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La izquierda no está extraviada, sufre de fatalismo

Fuentes: Rebelión

Yo no creo que la izquierda está “extraviada;” la que está extraviada es la derecha, como siempre; y la ultra-derecha, peor aún. El extravío de la derecha es tan evidente que, como lo demuestra la guerra en Ucrania, pone en peligro el destino de la humanidad provocando tensiones de guerra nuclear mundial; pero más que extravío, eso es irresponsabilidad política. 

La izquierda no está “extraviada” como algunos podrían creer; el problema de la izquierda es que padece de fatalismo. Padece de una actitud de resignación de índole reaccionaria. Sufre de una rebeldía prepotente que se refugia en un escapismo de supuesta neutralidad política. Tal es la desesperanza que ya no puede identificar sus propios valores y luchar por ellos, y por lo cual, se resigna patéticamente a no poder cambiar el curso de los acontecimientos.    

Miremos algunos pensamientos emblématicos del fatalismo de izquierda:  

“Yo antes creía en la izquierda pero ahora veo que todos los partidos políticos son corruptos y mentirosos;” “yo antes creía en la izquierda pero se ha demostrado históricamente que el socialismo no ha funcionado;” “un gobierno de izquierda le sucede a uno de derecha, y uno de derecha le sucede a uno de izquierda, pero nada cambia, todo sigue igual;” “la izquierda arruina las economías, la derecha las mejora, y el ciclo continúa;” “las políticas de izquierda y de derecha son iguales;” “la izquierda es totalitaria pero la democracia defiende las libertades;” “la izquierda es pobreza, la derecha es riqueza;” “la libertad es mejor que la igualdad;” “la izquierda quiere la igualdad social, pero es mejor la igualdad de derechos;” “la izquierda se apodera de los medios de producción, pero limita las libertades individuales;” “la burocracia socialista es la nueva clase explotadora;” “las izquierdas son grupos violentos, populistas y demagogos;” “la verdad es que los países nórdicos son los mejores” [¿De veras?]; etc, etc. 

Como podéis ver, el fatalismo de izquierda no sólo está convencido de que ya no se puede hacer nada, y que todo está perdido, sino que parece estar esperando que el “maná le caiga del cielo” junto con el rocío. ¿No es esto patético? Perdonadme, no pretendo ofender las sensibilidades religiosas de nadie con respecto al “maná.” Sólo quiero destacar la posición política que no sólo se queda de brazos cruzados esperando que otros supuestamente hagan la revolución “disciplinadamente,” sino que también se auto-justifica con su conformismo descarado e individualista.   

Este fatalismo, a mi juicio, es relativamente responsable de hacerle el juego a aquellos que se deslumbran por la supuesta “originalidad” política de los que hoy levantan las banderas mesiánicas al estilo Trump, Duque, Bukele, y otros. ¡Qué pereza! 

Señores, las palabras “izquierda” o “derecha” sólo son abstracciones, lo mismo que libertad, igualdad, democracia, liberalismo, socialismo, capitalismo, etc. Ellas son básicamente operaciones intelectuales de generalización para entender la realidad y las ilusiones por las que vivimos. Ellas no son “verdades absolutas.” Una cosa es la “voluntad general” de Rousseau, y otra muy distinta es la “voluntad individual” tuya o la mía. La primera es una abstracción, la segunda es concreta y específica.  

Es un fatalismo tan maniqueo y pernicioso que assume que ya no se puede hacer nada, que ya no existe una distinción real entre la izquierda y la derecha, o simplemente que una ilusión es “mejor” que la otra. Tan catastrofista es la actitud que supone que todo lo que sucede en el mundo ya está ineludiblemente predestinado. ¡Qué tragedia del espíritu! Casi rompo el llanto.  

