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La máquina del día del juicio final de Goldman Sachs

Fuentes: La Jornada

Antecedentes En fechas recientes abordamos la forma en que la tríada oligopólica anglosajona de las descalificadas calificadoras (sic), al unísono de las supercomputadoras y sus célebres algos -algoritmos especializados-, había provocado el extraño «crash bursátil automático» el histórico 6 de mayo (Bajo la Lupa, 9/5/10). Tales algoritmos son programas de software que deciden cuándo, cómo […]

Antecedentes

En fechas recientes abordamos la forma en que la tríada oligopólica anglosajona de las descalificadas calificadoras (sic), al unísono de las supercomputadoras y sus célebres algos -algoritmos especializados-, había provocado el extraño «crash bursátil automático» el histórico 6 de mayo (Bajo la Lupa, 9/5/10).

Tales algoritmos son programas de software que deciden cuándo, cómo y dónde comerciar ciertos instrumentos financieros sin la necesidad de cualquier intervención humana (El fantasma en las máquinas, The Financial Times, 17/2/10).

Entonces comentamos: Hasta la fecha lo sucedido esa tarde que volatilizó en un instante un billón de dólares sigue siendo un misterio.

Y concluíamos: «Lo cierto es que la tecnología manejada por supercomputadoras ha transformado la forma en que se manejan los ‘mercados’ que se encuentran en manos de las pocas entidades financieras globales, de por sí oligopólicas, que disponen de los nuevos instrumentos de navegación bursátil que han sacado del juego a los ‘inversionistas ordinarios’ (léase: prácticamente todo el mundo, con la excepción de la banca israelí-anglosajona). Las catástrofes tanto deliberadas como técnicas de la desregulada globalización financiera obligan a repensar el dominio y manejo del dinero mundial, así como el ‘arbitraje’ de sus descalificadas ‘calificadoras de crédito’, por la plutocracia de la banca israelí-anglosajona que ha llevado su control a niveles intolerables para todos los habitantes del planeta. Hoy la verdadera liberación del género humano es ante todo financiera».

Hechos

Suena a ciencia ficción, pero hay que reconocer que todo lo que perpetra Goldman Sachs -el multigenocida banco de inversiones israelí-estadunidense que desató la especulación con los alimentos (ver Bajo la Lupa, 4/8/10)- colinda con lo inverosímil en materia de especulación financiera.

De no ser porque el asunto implicó públicamente a la fiscalía estadunidense, lo cual fue reportado ampliamente por Jonathan Weil, de Bloomberg (Goldman Sachs pierde el control de su máquina del día de juicio final, 8/7/09), no hubiéramos hecho caso a la pletórica literatura al respecto en los feroces blogs muy críticos de Goldman Sachs y sus poco conocidos vínculos mediorientales.

Recordamos que Goldman Sachs -fundado por el israelí-alemán-estadunidense Marcus Goldman- es manejado en la cúpula por dos israelíes-estadunidenses (sin adentrarnos más en su explosivo organigrama inmediato): su polémico mandamás Lloyd Craig Blankfein (miembro simultáneo de la Sociedad Asia de los Rockefeller y Kissinger) y su segundo de a bordo, Gary D. Cohn, quien jugó un siniestro papel en propiciar la crisis griega (The New York Times, 13/2/10).

Como no quedamos satisfechos con las esotéricas explicaciones oficiales sobre el instantáneo crash bursátil del 6 de mayo, proseguimos nuestra investigación con lupa (a nuestro muy humilde nivel y con herramientas muy rudimentarias frente a la sofisticación tecnológica de los indiciados) sobre el manejo del software de la bursatilización automática de alta frecuencia que desembocó en las entrañas del Minotauro de Wall Street: Goldman Sachs, que posee la máquina del día del juicio final (doomsday machine) bursátil. Curiosamente, el desperfecto bursátil del 6 de mayo de este año ocurrió casi un año más tarde de la exhumación de la macabra máquina financiera. ¿Para practicar?

