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Conferencia presentada el 6 de octubre en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM

La guerra del capitalismo y los indignados de la tierra

Fuentes: Rebelión

A Samir Amin, en su cumpleaños La necesidad de profundizar en los movimientos y movilizaciones de 2011 requiere analizar la coyuntura. También exige plantear el problema como un proceso histórico. Este no se limita a los ciclos del capitalismo y su crisis. Es más bien parte de una guerra que empezó después de la derrota […]

A Samir Amin, en su cumpleaños

La necesidad de profundizar en los movimientos y movilizaciones de 2011 requiere analizar la coyuntura. También exige plantear el problema como un proceso histórico. Este no se limita a los ciclos del capitalismo y su crisis. Es más bien parte de una guerra que empezó después de la derrota de la Alemania nazi. La postguerra no tiene nada de postguerra… En los 66 años que lleva ni un mes ha estado en paz el mundo.

Tras la rendición del Eje nazi-fascista la lucha de clases y la lucha por el control de la periferia mundial, correspondieron al principal tipo de guerra que libraron las grandes potencias encabezadas por el bloque occidental y por el bloque soviético.

Conscientes uno y otro de que la guerra nuclear los llevaría a una destrucción mutua no dejaron de amenazarse con bombas y misiles, en que pronto los soviéticos mostrarían la superioridad de su bomba de hidrógeno. Amenazas y competencia en la capacidad de lanzamiento de bombas nucleares fueron una parte de la llamada «Guerra Fría». La otra fue una lucha ideológica y mediática. En aquélla Estados Unidos haría ver que no se quedaba atrás y hasta pondría un hombre en la luna. En poco tiempo, varias potencias, unidas a las anteriores, participarían en una guerra de bravuconadas, no por ello menos peligrosa. De otro lado, las campañas anticomunistas y antiimperialistas se pusieron al orden del día. A la guerra de las armas se añadió la guerra de las ideas, de las imágenes y los sonidos, y toda suerte de recursos para someter al enemigo.

La guerra real del capitalismo se centró en ganar y dominar a la clase trabajadora en todo el mundo y a los movimientos de liberación en el mundo colonial.

Las potencias dominadas por las corporaciones y por el capital financiero aplicaron políticas que combinaban la represión, la cooptación y la corrupción.

Usaron estrategias y modelos sutil y técnicamente calculados con el fin de dividir y debilitar a los trabajadores y a los movimientos de liberación nacional.

El plan de una nueva especie de imperialismo colectivo y en redes fue encabezado por Estados Unidos con el Plan Marshall, y por Europa con la aplicación del modelo de «welfare state» (o «estado de bienestar») para la mediatización de una fuerte proporción de la clase obrera y de los sectores medios, así como para el incremento de la demanda en el mercado interno de cada país.

La contribución de Estados Unidos fue muy importante también para la instauración en África, el mundo árabe y el sur de Asia del tipo de neocolonialismo en que ese gobierno y sus oligopolios habían adquirido una gran experiencia con los países pseudoindependientes de América Latina y el Caribe.

En medio de constante luchas, el plan estratégico del neocolonialismo occidental logró transformar los movimientos de liberación nacional en movimientos neocoloniales con sus nuevas «burguesías compradoras».

En efecto el plan de conjunto incluía políticas de «desarrollo» industrial, económico y social que abrían el mercado para las exportaciones al Sur por parte de las grandes corporaciones del Norte.

Aunque las resistencias al nuevo proyecto imperialista no fueron menos importantes y además de los genuinos movimientos de liberación la URSS apoyó a numerosos movimientos a finales del siglo XX, en esa batalla, como en otras de la Guerra Fría, resultó victorioso Occidente.

En todos los casos los países imperialistas combinaron los objetivos de dominación y de acumulación. En todos.

Las inversiones de guerra sirvieron para acumular poder y riquezas.

Los presupuestos y endeudamientos públicos sirvieron para impulsar la economía de guerra y para dominar a los países endeudados.

A finales de siglo, con la victoria en la «Guerra Fría, el principal sostén del modo de dominación y acumulación capitalista siguió siendo la guerra. Sólo que, en la nueva etapa, cambió el peso relativo de las políticas de mediación y de las políticas de represión.

