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La militarización de Brasil por Bolsonaro y la decisión de polarizar las elecciones

Fuentes: Estrategia (CLAE) / Rebelión [Imagen: Acto por la Tierra contra el paquete de destrucción, celebrado el pasado 9 de marzo de 2022 en la plaza de los Tres Poderes, en Brasilia. Créditos: Sonia Guajajara.

En este artículo la autora explica las razonas por las cuales Bolsonaro prefiere una polarización entre una corriente fascista y otra progresista: Bolsonaro frente a Lula.


El ultraderechista presidente brasileño Jair Bolsonaro avanza en su escalada militarista de cara a los comicios presidenciales de octubre y provoca a la democracia al señalar que las Fuerzas Armadas pueden normalizar a Brasil y que el ministro de Defensa es el más importante de los 23 integrantes de su gabinete, porque «tiene la tropa en sus manos»

«No serán una lucha de la izquierda contra la derecha, sino del bien contra el mal, y el bien va a vencer», dijo Bolsonaro sobre las próximas elecciones en las que se enfrentará con el dos veces presidente Luis Inacio Lula da Silva. La pandemia y la guerra afectaron el bolsillo de los brasileños e influyen en la imagen de Jair Bolsonaro de cara a las próximas elecciones presidenciales.

 La popularidad presidencial no ha logrado superarse a sí misma: oscila alrededor del 26% de apoyo para los comicios del 2 de octubre, mientras que Lula permanece estable en la delantera y a distancia considerable: conserva 44% de votantes, que garantizan una segunda vuelta.

La declaración presidencial se produjo después de que el 31 de marzo reivindicara el golpe militar de 1964 afirmando que las Fuerzas Armadas respondieron al “clamor” popular para frenar una “escalada hacia el totalitarismo”, y de que uno de sus hijos, el diputado Eduardo Bolsonaro, se burlara de Miriam Leitao, principal columnista del diario O Globo, periodista que fue torturada durante la dictadura estando embarazada.

Indígenas y delitos ambientales

Mientras, representantes de 176 pueblos indígenas brasileños marcharon el miércoles 6 en Brasilia contra el gobierno de Bolsonaro y el conjunto de proyectos nocivos para el medio ambiente que se conoció como Paquete Destrucción. Los indígenas exigieron demarcación de tierras y denunciaron proyectos oficiales que ponen en riesgo el medio ambiente: el 85% de la biodiversidad del país está protegida en territorios indígenas.

Los delitos ambientales que impulsan cada vez más la deforestación en la Amazonia se han convertido en negocios millonarios, vinculados a delitos violentos, fraudes, corrupción e incluso narcotráfico.

Las normas del “paquete” hacen de la licencia ambiental una excepción y no la regla, conceden amnistía al acaparamiento de tierras de dominio público, establecen que los pueblos indígenas sólo pueden reclamar las tierras que ocupaban al momento de aprobarse la Constitución de 1988, y autorizan la minería, incluso en gran escala, y la construcción de represas hidroeléctricas en tierras indígenas, incluidas aquellas donde existan pueblos indígenas aislados.

Asimismo, el llamado “Paquete Veneno”, que deroga la actual Ley de Plaguicidas y flexibiliza aún más la aprobación, importación, producción, etiquetado y uso de plaguicidas en el país, con lo que el sector quedará prácticamente descontrolado.

Provocación

Los analistas señalan como provocación la advertencia de que el ministro de Defensa, general Paulo Nogueira de Oliveira, es el más importante del país debido a que tiene «la tropa en sus manos» y puede conducirlo a «la normalidad» en caso de ser necesario.

El sociólogo Emir Sader sostiene que en Brasil, a diferencia de lo que aconteció en otras dictaduras latinoamericanas (Chile, Uruguay y Argentina), los militares, en sus momento no fueron derrotados democráticamente, por eso es fundamental ‘derrotar políticamente a los militares y desmilitarizar el Estado brasileño’, para redemocratizar el país.

La advertencia de Bolsonaro sobre el poderío militar también fue en respuesta a la promesa hecha por su principal rival electoral, el ex presidente Luiz Inácio Lula da SIlva, quien dijo que en caso de ganar iba a retirar de sus cargos en la administración pública a ocho mil miembros de las Fuerzas Armadas nombrados por el gobierno. 

Bolsonaro se despidió de nueve de sus 23 ministros, que aspirarán a cargos electivos, y comenzó a perfilar su «fórmula militar» junto al saliente ministro de Defensa, general Walter Souza Braga Netto, a la vez que reiteró sus críticas a la Justicia electoral y a la Corte Suprema y asoció a la izquierda a la «corrupción desenfrenada que hubo en Brasil», en abierta alusión a Lula da Silva, a quien todos los sondeos sitúan como favorito para las próximas elecciones.