Muy sarcástico, Jonathan Weil describe la exagerada urgencia con la que la fiscalía federal se movilizó un día de asueto (el 4 de julio, día de la Independencia) para capturar al presunto ladrón Sergey Aleynikov, programador de cómputo de 39 años que había hurtado el código secreto de las operaciones automatizadas de alta frecuencia de Goldman Sachs. ¡Ni los pestilentes judiciales en México llegaron tan lejos!

La premura se debió a la insistencia de Goldman Sachs de que la seguridad (sic) de los mercados financieros de Estados Unidos se encontraba en peligro. ¿Solamente la de Estados Unidos?

Goldman Sachs describió a la fiscalía federal que Sergey Aleynikov había robado su secreto (sic) software, de instantánea ejecución para el mercadeo de acciones y materias primas. Al parecer, Sergey Aleynikov descargó el código del programa en un portal sin identificar (sic) en Alemania.

Sergey Aleynikov obtenía un salario anual de 400 mil dólares en Goldman Sachs, que abandonó para ganar el triple en Teza Technologies, otra extraña empresa de Chicago cofundada por Misha Malyshev, anterior encargado de las operaciones de alta frecuencia de Citadel Investment Group, especializada en los ominosos hedge funds. También Misha Malyshev, un genio de la física plasmática degradado a mercader, ha sido acusado por Citadel de haber hurtado su código secreto (Wall Street Diary, 5/8/09). ¡Para lo que sirven ahora los genios!

Jonathan Weil comenta que ambos salarios representan mucho dinero para un programador.

Durante la urgente audiencia en Nueva York el día de asueto nacional, el procurador federal asistente Joseph Facciponti, de 34 años, arrojó una bomba retórica al rostro del juez: Goldman Sachs «ha expuesto la posibilidad de que existe peligro de que alguien quien sepa usar este programa pueda usarlo para manipular -¡extra súper sic!- los mercados en forma incorrecta». ¡Oh, la, la!

¿Significa que Goldman Sachs tiene en sus manos instrumentos programáticos para manipular en forma incorrecta los mercados? ¿Quién garantiza que Goldman Sachs, (ex) puesto en la picota por sus incontables fechorías bursátiles, haga uso adecuado de su máquina del día del juicio final? ¿No será más bien que Goldman Sachs es el deus ex machina del sistema financiero israelí-anglosajón?

Jonathan Weil no entiende cómo funciona ni que exista una respuesta precisa (sic), pero por lo menos se ha develado la caja negra del sistema de transacciones bursátiles en Nueva York. ¿Y a poco se salva la City?

Daily Kos (7/7/09) comenta: Goldman Sachs, mediante su acceso al sistema como resultado de sus especiales ventajas en el gobierno, fue/es capaz de leer los datos de las transacciones antes de ser comprometidas, y colocar sus propias compras o ventas en relación con ese breve instante, lo que les permite robar esencialmente enormes sumas de dinero cada día del resto del mundo. ¡Así hasta yo!

La pornográfica protección del gobierno de Estados Unidos a Goldman Sachs es infinita. El blog Zero Hedge había usado los propios datos de la bolsa neoyorquina (NYSE, por sus siglas en inglés) para argumentar que Goldman Sachs posee una desencadenada (sic) habilidad para controlar los precios de las acciones. Pero el NYSE pronto impuso nuevas reglas secretas (sic) que le permiten a Goldman Sachs controlar los precios de las acciones lejos del escrutinio público mediante las transacciones ciberprogramadas (Daniel Tencer, Raw story, 6/7/09).

¿Dónde quedó la bolita, perdón, el software de Goldman Sachs?

Joseph Facciponti ilustró al impávido juez que el software secreto (sic) vale miles de millones de dólares.

Conclusión

El problema fundamental es que el juvenil procurador federal asistente, Joseph Facciponti, no detalló el funcionamiento de la máquina del día del juicio final de Goldman Sachs y nos dejó picados.

http://www.jornada.unam.mx/2010/08/25/index.php?section=opinion&article=020o1pol