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La filosofía como forma de vida, de Pierre Hadot

Fuentes: Rebelión

Los lectores podemos congratularnos. Se acaba de publicar en castellano la edición del volumen titulado La filosofía como forma de vida. Entrevistas con Pierre Hadot, Ediciones Alpha Decay, B. 2009. Una extensa entrevista con el filósofo Pierre Hadot realizada por dos muy solventes conocedores de su obra de conjunto, Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson […]

Los lectores podemos congratularnos. Se acaba de publicar en castellano la edición del volumen titulado La filosofía como forma de vida. Entrevistas con Pierre Hadot, Ediciones Alpha Decay, B. 2009. Una extensa entrevista con el filósofo Pierre Hadot realizada por dos muy solventes conocedores de su obra de conjunto, Jeannie Carlier y Arnold I. Davidson

Pierre Hadot es un gran sabio, un sofós, octogenario, francés, miembro del College de France, poco conocido hasta fechas recientes entre el público español. El presente texto es la mejor introducción al pensamiento de Hadot, y satisface también la legítima curiosidad del lector por la biografía del pensador al permitir que él nos explique los trazos biográficos fundamentales de su vida

Pierre Hadot es un gran especialista de filosofía antigua. El estoicismo, Marco Aurelio, el neoplatonismo, la obra de Plotino, y otro sin fin de temas referentes al pensamiento filosófico de la Antigüedad clásica han sido trabajados por él con gran penetración; su dominio sobre la filosofía clásica en general es magistral. Pero, con ser esto excepcional, ¿por qué leer y tener en cuenta su obra? Acaso no existen también, si no muchos, sí, al menos, otros grandes eruditos estudiosos de la filosofía clásica?¿Qué utilidad puede tener su saber para quien no es especialista en filosofía?

La respuesta es que la relación de Hadot con la filosofía antigua no es simplemente académica, sino, en primer lugar, una relación con el pensamiento clásico por parte de un hombre que ha decidido vivir, aquí y ahora, en el mundo presente, una vida filosófica, y que se ha relacionado con este legado filosófico clásico, conscientemente, y precisamente por el papel específico que la clasicidad le otorgaba a este saber. Para Hadot la filosofía es un saber que tiene como objeto permitir a cada individuo pensar sobre su propio vivir y, a partir de la reflexión sobre la propia experiencia de vida, plantearse, a continuación, cómo vivir de una forma distinta, plena, humana, esto es, filosófica. La filosofía no es, pues para Hadot un saber especulativo, cuyo fin sea elaborar una teoría, o estudiarla y conocerla, sino una interpelación a cada ser humano para que reflexione permanentemente sobre su vida y viva de forma coherente con su reflexión. La filosofía tiene, en consecuencia, como objeto la vida cotidiana de cada cual y es el medio que permite a cada ser humano vivirla de forma sabia y feliz. La filosofía es concebida como un filosofar, esto es, un saber segundo o saber reflexivo a partir de nuestra propia experiencia de vida y para nuestra propia vida.

La larga búsqueda de Hadot en las escuelas del saber filosófico clásico ha sido, por tanto, una consecuencia. Hadot sabía de antemano qué creía él que debía ser la tarea de la filosofía. Sabía también que éste era, precisamente el programa de las distintas escuelas filosóficas clásicas: pensar para aprender a vivir, filosofar para vivir la propia vida cotidiana, no la elaboración de sistemas especulativos de pensamiento. Precisamente por el hecho de que aquellas escuelas de pensamiento concibieran así su tarea Hadot decidió indagar y especializar filosofía clásica, no al revés.

Para hacernos comprender que el saber filosófico clásico tenía como fin orientar la vida, en casi todas su obras, Pierre Hadot nos recuerda que, muy frecuentemente, en la antigüedad se denominaba filósofos a personas que no habían escrito ninguna obra, pero que habían conducido su vida de forma reflexiva, sabia y que, por eso se habían convertido en maestros de otras personas que los habían seguido libremente y los habían imitado -el más célebre de todos estos filósofos sin obra , sin duda, fue Sócrates-, y que hubo escuelas filosóficas, que rechazaron la escritura, por ejemplo la cínica, pero no por ello dejaron de ser consideradas filosóficas.

Precisamente debido a que la obra de Hadot es siempre y en todo momento una reflexión sobre la tarea de la filosofía y no arqueología, la presente obra, recién traducida, puede partir de este otro extremo y presentarnos el núcleo del pensamiento filosófico de Hadot como lo que realmente es, una propuesta de reflexión filosófica para el ser humano actual, presente, un propuesta de filosofar para sobre nuestra vida con objeto de que la vivamos sabiamente.

Hadot es consciente de que esta forma de concebir la filosofía ha sido muy minoritaria durante el siglo veinte. Que la academización de la filosofía la ha separado del vivir de la gente, con la excepción de alguna que otra corriente filosófica que , heredera consciente de ese legado, ha mantenido la prioridad de la praxis de vida y se ha autoconsiderado a sí misma, en coherencia con esa tradición, como una praxeología, como un filosofar o saber segundo que sirve para orientar la vida. Precisamente en otra de sus obras, aquella que, si el lector me lo permite, y una vez haya leído la presente obra, yo le recomendaría de inmediato y que está también traducida, escribe Hadot

El estudiante moderno no hace filosofía más que porque está incluida en el programa de «Terminal». Todo lo más que puede ocurrir es que, habiéndose interesado en ella a consecuencia de un primer contacto con esta disciplina, desee hacer los exámenes de esa materia. En todo caso será el azar el que decida si él se encuentra con un profesor perteneciente a la «escuela» fenomenológica o existencialista o deconstructivista o estructuralista o marxista. Quizá un día se adhiera intelectualmente a uno de esos ismos. Sea el que sea, se tratará de una adhesión intelectual, que no comprometerá su manera de vivir salvo, quizás, en el caso del marxismo. Para nosotros, los modernos, la noción de escuela filosófica evoca únicamente la idea de una tendencia doctrinal, de una posición teórica.

 

En la Antigüedad era por completo al revés. Ninguna obligación universitaria orienta al futuro filósofo hacia tal o tal escuela, sino que el futuro filósofo decide asistir a las lecciones de la institución escolar por él elegida en función del modo de vida que es practicado en ella.»[1]

En fin. Estas son las ideas que el lector encontrará presentadas, ágilmente, en la obra que comento Una obra que, seguro, interpelará al lector y no le dejará indiferente. Podemos felicitarnos

 

[1] Pierre Hadot Qu´est-ce que la philosophie antique?, Gallimard , col follio, essais, 2ª, ed. 2006, p.155 (existe traducción castellana ¿Qué es la filosofía Antigua? Ed. FCE).