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La nueva situación y sus desafíos

Fuentes: Outras Palavras (Brasil): [Imagen: El presidente Lula da Silva. Créditos: Valter Campanato/Agência Brasil]

Una serie de acontecimientos están volviendo inestable el escenario político. Han vuelto las movilizaciones sociales y la economía crece, pero hay amenazas como el estallido de la violencia y el chantaje derechista. El gobierno necesita entrar en la contienda, pero aún no se ha dado cuenta de ello.


1.

Hay un nuevo momento en la coyuntura política al iniciarse el décimo mes de gobierno de Lula. En la misma coyuntura hay oscilaciones en las relaciones políticas de fuerza. En la misma situación en la lucha de clases, pueden ocurrir diferentes coyunturas sin que cambie la relación social de fuerzas. La situación permanece estable. Ni el gobierno ni la oposición de ultraderecha se han fortalecido o debilitado cualitativamente. Situación y coyuntura son dos niveles de análisis diferentes. Pero la estabilidad de la situación política no disminuye la importancia de analizar la coyuntura más de cerca.

2.

El nuevo momento de la coyuntura está definido por cinco factores: (a) la continuidad de los indicadores positivos de recuperación económica; (b) el impacto de las luchas defensivas contra la inminencia de las privatizaciones en São Paulo; (c) la precipitación de un nuevo pico en la crisis estructural de inseguridad pública; (d) el shock causado por la acusación de Mauro Cid y la inminencia de una posible criminalización de Bolsonaro; (e) la grotesca reacción del Congreso Nacional contra el STF (Supremo Tribunal Federal) tras la votación inconstitucional de la tesis del Marco Temporal.

3.

Todo es lo contrario de lo que parece. La izquierda está perdiendo oportunidades. El chantaje del Congreso contra el Tribunal Supremo y, en menor medida, contra el Gobierno, incluso tras la incorporación de ministros centristas, es defensivo. El equilibrio político de poder ha cambiado. Hay una inmensa confusión porque el gobierno, increíblemente, no da la batalla política. Lula fue elegido, pero está capitulando ante las presiones absurdas del Centrão (bloque clientelista de partidos derechistas: ndt) que quiere impedir que se cumpla el programa aprobado por las urnas. Lo curioso es que ahora el Centrão no quiere que el Tribunal Supremo dicte sentencia.

4.

La situación defensiva de Bolsonaro tras la derrota del 8 de enero descansa en la iniciativa del STF. La verdad es que el Parlamento perdió las elecciones, aunque la “cábala” de derecha y extrema derecha tenga mayoría en el Congreso. La mayoría que se alineó detrás de Arthur Lira (partido Progresistas, presidente de la Cámara de Diputados: ndt) y Rodrigo Pacheco (partido Progresistas, diputado federal: ndt) sostuvo al gobierno derrotado que no fue reelegido. Bolsonaro perdió. La mayoría reaccionaria en el Parlamento habla en nombre del país contra el Tribunal Supremo, pero no tiene legitimidad. La Corte Suprema es el único de los tres poderes del Estado que no fue elegido, pero fue el más defensor de la Constitución. Desempeñó un papel central en la línea de defensa contra el golpe. Ya es hora de que el gobierno reaccione. Un paso adelante cada vez. Pero en la dirección correcta. Aprendiendo las lecciones del desastre del gobierno de Alberto Fernández en Argentina. No se puede retroceder fingiendo que se avanza.

5.

En la infraestructura de la sociedad, sorprende la recuperación económica que mantiene una dinámica de crecimiento que incluso podría superar el 3%, mientras que el desempleo ha bajado al 7,9% y la inflación se mantiene estable. El número de trabajadores con un contrato formal creció un 3,4%, es decir, 1,2 millones de personas, hasta alcanzar los 37 millones. Hace tres años eran menos de 33 millones. Este contexto ayuda al gobierno porque, combinado con la sensación de alivio que viene desde la derrota de Bolsonaro en las elecciones, favorece la percepción de que la vida está mejorando. En la estructura, donde tenemos que medir la relación social de fuerzas, las oscilaciones son cuantitativas, y se mantiene un cuadro defensivo, debido a la inseguridad que aún existe en el ánimo de las masas populares. En una palabra, el gobierno está ganando tiempo. Pero no indefinidamente. El impacto de las operaciones de represión policial con la sucesión de tres semanas seguidas de masacres está afectando a la conciencia de millones, porque nadie puede ver la diferencia entre la estrategia de seguridad pública de los gobiernos de izquierda y la política de “guerra contra el narcotráfico” de la extrema derecha.

6.

Pero el desafío planteado en San Pablo por la huelga unificada de los trabajadores del metro, ferrocarriles y Sabesp contra las privatizaciones del gobierno de Tarcísio ha conquistado una sorprendente simpatía popular, señal de que puede haber un cambio en el estado de ánimo de las masas populares. La huelga de la USP (Universidad de San Pablo) por la contratación de profesores y por condiciones mínimas de asistencia a los estudiantes es también un indicador interesante, por la adhesión masiva de los estudiantes y la solidaridad de los profesores contra la decadencia de las universidades públicas. O sea, hay una reacción del movimiento sindical y estudiantil contra la ofensiva del gobierno más reaccionario del país, el más alineado con Bolsonaro. La burguesía se dio cuenta rápidamente de lo que estaba en juego. Las huelgas contra las privatizaciones son una forma muy elevada de lucha de clases. Por supuesto, hay una dimensión estrictamente defensiva de los trabajadores que saben que habrá una brutal ola de despidos. Pero se trata de una lucha política en defensa de los servicios públicos de transporte y contra la mercantilización del agua. Luchan por todos nosotros. La solidaridad era casi invisible. Por desgracia, la gran mayoría de la izquierda, e incluso los movimientos sociales, han sido hasta ahora sonámbulos.

