El 13 de junio el Banco de España decidió revisar al alza las estimaciones de crecimiento del PIB de 2017, que actualmente se sitúan en el 3,1%. ¿Encaja este anuncio en el libro del economista Eduardo Garzón «Desmontando los mitos económicos de la derecha. Guía para que no te la den con queso» (Península, 2017)? […]
El 13 de junio el Banco de España decidió revisar al alza las estimaciones de crecimiento del PIB de 2017, que actualmente se sitúan en el 3,1%. ¿Encaja este anuncio en el libro del economista Eduardo Garzón «Desmontando los mitos económicos de la derecha. Guía para que no te la den con queso» (Península, 2017)? «Sí, primero porque no puede predecirse el futuro; además el PIB es un indicador que mide las transacciones económicas en una comunidad, pero más allá de eso no dice nada», responde Garzón antes de la presentación del libro organizada por la Asociación por el Pleno Empleo y la Estabilidad de Precios en la Universitat de València. A pesar de ello, se utiliza el PIB de modo recurrente para mesurar el bienestar material de la población. Podrían utilizarse otros medidores, como el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, que combina el crecimiento económico (en términos del PIB), con el acceso a servicios públicos básicos (sanidad o educación).
Los comentarios económicos de Eduardo Garzón Espinosa (Logroño, 1988) pueden seguirse en el blog «Saque de esquina. Una aproximación sencilla, asequible y crítica a la Economía». En esta página Web rebate, por ejemplo, el triunfalismo gubernamental sobre los registros del paro del primer trimestre de 2017. A partir de la Encuesta de Población Activa del INE, Garzón detalla que desde la llegada del PP al gobierno, el 79% de los nuevos empleos han tenido carácter temporal. Además, entre enero y marzo del año actual, en el estado español se firmaron 32.100 contratos de un día de duración. Del análisis de la letra menuda de la EPA, se concluye que la tasa de temporalidad de la economía española es, tras Polonia, la mayor de los 28 países de la UE. En este indicador, el estado español casi duplica la media europea.
En la economía financiera también se propagan los mitos y la confusión. El 13 de junio la Asociación de Inspectores y Auditores Informáticos del Banco de España cuestionó la auditoría de la firma Deloitte al Banco Popular, que arrojaría, según las cifras publicadas, un «agujero» de entre 2.000 y 8.000 millones de euros. La cifra dependería del «escenario» al que se enfrentara el Banco Popular, adquirido finalmente por un euro por el Banco Santander. Los inspectores advirtieron de la «diversidad extrema» de los «escenarios» que presentaba la auditoría, de que tal vez el «experto» auditor no lo fuera tanto y de que quizá no respondiera a la realidad su independencia, según informó la Agencia Efe. También el 13 de junio el periódico El Confidencial publicó una información con el siguiente titular: «Un informe exprés de Deloitte apuntilló al Popular y propició su venta al Santander». Liberbank es otro banco en apuros. De hecho, las acciones se desplomaron después que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) prohibiera durante un mes la venta de activos «a corto» en relación con la entidad. Por otro lado, diferentes medios y agencias informaron el 16 de junio de un informe del Banco de España que estimaba como irrecuperables más de 60.000 millones de euros del «rescate» financiero.
¿Se derrumba otro mito, el de la banca privada eficiente y saneada? Eduardo Garzón Espinosa sostiene que el sistema financiero se halla «totalmente sobredimensionado», lo que hace posible que se produzcan «burbujas» financieras. El miembro del consejo científico de ATTAC destaca que existen activos mal valorados en los balances contables, a lo que se agrega otra evidencia: «No hay una diferencia esencial entre las cajas de ahorro y los bancos, han tenido un funcionamiento muy similar». Prueba de ello es que la banca no ha estado a salvo de la debacle financiera y derivada de la «burbuja» inmobiliaria, añade el asesor en el Área de Economía y Hacienda del Ayuntamiento de Madrid. «Fueron decisiones políticas las que condujeron a la liquidación de la gran mayoría de las cajas de ahorro, y vendidas a precio de saldo a los bancos; las cajas se podrían haber mantenido como entidades ‘zombies’, tal como se hizo con los bancos». Garzón extiende el análisis al ámbito europeo, si se atiende a los «problemas muy serios» del Deutsche Bank o el Monte dei Paschi italiano.
