Entre otras muchas cosas, alguna se recuerdan en esta primera conversación, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano. *** -Me gustaría dialogar contigo, querido Joaquín, sobre tu último libro, el que acaba de publicar El Viejo Topo. Poco a poco si te […]
Entre otras muchas cosas, alguna se recuerdan en esta primera conversación, Joaquín Miras Albarrán es miembro-fundador de Espai Marx y autor de Repensar la política y Praxis política y estado republicano.
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-Me gustaría dialogar contigo, querido Joaquín, sobre tu último libro, el que acaba de publicar El Viejo Topo. Poco a poco si te parece, a lo largo de varias semanas. Antes de entrar en ello, y después de felicitarte muy sinceramente por tu nuevo ensayo, me gustaría preguntarte por lo que se dice de ti en la solapa. Se te presenta como filólogo pero casi todo el mundo piensa que eres historiador o filósofo (con disyunción no excluyente). ¿Dónde estudiaste filología? ¿Qué filología? ¿Fue entonces cuando conociste a Giulia Adinolfi?
-Estoy de acuerdo con tu propuesta, Salvador. Y muchas gracias por tu valoración sobre el libro. Mi formación universitaria es la de licenciado en filología hispánica por la Autónoma de Barcelona. Es cierto que me he dedicado fundamentalmente a la reflexión política, como consecuencia de mi militancia política y, debido a la deriva que política de las fuerzas comunistas; y también lo es que he trabajado durante toda mi vida laboral de profesor de lengua y literatura castellana en un instituto, lo que no es practicar la indagación filológica. Pero me parece valioso que conste mi «formación base», que me ha inducido siempre a acudir a textos, a ir a los clásicos. Gracias a los estudios que cursé, pude conocer a Giulia Adinolfi. Giulia Adinolfi sí que era una verdadera filóloga, una filóloga hispanista, una filóloga marxista, comunista, gramsciana, que había estado becada, en su momento, por el instituto de investigación que Benedetto Croce – «unos ojos de búho, detrás de sus gafas»- tenía en la ciudad común a los ambos, Nápoles.
-Se dice en la solapa en la que tomo pie que eres comunista marxista. ¿Qué tipo de comunista eres? ¿Qué tipo de marxista? ¿No es un poco redundante eso de ser comunista y marxista?
-Comienzo por el final: me defino como comunista marxista por respeto a otros comunistas, libertarios, cristianos, que también se declaran y reconocen como tales. Todos ellos, y otras corrientes de pensamiento, nos definimos por nuestro aristotelismo, esto es, por la prioridad ontológica conferida a la comunidad -«communitas», o su corrupción germánica: «gemaine»- sobre el individuo, el cual a su vez se construye -paideia, bildung- dentro de la comunidad. Esta tesis es parte de la axiología fundamental del marxismo. Soy un comunista praxeológico, que no concibe el marxismo como una gnoseología.
-Te preguntaré más tarde sobre esto del comunismo praxeológico. ¿Qué es entonces el marxismo para ti?
