Dos prestigiosos centros de investigación de Estados Unidos (el Center for American Progress y el Center for Economic and Policy Research) acaban de publicar hace unos pocos días un informe del elaborado por Eileen Appelbaum, Heather Boushey y John Schmitt que revela unos datos muy importantes sobre el efecto que el empleo femenino tiene sobre […]
Dos prestigiosos centros de investigación de Estados Unidos (el Center for American Progress y el Center for Economic and Policy Research) acaban de publicar hace unos pocos días un informe del elaborado por Eileen Appelbaum, Heather Boushey y John Schmitt que revela unos datos muy importantes sobre el efecto que el empleo femenino tiene sobre el conjunto de la economía y que me parece que tienen una gran relevancia sobre lo que puede ocurrir en España en el futuro inmediato (el informe se titula The Economic Importance of Women’s Rising Hours of Work. Time to Update Employment Standards ).
El informe llega, entre otras, a las siguientes conclusiones.
– El porcentaje de mujeres que trabajan fuera del hogar a tiempo completo y durante todo el año (al menos 35 horas por semana y 50 semanas al año) aumentó del 28.6% del total de mujeres en 1979 al 43.6% en 2007 y cayó al 40.7% en 2012, como consecuencia de la crisis.
– El aumento en la participación laboral de las mujeres que son madres incluso aún ha sido mayor pues ha pasado 27.3% en 1970 al 46% en 2007, cayendo al 44.1% en 2012.
– Como consecuencia de ese incremento, el número de horas trabajadas por las mujeres aumentó en 739 de 1979 a 2012, aunque todo ese incremento se produjo entre 1979 y 2000. El número de horas trabajadas por las mujeres que son madres también aumentó bastante más, 960 horas en el mismo periodo.
– Si ese incremento en la participación laboral de las mujeres no se hubiera producido, el Producto Interior Bruto de Estados Unidos hubiese sido un 10,6% más bajo en Estados Unidos, lo que supondría aproximadamente 1,66 billones de dólares menos de actividad.
Se demuestra, por tanto, que promover el empleo femenino no solo supone combatir un tipo de discriminación laboral y social siempre injusta, permitiendo que las mujeres tengan las mismas posibilidades que los hombres de disfrutar de autonomía y de decidir sobre sus vidas, sino que también hace que la economía funcione globalmente mejor.
Y esa conclusión no es válida solo para los Estados Unidos (de hecho, el informe señala también que ese país ha ido por detrás de otros en ese aspecto). En España y en Europa en general deberíamos reflexionar muy seriamente sobre lo que está ocurriendo y sobre las consecuencias que van a tener en el futuro las políticas que se están implantando.
Para poder paliar el efecto del recorte en servicios públicos, en salarios y en empleo, se está promoviendo de nuevo la intensificación del trabajo doméstico no retribuido y para ello se vuelven a fortalecer estereotipos machistas y patriarcales que vinculan a las mujeres con las tareas del cuidado en el hogar, a lo sumo permitiendo que el mayor número de horas de trabajo doméstico se compagine con empleo a tiempo parcial muy mal pagado. Esa es la explicación no solo de las reformas laborales sino de la intensidad con que se está redifundiendo la cultura sexista y reaccionaria que parecía que ya estava casi extinguida en nuestras sociedades.
Hacer que la economía funcione mejor y de modo más satisfactorio obliga a revertir esta tendencia que se está imponiendo. Es fundamental mejorar las condiciones en que las mujeres pueden decidir sobre sus vidas y su actividad laboral, proporcionando los medios que sabemos que son los que lo hacen posible: servicios públicos de calidad, escuelas infantiles, empleos dignos con seguridad en el puesto de trabajo y salarios decentes para las mujeres y los hombres. Y, por supuesto, exigiendo a toda la sociedad y especialmente a los hombres una plena corresponsabilidad a la hora de llevar a cabo el trabajo en el hogar del que principalmente depende el bienestar, la felicidad y la reproducción de nuestra existencia.
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