Si siempre se combinaron mediación y represión, siempre de dieron en proporción variable la zanahoria y el garrote, el pan y el palo, la concesión como política social y el clientelismo reducido de los capos políticos, así como la cooptación, la corrupción y la represión de colectividades e individuos. Además los derechos sociales tendieron a sustituirse por meros actos de caridad o por cohechos y sobornos de los jefes y sus pequeños grupos.

Ya las variaciones geográficas habían mostrado la diferencia de trato a los pueblos y los trabajadores de los países metropolitanos y coloniales o neocoloniales. En estos últimos siempre se dio un mayor peso al uso del garrote, del palo, y al de la represión mezclada a la corrupción. Ese peso aumentó con el neoliberalismo.

Desde los años setenta, y sobre todo desde los ochenta, las variaciones políticas aumentaron conforme pasaba el tiempo. En un momento dado las políticas que antes se aplicaban en las periferias se empezaron a implantar en el centro. Los trabajadores con derechos empezaron a perder sus derechos A finales de los años noventa y principios del siglo XXI esas medidas se agudizarían y llegarían a prevalecer en el conjunto de bloque occidental.

El líder indudable de todo el proyecto seguiría siendo el gobierno de Estados Unidos encabezado por el complejo militar-empresarial-político-y-mediático. Estados Unidos era y es el imperialismo más experimentado en frenar las concesiones del «Estado social» y en manejar como países coloniales a repúblicas formalmente independientes.

El complejo militar-empresarial y político que gobierna Estados Unidos es también el más experimentado en someter a los propios gobiernos metropolitanos y a sus complejos militares-empresariales. Háyase debilitado o no, en el año 2011, Estados Unidos comprobó su liderazgo en el Consejo de Seguridad y en los complejos militares empresariales de cada uno de los países del Consejo de Seguridad. El capitalismo al estilo estadounidense se fue imponiendo en todos y cada uno de los países de Europa.

Al amparo de los negocios y de los poderes militares, el neoliberalismo de Friedman y de los Chicago Boys se impuso en todas las socialdemocracias. Al modelo neoliberal y monetarista se apegan hoy las políticas de las finanzas, de las corporaciones, de los Estados, de los mercados y de los sistemas políticos e informáticos.

La reestructuración neoliberal de todas las empresas e instituciones del mundo occidental y sus zonas de influencia fue especialmente diseñada para optimizar utilidades y disminuir riesgos. A ella se ajusta la dominación de trabajadores, pueblos, ciudadanos y clientelas. A su aplicación corresponde la colosal acumulación de utilidades y riquezas en menos del 1% de la población mundial a costa de pueblos y trabajadores, en su condición de ciudadanos y de asalariados.

No sólo se aplicó la congelación de salarios nominales, ni sólo se abatió ésta por la inflación y el desempleo que sobre las familias obreras pesa, ni sólo se redujeron o eliminaron los llamados salarios indirectos: También se empobreció a los trabajadores como ciudadanos de repúblicas tributarias y como sujetos de impuestos. Se les empobreció mediante políticas deliberadas de endeudamiento externo y público sujeto a variables y usureros intereses, con cargas fiscales que disminuyeron los impuestos a los más ricos y aumentaron los impuestos a los más pobres, con asignación de presupuestos que privaban de inversiones y gastos sociales a los pueblos e incrementaban las inversiones y gastos destinados a apoyar el funcionamiento de las corporaciones.

A esas políticas se añadieron las de apropiación de territorios y riquezas malbaratadas o violentamente ocupadas en sucesivos actos de guerra abierta y encubierta. También se añadió la apertura de mercados que impulsara la competencia desleal en apoyo a las grandes corporaciones imperialistas y en detrimento de los pequeños y medianos empresarios de los países periféricos y de las propias metrópolis, no se diga de la enorme cantidad de trabajadores que esas actividades ocupaban y que perdieron su empleo.

Las combinaciones óptimas de la acumulación relativa, tecnológica y tecno-científica, se combinaron así con las de la acumulación salarial nominal y real, directa e indirecta, impositiva, crediticia, de presupuestos e inversiones públicas, de trabajador@s formales e informales, regulad@s y desregulad@s, precari@s, endeudad@s y esclavizad@s, adult@s, jóvenes y niñ@s

En el nuevo modelo de dominación y acumulación, a la rica experiencia de la dominación de clase, heredada del esclavismo, del feudalismo y el colonialismo, se añadió la no menos rica del capitalismo mercantil, industrial y financiero, monopolista y oligopólico, nacional, internacional, transnacional y multinacional. Un capital muy variado en sus organizaciones y experiencias.