El general Paulo Nogueira, que asumió hace poco más de una semana pasada, es uno de los firmantes de la Orden del Día del 31 de marzo en el cual se reivindica el golpe de estado y la dictadura que se instaló durante 21 años, hasta 1985. El llamado «partido militar», que había perdido poder desde el retorno a la democracia, volvió a la primera línea con Bolsonaro, un excapitán del Ejército, y la intención de poner a Braga Netto como candidato a vice, busca cerrar filas en la familia castrense y en la ultraderecha-.

Nogueira dejó la jefatura del Ejército para asumir la cartera de Defensa, en reemplazo del general retirado Walter Braga Netto, quien renunció al cargo para poder participar de las elecciones del dos de octubre, como compañero de fórmula de Bolsonaro.

Bolsonaro ya amenazó con no cumplir órdenes del Supremo Tribunal Federal y reiteradamente puso en dudas la transparencia del sistema electoral, sobre todo en caso de derrota contra Lula, que es amplio favorito en las encuestas.

Ya en julio pasado, Bolsonaro y los líderes políticos militares parecían apostar por el caos y la agitación, queriendo legitimar la intervención y tutela de las Fuerzas Armadas para “garantizar el orden” ante la confusión que ellos mismos provocan deliberadamente., Fue cuando los comandantes de las fuerzas armadas se vieron obligados a salir de las sombras.

Era un momento en que el gobierno militar estaba flanqueado por decenas de acusaciones de corrupción y de la catástrofe económica nacional, cuando los militares salieron de su comodidad y pasaron a la ofensiva política, incitando y prendiendo fuego al clima político.

Ahora, en la manifestación política firmada con el ministro general de Defensa Braga Netto, los comandantes se asumieron como jefes de partido del gobierno que está provocando múltiples y terribles catástrofes en Brasil. Obviamente, en una democracia con un mínimo de estado de derecho, estos comandantes y el ministro-general que conspiran contra la democracia ya serían destituidos de sus cargos.

Contrarrevolución fascista

Medieval, reaccionario, genocida, anticivilizacional, fascista, extremista, son -entre otros- algunos de los adjetivos comúnmente utilizados para definir el significado del gobierno de Bolsonaro y el “movimiento bolsonarista”. Todos estos adjetivos se adaptan para caracterizar la naturaleza de este fenómeno radical que está subvirtiendo por completo el orden político y social de este ciclo posdictadura que duró poco más de 30 años, señala el analista Jeferson Miola.

Miola identifica una auténtica contrarrevolución fascista y señala que el bolsonarismo debe ser considerado como un movimiento de carácter revolucionario , aunque en un sentido regresivo, desde un punto de vista civilizatorio, donde el proceso de movilización de las masas bolsonaristas es un factor clave en la construcción de una modernidad reaccionaria fascista .

La razón de esto es que la contrarrevolución fascista de Bolsonarimo tiene un gran apoyo social de las masas, con movimientos de masas hiperactivos, comprometidos e incluso armados, lo que explica su relativa estabilidad en las encuestas, entre un 25% y un 30% de intención de voto, desempeño relacionado en gran medida con su capacidad para encarnar el «espíritu de los tiempos» y ser una solución orgánica para el sistema.

Contradictoriamente, Bolsonaro  logra contener y canalizar hacia el propio orden capitalista y neoliberal la revuelta y el malestar de la población con el fracaso de décadas de neoliberalismo y, aun así, aún logra presentarse como antisistema, en un proceso que bloquea la viabilidad de alternativas antineoliberales y profundiza la dictadura del capital financiero.

 “Tenemos que deconstruir muchas cosas. Deshacer mucho. Entonces podemos empezar a hacerlo. Que sirva para que, al menos, pueda ser un punto de inflexión”, declaró Bolsonaro en 2019.

El establishment no quiere sorpresas y por eso desestimuló candidaturas alternativas como la del ex juez Sergio Moro, manteniendo la polarización con dos opciones, la autoritaria y neofascista de Bolsonaro y la progresista (tirando al centro) de Lula.

La eventual continuidad del gobierno de Bolsonaro, lejos de representar la normalidad democrática, significará la profundización de la contrarrevolución fascista, en pasos concretos hacia el precipicio de un gobierno aún más reaccionario y militarista.

Derrotar a Bolsonaro en las elecciones también debe significar la derrota política de los militares, comprometidos con la candidatura de Bolsonaro, con un militar retirado de vice. Ese es el desafío que enfrentará la generación actual de brasileños, de la mano del dos veces presidente Lula da Silva. La democratización en Brasil también debería significar la derrota política de los militares y la desmilitarización del Estado brasileño.

Juraima Almeida es investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).

Fuente: https://estrategia.la/2022/04/08/la-militarizacion-del-pais-por-bolsonaro-y-la-decision-de-polarizar-las-elecciones/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.