-El marxismo es una filosofía que, desde luego, y como elemento de crítica a la sociedad capitalista, elabora ciencia, y posee, también, una reflexión sobre la ciencia etc. Como filosofía es un saber, pero no es un saber cuyo primer objetivo es conocer la sociedad estudiada como un objeto cuya constitución y reproducción nada tienen que ver con nuestra actividad capilar cotidiana y nuestras intenciones. La sociedad no es una realidad objeto gobernada por legaliformidades constantes cuyo conocimiento mediante la ciencia permitiría pronosticar fases futuras, prescribir técnicas de intervención y prever, a su vez, la incidencia de estas sobre sobre el objeto. La filosofía marxista es un saber que parte de la consciencia de que el ser humano es un ser que crea en comunidad una praxis mediante la que produce su mundo de vida, incluido el saber hacer que pone en obra la actividad. Praxis significa actividad generada por la creatividad del ser humano en comunidad, actividad en constante, novedosa generación, actividad creada históricamente y creada, renovada constantemente. Por tanto el constituyente del ser humano, la actividad que emerge del hacer en común, es impronosticable, y, en consecuencia, no es prescriptible. De algo que no se puede saber cómo será, nada se puede decir; solo se puede animar que se genere, y se puede reflexionar sobre el mismo a la par que se genera, como reflexión segunda sobre el mismo -filosofía. Nuestro maestro Manuel Sacristán expresaba esto diciendo que «de una contradicción puede surgir cualquier cosa» y que, en consecuencia no se podía prever el futuro. También concluía de ello que la elaboración apriorística prescriptiva de acción política a medio y largo plazo, lo que denominamos «estrategia», es meterse a -la palabra es suya- de «zascandil» de la historia. Lo que es creación de la comunidad solo puede ser conocido cuando la comunidad lo crea. Esto es Filosofía de la práctica, que incluye la concepción de la radical, constante historicidad -creatividad- de la praxis humana: mi marxismo, un creacionismo inmanentista e histórico.
-¿Inmanentista? ¿Qué es eso de inmanentista? Por lo demás, si me permites, lo que señalabas de la contradicción no es cosa propia de Sacristán sino de cualquier lógico que se precie, cosa dicha por lógicos medievales.: ex contradictione (sequitur) quodlibet.
-Tienes razón, la proposición sobre la contradicción es algo procedente de la tradición de pensamiento sobre la lógica. Respecto del inmanentismo: es un término que me vale para recoger todo el pensamiento interesante que se ha elaborado sobre la capacidad de creación o sobre el espíritu, y referirlos a la realidad existente, no pensarlos como consecuencia de un ser trascendente, ultramundano, divino. Si atribuimos la capacidad de crear a un ser ultramundano, es porque experimentamos que existe, es porque el ser humano en comunidad crea su mundo material y se auto crea así mismo mediante su actividad comunitaria. El espíritu, la capacidad de pensar y generar actividad creadora, existe, pero es característica humana, es «material», si se quiere decir de otra manera.
-¿Y se puede seguir siendo comunista marxista sabiendo lo que sabemos de aquellas sociedades que llamábamos de «socialismo real»? ¿No fue aquello un totalitarismo inadmisible como se suele decir ahora?
-Creo que la revolución rusa fue un hecho histórico que transformó la historia. Y que es una muestra de que la historia la puede hacer la gente común, nosotros, los explotados. Creo que el régimen económico social que se construye, fue un régimen que generó un consenso masivo, como lo demuestra la firme defensa popular del mismo que entablan las masas contra el nazismo. Ningún régimen político se sustenta sobre el terror, sino sobre la hegemonía. Y -pensemos en el franquismo- eso es una de las cosas que no nos queremos reconocer. De te fabula narratur. Cuanto si, menos, los alemanes de los años 30 y 40 del siglo XX, los escandinavos, los polacos… Desde la Revolución Francesa, cuando irrumpe la plebe en la política, se hace imposible estabilizar regímenes contra las masas. Ni sostenerlos una vez estas les vuelven la espalda, tal como ejemplifica también la propia URSS de 1989. Gracias a que la URSS, como resultado del sacrificio voluntario, activo, entusiasta, terrible, de su población, llevó sus tanques hasta Berlin, y mientras esto duró, existieron las democracias europeas y los denominados estados sociales.
Como trato de ser breve, dejo apuntado todo esto para incluir un último elemento.
-Adelante con él.
