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EUPV-IU organiza un debate sobre las posibles estrategias en torno a la moneda única

La izquierda y el euro

Fuentes: Rebelión

Cuando en 1999 entró en vigor el euro, sólo un puñado de voces clamaba en el erial contra lo que, advertían, sucedería en una década. Desequilibrios económicos entre países, endeudamiento creciente, inestabilidad económica y, sobre todo, el contraste entre un centro de Europa hegemónico (singularmente Alemania) y una periferia sometida a una brutal cura de […]

Cuando en 1999 entró en vigor el euro, sólo un puñado de voces clamaba en el erial contra lo que, advertían, sucedería en una década. Desequilibrios económicos entre países, endeudamiento creciente, inestabilidad económica y, sobre todo, el contraste entre un centro de Europa hegemónico (singularmente Alemania) y una periferia sometida a una brutal cura de austeridad. La izquierda política y social ha planteado diferentes alternativas. En las últimas elecciones griegas, la coalición Syriza hizo compatible en los discursos la permanencia en el euro con el cuestionamiento de los planes de austeridad.

En el estado español, personajes de renombre en la izquierda política y social (Julio Anguita y Manolo Monereo, entre otros) y economistas críticos (Pedro Montes, Martín Seco, Alberto Montero, Manolo Colomer) han suscrito un manifiesto que pide romper con la moneda única. Es un debate que incluye muchas aristas y en el que, además de discusiones de técnica económica, ha de ponerse el foco en la táctica y la estrategia política. Las implicaciones que esta discusión tiene para la izquierda han centrado el debate organizado por EUPV-IU en Valencia, en el que han participado los economistas Alberto Martínez, de ATTAC-PV, y Manolo Colomer, de EUPV-IU y Espai Alternatiu.

A juicio de Martínez, la opción de abandonar el euro «serviría de muy poco». Porque «lo realmente importante en España y la periferia europea es cambiar la correlación de fuerzas políticas»; «con la misma patronal, la misma banca y los mismos políticos, ¿de qué nos serviría abandonar la moneda única?», se ha interrogado. Considera, por tanto, que salirse de la eurozona «no debería ser la primera opción»; «habría que centrarse antes en formar un gobierno de izquierdas», agrega. ¿Por qué plantear la ruptura con la moneda única representaría, a juicio de Alberto Martínez, un «error de primera magnitud»? En primer lugar, porque la mayoría de los ciudadanos, por la influencia de los medios de comunicación y los discursos oficiales, se muestran partidarios de continuar en el euro. «Para que fuera efectiva, mucha más gente tendría que respaldar esta medida».

También explica el economista de ATTAC que otorgar toda la prioridad al euro supone «restringirse» y olvidar otras medidas con margen de implementación. Por ejemplo, es cierto que dentro de las competencias del BCE no figura la financiación de los estados, pero instituciones oficiales sí pueden solicitar fondos a la institución europea (el ICO ha pedido capital al BCE -20.000 millones de euros- para financiar los pagos a proveedores de ayuntamientos y gobiernos autonómicos); asimismo, puede exigirse una marcha atrás en las reformas laborales o del sistema público de pensiones. O intentar poner coto, de alguna manera, a los paraísos fiscales. En este punto, remata el economista, nunca se subrayará lo suficiente el valor del ejemplo: «sin un país arranca en la adopción de estas medidas, cundirá el ejemplo».

Las alternativas más inmediatas (dentro del euro) se han citado muchas veces y Alberto Martínez insiste en ellas: la posibilidad de que el BCE pueda financiar directamente a los estados; la implementación de una suerte de «Plan Marshall» a través del Banco Europeo de Inversiones, pero no para un crecimiento meramente «productivista» que desconsidere las necesidades ambientales y sociales de las poblaciones; un sistema de eurobonos; la hacienda única europea; una política fiscal redistributiva del centro a la periferia, que incluya un impuesto único a la porción más rica de la población europea; y quitas de la deuda. Martínez agrega un matiz: «las políticas ultraliberales basadas en la austeridad no se limitan a la zona euro, sino que se extienden a la Europa de los 27; salirse de la moneda única no basta para resolver los problemas», insiste.

