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La foto como imagen y como una construcción colectiva

Fuentes: Página 12

Una de las agrupaciones nació al calor de la revuelta social de 2001. La otra saltó el cerco de Facebook, donde sus imágenes eran censuradas. Ambas justifican la decisión de firmar sus trabajos de modo colectivo, un hecho que también les valió críticas.

De dónde, si no de la calle, iban a surgir dos grupos de fotógrafos que trabajan colectivamente para retratar la realidad? En 2001, en un contexto de crisis social y movilización popular, nació Sub, una cooperativa fotográfica que desde siempre trabaja de manera horizontal y autogestiva. Once años más tarde, y después del primer cacerolazo de 2012, surgió el Movimiento Argentino de Fotógrafxs Independientes y Autoconvocadxs (M.A.F.I.A.), como manera de redoblar la apuesta cuando Facebook censuró las fotos de Ceci Estalles, una fotógrafa que capturó caras y momentos del cacerolazo del 23 de septiembre de ese año. Distintos contextos, distintas personas, pero una misma decisión: la firma colectiva de las fotos. Algo por lo que, todavía, a veces les piden explicaciones.

«Lo más interesante es la construcción colectiva de la imagen. La foto no es sólo el momento de apretar el disparador», explica una de las fotógrafas de M.A.F.I.A. Son doce en total, pero cada uno habla por todos: «El cambio más grande es hacer la rotación de lo individual a lo colectivo, más allá de la foto que hagas. La bisagra es pasar de pensarte como alguien que saca fotos individualmente a ser parte de un grupo, en el que todo puede sumar o restar en base a lo que cada uno haga», coinciden. Ese trabajo colectivo no se limita a las asambleas en las que discuten qué temas tocar con la cámara o qué cubrir con urgencia, sino que también modifica el oficio de todos los que forman M.A.F.I.A., porque la foto ya no es de quien presiona el botón o ubica el ojo detrás de la mirilla, sino que se construye muy concretamente entre todos: unos hacen la puesta de luz, otro busca el lugar preciso, cualquiera tira el click. Y cuando la imagen empieza a circular en redes sociales o llega a una exposición o la tapa de una revista, ninguno la ve como propia. Para ese momento, el conjuro del nombre y apellido en el crédito ya está roto.

«En nuestro trabajo hay menos distancia con lo retratado. Hay decisiones que tienen que ver con mostrar las cosas desde otro lado», explican. Eso es evidente cuando cubren un acto: mientras que todas las cámaras apuntan al escenario, M.A.F.I.A. busca los detalles: caras, expresiones y momentos que construyen eso más grande que pasa y es tapa de los diarios. Por eso, ya en su primera cobertura -el 8N- tuvieron un hit, la foto que ellos dicen que cambió todo: en Cabildo y Juramento capturaron, caceroleando, al odontólogo Ricardo Barreda, que en 1992 asesinó en La Plata a su esposa, su suegra y sus dos hijas. Con esa imagen, la de un anciano de lentes gruesos y algo antiguos que sostiene una pequeña olla entre la multitud, Facebook estalló. Esa foto selló la decisión de la firma colectiva.

Después de esa cobertura fundacional, M.A.F.I.A. puso el ojo en todo lo que pudo: el regreso de la Fragata Libertad, las inundaciones de La Plata en abril, las compras navideñas, un encuentro de animé en el Parque Japonés, un apretado día de verano en La Bristol de Mar del Plata, la vigilia contra la reforma judicial, el primer aniversario de la tragedia de Once, un Via Crucis barrial, la represión de la Policía Metropolitana en el Hospital Borda y en la Sala Alberdi. Estas decisiones -meterse no sólo con los temas obligados sino también apuntar la cámara sobre lo cotidiano- las pudieron tomar porque su primera (y principal) plataforma de difusión fue Facebook y después llegaron a los «medios tradicionales». «Nosotros podemos contar las cosas como las vimos, pero el fotoperiodista que pasa el filtro de una corporación mediática no puede hacer eso, porque está cumpliendo con un pedido concreto, hay una editorialización que no tiene sólo que ver con la idea o las ganas de qué se quiere mostrar. En cambio, nosotros hemos generado canales de comunicación de nuestro trabajo como a nosotros nos gusta hacerlo», reflexionan. Hablan de a uno, pero entre todos van construyendo el sentido de lo que quieren decir.