La guerra y la lucha por el poder y los negocios se sirvieron de los flamantes modelos econométricos e interdisciplinarios a su servicio y llegaron a descubrir «juegos de guerra y de negocios» en los que «se gana o se gana», y que se llaman en inglés «win-win».

Los modelos «win-win»se usan mucho. Se usaron por ejemplo en la reciente crisis de 2011 en la que los banqueros y compañías amenazaron con declararse en quiebra y pusieron a los gobiernos a su absoluto servicio.

Los propios gobiernos de las grandes potencias subsidiaron la crisis. No se diga ya sus subalternos Para colmo la decisión de todos los gobiernos consistió en encomendar a que quienes habían generado la crisis que fueran quienes la resolviesen, lo que ya están haciendo a su manera, en que preparan de pies a cabeza una nueva crisis para 2012.

Las corporaciones y el capital financiero que las acompaña revelan con sus políticas que siguen firmemente decididos a ganar, tanto con la crisis como con el pago de la crisis, así sea a costa de los pueblos y de los trabajadores de la periferia y del centro del mundo. Es más, sus accionistas, gerentes y funcionarios que han decidido resolver la crisis en esos términos, son plenamente conscientes de que las resistencias y oposiciones van a crecer de una manera descomunal. Los problemas están técnicamente previstos y ellos están preparados psicológica, militar, política, mediática, racional y dogmáticamente. Están decididos a enfrentarlos con nuevas combinaciones y aplicaciones de sus políticas de represión, mediatización, intimidación y confusión. Su prepotencia y fanatismo les hace pensar como en tiempos de Hitler que tienen toda la superioridad necesaria para imponer sus valores e intereses.

Los señores del mundo consideran que para triunfar es necesario enfrentar con firmeza y serenidad los problemas que ellos mismos han creado al impulsar sus empresas y provocar, junto con los efectos deseados, otros no deseados. Con un estilo a la vez tecno-científico y hobbsiano, apoyados por el dios de los puritanos y por el darwinismo de los colonialistas anglosajones se proponen medidas entre las que destacan algunas como las siguientes:

1. Se proponen continuar impulsando los conocimientos más avanzados de las tecno-ciencias y de los sistemas complejos, para que las mega-empresas y redes del mundo libre y occidental, así como sus proyectos de dominación global, sigan operando exitosamente en medio de una transición al «colapso» que ellos mismos y sus ideólogos ven como un peligro que se puede enfrentar, incluso si se realiza una transición a otro modelo de dominación y acumulación, o si, dentro del mismo, se aumenta la importancia de la represión, la corrupción, la robotización y la depredación.

2. A las medidas anteriores añaden como efectos colaterales deseados la disminución de los recursos y subsidios a la educación en todos sus niveles, incluido el de la enseñanza media y superior, pues para incrementar la productividad y optimizar las utilidades, son más eficientes la automatización y robotización, por lo que resulta cada vez más innecesario y hasta estorboso el trabajador especializado y el profesional, no se diga ya el alfabetizado y escolarizado que sólo usan lo que saben para crear problemas.

Una fobia semejante a la que se da hacia la educación ocurre contra los servicios e inversiones sociales, que al disminuir sus recursos públicos o ser privatizados requieren un número muy reducido de profesionistas y técnicos de alto nivel e incluso de nivel medio, por lo que es necesario acabar con el exceso de estudiantes universitarios y de egresados, que aparte de resultar meros sobrantes son un factor demagógico de desestabilización.

3. A los problemas del desempleo y la «deseducación» intencionalmente buscados añaden los del contenido de la educación y los del control de los educadores. El nuevo pensamiento de la extrema derecha en ascenso considera necesario profundizar y ampliar las políticas de la OCD para disminuir la importancia de las humanidades, de la filosofía, de la historia, de la literatura, y para reducir los conocimientos científicos a cursos generales o de «divulgación» en que se avive la admiración a la figura de los grandes científicos -como Einstein- sin que los admiradores se enteren de sus métodos y técnicas de observación, de modelación, de formalización, cálculo, interpretación y análisis, temas todos cuyo solo enunciado ha de parecer insoportable e indescifrable a la inmensa mayoría de los seres humanos.