Manolo Colomer ha criticado, de entrada, algunas interpretaciones «equivocadas» e «izquierdistas» que minusvaloran la importancia del euro. Vienen a defender estos planteamientos que lo realmente significativo es romper con el sistema, no con la moneda única. Pero lo cierto es, según Colomer, que en «la gravedad y la larga duración de la crisis actual, el euro representa un factor de primer orden; de hecho, las economías más desarrolladas de Europa han soportado peor la recesión que otras no sometidas a este corsé monetario». Y no sólo se trata de poner en cuestión la eurozona sino que, más aún, «nos hallamos ante el final del mito de Europa como ente asociado al progreso y a la integración en un club de ricos, que se ofreció como utopía ante la caída del bloque del este; es un mito que se desmorona y que difícilmente se recuperará».

Porque Europa, matiza Manolo Colomer, no deviene «neoliberal» con el Tratado de Maastricht en 1992; ni con la entrada en vigor del euro en el año 1999; ni tampoco con la Constitución Europea en 2003. «Desde el principio se pusieron las condiciones para que el proyecto europeo beneficiara al capital y negara la democracia». Y tampoco resulta sencillo dar marcha atrás, entre otras razones, porque «la UE se ha ido construyendo y ampliando de manera que hace falta el acuerdo de 27 países para la toma de decisiones». Los efectos del modelo que hoy se abate sobre las poblaciones son, subraya el economista, «una Europa dominada por el capital alemán, y la hegemonía de las grandes empresas y la derecha europea».

En el debate conviene hilar fino y huir de la brocha gorda. «Salirse del euro no implica renunciar a la idea de Europa; pueden defenderse, por ejemplo, proyectos a escala europea de lucha contra el cambio climático; o defender el empleo y las pensiones en el marco de la UE», explica el economista de EUPV-IU. Tampoco conviene, como subraya el tópico periodístico, esperar a que pasen las elecciones alemanas («después habrá asimismo elecciones europeas y nuevas convocatorias», subraya Colomer). Ahora bien, no debería perderse la izquierda en un debate de matices y perder de vista la idea nuclear, es decir, lo que representa el euro. Y por qué se le pone en el punto de mira: «La moneda en el capitalismo cristaliza el poder de una clase social; es, además, uno de los aglutinantes que cohesiona a la sociedad; y también permite priorizar unos sectores de la economía sobre otros» (asimismo, en el estado español, el déficit exterior se ha multiplicado por cinco desde la entrada en vigor de la moneda única).

Los economistas críticos han propuesto numerosas alternativas que apuntan, en buena medida, a la recuperación de la soberanía económica. Por ejemplo, primar a los ahorradores nacionales en las subastas de deuda pública; también recuperar impuestos (patrimonio o sucesiones) y la nacionalización de sectores estratégicos, como la banca. Entre las alternativas más discutidas, y de mayor interés en un contexto de crisis de la deuda, destacan las monedas paralelas. Fuera de la eurozona, y a escala local, existe -entre otras muchas experiencias- la libra de Bristol, avalada por el municipio y que sirve para estimular el comercio local. A mayor escala, podría crearse una peseta para la adquisición de bienes nacionales y, con un tipo de cambio fijo, mantenerse el euro para intercambios con el exterior. «Se trata de iniciativas que contribuirían a erosionar la hegemonía del euro», remata Colomer.

No se trata de realizar grandes inventos. Antes del euro, recuerda el economista del Espai Alternatiu, funcionaba el Sistema Monetario Europeo y el ECU como referente monetario. Pero se mantenían las monedas nacionales, que permanecían alineadas y con un valor que podía fluctuar dentro de unos límites. Economistas como Sapir han defendido trasladar esta experiencia a la realidad de la eurozona. Por lo demás, tampoco debería tenerse un miedo pánico a cuestionarse el euro: «Plantear auditorías de la deuda tiene el mismo potencial que abandonar la moneda única; en ambos casos subyace un problema político general», señala Colomer. A fin de cuentas, «se trata de bloquear el avance del proyecto neoliberal europeo». ¿Cómo? Por ejemplo, negándose a trasponer directivas de la UE que quiebren derechos sociales incluidos en la Constitución Española. El debate está abierto, pero urge la acción.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.