La escritora Belén Gopegui repasa el estado de los Medios y la labor de desinformación que ejercen como certificadores de lo falso
La escritora Belen Gopegui se acercó hasta la CSOA La Madreña de Oviedo para charlar sobre los medios de comunicación y la desinformación. Para centrar la charla comenzó leyendo algunos fragmentos de varios artículos y comentando algunas frases importantes. Citó a Lenin: «La conciencia viene de fuera», tanto la revolucionaria como la otra, y señaló que la pregunta importante es por qué valen las cosas en lugar de cuánto valen, como ya nos indicaba Marx. Señaló que los medios funcionan para certificar lo falso y lo explicó a través de un texto de Agamben citado por Domenico Losurdo al hablar sobre el genocidio Timisoara como detonante del fin de la dictadura de Ceausescu en Rumanía. En aquella ocasión se mostraron las morgues llenas con cadáveres desenterrados y torturados con el fin de simular ante las cámaras el genocidio que debía legitimar el nuevo régimen. «Lo que todo el mundo veía en directo en sus televisores como una verdad absoluta era la más absoluta no verdad. Y, aunque la falsificación resultara evidente, el sistema mundial de los medios de comunicación la autentificaba, para que quedase claro que lo verdadero no era más que un instante del movimiento necesario de lo falso». Gopegui nos propone que desarrollemos la lucha contra los grandes medios de comunicación y realicemos una vigilancia crítica contra esa industria de la certificación porque los medios comerciales nos dan una verdad y nos dicen que no existe otra. A los medios alternativos corresponde la tarea de mantener una lucha totalmente desequilibrada para contarnos la realidad. Pero, ¿qué potencia real de difusión tienen para poder ser un medio eficaz en contraposición con los otros?
Hay muchos manifiestos sobre Internet, en defensa de una red libre, pero hay muy pocos que se preocupen de que sean públicos los caminos de Internet, garantizar que las infraestructuras que soportan Internet no están en manos privadas es el primer paso para poder tener una red libre. El lenguaje es de todos, de la misma forma, Gopegui defiende que las infraestructuras de comunicación sean públicas, añade que defender una red libre es también abogar por una democratización de la economía, porque la distribución de la riqueza se debe hacer con la misma lógica.
La escritora empleó ejemplos de la prensa alternativa argentina, como El pintor que encabezaba en 1912 una lucha épica contra el lenguaje manipulado, con expresiones de izquierda que hoy podrían sonar ajenas, «bandera de combate, foco de luz que irradia cerebros, ala amparadora de todo dolor», pero que eran precisas y motivadoras; o como la Agencia de Prensa Rodolfo Wash en la que se definen como periodistas subjetivos, pues se consideran parte del pueblo que lucha contra la opresión que sufren, motivo por el que abordaban sus artículos siempre como seres humanos militantes. Gopegui indicó que debemos plantearnos nuestra participación en las redes sociales desde estas dos premisas. Debemos saber por qué contamos las cosas y que la verdad y el conocimiento están ligados a la acción.
De esta forma presentó la charla. A partir de este momento se abrió un diálogo con los asistentes en el que Belén Gopegui fue escuchando y respondiendo a las preguntas que se le plantearon. En primer lugar, ante los temas relacionados con las redes sociales, quiso traer la imagen del gran ausente en estos debates: las operadoras. Nos encontramos conque las multinacionales del entretenimiento son malas y que los artistas abusan, pero contra las operadoras no hay críticas. Si no hubiera contenidos, qué difundirían las operadoras, dónde estaría su negocio. Hay que implicarlas en el debate pues forman parte igual que los otros participantes. Gopegui insistió en la necesidad de nacionalizar los caminos por donde discurre el conocimiento. Usamos herramientas privadas porque no tenemos los medios para desarrollarlas, pero al hacerlo aceptamos sus reglas. En Venezuela han lanzado un satélite propio. Las infraestructuras de la comunicación deberían tener carácter público. De esta forma, con las infraestructuras nacionalizadas como un servicio público que permite la difusión de contenidos, el debate sobre el sustento de los creadores de contenidos tendría otro cariz. La escritora planteó la posiblidad de que hubiera un salario mínimo pero para llegar a ese punto se tendrían que haber dado pasos que garantizaran ese salario en muchos otros sectores.