Si la historia de M.A.F.I.A. está atada a Facebook, no puede contarse cómo empezó Sub sin mencionar a Indymedia, la red de medios independientes que a principios de la década pasada fue fundamental para difundir en el mundo las actividades de las organizaciones sociales. «Nuestro primer trabajo salió de las calles de 2001. De esos días de fotografías salió un material importante que nosotros consideramos que había que mostrar», relatan los integrantes de Sub desde su oficina en Almagro. La identidad del colectivo se empapó de ese contexto donde surgían fábricas recuperadas, asambleas populares, manifestaciones, cacerolazos, con consignas como la horizontalidad y la autogestión. Entonces, aclaran, la fotografía nunca fue un hobbie: «Era, más bien, una herramienta de militancia. Y la evolución de esa fotografía en términos estéticos, técnicos y reflexivos fue paralela a la evolución de trabajar en Indymedia, de estar agitándola ahí, a estar en una cooperativa de trabajo», precisa uno de los fotógrafos.

Después de años de cobertura frenética de la realidad (recorrieron villas y asentamientos, estuvieron el 26 de junio de 2002 cuando la Policía Federal asesinó a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki en el Puente Pueyrredón, viajaron a las asunciones de Hugo Chávez, Lula da Silva, Evo Morales y Tabaré Vázquez), ahora Sub se dedica, entre otras cosas, a reportajes fotográficos que pueden demandarles varios meses de producción: «Hoy nuestro aporte pasa por una reflexión: nos preguntamos más por qué levantar la cámara. Es un instrumento de comunicación que desde Sub tomamos como una responsabilidad. Antes nos tirábamos arriba de las cosas», explican. «Ahora pensamos con otra madurez. Ya no vamos a la primera marcha que se nos ocurre, sino que pensamos ¿y esa marcha por qué?, ¿y dónde se desarrolla este problema? Hay que ir ahí. Nos manejamos con otro entrenamiento y otro análisis de la situación. Por eso hacemos menos trabajos, pero mejores.» En los últimos años hicieron reportajes sobre el paco, el Hospital Borda y el avance de la soja en Paraguay. Además, desde el año pasado, dictan talleres sobre fotografía y procesos colectivos de trabajo. Este año ganaron el segundo lugar del Premio Nuestra Mirada a la Clase Media, dentro del Pictures of the Year Latinoamérica, por A puertas cerradas, un reportaje que sigue la vida de una familia y sus empleadas domésticas en un country de Los Polvorines.

Sub está formada por seis personas: una coordinadora, tres fotógrafos y una fotógrafa en Argentina y un fotógrafo en España. Todos están convencidos de que hoy lo más político de su trabajo no radica en hacia dónde apuntan la cámara, sino en la manera que eligen para trabajar: «Horizontalidad en la toma de decisiones, reparto equitativo de los ingresos, trabajar mucho, muchas veces ganar poco y hacer lo que nos gusta», lo definen. Al comienzo, la firma colectiva fue una pelea. Los medios con los que trabajaban e incluso otros fotógrafos les cuestionaban esta decisión. «Firmar colectivamente implica que está tu identidad ahí», apuntan entre todos. Pero la firma colectiva, aclaran, no significa homogeneidad de ideas ni seis pares de ojos que miran como uno, sino todo lo contrario: «La tensión entre individuo y colectivo es algo que está vivo todo el tiempo. El acuerdo no siempre es la herramienta para crear, es la ruptura. Nosotros tenemos una firma colectiva pero dentro del grupo sabemos identificar cuáles son las cualidades y las falencias de cada uno. Eso es un tesoro secreto, algo sagrado que tenemos y que cuidamos».

* Hasta el 23 de agosto, Sub (www.sub.coop) presenta su ensayo fotográfico Gilda, la milagrosa en la Galería ArtexArte, en Lavalleja 1062.

* Mañana, M.A.F.I.A. (www.somosmafia.com.ar) realiza una exposición en Espacio Cabrera, en Cabrera 3641. De 19 a 22.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/17-29351-2013-07-25.html