Se repite como una insoportable letanía que cuanto más la oigo más me indigna. Curiosamente, esa «fractura social» que se invoca con tanta insistencia desde los grandes medios y partidos políticos españoles tiene, entre otras virtudes, la de afectar exclusivamente a esas sociedades que por reivindicar la independencia o, simplemente, el cambio, pasan de improviso […]
Se repite como una insoportable letanía que cuanto más la oigo más me indigna. Curiosamente, esa «fractura social» que se invoca con tanta insistencia desde los grandes medios y partidos políticos españoles tiene, entre otras virtudes, la de afectar exclusivamente a esas sociedades que por reivindicar la independencia o, simplemente, el cambio, pasan de improviso a «fracturarse» y convertir su «fractura» en problemas de estado.
Hasta hace muy poco, al parecer, ni en Catalunya ni en Nafarroa existía la «fractura social» que ahora se agita como amenaza. En ambas sociedades se podía hablar de política sin sobresalto alguno y no había ideología capaz de amargar una comida familiar en la que con independencia de lo que pensaran sus miembros se llegara a los postres sin levantar la voz. Ha bastado que asomara el cambio en el escenario navarro y la independencia se abriera paso en Catalunya, para que la inquietud de la «fractura» comenzara a convocar titulares y declaraciones: «¿Cómo afecta el independentismo catalán las relaciones familiares?» se preguntaban en estos días en El Intermedio. «Cataluña al borde de la fractura social» denunciaba El País. «El cambio fractura la sociedad Navarra» apuntaba el Diario de Navarra.
Y sí, es verdad, existe la fractura, pero no es ahora que se rompió esa idílica convivencia que disfrutaban los que encontraron en la dictadura franquista una «plácida existencia» como acuñara Mayor Oreja; no es ahora que las discusiones políticas alrededor de la mesa familiar se declarasen proscritas; no es ahora que esa fractura, además de rotos, nos negara la voz y nos prohibiera la palabra.
En lo que a mi respecta, mi «fractura» hace tiempo que ya no tiene arreglo. ¡Gora Euskadi Askatuta! ¡Visca Catalunya Lliure!
(Euskal presoak-Euskal herrira)
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