Otra de las acciones que expone la escritora, es la de utilizar herramientas más respetuosas con la privacidad del usuario. De esta manera propone que en lugar de Google se use el buscador Duck Duck Go porque se ha comprometido a no guardar los datos de sus usuarios. Pero es un buscador que usa poca gente, así que no tiene la misma potencia que los grandes. De la misma forma, en lugar de twitter podemos usar Identi.ca si logramos que gran parte del debate se traslade a esa red. Si pedimos que no se utilice una herramienta -con respecto a la pregunta sobre Tuenti- es preciso ofrecer una alternativa para el mismo uso, pero no siempre es posible hacer esto. Algunas no existen y eso es porque no hemos podido construir esa herramienta de manera pública y libre. Pero más que en las aplicaciones, la batalla está en la difusión, y podemos conseguirla si luchamos porque las infraestructuras sean nuestras. De la misma forma que existe una enseñanza pública podemos solicitar que haya un Tuenti público, pero hay parcelas que pensamos que son solo para las empresas, de carácter privado, y no entramos ni siquiera a valorarlo. Belén Gopegui se preguntó si podemos subvertir las redes sociales. Su respuesta sincera es que no lo sabía. Como invento responde que tienen ventajas y peligros, que no están en nuestras manos y por tanto debemos tener cuidado. No pide que no las usemos, pero que lo hagamos con conciencia.
Otra de las preguntas que se le plantearon iba por ese arranque de la charla en el que habló de la conciencia. Lo detalló diciendo que todo lo que somos está construido desde fuera y que precisamente por ese motivo debemos ser beligerantes. Es cierto que Internet nos ha traído cierta libertad. Alguien me cuenta que algo es falso y me quedo muy contento, pero ¿qué hago después? La propuesta que propone Gopegui es la de construir organizaciones que se enfrenten a quienes tienen la capacidad no sólo de contar la realidad, sino sobre todo de intervenir en ella.
Se habló mucho del periódico Público y de su cierre. Gopegui explicó que el fin de Público forma parte de su existencia. Era un medio privado, que por tanto respondía a intereses de un empresario. No se puede jugar mucho tiempo en el mundo del capitalismo a dos barajas, el diario pensó que estando ligado con el PSOE podría mantenerse, pero lo cierto es que en un contexto capitalista no puede sobrevivir un medio de izquierdas, porque los anunciantes no van a alimentar un periódico que va contra ellos, como decía Brecht, no van a sabotearse a sí mismos, no son tontos, ni se van a suicidar. Público quemó ese cartucho, pero en realidad ya lo sabíamos. El cierre de Público no debe servir para volver a comprar El País, sino para apostar por un medio alternativo de izquierdas. Los medios de izquierda solo sobreviven a través de la militancia. La izquierda debe construir un medio, pero deben financiarse con la militancia porque si espera hacerlo con publicidad no lo va a conseguir. Así que se deben aparcar las diferencias y apostar por un medio que sea el nuestro. Hay distintos modelos que han funcionado, como es el caso de La Jornada en México. Es complicado, pero debemos intentarlo, ser capaces de unir los medios alternativos. Concentremos nuestros esfuerzos en tener uno, aunque sigan los otros. Cada uno podemos ser un corresponsal, traer nuestros temas a debate. Belén Gopegui cita que en los medios las empresas se muestran ausentes, que no se habla casi nunca de ellas, como si no pasara nada en su interior.
Hablando de televisión, citó a Jerry Mander y recomendó dos de sus libros, 4 buenas razones para eliminar la televisión y En ausencia de lo sagrado, en los cuales se explica que hace tiempo que la tecnología dejó de ser neutral y en qué forma la Televisión impone sus propias reglas y envía sus propios mensajes. Por los mismos motivos, aconsejó leer el artículo de Fernando Cembranos Televisión, interacciones sociales y poder. En las televisiones, a menudo, el medio contradice lo que quiere contar. Cuando nos hablan de una tragedia de 100.000 muertos, nos resulta imposible imaginar lo que realmente significa ésto y de esa forma pierde su significado. Es una especie de pantalla puesta sobre la realidad que en cierta manera la altera. Debemos construirnos estrategias que nos sirvan para ver la realidad. Gunter Anders proponía en cambio llevar un solo muerto en nuestra imagianción, un muerto de Hiroshima, por ejemplo, uno sólo, llevarlo siempre en la cabeza y cada vez que nos hablen de una tragedia con muchos fallecidos recuperemos el nuestro para sentir ese dolor. Como ejemplo de las dificultades para alterar la televisión, Gopegui habló la televisión cubana, donde en ocasiones se podía seguir un debate de tres horas sin que la tecnología nos interrumpa con cambios de planos, detalles de las manos de los participantes… De la misma forma habla de las televisiones comunitarias, que también sirven de alternativa pues rompen el esquema amo-esclavo que existe en las otras. La televisión se ha convertido en publicidad con programas, igual que la prensa comercial. Los contenidos son elaborados por uno para ser consumidos por todos. Pero en una comunidad, todos emiten y todos reciben. Ese es el esquema de la televisión local con el que la escritora está de acuerdo. Señala que las experiencias que se han realizado de este tipo en Venezuela han resultado muy bien.
