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Crónica de la represión en Brasil

La noche de la cobardía que Porto Alegre jamás olvidará

Fuentes: Barómetro Internacional

En la tarde del jueves 20 de junio arreglé de ir con mi pareja, que es fotógrafa y periodista aunque trabaje en un área afín de la comunicación, al acto por la reducción del Aumento del Pasaje. Esta concentración y marcha, tal como las anteriores fue convocada por el Bloque de Lucha por el Transporte […]


En la tarde del jueves 20 de junio arreglé de ir con mi pareja, que es fotógrafa y periodista aunque trabaje en un área afín de la comunicación, al acto por la reducción del Aumento del Pasaje. Esta concentración y marcha, tal como las anteriores fue convocada por el Bloque de Lucha por el Transporte Público. Vale observar que aunque tengo una trayectoria militante, en los últimos años me dedico apenas a la llamada militancia periodística, escribiendo para el blog de política más leído del país y siendo columnista de los periódicos estadales de radios comunitarias de Río Grande del Sur y de San Pablo. Recientemente escribo una columna fija de política internacional en un respetado impreso alternativo quincenal portoalegrense. Este es el primer acto al cual voy, ya que doy clases de noche y la tarde de ese jueves una de las instituciones de educación superior en la cual trabajo suspendió las clases. La intención era registrar la concentración y la marcha con fotos. 

Al finalizar el día nos encontrábamos frente a la Prefectura de Porto Alegre, en el local conocido como el Ayuntamiento. Allí, bajo lluvia, viento y frío había cerca de dos mil personas, faltando más de una hora para el comienzo de la marcha. El clima era tranquilo, muy tranquilo. La multitud, compuesta en su mayoría de jóvenes cantaba bajo la lluvia, alternando consignas, cánticos y un buen sentido del humor. Hasta que comenzó la represión en función del cerco y defensa del perímetro de la sede principal del Grupo RBS (en la esquina de las avenidas Ipiranga y Erico Veríssimo) el ambiente recordaba al del movimiento «Fuera Collor» ocurrido 21 años atrás. En aquella ocasión, en 1992 había más fiesta que lucha política, estando llena de juventud con la cara pintada de verde y amarillo. Hoy, mientras la marcha no salía observé solamente banderas del Brasil, de Río Grande del Sur y algunas banderas negras y rojas. La mayoría de la gente estaba en pequeños grupos, con carteles pintados a mano y escondiéndose bajo los paraguas.

Alrededor de las 19 horas, la multitud se divide. La mayor parte sale en una marcha subiendo por la Avenida Borges de Medeiros en el sentido de la Avenida Salgado Filho, mientras que otro grupo menor, en el que nos encontrábamos, sigue por la Julio de Castillos, atraviesa el túnel de la Concepción a través del elevado y termina reencontrando al grupo mayor en el elevado de la Santiago Filho. Ya en la João Pessoa, cruzamos delante de las dos sedes municipales partidistas (PT y PMDB) más allá del Hospital Militar. Tímidos abucheos fueron la mayor «ofensa» a estos partidos. En el trayecto los bares y mercadillos estaban abiertos, y no se dijeron más que consignas genéricas. Hasta entonces no hubo ninguna, absolutamente ninguna escena de violencia.

Llegando a la esquina de la João Pessoa con la Avenida Ipiranga, en el sentido barrio-Centro, la marcha paró y algunas personas comenzaron a retornarse. La mayor parte continuó caminando y con ellas seguimos. Estuvimos unos veinticinco minutos en el desplazamiento entre la João Pessoa, la Ipiranga y la Calle Lima y Silva. Quisimos ver lo que pasaba y apenas escuchamos la arremetida de las bombas de gas lacrimógeno y de efecto moral. Contabilicé 62 bombas lanzadas por la Brigada Militar. En el camino de regreso, andando con calma pude conversar con doce personas que estaban en la Ipiranga y pudieron al menos observar las líneas de defensa de la Brigada Militar. Todos respiraban mal, llenos de gas lacrimógeno y spray de pimienta marcando sus rostros. El relato fue común «la gente estaba allá, solamente caminando y de repente empezaron a llover bombas y más bombas!». Fue eso exactamente lo que ocurrió.

