En el contexto de «la guerra del petrodólar», como la ha descrito William Clark, Irán acaba de propinar otro durísimo golpe al dólar, que si bien no es aniquilante posee un valor simbólico susceptible de ser imitado por la OPEP y Rusia. Solamente los ciegos entreguistas del depredador duopolio neoliberal del PRI y el PAN […]
En el contexto de «la guerra del petrodólar», como la ha descrito William Clark, Irán acaba de propinar otro durísimo golpe al dólar, que si bien no es aniquilante posee un valor simbólico susceptible de ser imitado por la OPEP y Rusia.
Solamente los ciegos entreguistas del depredador duopolio neoliberal del PRI y el PAN no se han enterado de que el planeta entero vive una guerra geoenergética y ni han de saber estos aldeanos ignaros con ínfulas de «globalizadores modernos» que el petróleo constituye la suprema materia prima de la geoestrategia. Llama poderosamente la atención que en ningún momento los entreguistas neoliberales del PRI y el PAN le concedan su inalienable carácter geoestratégico a los hidrocarburos que mal tratan como si fuesen vulgares baratijas -pecado capital, que, justo es reconocerlo, no cometen los estrategas de EU y Gran Bretaña.
Todo lo contrario sucede en el golfo Pérsico, donde los iraníes juegan al ajedrez petrolero y gasero en forma genial. El 17 de febrero pasado fue inaugurada la bolsa petrolera iraní en la isla Kish, en pleno golfo Pérsico, que constará de dos fases (IRNA, 17/2/08). En la primera, la bolsa persa inició transacciones en su moneda nacional, el rial, mediante la venta de productos petroquímicos y derivados del petróleo.
Como que los iraníes pisan firme y en forma gradual, quizá para no comprometer sus negociaciones tras bambalinas con EU para la estabilización de Irak, y han dejado el arranque de la «segunda fase» para el año entrante, lo cual comporta mayores implicaciones geofinancieras cuando el crudo persa se cotice en euros y rublos.
Veinte tratantes iraníes y extranjeros, que pronto llegarán a 100, operan ya en la isla de Kish, quienes no subestiman la capacidad de los productos petroquímicos iraníes, que superan 20 millones de toneladas al año y que serán colocados en la nueva bolsa petrolera en esta primera fase.
Hace mucho que Irán cesó de aceptar dólares devaluados en la venta de su petróleo y ahora acaricia la idea de exigir una variedad de divisas fuertes; en primer lugar euros, y en segundo el rublo, lo que delata que la dupla Putin-Medvedev pronto lo imitará en su nuevo sendero liberador del yugo hegemónico del dólar. Porque a inicios del siglo XXI la liberación es también geoenergética, geoeconómica y geofinanciera, y esto lo han entendido perfectamente la OPEP y Rusia, quienes gozan la máxima oportunidad histórica de su vida cuando la dupla anglosajona de EU y Gran Bretaña, que controló durante prácticamente los pasados dos siglos el «mercado» oligopólico de los hidrocarburos, hace agua militar y financieramente en todo el mundo.
Por lo pronto, China paga con euros la compra del crudo iraní (The Scotman, 27/3/07), lo cual ha sido imitado por Japón, principal consumidor del petróleo persa, quien paga con yenes. En la actualidad China importa de Irán 13 por ciento de sus necesidades de petróleo.
Cuando dos superpotencias geoeconómicas de la talla de China y Japón aceptan las condiciones de compra- venta de Irán, ello significa que se acerca el fin del petrodólar y que no estamos lejos del auge multipolar de las divisas que cotizan las transacciones de los hidrocarburos como el petroeuro y el petrorrublo, y quizá nada remotamente el petroyuan.
Hace más de tres años Irán y China firmaron el «acuerdo del siglo» por casi 100 mil millones de dólares de compra de hidrocarburos (China Daily, 31/10/04), lo que asestó otro golpe geopolítico al régimen torturador bushiano.