-El uso del término «totalitarismo» sirve para satanizar, esto es, para poner el «mal», considerado absoluto, y sin análisis subsiguientemente, lejos-y-fuera de nosotros, es parte de una narrativa tranquilizadora que nos contamos a nosotros mismos. Pero, primero, lo acaecido en el decurso histórico de la URSS no difiere de lo ocurrido en el México revolucionario, en Argelia, en Egipto…etc. Países todos en los que el fin del nuevo régimen fue el desarrollismo económico, la revolución instrumentada como medio para el desarrollo de la economía y no la economía como instrumento para un nuevo régimen social. Y siempre, todo esto, fue resultado del control del poder emergente por elites que se autojustificaban como gerentes y dirigentes de la política en nombre de su cualificación técnico científica y teórica. «Teoría de elites», legitimada, autolegitimada en nombre de «la ciencia», la «eficiencia», la «mejor formación» -por ejemplo: la generación española mejor formada de la historia- , y que no es marxista, sino positivista, neopositivista, estructuralista, posmoderna, deconstructiva, «sospechista», laclauniana, en general girolingüista, …: epistemologismo gnoseológico neopositivista que entra en el marxismo «desde fuera» y entra precisamente teorizando la necesidad de una «consciencia exterior», «excedente», basada en la ciencia, que es lo que capacita a un grupo para ser «vanguardia» y saber lo que nos conviene a los demás…pero ésta ha sido y sigue siendo la forma de concebir la política, tanto de tanto de las anteriores como de las nuevas levas de profesionales de la política de la izquierda…que gracias a sus satanizaciones echan un tupido velo sobre lo que es común a la actividad política soviética y a la suya. Y se quedan, a sus propios ojos, «sin pecado concebida? «.
-Pero, si me permites también, tú formas parte de Espai Marx. ¿Espai Marx no es un colectivo que también es (lo intente o no) vanguardia? ¿No os formáis en asuntos de filosofía y ciencia? ¿No intentáis tener y difundir una consciencia excedente para que muchos podamos aprender? ¿El leninismo clásico no fue vanguardia? ¿Lenin no teorizó en estos términos? Por lo demás, esas «nuevas levas de profesionales de la política de la izquierda», ¿es una referencia crítica a los miembros de Podemos?
-Comienzo por el final. Todas las fuerzas políticas que se están constituyendo o reformando en estos momentos -Catalunya puede ofrecer un registro amplio de ellas- se constituyen conforme a ese criterio. A mi juicio, también Podemos. No son medios para la autoorganización de la gente, sino instrumentos para la representación institucional en nombre de la misma. Los movimientos pueden ser legítimos, pero son «otra cosa», quizá inabarcable y, quizá, -se dice- hasta no se puede tener la falta de humildad de querer abarcarlos, etc…pero estos son los argumentos utilizados.
En cuanto a la concepción que Espaimarx tiene de su tarea es semejante a la que, nos recuerda Polanyi, tiene el economista respecto de la burguesía. El economista es un siervo del burgués capitalista. Primero existieron los burgueses, luego los contables, por último se creó a los economistas. El mundo capitalista es fruto de la actividad de la clase burguesa, no de la de sus contables o de sus investigadores. Estos funcionan como instrumento de las decisiones de clase, constantemente nuevas, que tendrán repercusiones y consecuencias incognoscibles a priori para ninguna ciencia, incluida la económica. Lo mismo ocurre con la prensa y los demás instrumentos de formación al servicio de la burguesía, no tratan de sustituir ni de «enseñar» lo que se ha de hacer. Suministran al Soberano conocimientos, le informan de lo que hay. Estudian lo que se les ordena. Esta es una tarea ancilar, o como dice Gramsci, «orgánica», supeditada. Es el soberano, el sujeto real activo el que decide cómo usarla. El filosofar es reflexión sobre lo que se ha hecho previamente, y parte de la experiencia de los actores. El uso de la ciencia que hace Marx es para combatir, dentro de un uso público de la razón, las ideologías que inducían a creer que este mundo económico es natural e inmodificable. En su obra no hay receta alguna sobre cómo deba organizarse la economía, o tales cosas. Sobre esto trato en algún punto del libro. En el marxismo, en el hegelianismo, no existe el Rey Filósofo, que debe dirigir a la mayoría: el Búho de Minerva solo levanta el vuelo «a misses dites», tras los amenes, cuando ya se ha hecho la cosa y se ven los resultados.