4. Con la privatización de las universidades, determinan el fin de las llamadas «libertades académicas» (en inglés «academic freedoms») y la eliminación de la llamada «autonomía universitaria» En el modelo avanzado buscan integrar los centros educativos a las corporaciones.

5. Medidas semejantes se aplican a la investigación científica de punta, como ya ocurre con la farmacéutica y muchas otras especialidades.

6. En cuanto a las escuelas para trabajadores y campesinos, en especial nocturnas y rurales, consideran que deben eliminarse para disponer así de elementos menos conflictivos.

7. Impulsores de la llamada «sociedad del conocimiento», los grupos de «élite» buscan privatizar integralmente el conocimiento. La literatura académica contra esta ofensiva es muy abundante

8. Inclinados a aceptar que en la actualidad el conocimiento es la principal fuente productiva, como sostienen algunos teóricos se da una importancia considerable al conocimiento privatizado de pequeños grupos de excelencia.

9. De realizarse el proyecto, el conjunto de la educación humana se volvería funcional a un sistema de producción y servicios en el que la desindustrialización, la «descampesinización» y el desempleo logren el necesario equilibrio mediante un «descrecimiento» que frene todo proyecto educativo y cultural ajeno a las empresas lucrativas.

Ya en la actualidad se ha formado una competencia excesiva para las corporaciones sobre todo con países emergentes como la India y China, no se diga con los que muestran seguir caminos parecidos.

10. Para impedir una creciente competencia es particularmente útil la política de presupuesto equilibrado. Obliga a los gobernantes endeudados a recuperar el equilibrio fiscal sin desarrollo, o contra el desarrollo industrial, agrícola y de servicios.

11. En cuanto a las políticas de control de los trabajadores regularizados no sólo se presionan por aumentar en todo el mundo la desregulación en marcha. También se fortalece el control de los trabajadores con sindicatos coparticipes de la empresa, y con agentes abiertos y encubiertos de las propias mega-empresas y, sobre todo, con un crecimiento transnacional de las «empresas subrogadas» que se encuentran en países donde se puede encontrar trabajo barato de cuyo control se ocupan los patronos con quienes se contrata.

12. En cuanto a los inmigrantes que entran a un país sin el permiso legal de trabajar, cuando exceden el número necesario se apoya a los trabajadores nacionales en sus manifestaciones de rechazo y protesta, e incluso se estimulan sus sentimientos racistas y sus fobias contra los extranjeros. Se les acusa de venir a quitar sus fuentes de trabajo a los «nacionales», de abatir los salarios y de contribuir a que se violen los derechos laborales. Los empresarios de cada territorio señalarán las cuotas de trabajadores sin papeles a los que necesitan emplear para la producción y los servicios de bajo costo, y las autoridades permiten una cuota razonable de trabajadores sin papeles que cobran salarios bajos, que aceptan jornadas largas y que no protestan, amenazados como están de ir a la cárcel o de ser devueltos al infierno de donde huyeron arriesgando hasta su propia vida. En los casos extremos de corrientes de trabajadores innecesarios que buscan entrar sin papeles se usan cazadores que los liquidan en el camino o guardias fronterizos, incendiados en odios patrióticos, encargados de eliminar incluso físicamente a los contingentes de sin papeles que se empeñen en entrar. Así se siembra el miedo entre los aspirantes y sus prójimos, y se impone el respeto a la prohibición de que no entren sin el permiso correspondiente del gobierno.

13. Los dirigentes del sistema están decididos a aplicar de manera cada vez más firme políticas que controlen la nueva situación crítica en que se encuentran los estados-nación desestructurados, los sistemas políticos desprestigiados y los gobiernos asociados y subrogados contra los que se levanta la mayoría de su población. En ese terreno se sigue la tradición de las potencias coloniales de apoyar a las tribus sometidas que se enfrentan a una tribu dominante. Asumen el papel de empresas liberadoras o civilizadoras. Los imperios y sus soldados luchan por la libertad del país que someten. Así, cuando es necesario, apoyan a los enemigos del dictador, al pueblo que se rebela, como recientemente se hizo en el caso de Mubarak en Egipto, y como se hará en el futuro aunque el dictador indiciado haya sido amigo y socio del imperio, como ocurrió ayer en Irak y recientemente en Libia. Cada vez que convenga se dará la razón al pueblo en su lucha por la libertad y se asegurará al mismo tiempo la instalación un gobierno protegido, plenamente subordinado a las metrópolis o a la metrópoli.

