¿Cómo es posible que las cajas Novacaixa Galicia y la CAM declararan en 2010, 146 y 240 millones de euros de beneficios respectivamente, sus altos directivos se hayan ido forrados, y unos pocos meses después ambas entidades estén quebradas e intervenidas? ¿Cómo es posible que un país como Alemania cometa un error de 55.000 millones […]
¿Cómo es posible que las cajas Novacaixa Galicia y la CAM declararan en 2010, 146 y 240 millones de euros de beneficios respectivamente, sus altos directivos se hayan ido forrados, y unos pocos meses después ambas entidades estén quebradas e intervenidas?
¿Cómo es posible que un país como Alemania cometa un error de 55.000 millones de euros, cifra monstruosa que representa el 2,6% de su PIB, disponiendo de un cuerpo especializado de interventores, contables y auditores oficiales dedicados a revisar hasta el último céntimo de sus finanzas públicas?
Proceder que sus socios europeos se han apresurado a imitar rápidamente. Irlanda no ha tardado en detectar un agujero contable de 2.300 millones de euros que reduce igualmente su deuda en el 2,3% del PIB… ¿hay quien dé más?…
¿Estamos hablando de cuentas o de cuentos?
No hay justificación que valga. Aunque la prestidigitación financiera sea capaz de convertir lo blanco en negro y viceversa, lo único real en todo este espejismo de prosperidad es la resaca del endeudamiento. Si algo tenemos que agradecerle a la crisis, es que se ha llevado por delante cualquier artificio y cualquier disimulo. Las trampas, de puro disparatadas, ya no se pueden escamotear y saltan a la vista.
Solo falta saber quien se hace cargo de ellas. Y desde luego quien las ha generado, no. Las pensiones, sanidad y educación de los ciudadanos pagarán la factura. Su pasividad colectiva evidencia el alto grado de domesticación de esta sociedad, pero aunque la credulidad humana sea infinita, ¿quién después de contemplar tantos dislates y aberraciones, puede seguir creyendo en los test de estrés o los recortes sociales?
Fe es creer que no te engañan.
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