Ciertamente el leninismo -a distinguir de lo que pensaba Lenin, que pensó cosas muy diversas- sostiene la teoría de la consciencia exterior, que procede de la socialdemocracia alemana. La mejor crítica, contundente, sin concesiones, de esta teoría, puede encontrarse en lo que escribe, largo y tendido, Antonio Gramsci en el cuaderno en el que critica el manual de marxismo de Bujarin…pero no sé si esto es de interés.
-Seguro que es de interés pero no podemos hablar de todo. Se afirma también en el texto de la solapa que tu trabajo intelectual se inspira en la filosofía de la práctica. ¿De qué práctica hablamos? ¿Qué filosofía es esa? ¿Tienes a Gramsci en mente? Ya sé que antes has hablado del tema. Insisto si me permites.
-Sí, es así. Por ello, lo que, por ejemplo, he realizado en este libro es un trabajo de explicitación sobre las nociones sobre las que se sustenta la filosofía de la práctica, la tradición intelectual en que se expresa, etc. Porque -y respondo a la segunda pregunta tuya- este filosofar se ejerce a partir de la experiencia práxica que surge de la actividad capilar desarrollada en su vida cotidiana por gentes que están organizadas dentro de un movimiento que posibilita su acción de lucha y de transformación de su vivir. Ese movimiento es hoy débil -«aún» muy débil-. Sin ese movimiento solo queda reelaborar el legado constituido por las elaboraciones surgidas de las experiencias históricas habidas, trasmitirlo, y alentar al propio protagonismo organizado de la praxis de cada uno. Así lo explica Marx, por ejemplo en el capítulo 2 de El Manifiesto comunista; los comunistas no formamos un partido aparte, no proclamamos principios especiales, inventados o descubiertos, conform e a los que queramos amoldar al movimiento. Las elaboraciones son la expresión de conjunto, elaborada a partir de la experiencia de lucha, de un movimiento histórico, cuando este, se esté desarrollando ante nuestros ojos, Y en la medida en que exista este movimiento, la clase no es un ente existente, sino una construcción comunitaria histórica, que puede existir o no, que es consecuencia de la propia actividad autoconstitutiva: «constitución del proletariado en clase» es otra frase del Manifiesto Comunista. Todo esto es, como sabemos, una paráfrasis hecha sin acudir al texto, p ero, seguro, muy fiel al mismo. La filosofía, como el búho de Minerva, solo levanta el vuelo ex post, como reflexión segunda sobre lo que se da en la realidad. Gramsci es el más grande filósofo político marxista del siglo XX, el mejor filósofo político de todos los que han reflexionado sobre política desde cualquier tradición filosófica en el siglo XX, y un pensador fundamental para elaborar la filosofía de la práctica
-Eres también presidente de la asociación cultural Espai Marx. ¿Qué asociación es esa? ¿Cuáles son vuestras actividades más importantes?
-Espaimarx es una asociación cultural que trata de difundir pensamiento crítico. En primer lugar, marxista, pero no solo esto. También promueve y participa en actividades políticas que promueven la reflexión sobre los objetivos que toda fuerza de izquierdas debe asumir. Por ejemplo, Espaimarx, y muy destacadamente, Joan Tafalla, miembro de nuestra asociación, ha impulsado la organización de la reflexión más seria que se ha hecho en España hasta la fecha sobre la necesidad de que salgamos del euro. La asociación se relaciona sin exclusión con toda fuerza de izquierdas que nos proponga colaboración y con toda asociación cultural de izquierdas. Sostenemos una web y una biblioteca virtual alimentada con obras que son de interés para la izquierda: marxismo, pensamiento libertario, democracia radical, pero también, en general, todo texto fuera de circulación cuya lectura pudiera ser de utilidad para la reflexión de izquierdas. También organizamos seminarios, charlas etc. todo esto desarrollado «según nuestras (modestas) capacidades».