14. En cuanto a las manifestaciones y movilizaciones que se están dando contra el sistema de partidos permitirá al capital corporativo hacer el doble juego de «ganar o ganar». Los votantes darán la bienvenida a un gobierno conservador e incluso de extrema derecha, que substituya al gobierno que dijo ser democrático y no lo fue. Incluso apoyarán a los que desde la derecha luchen por un estado sin partidos- Evitar cualquiera de esas salidas políticas será el gran problema de los nuevos movimientos democráticos. Si no se logra la violencia será explícita

15. En todo caso para el sistema el problema principal no es dominar con partidos o sin partidos. El problema es que los gobiernos obedezcan los dictados del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, y de las organizaciones regionales de la banca y las corporaciones. La nueva política por lo general derivará en el apoyo a la derecha como ya se manifiesta en las urnas por el triunfo de los partidos conservadores y por la enorme abstención de los ciudadanos que no quieren votar. Frente a esa realidad los partidos de la izquierda que apoyó todas las medidas neoliberales pretenderán que los nuevos movimientos están haciendo el juego a la derecha y al imperialismo; pero las bases sociales difícilmente volverán a sumarse a la izquierda parlamentaria que en la práctica compartió y apoyó las medidas neoliberales.

16. En ciertos momentos y circunstancias las fuerzas de la extrema derecha se verán en la necesidad de apoyar a los ciudadanos y de apoyarse en ellos para establecer un nuevo sistema político de carácter electoral y civil -en el que es ejemplar el caso de Colombia-, o que si es militar, mantenga al sistema de partidos en nombre de la libertad y la democracia, como hizo Pinochet en Chile y como lo hacen sus sucesores.

17. En todo caso para la extrema derecha será muy importante seguir luchando por «la democracia» y «la libertad», y en situaciones críticas podrá usar las propias elecciones para dar los golpes de Estado necesarios sosteniendo que el candidato que perdió es el que ganó y sosteniendo en el poder al candidato que los golpistas digan que ganó, como ha ocurrido en México desde 1988 con golpes de Estado institucionales dirigidos por los civiles.

18. Todos los síntomas indican hoy que se dará una importancia creciente a la economía de guerra y a las guerras de contrainsurgencia. Unas y otras ya se han convertido en su movilización y aprovisionamiento en guerras contra el «terrorismo» o contra el «narcotráfico».

19. Muchas de las nuevas guerras contra el terrorismo y el narcotráfico se complementarán con «guerras virtuales» para una nueva ocupación colonial, para una nueva desregulación social y para una nueva comedia democrática con «aristocracias hereditarias» como las que Jefferson exaltó. Guerras «virtuales» y reales se llevarán a cuanto país o territorio sea necesario para que los «juegos de guerra virtual» hagan perder a las nuevas generaciones rebeldes el sentido de la lucha y el sentido de la vida. En esos juegos de «win-win», ya pierdan los gobiernos semi-coloniales, los terroristas o los narcos, ganarán las corporaciones en sus ventas de municiones y armas, con sus aparatos de dominación que ocuparán nuevos espacios, y con el debilitamiento de los movimientos sociales o rebeldes que se verán envueltos en luchas más difíciles de entender y de superar que las luchas de las tribus o las sectas.

20. Se violarán cada vez que sea necesario tanto el orden jurídico mundial y los acuerdos que tome el Consejo de Seguridad, así como la legislación constitucional y el derecho positivo de cada país, hechos que abrirán el paso a la toma de decisiones que quedará al arbitrio de los más fuertes.

21. No se hará ningún caso de las críticas y denuncias de crímenes contra la propiedad o las personas, y se seguirán cometiendo los actos ilegales que se estaban cometiendo antes de que fueran objeto de críticas, protestas o presiones.

22. Se considerará como no negociable y «value free» todo lo que disminuya la creciente dominación y acumulación de las corporaciones.

23. Se aumentará la red de bases militares en el mundo, y de naves y submarinos nucleares en los océanos.

24. Se buscarán acuerdos con China, con la India, y dentro del propio Bloque Occidental, para un nuevo pacto colonial global que permita disminuir a un mínimo las fricciones inevitables en el nuevo reparto del mundo.

