La poesía es una de las formas humanas más bellas de nombrar las cosas y es, también, el género literario que permite sensibilizarnos ante el entorno sociocultural que vivimos, al menos así lo he presentido al leer obras como las del poeta cubano Luis Rogelio Nogueras, quien con su poema “Halt” (1979), recorre la crudeza del holocausto nazi sobre los judíos y, a la vez, la tragedia que vive el pueblo palestino ante la opresión del sionismo judío, cuyos miembros parecieran haber olvidado muy pronto lo que su propio pueblo vivió. Ya que hoy la fuerza militar israelí dispara sobre el territorio palestino, negando su derecho a existir como nación y cultura.
“Halt” es una sensible llamada a la conciencia frente al trauma colectivo que se repite ahora con la pisada de otras suelas: “Bajo mis botas, es la mustia, helada tarde de otoño / cruje dolorosamente la grava. / Es Auschwitz, la fábrica de horror / que la locura humana erigió”. Tras su visita a los campos de concentración en Polonia, y luego de percibir el aire cargado de dolor, Luis Rogelio hace suyo el padecimiento judío y el asombró que la humanidad vivió en la Segunda Guerra Mundial, con el exterminio irracional efectuado por los nazi. Pero esa misma idea de “superioridad y derecho” sobre el otro que causó millones de muertes y quiso “justificar” el intento de exterminio, hoy resopla como viento desbordado hacia otra dirección, repercutiendo en la convivencia de pueblos hermanos como Palestina e Israel.
La memoria siempre es un arma de doble filo, pues si bien contribuye al recuerdo-enseñanza de lo vivido -y en el caso judío están presentes en su identidad los sucesos del holocausto-, asimismo la memoria puede convertirse en la trampa que nos detiene, en aquello que sirve de “explicación” para repetir lo vivido, dejando la huella de la intensión al saberse los fines y las consecuencias de los actos ya vividos. Por eso, es incomprensible la guerra israelí contra el pueblo palestino, el interés sionista e imperialista de exterminio de una nación milenaria a la que se le niega su territorio y se agrede su identidad. No resulta comprensible el nuevo holocausto generado por un sector de quienes sufrieron uno propio. ¿Es acaso la memoria una útil herramienta del horror?
“Pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión, / que estupefactos, desnudos, ateridos / cantaron la hatikvah en las cámaras de gas; / pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso / camino / desde las colinas de Judea / hasta los campos de concentración del III Reich”. Así prosigue el poeta cubano evocando la grandeza de los sobrevivientes y el flagelo de los hoy ausentes, sin dejar de cuestionar la razón que hace se repita una historia vivida en carne propia y cuyas huellas aún duelen cada mañana. La poética referida es de compromiso humano y de reconocimiento ante la realidad, además de un reclamo sobrio a la permisividad de Occidente que tanto cuestionó al nazismo y hoy silencia sus sirenas frente al sionismo.
La memoria queda incompleta cuando únicamente se mira al pasado olvidando su utilidad en el presente, y el poeta lo sabe al cuestionar el ayer como el debido reflejo del hoy que debiera ser: “Pienso en ustedes / y no acierto a comprender / cómo / olvidaron tan pronto / el vaho del infierno”. No hagamos de la memoria un infierno…
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