Yo he llegado a pensar que, como dice el refrán, “No importa si el gato es blanco o negro mientras caze ratones.” Además, por causa de leyes universales se sostiene que la izquierda contiene el “germen político” de la derecha, y la derecha contiene el “germen político” de la izquierda. Si eso es correcto, es lógico pensar que dentro de la izquierda hay células políticas reproductoras que pueden dar origen a movimientos de derecha – y viceversa. La clave entonces para una orientación política de izquierda es entender si los “ratones cazados” por el “gato” sirven realmente al propósito de bienestar del pueblo – el pueblo es la brújula.  

Supongamos por ejemplo que un líder político de una nación pobre del mundo implementa políticas y programas sociales que permiten el acceso del pueblo a la educación gratuita y a programas favorables de salud, mejora la estructura de tenencia de la tierra, proporciona apoyo financiero para pequeños y medianos productores rurales y urbanos, y sobretodo, lucha por hacer de su pueblo una nación autosuficiente en la producción alimentaria. ¿Cuál es el problema que este “gato” o “gata” sea de izquierda o de derecha? Lo que yo veo aquí como decisivo es la posición política del “gato.”  

Por supuesto, no vamos a esperar que un “gato” de derecha va a luchar por aquellos programas sociales para el pueblo. Es muy improbable, aunque talvez no imposible. Sabemos que la orientación política clásica del “gato” de derecha es el lucro de la educación privada, el mercado libre, la privatización de los recursos naturales de la nación, la exclusión social y racial; en fin, la lucha a muerte por la economía “trickle-down.”  

Pero si este es un “gato” de izquierda, podemos preguntar también ¿Cuál es el problema que, para luchar por sus objetivos, este líder tenga que hacer alianzas con otros “gatos” o “gatas” de distintas estirpes y colores? La izquierda que “se hace camino al andar” no puede estar “extraviada” ni abrumada por fatalismo. Obviamente, si estamos hablando de una izquierda que se pretende “pura”, que huye de la “contaminación” política, se rige al pie de la letra por los sacrosantos principios de manuales y panfletos, y está esperando por nuevas teorías y paradigmas que vengan a su “salvación,” pues, por supuesto, su “extravío” será más claro que el agua.      

Debemos entender también que el “gato” no es un dios omnipotente que carga con toda la responsabilidad de lo que entendemos por izquierda. ¿Qué estoy haciendo yo por un mundo mejor? ¿Qué estáis haciendo vosotros? Como “animales políticos,” “gatos” somos todos, y de distintos colores. La izquierda puede actuar desde “arriba” y desde “abajo.” Puede soñar con cambiar el mundo a nivel geopolítico, puede soñar en cambiar el rumbo de su sociedad “desarrollada”, y puede también, desde todos los ángulos, soñar con el progreso de su sociedad pobre y colonizada. Lo que no puede soñar es creer que el “gato” de “arriba” lo va hacer todo.   

Si hay una guerra nuclear mundial, se termina la humanidad, se terminan todas las izquierdas, todas las derechas, todos los paradigmas. ¿Quién gana? ¡NADIE!  ¿Cuál es el punto del absolutismo político de occidente y el país euroasiático? ¿Qué hizo el “gato” o la “gata” de “abajo” para evitarlo?  Dicen que “Cuando dos osos están peleando, el que sale perdiendo es el césped.” Esa es la desgracia de Volodomir Zelensky. Tan “pisoteado” por los “osos” que ya representa la quintaesencia del “extravío” de la derecha en el mundo.  

No perdáis de vista los sueños del pueblo por el bienestar social, la igualdad social y racial, la cooperación, el diálogo, el respeto mutuo, y el bien común. Pero tampoco ignoréis que esos sueños del pueblo se forjan en la dialéctica concreta con la competitividad, la riqueza, el racismo, y el individualismo. Y para rematar el genio de tu lucha, tampoco subestiméis el valor de la compasión por tus “enemigos.” No es cualquier “gato” el que dijo, “perdónalos que no saben lo que hacen.”  

–Wilfredo Gutiérrez es sociólogo 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.