Recomiendo:
7

La nueva burocracia política

Fuentes: Rebelión

Más allá de su papel en el panorama económico, comprometer a las masas en el aspecto político de la marcha de las instituciones estatales y en el juego de la lucha por el poder entre partidos, supuso crear instrumentos de control para que los encargados de velar por el orden político no salieran de los límites del poder. La voluntad ciudadana expresada en las urnas, como factor determinante de la lucha entre partidos, parecía asegurar que la burocracia política no sobrepasaría los límites del ordenamiento jurídico, al estar diseñado a la medida de los intereses capitalistas. Pero las funciones asignadas a la burocracia política local, encargada de la custodia del respectivo Estado de Derecho, se ampliaron con la finalidad de asegurar al mercado; primero, la fidelidad de una masa de consumidores desarrollando ampliamente el proyecto de bienestar que venía moviendo el consumo y, segundo, involucrando directamente en el mercado al propio Estado-nación.

La aparición del Estado del bienestar, en sintonía con la sociedad de consumo de masas, se proyectó en forma de medidas dirigidas a procurar el bienestar material de manera oficial, lo que supuso un avance en el proceso de realización de los viejos valores burgueses de libertad, igualdad, justicia y solidaridad, que se entregaba para su desarrollo a la burocracia política. La idea de un bienestar gratuito venía romper con los postulados capitalistas regidos por el precio y la mercancía, lo que permitió atraerlas del lado de la burocracia garante del mismo. Y así surgen Estados que, además de guardianes del orden tradicional, asumen funciones relacionadas con el bienestar, los derechos sociales y la seguridad de sus ciudadanos. De tales funciones se ocupa la burocracia del orden. Parece evidente que desde que reclama el intervencionismo estatal para proteger sus negocios, el capitalismo sienta las bases para la creación de esa nueva burocracia que va más allá del cometido tradicional de la política. No parece asumir que con ello se amplía el poder del Estado, definido como capitalista, de lo que se deriva que adquieren mayor poder los que legalmente lo ejercen.

Consciente de su importancia, igualmente era previsible que, a raíz de las primeras crisis económicas, la burocracia, como teórica comisionada y protectora de las masas, asumiera su protagonismo para imponer de cara a ellas cierto control en el desarrollo del modelo capitalista De poco servirán las llamadas de atención del liberalismo económico para tratar de sortear la intervención estatal en el negocio de las empresas capitalistas, porque la sujeción del imperialismo empresarial al poder de la nueva burocracia ya era un hecho Se presenta como alternativa salir de los límites de los Estados, tanto en lo estrictamente territorial, ampliando la producción y los mercados haciéndolos interestatales, como desplazando el capital a la llamada de libertad especulativa en una panorámica generalizada. La ruptura de las fronteras nacionales hacia la mundialización empresarial como método para superar el control estatal de la burocracia acabará siendo una situación coyuntural, porque los Estados fuertes volverán a tomar el control en el sentido hegemónico. El neoliberalismo político vendrá a confirmar la tendencia. El desarrollo empresarial desde el modelo impuesto por las multinacionales, diseñado para eludir el control estatal, es tolerado en tanto se mantiene sobornada a la clase política, pero cuando las masas se ven afectadas por las crisis derivadas del descontrol, presionan sobre la clase política demandando soluciones. Lo que es aprovechado por estas, de un lado, para atender al electorado y, de otro, para crecer ellas mismas en poder. Sin embargo hay que contar con algo decisivo, se trata de la creación y consolidación de organismos internacionales de control de la actividad económica. En este punto se reafirma el nuevo poder burocrático, que se mueve en la panorámica de los Estados hegemónicos, el orden económico internacional y las burocracias nacionales.

El fenómeno de la globalización con sus excesos, rompiendo en ocasiones con la lógica social, ha supuesto el acicate final para el asentamiento de esa burocracia poderosa al frente de las grandes organizaciones económicas-FMI, OIC o BM-. A partir de aquí, las multinacionales, que escapaban del control de la política, tienen que aceptar sus condiciones. Con ello el capitalismo acusa la correspondiente rebaja de poder en la escena política. Al amparo del desarrollo empresarial, que ha permitido la emergencia de Estados hegemónicos en lo económico, lo político y lo cultural, su burocracia ha aprovechado para avanzar todavía más y crear Imperios políticos nutridos de una nueva burocracia política y técnica. Esta burocracia, alimentada por individuos cuyo puesto de trabajo depende de la voluntad popular debidamente manipulada, tiene que jugar a varias bandas. De una parte, se sostiene en las masas, por lo que debe de atender a satisfacer sus demandas. De otra, reconoce que el motor de la política es la economía de las empresas, lo que impone límites a su capacidad fiscalizadora. Además, no puede ignorar que la fuerza real del sistema es la elite del capitalismo, quien en definitiva diseña los grandes movimientos del capital expresados en términos de expansión-contracción. Con lo que, entregada a la tarea de desarrollar el Imperio, la burocracia ha abandonado al Estado-nación para saltar al plano internacional. Por su parte, las multinacionales, fijando su atención en incrementar beneficios a cualquier coste, sólo observan los Estados como el mercado para materializarlos, sin entrar en consideraciones de naturaleza social o política.