-Sin ánimo de quitar méritos a nadie (y menos, por supuesto, a Joan Tafalla). ¿No han habido, no hay, otros colectivos que también están por esa labor que comentas? Pienso, por ejemplo, en Pedro Montes que durante tiempo habló en solitario de la entrada y de la salida de la eurozona.
-Pedro Montes, que es un excepcional economista y un hombre de izquierdas de calidad humana extraordinaria, ha debatido desde siempre sosteniendo con firmeza y con erudición rigurosa extrema estas posiciones. Escribió un libro sobre las consecuencias que iba a acarrear la aceptación de la moneda única, antes de que se entrara en el euro. Un libro que no se quiere recordar porque nadie puede decir que las cosas no hubiesen sido explicadas. Y desde siempre, ha sido un pensador fundamental y un conferenciante clave en el debate contra el euro: con argumentos, no con glamoures. Un hombre que podría tener una posición envidiable y riqueza, en el país de las puertas giratorias. Es uno de los nuestros. Esta es la posición de la asociación Socialismo siglo XXl, desde luego. Por cierto y vuelvo sobre Pedro Montes, que ahora mismo nos está recordando que la izquierda no tiene posición sobre todas estas cuestiones. Al referirme al trabajo desarrollado por Joan Tafalla estoy pensando en las jornadas sobre el euro que se organizaron en Barcelona, con presencia de ponentes tanto de toda España como de Europa y de África, continente donde varios países de la francofonía soportan una moneda única de «dos velocidades», y sus efectos económicos terribles, el franco africano. Quiero insistir en el asunto porque en esta insistencia misma sobre el acto de Barcelona se encierra una clara crítica. ¿Cómo es posible que este tipo de debates, que es fundamental para el momento presente, se decida lo que se decida luego, deba ser organizado por una serie de pequeñas organizaciones, entre ellas Espaimarx, y que las fuerzas políticas de la izquierda, acudiesen a la invitación o no, las que tienen recursos, organización, potencia, diputados, vocación institucional, y en consecuencia, tienen, o deberían tener, necesidad imperiosa, inminente, de estos debates -no de fotos con Varufakis- se pongan de perfil y corran tupidos velos? La izquierda, la nueva coalición, las fuerzas que la componen, no tienen política elaborada y definida sobre todas estas cuestiones importantísimas. ¿No sería necesario que, al menos, impulsaran jornadas de reflexión? Podríamos pensar que tratan de sondear la posibilidad de un «euro bueno». ¿Han organizado debates con ponentes que les permitan saber cómo hacer, a qué atenerse? ¿ Y sobre la «deuda soberana»? ¿Qué hacer», que diría Lenin? Tampoco hay política.
La UE ha dicho que debemos recortar otros 9 mil millones de euros del gasto público. El cataclismo en que está sumida la sanidad, la enseñanza, la desaparición de las ayudas sociales, la impotencia para crear empleo, de este país, son consecuencia de un anterior recorte de 10 mil millones. ¿Qué van a hacer nuestros dirigentes respecto del nuevo que se exige? Son preguntas que exigen respuestas, y requieren reflexión pública. De estar en una situación normal, estas jornadas a las que me he referido, las más importantes realizadas en España, hasta le fecha, tras las cuales y como consecuencia de las cuales, ha habido pequeñas réplicas en otros lugares, no debieran haber corrido a cargo de grupos tan reducidos. En las jornadas de debate organizadas en el extranjero por gentes como Kostas Lavapitzas, a las que asisten grandes teóricos de toda Europa, brillan con luz propia, por su ausencia, nuestras fuerzas políticas. Se escucha su silencio, su ausencia de discurso.
-Los silencios, como sabes mejor que yo, son a veces muy ruidosos. Animas también, a pesar de esta jubilado si no ando mal informado (y saber muy bien que el «laborare stanca» como nos recordó Pavese en un poemario que no hemos olvidado), animas, decía, varios seminarios. Te pregunto a continuación sobre ellos.
-De acuerdo cuando quieras.
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