El filósofo italiano Gianni Vattimo (Turín, 1936) será investido hoy doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Su madrina ha sido Teresa Oñate, que conoce muy bien su obra y que publica estos días junto a Simón Royo Ética de las verdades hoy. Homenaje a Gianni Vattimo (UNED). En el […]
El filósofo italiano Gianni Vattimo (Turín, 1936) será investido hoy doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Su madrina ha sido Teresa Oñate, que conoce muy bien su obra y que publica estos días junto a Simón Royo Ética de las verdades hoy. Homenaje a Gianni Vattimo (UNED). En el gesto existe, claramente, la voluntad de destacar la obra de un pensador que no ha hecho ascos al compromiso. Que anda peleando, más bien, allí donde sea necesario por que las ideas que ha defendido en su obra teórica, a través de la corriente que se conoce como pensamiento débil, lleguen también a la política. «Hay que conseguir que las estructuras de poder se debiliten, romper su lógica de violencia, acabar con sus imposiciones», comentó ayer en una entrevista realizada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Pregunta. No tiene que ser fácil debilitar al poder en una situación internacional tan compleja y delicada como la actual.
Respuesta. No lo es, pero precisamente por eso es una tarea más necesaria que nunca. Con la guerra de Irak, las posturas se radicalizan cada vez más y urge una postura firme y decidida contra la violencia que ejerce el poder. En nombre de la disciplina de la seguridad, en Estados Unidos se ha neutralizado la política.
P. ¿Qué márgenes de maniobra existen entonces?
R. La emancipación en la sociedad actual pasa necesariamente por el nihilismo, y sólo desde el nihilismo se entiende la democracia. Pero hace falta ahora que ese nihilismo no se conforme con lo que ocurre, sino que sea activo, que desarrolle formas de resistencia antiimperialista. Conviene reducir las estructuras fuertes de poder y conseguir que éste sea social y democrático. Recuperar la voz de los ciudadanos.
P. ¿Qué significa trasladar el pensamiento débil al mundo de la política?
R. La idea que surge de la filosofía heideggeriana es que no hay grandes principios abstractos que gobiernen las cosas, sino que lo que hay es lo que está pasando. La fuerza de una política débil debería surgir de aceptar su marginalidad y de descubrir que es esa marginalidad la que puede dar sentido a su lucha. El problema de la izquierda italiana es que concibe su política con la idea de que va a ocupar el poder, se imagina ejerciendo el poder, y cuanto propone no se diferencia mucho de lo que ya hace Berlusconi.
P. ¿Qué tipo de lucha se puede hacer desde la marginalidad si cualquier participación en el poder significa más de lo mismo?
R. No se puede combatir al poder con sus propias armas. Por ejemplo, no se pueden utilizar armas contra el poder porque el poder siempre tendrá más armas, y seguramente más eficaces. Ahí están las protestas de Génova de 2004, que fueron contestadas con mucha mayor violencia. Son necesarias fórmulas nuevas, más imaginativas. No comprar durante un tiempo ni un solo botón a Berlusconi. Habría que hacer huelgas de consumo.
P. ¿Qué eficacia pueden tener estas acciones?
R. Cuando la izquierda llega al Gobierno olvida cualquier tipo de movilización. Por eso hace falta seguir movilizándose para dar señales de vida. La subversión en democracia pasa por hacer la revolución sin tomar el palacio de Invierno. Muchas de las iniciativas de Zapatero tienen fuerza porque tiene al mundo latinoamericano detrás. Por eso, las acciones críticas tienen sentido: revelan que no se pueden tomar decisiones sin contar con la gente. La izquierda pierde el alma cuando gobierna. Hacen falta iniciativas que le recuerden que hace falta luchar por una igualdad social efectiva.