Internet no debería convertirse en otra televisión, aunque es hacia ahí dónde parece que nos llevan. No deberíamos querer llegar a eso. En la Televisión tener un canal es algo caro y quieren que en la red ocurra algo parecido. Lo bueno de Internet es que nos permite difundir sin tener un canal mientras siga existiendo la neutralidad de la red, si fuera de otra manera no lo podríamos comprar.
Belén Gopegui pidió que le explicaran el proyecto de La Madreña. Varios asistentes tomaron la palabra para responder. Este espacio lo ocupaba antiguamente la Consejería de Sanidad que se mudó a nueva ubicación y el terreno lo adquirió Sedes para un proyecto de construcción que no llegó a ejecutar. Hace cuatro meses, desde el 15-M se propuso ocupar este espacio como Centro Social y como lugar para las asambleas. Luego se abrió a los colectivos sociales y se está usando para charlas, conciertos… como válvula de escape de ocio. En Asturias hay una larga tradición de Casas del Pueblo y Ateneos Libertarios, que se han tomado como ejemplo para este caso, porque construir ocio de una forma alternativa también es hacer política. Lo que aquí se hace debe ser un germen para salir después a la calle. Su funcionamiento es asambleario y está funcionando muy bien, pues están logrando llevar a cabo las ideas propuestas con bastante participación. Este espacio fue siempre una demanda vecinal para utilizarse con carácter social, aunque no han conseguido que la gente del barrio se implique en las actividades. De momento, y tal vez por ese componente lúdico frente al político, no se han convertido en un molestia para el sistema, pero suponen que, tras las elecciones asturianas y cuando se haya formado un gobierno estable, serán intervenidos y desalojados como el resto de centros del 15-M del Estado español.
Gopegui habló de su experiencia en movimientos de ocupación y lucha, para lo que citó la que vivió con la Escuela de la Prospe, un proyecto con mucho empuje que tuvo que transformarse por los cambios de normativa sobre centros con capacidad para emitir el graduado escolar, por el cambio de local y por otros motivos que fueron haciendo que algunas cosas se quedaran por el camino. La escritora opinó que para conseguir integrarse con el barrio es necesario cubrir las necesidades que tienen sus vecinos. Es necesario encontrar ese punto.
También habló sobre el mundo editorial, señalando que antes resultaba más difícil entrar, pero luego era más fácil quedarse. Ahora, sin embargo, es fácil llegar y publicar y lo que resulta complicado es la distribución. Ella está en Mondadori, y dice que de momento no siente que hayan ejercido presión sobre ella, que incluso ha conseguido editar con licencia de Creative Commons. Hay límites que no pasan las empresas editoriales, como algunos nombres propios. Por otro lado, hay que tener cuidado para evitar que el capital político de difusión que se obtiene estando en esas editoriales termine sirviendo a aquello contra lo que se lucha, dice y cita la expresión de David Acera sobre que es difícil que algo de mugre no se pegue. Recuerda la estrategia de Ulises, que pidió a su tripulación que le atase para poder escuchar el canto de las sirenas, sabiendo que si otros habían sucumbido, él también lo haría. Así que no sabe si cambiará, por eso le pide a sus lectores que se lo digan si lo hace. Es a partir de ese diálogo con la gente, lo que le permite seguir.
Respecto a nuestro tiempo, Gopegui comenta que hemos perdido modelos tradicionales de solidaridad obrera, como por ejemplo las cajas de resistencia que permitían afrontar las huelgas. Para terminar se refiere al libro editado por Ecologistas en acción, Cambiar las gafas para mirar el mundo. Si no cambiamos la forma, el contenido se va modificando con esa forma.
Fuente: http://islainexistente.javialvarez.es/2012/03/belen-gopegui-la-izquierda-debe-tener.html