Ln las procesiones católicas el que esparce incienso al paso de la imagen se llama turiferario y, con los «efectos especiales» del Medioevo, trata de dar sacralidad al paseo del santo o de la reliquia del mismo. Los sacerdotes laicos de los gobiernos «progresistas» no llegan a turiferarios sino que son, simplemente, sahumadores pues con […]
Ln las procesiones católicas el que esparce incienso al paso de la imagen se llama turiferario y, con los «efectos especiales» del Medioevo, trata de dar sacralidad al paseo del santo o de la reliquia del mismo. Los sacerdotes laicos de los gobiernos «progresistas» no llegan a turiferarios sino que son, simplemente, sahumadores pues con el humo de sus teorías tratan de disimular el mal olor que despide la descomposición de esos gobiernos.
Un sahumador destacado es mi amigo Emir Sader quien al menos tiene la valentía de romper lanzas teóricas a favor de gente que, tras una derrota inesperada e ignominiosa, desaparece refugiándose en la mudez de la falta de balances y explicaciones, como Cristina Fernández de Kirchner, no puede ni pensar, como Dilma Rousseff y Lula, o se limita obstinadamente a vociferar, como Nicolás Maduro, en vez de abrir un período de reflexión, autocrítica y rectificaciónpPara salvar lo aún salvable.
Emir, en su artículo «la izquierda del Siglo XXI es antineoliberal«, publicado en La Jornada, de México, Página 12, el boletín kirchnerista de Argentina y la página web española Rebelión, dice que la izquierda es una categoría histórica variable que primero se habría referido al enfrentamiento entre las clases, después al antifascismo y, por último, al neoliberalismo. Lo que Emir describe es en realidad la evolución de la socialdemocracia y del estalinismo desde los años 1930 hasta hoy, desde la lucha anticapitalista y socialista, pasando por los Frentes Populares con partidos burgueses hasta los Hollande, los Tsipras, los Iglesias, empeñados en mantener el capitalismo a costa de todas las concesiones y vergüenzas posibles. Pero aunque «izquierda» es un término de relación (se es izquierda frente a una derecha) tan poco preciso que Hitler sería izquierda frente a Gengis Khan, desde 1848, con el surgimiento de las insurrecciones obreras y del socialismo, es de izquierda quien está contra el sistema capitalista y de ultraderecha, derecha o centro derecha quien lo defiende, sólo ve como posible el marco del sistema y niega la lucha de clases en nombre de la unidad nacional. No hay entonces un enfrentamiento entre una «izquierda» progresistas y la derecha sino una lucha entre una débil derecha nacionalista y la sólida del gran capital financiero mundial.
Además, el neoliberalismo es sólo una de las políticas del capitalismo, que en su momento fue keynesiano o nazi. Quien busca sólo una alternativa al neoliberalismo propone sólo reformas al capitalismo, que es la causa de fondo del mismo y de todos los otros males (guerras, ecocidio, racismo, esclavitud (guerras, ecocidio, racismo, esclavitud, xenofobia, colonialismo).
Siguiendo a García Linera, cuyo fin declarado es la constitución de un «capitalismo andino» y cuya bestia negra son «los intelectuales de izquierda» y las ONGs progresistas, Emir Sader critica a los sectores que planteaban que los movimientos sociales debían ser independientes del Estado y de las instituciones capitalistas, no dice una palabra sobre el carácter capitalista de los Estados que tienen gobiernos «progresistas» (es más, confunde gobiernos con Estado) ni sobre la necesidad de esa independencia, por ejemplo, en México, Colombia o la Argentina de Macri.
Según Emir, los gobiernos «progresistas» habrían «redefinido el papel del Estado en vez de oponerse a él». ¿Cómo? ¿Apoyando a los soyeros a costa de la agricultura campesina, aliándose con el agribussiness en vez de hacer una reforma agraria, como exige en Brasil el MST? ¿Fomentando la gran minería y la deforestación, el extractivismo, la destrucción ambiental de masa, favoreciendo al capital financiero como hizo el kirchnerismo? ¿No tocando las bases del capitalismo y ni siquiera afectando a las transnacionales y la banca extranjera?
Según los sahumadores esos gobiernos habrían «promovido un inmenso proceso de democratización social». ¿Habría desaparecido la explotación, se habría reducido la brecha entre ricos y pobres o, simplemente, el Estado, para mantener altas las ganancias de los capitalistas, subsidió algunos servicios y amplió el mercado interno con políticas asistenciales y redistributivas dejando intactas las estructuras económicas capitalistas y dependientes? Si se hubiese producido esa democratización masiva ¿por qué la oposición venezolana pasó de menos del 50 por ciento de los votos al 65,27 por ciento conquistando millones de votos anteriormente chavistas? ¿Por qué el kirchnerismo perdió en la provincia de Buenos Aires y en todas las grandes ciudades, además de en los barrios y municipios obreros? ¿Por ingratitud, porque millones de obreros se habrían vendido a la CIA o serían derechistas fascistizantes, como explicaban los comunistas en el caso de Solidarnosc, en Polonia en 1980? ¿La izquierda se reduce por otra parte a la caricatura que hace Emir cuando pone como sus representantes a Negri-Hardt o a Holloway? ¿Fuera del estalinismo o de los espontaneístas, no hay izquierda sino sólo «intelectuales irresponsables que hablan desde cátedras» (diciendo lo contrario a los -pocos- intelectuales sahumadores que hablan también desde cátedras o desde gobiernos)? ¿La «izquierda del siglo XXI» sería Tsipras y Syriza, que aceptan con júbilo todas las imposiciones de la Troika y del gran capital que rechazaron poco antes, Podemos, que lo que quiere «es ganar», o sea entrar mediante una alianza electoral en un gobierno de un Estado monárquico y capitalista, o la izquierda portuguesa que reproduce la nefasta experiencia del ingreso de Rifondazione Comunista en el gobierno de Romano Prodi?
¿Para ser izquierda basta con estar contra la política de austeridad y ser honestos representantes del capital? ¿Eso es lo que nos proponen los sahumadores en vez de intentar dar ideas sobre cómo recuperar las conciencias en Venezuela, sobre cómo construir poder popular en Bolivia y en Ecuador para evitar allí futuras derrotas, sobre cómo hacer una política clasista de resistencia en Argentina en vez de ponerle velitas a la mariscala de derrotas Cristina esperando su regreso en el 2019 ?
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