Los limosneros que habitan las calles de Nueva York y Washington enfrentan una inesperada competencia desleal de los ejecutivos de las principales firmas financieras y sus aliados en el gobierno que se atreven a solicitar cientos de miles de millones de dólares -la donación caritativa más grande de la historia de este país. Ante advertencias […]
Los limosneros que habitan las calles de Nueva York y Washington enfrentan una inesperada competencia desleal de los ejecutivos de las principales firmas financieras y sus aliados en el gobierno que se atreven a solicitar cientos de miles de millones de dólares -la donación caritativa más grande de la historia de este país.
Ante advertencias de que es inminente un colapso del sistema financiero de este país si Washington no aprueba por lo menos 700 mil millones para rescatar a Wall Street, las negociaciones entre la Casa Blanca y el Congreso, como entre los partidos y los candidatos presidenciales, provocaron incertidumbre hoy en los mercados bursátiles.
Este lunes se esfumó el optimismo generado el fin de semana al anunciarse el plan de rescate y retornó la ansiedad a los mercados y los inversionistas, resultando en un desplome de 372 puntos en la Bolsa de Valores de Nueva York, una alza asombrosa del precio del petróleo por 16 dólares (rompiendo el récord de un incremento en un solo día), y la caída del dólar frente al euro. Aunque analistas culparon a la incertidumbre por el debate en Washington en torno al paquete, otros confesaron que a estas alturas es difícil explicar los comportamientos de los mercados.
El presidente George W. Bush reiteró hoy al Congreso la urgencia de aprobar su propuesta de 700 mil millones de dólares tan pronto como sea posible, sin incorporar más medidas y otras trabas posibles «que podrían minar la efectividad del plan». Advirtió que «todo el mundo» está observando si «podemos actuar rápidamente para fortalecer nuestros mercados y evitar dañar a nuestros mercados de capital, los negocios, nuestro sector inmobiliario, y cuentas de jubilación. Fracasar tendría amplias consecuencias, mucho más allá de Wall Street».
A la vez, al manifestar la preocupación de que esta crisis tiene cada vez más un impacto mundial, los ministros de finanzas y los jefes de los bancos centrales del Grupo de los Siete (las naciones industriales más importantes) reafirmaron en un comunicado su compromiso a cooperar para proteger «la integridad del sistema financiero internacional», y saludaron las «acciones extraordinarias» tomadas por Washington para «mejorar la estabilidad de los mercados financieros», subrayando especialmente el plan para «remover activos ilíquidos que están desestabilizando a las instituciones financieras».
Tal vez aun más notable fue el mensaje -de los grandes promotores del libre mercado y la reducción del papel del Estado en el mercado- de que «reconocemos la importancia de hacer la regulación más efectiva» y fortalecer la «supervisión» así como promover mayor «transparencia» en promover la estabilidad de los mercados financieros.
No a un cheque en blanco
Pero legisladores demócratas, como varios republicanos por otras razones, están expresando dudas y desean sugerir condiciones a una propuesta que por ahora otorga un poder casi ilimitado al secretario del Tesoro y casi ninguna condición en el manejo del fondo. «El Congreso responderá a la crisis de los mercados financieros al tomar acción esta semana de una manera bipartidista que protegerá los intereses de los contribuyentes», afirmó Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes y la demócrata más poderosa en Washington.
Pero señaló que la propuesta de Bush no incluye «las salvaguardias necesarias» y advirtió que «simplemente no entregaremos un cheque en blanco de 700 mil millones a Wall Street con la esperanza de un mejor resultado».
Líderes legislativos demócratas en ambas cámaras están presentando propuestas que incluyen algún tipo de supervisión independiente de este proceso, asistencia para las víctimas de la crisis inmobiliaria y límites sobre lo que se percibe como compensaciones excesivas para ejecutivos de las empresas financieras.
El secretario del Tesoro Henry Paulson advirtió hoy que imponer medidas «punitivas» como los límites sobre la compensación ejecutiva podría minar la efectividad del programa de rescate. Pero para los demócratas, e inclusive algunos republicanos, es políticamente necesario poder argumentar ante la opinión pública que habrá consecuencias para los ejecutivos multimillonarios de las empresas financieras que el gobierno rescate con fondos de los contribuyentes. A la vez, desean asegurar al público de una mayor supervisión de este sector. «Tenemos que asegurarle al contribuyente estadunidense que el Congreso está vigilando esto», dijo el senador demócrata Christopher Dodd a los medios ayer. «Una de las cosas que nos metió en este lío fue la falta del rendimiento de cuentas y la falta de supervisión que ocurrió».
A la vez, legisladores republicanos conservadores también están expresando su renuencia ante lo que significa una violación de su sagrada defensa del libre mercado y la no interferencia del gobierno. Horrorizados de que un gobierno republicano está promoviendo lo que podría ser la intervención más grande de la historia en el sector privado, este sector podría entorpecer los esfuerzos de Bush en promover esta iniciativa.
Mientras continua el asombro sobre el tamaño de la iniciativa, Paulson no descarta que el costo del rescate sea aun más caro que los 700 mil millones propuestos por él ante el Congreso, declarando en un programa de CBS News ayer que «eso no implica que llegaremos a eso, o tampoco implica que nos detendremos en eso y que no pediremos más».
Aun frente a estos obstáculos, el liderazgo legislativo y el Departamento del Tesoro aun esperan poder concluir la semana con un acuerdo aprobado impulsado por la alarma generalizada (y promovida todos los días por el gobierno de Bush) de que el sistema financiero está al borde del colapso. De hecho, hoy se reportaron algunos avances en la negociación sobre el proyecto de ley entre demócratas y el gobierno de Bush a lo largo del día.
Por su parte, los dos candidatos presidenciales están buscando formular posiciones donde pueden a la vez criticar todo lo que llevó a esta crisis y ofrecer un apoyo condicionado a la propuesta para rescatar el sector financiero. Ambos han denunciado la «avaricia» y «corrupción» en Wall Street, como la falta de supervisión por Washington, y proponen diferentes medidas para un mejor manejo y hasta reforma del sector financiero, pero ninguno se atreve a oponerse en principio al consenso de la cúpula política y económica de este país de que no hay otra alternativa más que el rescate gubernamental del sector financiero más grande de la historia. Seguramente este tema estará ahora al centro de su primer debate nacional programado para el próximo viernes.
Pero aun con la aprobación de la propuesta para rescatar al sector financiero, nadie se atreve a pronosticar el fin de esta crisis. De hecho, los antecedentes no indican una recuperación rápida. Cuando se estableció la gigantesca operación gubernamental para enfrentar la crisis de las instituciones de ahorro y crédito en 1989, según una investigación por economistas de Merrill Lynch, tardó un año más para que el mercado bursátil tocara fondo, dos años más para que la economía hiciera lo mismo y tres años para el sector inmobiliario.