A William Clark, autor del imprescindible libro La guerra del petrodólar: petróleo, Irak y el futuro del dólar (New Society Publishers, 2005), no se le escapa la relación inversamente proporcional entre la entonces proyectada bolsa iraní y el desplome del dólar, ni tampoco la «nueva dinámica» financiera en «el mayor mercado del mundo: el comercio global del petróleo y el gas» (Energy Bulletin, 8/8/05).
Gholam-Reza Ansari, embajador iraní en Moscú, consideró sin tapujos que las transacciones en petróleo y gas de parte de Irán y Rusia deben estimular a otros países «para dejar de ser esclavos del dólar». Más relevante aún fue la postura del casi presidente ruso Dimitri Medvedev, quien adujo juiciosamente que Rusia debe tomar ventaja de la creciente debilidad del dólar para convertir al rublo en una «divisa regional de reserva» (Tv Press, 15/2/08). Para medir las implicaciones de la liberación geofinanciera del rublo, la postura del casi presidente ruso Medvedev fue calificada de «muy valiente» por el embajador iraní en Moscú (Iranmania.com, 17/2/08).
La influencia de Irán en el mercado petrolero no es menor: cuarto productor mundial y segundo en el seno de la OPEP, con un control de 5 por ciento del abastecimiento global. En gas cuenta con la segunda reserva mundial detrás de Rusia y su preponderancia será todavía más impactante en un futuro cercano, cuando se concrete la «OPEP del gas», que ya puso a temblar al duopolio anglosajón. Son momentos de las empresas estatales petroleras que reclaman su soberanía energética, con la decepcionante excepción global del «México neoliberal».
Detrás de la furia y alharaca desproporcionadas del régimen torturador bushiano en referencia al programa nuclear iraní -que curiosamente inició EU con su aliado sumiso, el Sha de Irán, para poner en jaque a la URSS en el mar Caspio- se encuentra la veleidad libertaria geofinanciera de lanzar su nueva bolsa petrolera, cuyas ondas de choque han reverberado en las seis petromonarquías del Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo (CCASG, por sus siglas en inglés), quienes en forma inteligente han comenzado a distanciarse de EU y se han acercado a su vecino iraní, amén de haber conformado un nuevo bloque geoeconómico y de prepararse para la creación de una divisa común.
Uno de los integrantes del CCASG, Kuwait, se ha desligado de la paridad fija con el dólar, lo que pronto será imitado por otros miembros: Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, en espera de que el gigante saudita propine el golpe final de liberación geofinanciera con el alicaído billete verde.
En la OPEP, que suple 40 por ciento del petróleo mundial, Venezuela e Irán han presionado para diversificar la compra del crudo con otras divisas fuertes en lugar del devaluado dólar.
¿Llegamos al fin del petrodólar? Hasta el 17 de febrero, éste dominaba los tres «marcadores» (markers) petroleros: 1) la variedad estadunidense del crudo West Texas Intermediate; 2) el Brent del mar del Norte; y 3) el Dubai de los Emiratos Árabes Unidos.
Sobra recalcar que son en petrodólares en los que se cotiza el crudo en el duopolio de las bolsas anglosajonas: la bolsa neoyorquina de intercambio (NYMEX, por sus siglas en inglés) y la londinense bolsa de Intercambio Internacional del Petróleo (IPE, por sus siglas en inglés).
El supernegocio de los petrodólares es circular y no constituye ningún secreto apuntar la bidireccionalidad del binomio petrolero-bancario en las dos bolsas anglosajonas dominadas por bancos como Goldman Sachs y Morgan Stanley, al unísono de gigantes petroleras como BP.Shell, ExxonMobil y ChevronTexaco.
Es evidente que la aparición de la bolsa petrolera de Kish, aún en su fase embrionaria, rompe con el monopolio anglosajón del mercado petrolero. La afrenta es enorme.