A partir de ese momento parejas y grupos de amigos comenzaban a volver mientras algunos jóvenes se rebelaban y partían rumbo a la Avenida Ipiranga. Toda la violencia de los manifestantes, todas las agencias bancarias rotas y demás aparatos urbanos damnificados son la consecuencia de la ira popular luego de la cobardía ejercida por la Brigada Militar, al mando del gobierno estadal y en defensa del capital simbólico del RBS. Nada había acontecido y probablemente nada acontecería, más allá de una bella marcha de protesta motivada por el ejercicio directo de los derechos ciudadanos. El detalle del trayecto de la manifestación fue ampliamente divulgado a través de la información transmitida en un debate de la Radio Guaíba el inicio de ese jueves.

Los actos del 20 de junio traspasaron el total de un millón y medio de personas, incluyendo más de cien ciudades brasileras. En Porto Alegre, el ostensivo dispositivo policial de la Brigada Militar totalizó cerca de 850 hombres, según los medios comerciales. Se trata del mayor contingente utilizado en cinco años. Desde el auge de la represión del gobierno de Yeda Crusius (PSDB, 2007-2010) no había tanta tropa en la calle. Los objetivos de entonces eran políticos, así como lo son hoy. La meta era reprimir al movimiento popular y éste se mantiene intacto. En la elección de 2010 el abogado Tarso Genro ganó la primera vuelta por el rechazo al gobierno pasado. Ahora, el ex militante del PRC opera dentro del gobierno sub-nacional y juega para la fanaticada del día, convocando un debate con movimientos sociales y blogueros a través del Gabinete Digital. De noche, subordina el gobierno a los intereses y la defensa «moral» del Grupo RBS.

El conservadorismo del oligopólio de comunicación dirigido por la familia Sirotsky (RBS) impone sus condiciones al gobierno del estado, haciendo uso de su poder para garantizar beneficios fiscales y preferencia política. La cobertura de las manifestaciones hecha por el grupo RBS intentó criminalizar los actos por la reducción de los pasajes de autobuses. Mientras en las redes sociales circulaban fotos y vídeos de manifestantes siendo alcanzados por bombas de gas lacrimógeno, en la TELE y en el principal periódico del grupo, a Cero Hora, enfatizaban escenas de vandalismo y de manifestantes tirando piedras en los policías. En la verdad, el exceso de violencia por parte de la policía militar revuelta a los manifestantes, que intentaron defenderse tirando lo que veían por el frente. Lo que no conseguimos entender es por qué la manifestación no pudo reunirse frente a la empresa? Cuál es el motivo de tanta protección policial? La sede de la RBS es blanco de diversas manifestaciones, justamente porque la población no acepta más ser engañada, con informaciones distorcidas, que perjudican la verdadera comprensión de los hechos.

Vengo afirmando que el Poder Ejecutivo del estado riograndense y del municipio de Porto Alegre se comportan como rehenes y siervos del grupo de comunicación que lidera el oligopolio estadal. En la noche de ese jueves 20 de junio, todo Rìo Grande del Sur tuvo la prueba cabal de este análisis. Antes de esta marcha con violencia estatal para defender el patrimonio privado de la RBS, otras dos manifestaciones terminaron de la misma forma. Después de esta marcha de 20 de junio, dos otras protestas completaron el ciclo que comenzaba con una concentración pacífica y acababa con un ataque sin precedentes de la policía militar del estado del Río Grande del Sur (llamada de Peleada Militar) y, por consecuencia, revuelta popular. Felizmente, la victoria del pueblo llegó: primero con la reducción de los pasajes y después, por decisión de la Suprema Corte estadual, la invalidação del aumento proporcionado por el ayuntamiento de la Capital. A pesar de los riesgos, el saldo fue positivo y la lección política, mejor aún.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.