrarnos en Ratisbona en otoño de 2006 confirmando la superioridad absoluta de la religión cristiana, ahora pisotea las culturas amerindias y legitima su extinción.
He aquí un extracto del discurso del domingo 13 de mayo en Aparecida: «¿Que significó la aceptación de la fe cristiana por los pueblos de América Latina y el Caribe?», se preguntaba el Papa al principio de su discurso de apertura de la 5ª Conferencia general del episcopado latinoamericano y del Caribe (Celam). «Para ellos, esto significó acoger a Cristo, el dios desconocido al que sus antepasados buscaban en vano en sus ricas tradiciones religiosas», respondía enseguida Benedicto XVI.
El Papa no tiene bastante con afirmar que aquellas ricas civilizaciones que fueron esclavizadas o exterminadas por Cortés y sus sucesores ayudados por cohortes de jesuitas esperaban, de hecho desde hacía tiempo, la llegada de esa «salvación», lo que explica la espontánea naturalidad de la «aceptación de la fe cristiana»; el Papa además añadió que eso no se acompañó nunca de imposición ni alienación: «En efecto, el anuncio de Jesús y su Evangelio no supuso en ningún momento una alienación de las culturas precolombinas ni fue la imposición de una cultura exterior», precisó el papa…
A los que no quieren permitir que se pierda la herencia de lo que precedió a «la conquista», el Papa les lanza incluso una advertencia inquietante que evoca todavía el sufrimiento y las humaredas de la Inquisición: «La utopía de devolver vida a las religiones precolombinas separándolas de Cristo y de la Iglesia universal no sería un progreso sino una regresión», concluía el papa que se felicitaba por «la sabiduría de los pueblos indígenas», que supo «conducirlos venturosamente a una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que les ofrecían los misioneros».
Llegados a este punto hasta podemos temer que el Papa decida repetir la celebérrima «controversia de Valladolid» (1) al final de la cual la Iglesia acabó por aceptar el hecho de que los indios de América tenían alma y pertenecían totalmente al género humano… Parece que esta verdad sea sólo un resultado de la colonización y no podía existir previamente. Los «beneficios de la colonización» que otros consideraron materiales, aquí se resumen en el hecho de haber reunido «la iglesia universal». El Papa también afirma aquí una superioridad de la cristiandad tan arrogante y peligrosa como todos los discursos en torno al «eje del bien» con los que Benedicto XVI ya ha mostrado en repetidas ocasiones muchas convergencias.
Las reacciones
Pero los pueblos de América Latina están demostrando al mundo no sólo que «tienen alma» para los numerosos creyentes, sino también una voluntad de emancipación y de reconocimiento de su dignidad que no puede construirse perpetuando el avasallamiento de los imperios y las iglesias, que además pretenden dictarles códigos morales que surgieron en la época medieval: «desacuerdo total…» «el Papa es un ignorante de la Historia», protestó el lunes Felipe Quispe, un dignatario de los indios aymara y antiguo candidato a la elección presidencial boliviana. «Negar que la imposición de la religión católica ha sido utilizada como un mecanismo de dominación sobre los pueblos indígenas es querer ocultar la historia», ratificó Luis Evelis Andrade, director de la Organización nacional indígena de Colombia, «No podemos aceptar que la Iglesia niegue su responsabilidad en la destrucción de nuestra identidad y nuestra cultura». Por su parte, Aloysio Antonio Castelo Guapindaia, presidente de la Fundación Nacional del Indio en Brasil, subrayó que «hubo una fuerte imposición de la religión para dominar a las poblaciones locales».
En el mismo seno de la Iglesia católica algunos reconocen que la colonización y la evangelización impuestas constituyeron claramente el primer «choque de civilizaciones» y confirman que: «La evangelización fue una imposición ambigua, violenta, un choque de culturas que causó un perjuicio total a los indios», declaró la teóloga Cecilia Domevi, una responsable de Celam para las cuestiones amerindias que afirma su «total desacuerdo» con las declaraciones de Benedicto XVI.
Interrogada el martes 15 de mayo por La Croix, la oficina de prensa de la Santa Sede se mostró confusa y rehusó hacer cualquier comentario sobre este asunto ya que considera que «una reacción provocaría nuevas reacciones».
Esa declaración, inscrita en el actual contexto de tensiones mundiales que tampoco escasean en América Latina, considerada por «el Imperio» demasiado celosa de su independencia y por el Vaticano más alejada de la cuenta de la ortodoxia dogmática, suena como una advertencia y un recordatorio de que el mensaje del Papa proviene del ala espiritual del «eje del bien». El hisopo está en el Vaticano pero la espada está en el Pentágono y los indios están invitados a no olvidarlo.
(1) Entre los meses de agosto de 1550 y abril de 1551 Carlos V organizó la famosa «Controversia de Valladolid» (que entonces era la capital de España) entre Bartolomé de las Casas y el Jurista español Juan Ginés de Sepúlveda. La controversia se venía produciendo desde muchos años antes y era un tema candente. Juan Ginés de Sepúlveda defendía el derecho de España, como nación civilizada, a someter por las armas a los salvajes -lo que se oponía abiertamente a las normas del Consejo de Indias- basándose en sus pecados de idolatría y su inferioridad en la especie humana. Por su parte Bartolomé de las Casas presenta un indígena humano racional y libre de proyectar su propia vida. En la controversia no hubo resolución final y los dos ponentes se consideraron vencedores.
Original en francés: http://www.oulala.net/Portail/article.php3?id_article=2983
Jacques Richaud nació en Marsella. Es cirujano de la sanidad pública y un militante incansable por la emancipación del hombre y la libertad de los pueblos. Trabajó un año y medio en Camboya como cirujano de guerra lo que «me hizo comprobar la naturaleza idéntica de la sangre de todos los hombres». Se declara «Altermundista pero internacionalista, laico pero tolerante, antidogmático y contrario al imperio arrogante que pretende imponer su modelo del mundo con las armas, la sangre y los dólares».
Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.