25. Se lanzará una macro-ofensiva de corrupción y represión a cargo de los altos funcionarios de las embajadas y los bancos y de las ONG -u organizaciones supuesta o realmente no gubernamentales, así como de las agencias especiales-. Al efecto se gastarán billones (en el sentido castellano) de dólares y se fijarán cuotas para los altos funcionaros a sobornar, para los grandes negocios a realizar y para las «acciones cívicas» y caritativas destinadas a cooptar y corromper a las masas. En la agudización de la gran crisis se manejarán sumas macroeconómicas para las políticas de corrupción de espectro completo. El aumento de fondos para corromper se combinará con la aplicación de políticas represivas abiertas y encubiertas y con la proliferación de víctimas individuales y colectivas, buscadas y no buscadas.

26. Se usarán, cuando así convenga, las políticas de apoyo a los rebeldes y a sus luchas de tal modo que luchas y rebeldes se vuelvan parte del sistema de dominación contra el que pretendan luchar.

27. Se mantendrá una gran firmeza en el conjunto de la política neoconservadora sin la menor concesión a las negociaciones sociales. Con el estilo firme de «la Dama de Hierro», de Augusto Pinochet o de Ronald Reagan se logrará una autoridad indiscutible para las mega-empresas, sus aliados, asociados y subrogados, y un creciente apoyo para la política de recolonización del mundo y de desregulación de los trabajadores, e incluso para el control del exceso de población sobrante mediante políticas de genocidio directo e indirecto como las que ya se han venido aplicando o se empiezan a aplicar en países como Palestina, Somalia, Etiopía, Hait y muchos otros de los que la gente se olvida con suma facilidad.

28. Todas las medidas se basarán en un credo democrático y religioso, conocedor de «la naturaleza humana» y de «la ciencia rigurosa» en el que uno de los apoyos de las corporaciones, de sus gobiernos y sus países será Dios. Con ese objeto se combinará la razón con la fe, y una y otra con el valor de defender a la patria, a la familia y a la persona.

El éxito de las políticas de dominación y acumulación capitalista es innegable. También lo son sus inmensas limitaciones y crisis, sobre todo con las políticas de «retroalimentación positiva» que la extrema derecha está aplicando y que está decidida a aplicar en el futuro inmediato.

El creciente predominio de la extrema derecha no sólo llevará a ampliar el mundo de la miseria y la desesperación. También aumentará las amenazas de destrucción de la Tierra. Ambas afirmaciones son rigurosamente científicas,

El gran peligro de lo que se llama ecocidio desde hace tiempo muestra un proceso de aceleración creciente, cada vez más difícil de controlar. Ni el empobrecimiento del 80% de la población humana ni la destrucción del planeta son fenómenos puramente naturales, si por naturales se entiende que en ellos no tiene responsabilidad el ser humano.

Miseria y destrucción de la vida en el planeta son fenómenos antropógénicos, como sostuvieron los dos mil científicos de la Comisión Intergubernamental reunida en París hace dos años. Esa gran Comisión se reunió a evaluar los peligros del cambio climático, que por sí solo amenaza la vida en la Tierra. Otras amenazas de igual o parecida magnitud han sido confirmadas una y otra vez por la comunidad científica, como el hoyo de ozono, como la salinización de los mares, como la desforestación, como la desertificación, o los estallidos nucleares.

