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La esperanza naufraga en Lampedusa y la indignación se globaliza

Fuentes: Rebelión

Los «barcos negreros» que inundaron las rutas del Atlántico con millones de esclavos africanos, son una imagen insoslayable al mirar noticias como los naufragios en Lampedusa. Oleadas multi-nacionales de inmigrantes anónimos, expulsados del África por la miseria y la guerra, dispuestos a probar suerte en endebles embarcaciones a manos de traficantes en el mediterráneo, que […]

Los «barcos negreros» que inundaron las rutas del Atlántico con millones de esclavos africanos, son una imagen insoslayable al mirar noticias como los naufragios en Lampedusa. Oleadas multi-nacionales de inmigrantes anónimos, expulsados del África por la miseria y la guerra, dispuestos a probar suerte en endebles embarcaciones a manos de traficantes en el mediterráneo, que les imponen altas cuotas de pago por una travesía que no siempre alcanza el anhelado cruce de la frontera económica. ¿Qué locura obliga arriesgar la vida por un par de monedas?, la precaria situación de países como Somalia o República Centroafricana, se convierten en una muralla para la juventud que ha visto nublada las posibilidades de un cambio en el curso de la violencia.

La crisis estructural en la política italiana bajo la dirección de tecnócratas y corruptos, que no tienen una agenda donde se incluya el problema de la inmigración; es terreno fértil para el racismo. La Liga Norte, que controló el gobierno de Berlusconi, alcanzó el objetivo de criminalizar la inmigración. Se mantienen vigentes hasta hoy la penalización por el socorro a las embarcaciones que naufragan en sus costas. Los radicales xenófobos, han intentado medidas como el patrullaje ciudadano anti-inmigrante y su expulsión de los espacios públicos, acciones que nada tienen que envidiar al pasado fascista con Mussolini.

El tema de la inmigración ilegal es una problemática global, superando los bordes de lo nacional, complejizada en sus causas y variables. La especie humana históricamente ha migrado en masas, las razones han estado asociadas al cambio climático o la guerra; algunos estudios han trazado las principales rutas de poblamiento con el mapa genético originado en el continente africano. La inmigración en el sistema capitalista, con énfasis en la revolución industrial aceleró de manera vertiginosa la creación de un gran ejército de mano de obra barata, que permitió garantizar la acumulación del trabajo excedente como fuerza de recambio.

La imposición del capitalismo en economías periféricas, permitió crear un movimiento bi-direccional de migraciones, en escalas internacionales y locales en los centros urbanos. Gruesas capas de empobrecimiento, con campesinos desplazados hacia los centros de producción y la exportación en menor nivel del excedente de personal especializado hacia la periferia, incrementado en los años por el deterioro económico Occidental. Los inmigrantes no representan una carga inmediata al Estado, con regularidad no tienen ningún acceso a los servicios básicos del Estado de Bienestar y generan riqueza con bajas tasas salariales; que aún así son mayores a las de sus países de origen. El problema se agudiza con las segundas generaciones, que se convierten en ciudadanos altamente marginados en una sociedad clasista y segregacionista.

La respuesta europea al reciente naufragio en Lampedusa, termina en la promesa de una postura común para enfrentar la inmigración. En la práctica, España sigue reforzando sus vallas en Melilla y Ceuta para detener las oleadas subsaharianas, invirtiendo en tecnología de punta para el control de las fronteras que se convierten en muros fortificados. La eufemística expresión de la geopolítica estadounidense: Estados Fallidos, no da cuenta del impacto que tienen las grandes corporaciones occidentales en la política doméstica en África, favorecidas con un círculo pernicioso que permite el control de sus recursos naturales y el tráfico de armas.

El Golfo de Adén y el Golfo de Guinea se han convertido en el Siglo XXI en espacios para la piratería. La concentración militar de las potencias en el Cuerno de África, se ha justificado con la excusa de la amenaza al comercio internacional. Países como Somalia han perdido la soberanía marítima, creciendo el pillaje de la sobrepesca industrial y la siembra de desechos tóxicos en sus costas, que empobrecen aún más sus economías. Los cayucos y pateras se llenan con esos expulsados, producto de una continuación de la colonización occidental, que introdujo en su ocupación africana el germen del sistema inter-estatal y fronteras artificiales. Piratería, inmigración Ilegal y pobreza extrema son palabras vacías sino se articulan en el análisis con el modo de producción que las genera.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.