En el primer capítulo del libro Eduardo Garzón expone sin ambages la tesis de partida: «En las facultades de económicas las asignaturas suelen estar repletas de números, de gráficos y de ecuaciones; todo ello le ha conferido a la economía un cariz frío, técnico, antipático y extremadamente árido». En «Desmontando los mitos económicos de la derecha» Eduardo Garzón explica que la Economía se utiliza como un arma, que es ideológica, pero que se disfraza de ciencia para que la gente la digiera mejor; que el público piense, debido a las formulaciones matemáticas, que se trata de una materia técnica y exacta, cuando en realidad se lanzan muchas veces proclamas subjetivas e ideológicas para beneficiar a una minoría. Entre otras muchas falacias apunta la siguiente: que la distribución equitativa de los recursos vaya en contra del beneficio empresarial y el crecimiento económico.
El miembro de la Fundación Europa de los Ciudadanos (IU) recuerda el tiempo en que, aunque de modo desordenado y vinculado a la Filosofía, empezó en la Grecia clásica a hablarse de Economía (oikos, casa; nomos, administrador): la producción, la moneda, el comercio, la división del trabajo… Y se hacía en relación con la vida cotidiana, la ética y los valores. Hoy, según Andrew Mold, economista especializado en Desarrollo, para entender el predominio de una escuela económica hay que saber «cómo se forman y diseminan las ideas entre los profesionales de la economía y cómo estas ideas se vinculan a las estructuras de poder». Un ejemplo muy elocuente recogido en el ensayo de Garzón es la carta que el economista Auguste Walras le dirigió a su hijo León, pionero de la economía matemática, en 1859: «Algo que encuentro perfectamente satisfactorio en el plan de tu trabajo es tu intención -que apruebo desde cualquier punto de vista- de mantenerte en los límites más inofensivos respecto a los señores propietarios. Hay que dedicarse a la economía política como uno se dedicaría a la acústica o la mecánica».
¿Ha de reconocer errores la izquierda en su praxis política? ¿Por qué razón Trump pudo cosechar 63 millones de votos en las presidenciales estadounidenses de noviembre; y Marine Le Pen, 10,6 millones de sufragios en la segunda vuelta de las presidenciales francesas? «Hay errores, por ejemplo, en la cuestión mediática y la manera de llegar al electorado», subraya Eduardo Garzón. Pero sobre todo echa en falta una crítica más incisiva y una posición más clara de la izquierda, y sobre todo la española, a las estructuras capitalistas -con el entramado de intercambios comerciales y financieros- y el proyecto del euro. En el capítulo de alternativas, Izquierda Unida ha propuesto el «trabajo garantizado», pero con escasa repercusión. «Una de las razones es que el altavoz ha sido IU y otros colectivos, que son minoritarios», explica el autor de «Desmontando los mitos económicos de la derecha». Además, «muchas veces el ‘mensaje’ ha llegado de modo distorsionado; pero creo que si se le explica la propuesta a la gente, la entiende y te la ‘compra'». ¿Tendría mayor aceptación la idea de repartir el trabajo? «Sí, pero también está ligada al ‘trabajo garantizado'».
Otra posible vía es la defensa de la Teoría Monetaria Moderna, en la que Eduardo Garzón Espinosa observa un enorme potencial. «Creo que la izquierda tiene mucho que aprender de la Teoría Monetaria Moderna, todavía no se le ha hincado el diente con suficiente fuerza». ¿Cómo se la explicaría a un profano en ciencias económicas? «Le diría que el dinero no es algo que exista en la naturaleza y que haya que recaudarlo mediante las políticas fiscales, para luego poder gastarlo; el dinero es una creación del ser humano y, por tanto, está a la libre disposición». Aunque ello, añade Garzón, no significa que pueda crearse de manera ilimitada para gastarse cuanto se quiera, pero sí que existen márgenes más que suficientes. Considera que la creación de dinero se encuentra hoy privatizada, y que éste podría generarse a partir de un planteamiento democrático.
¿Ha llegado el momento de poner en cuestión las supuestas bondades del libre cambio y la libertad de comercio? El exdirector general de Le Monde Diplomatique y uno de los mentores del Foro Social Mundial, Bernard Cassen, lleva más de una década escribiendo y conferenciando contra el libre comercio. El economista Juan Torres López ha escrito en torno a «los mitos sobre el comercio internacional y las ventajas del libre cambio». Vicenç Navarro ha publicado asimismo artículos en los que considera una «farsa» los Tratados de Libre Comercio. Según Eduardo Garzón, «la izquierda siempre ha cuestionado que la libre circulación de mercancías sea algo positivo ‘per se’; primero habría que cubrir las necesidades básicas de la población, y con ese punto de partida regular la libertad de circulación de mercaderías y capitales». Esto supondría impedir la llegada de productos con origen en Taiwan, si es que para su producción se vulneran los derechos laborales. «Una medida de estas características ya implicaría un cambio fundamental respecto a lo que hoy ocurre», remata Garzón.
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