Miseria y amenazas crecientes a la vida en la tierra no sólo son fenómenos antropogénicos. Son efecto del actual sistema de dominación y acumulación movido por el afán de lucro, por la optimización de utilidades y por la acumulación de poder y riquezas en beneficio de las corporaciones transnacionales, de sus grandes propietarios y accionistas, de sus altos funcionarios y gerentes, que han aprendido un negocio óptimo en que sin el menor riesgo ganan con la crisis que provocan y ganan con el dinero que sus gobiernos les dan para que resuelvan la crisis a costa de una población en la que prolifera el desempleo agrícola, industrial y de servicios hoy acelerado por las nuevas políticas que ellos mismos imponen Tan disparatado proceso es un drama para la humanidad y una amenaza para sus propios demiurgos. Las políticas contra las crisis de 2008 y 2011 no son políticas anti-cíclicas, no son políticas para controlar o aminorar la crisis. Son políticas para hacer de la crisis un negocio redondo y la base de una nueva expansión corporativa desreguladora y recolonizadora. Las corporaciones financieras que dieron inmensas facilidades de crédito a gobiernos, empresas y personas sin capacidad de pago, sabían perfecamente que sus deudores iban a entrar en crisis y a la hora en que la estallaron por un lado privatizaron altas proporciones de las riquezas naturales, los bienes y las empresas públicas de gobiernos y estados-nación. Al mismo tiempo impusieron a sus propios gobiernos una política que impidiera la crisis de sus empresas, lo que lograron a costa de las poblaciones y naciones despojadas y con el increíble pretexto de que así y con más rigurosas políticas de ajuste presupuestaliban a resolver la crisis… Las medidas y razones de la crisis y de las falsas soluciones a la crisis son llana y sencillamente indignantes.

Por otra parte las políticas con las que las fuerzas que dominan el mundo actual han respondido y piensan responder a los movimientos sociales sistémicos y antisistémicos indican que los peligros avizorados van a aumentar. Su creciente apoyo a la extrema derecha confirma que la decisión tomada es continuar estructurando un capitalismo en el que las corporaciones asuman la responsabilidad de proteger por todos los medios la maximización desbocada de utilidades y riquezas. Esa política, en la que se dará más de lo mismo, provocará similares efectos a mayores escalas y llevará a aplicar en grande las políticas represivas y depredadoras.

El nivel de conciencia de ese peligro es muy bajo. En los círculos dominantes y en las propias élites políticas e intelectuales quienes se oponen a la ultraderecha tienen crecientes posibilidades de perder: sus propuestas políticas son muy inferiores a las necesarias para resolver, así sea de forma limitada los problemas humanos y ecológicos.

En cuanto a los movimientos sociales y políticos, sistémicos y antisistémicos, enfrentan serias limitaciones y contradicciones. Sobre ellos pesan las crisis de la socialdemocracia, la crisis y caída de los bloques socialistas antes encabezados por Rusia y China, y del nacionalismo revolucionario. A ello se añaden numerosas divisiones de sus integrantes, que no sólo provienen de la crisis de las ideologías revolucionarias y progresistas sino de la dificultad de resolver -así sea para una cuarta parte de la población- los problemas de empleo, educación, salud y techo. Otro problema de primordial importancia es la falta de un proyecto alternativo, elaborado y universal que precise cómo acercarnos a la construcción de otro modo de dominación y acumulación capaz de asegurar la vida y la libertad humana.

Reconocer estos problemas por ningún motivo debe desanimar a las fuerzas emancipadoras. Reflexionar sobre estos problemas es tarea de cualquiera que quiera pensar y actuar en serio. Pero su formulación misma constituye otro grave obstáculo cuando se piensa la solución en términos de un política socialdemócrata; o populista, o estalinista, o anarquista.

El panorama sería desolador si no existieran nuevos proyectos y experiencias que se centran en un concepto memorioso y creador de la democracia como poder del pueblo, y del pueblo trabajador, que es parte del demos, sea pueblo de esclavos; de siervos, asalariados, excluidos y discriminados

El proyecto de una democracia directa apunta cada vez más al logro de un poder del pueblo que use los medios del gobierno y al que no usen los gobiernos como medios de las corporaciones.

El proyecto entraña una democracia que respete el pluralismo religioso e ideológico; que articule el poder de las comunidades; de los colectivos y los ciudadanos; que enfrente la corrupción, el arma secreta del capitalismo, con el arma secreta de los pueblos; que es la moral colectiva; y que piense por qué luchar, y cómo luchar para ganar.

No poner freno al reconocimiento de los obstáculos es fundamental para superarlos. Hoy implica pensar en los movimientos sociales que estallaron en 2011 y que plantean el problema de la democracia directa y de cómo usan los humanos los medios e impiden que los medios de represión y corrupción enajenen a los humanos.

La tarea es enorme. También es factible. Implica la organización desde lo local hasta lo global así se parta de La Habana o de la Lacandona, de Atenas o el Cairo, de Londres, Wisconsin o Nueva York, o de la Puerta del Sol, donde surgió el grito de los condenados de la tierra, que hoy son los indignados de la tierra.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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