7.

El resultado de la lucha contra la privatización en San Pablo está en entredicho. Nada explica el silencio del gobierno federal. Biden fue a Detroit para apoyar la lucha de los trabajadores del automóvil por unos salarios más altos. Si incluso un presidente del Partido Demócrata estadounidense, un partido umbilicalmente ligado a una fracción del capitalismo más poderoso del mundo, fue capaz de este gesto, ¿por qué no puede un solo ministro del gobierno de Lula posicionarse contra las privatizaciones? ¿Por qué ningún dirigente del gobierno puede defender a los sindicatos cuando la línea del gobierno de Tarcisio es criminalizar las huelgas? Si el gobierno de Tarcisio derrota la huelga y privatiza todo, el impacto será devastador. ¿Alguien está tan distraído que no se ha dado cuenta de que la denuncia del carácter partidista de la huelga responde a la táctica de demonizar a Boulos? Es hora de rodear la lucha de solidaridad y construir un muro de autodefensa con un Frente Único de Izquierda.

8.

En la superestructura, la lucha institucional ha cambiado de nivel con la ofensiva reaccionaria en el Parlamento, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, contra el Tribunal Supremo: el caucus BBB (Buey Bala, Biblia) en defensa del Marco Temporal, con la presentación de proyectos de ley para: (a) para que el Congreso suspenda las decisiones del STF; (b) para que el Congreso reglamente las reglas de procedimiento del STF, desautorizando las decisiones monocráticas e impidiendo que un único ministro solicite la revisión de casos; (c) para que el poder legislativo apruebe, antes de las deliberaciones del STF, PECs (Proyecto de Enmienda Constitucional) de sesgo conservador o francamente reaccionario sobre temas como el aborto, la despenalización de las drogas, el impuesto sindical y el Marco Temporal. Es decir, hay una reacción de la fracción más reaccionaria de la burguesía contra el papel de la Corte Suprema en la ejecución del castigo a los golpistas del 8 de enero, y el temor de que pueda afectar a oficiales generales de las Fuerzas Armadas y tal vez al propio Bolsonaro.

9.

Los sondeos de opinión reafirman que la mayoría de la población, especialmente en las grandes ciudades, reconoce la legitimidad del gobierno, pero en el contexto de un país aún fracturado. Aprobación y desaprobación son equivalentes. La fracción más importante de la clase dirigente que se mantiene en la oposición es el agronegocio, pero arrastra a la masa de la burguesía y también a una mayoría de las clases medias acomodadas. Dos conclusiones serían precipitadas. La primera sería despreciar el peligro que aún representa la extrema derecha y quedarse tranquilos transfiriendo la responsabilidad de castigar a Bolsonaro a la Corte Suprema. La segunda sería despreciar el peligro que las sucesivas concesiones del Gobierno al centro centrista tendrán en el horizonte a medio plazo.

10.

La cuestión estratégica fundamental que será decisiva para la suerte del gobierno de Lula es el crecimiento económico. Y nada está garantizado. La estrategia de gobernabilidad “fría” del gobierno de Frente Amplísimo  no ha logrado avanzar más allá de los límites impuestos por la mayoría liderada por Lira en la Cámara de Diputados y la presidencia de Campos Neto en el Banco Central: la tasa básica de interés Selic se mantiene muy por encima de la media mundial, y no cambiará si consideramos: (a) la estrategia de la Reserva Federal de los Estados Unidos de mantener o incluso aumentar la tasa básica, atrayendo el acaparamiento internacional como una aspiradora, y haciendo menos atractiva la inversión extranjera en Brasil; b) la presión que vendrá de un probable aumento de los precios de los combustibles, que parece probable con el estancamiento de la guerra de Ucrania. Nada saldrá del Banco Central con Campos Neto. La votación sobre el marco fiscal suavizó el estrangulamiento de la inversión estatal a través del PAC (Programa de Aceleración del Crecimiento), pero transfirió al sector privado el papel central en el impulso de la economía.

El tercer gobierno de Lula, lo sabíamos desde el principio, estaría marcado por la disputa y la inestabilidad. Estos son los signos de la larga crisis de Brasil, que se entrelaza con el impasse global de la civilización. El resultado de la disputa, sea cual sea, tendrá consecuencias a largo plazo. Hay mucho en juego. Por eso es aún más necesario estudiar detenidamente el escenario, y nunca actuar de forma automática.

Valério Arcary, militante de Resistencia, corriente del PSOL, columnista de Esquerda Online.

Traducción: Correspondencia de Prensa

Fuente (de la traducción): https://correspondenciadeprensa.com/?p=37746

Fuente (del original): https://outraspalavras.net/crise-brasileira/a-nova-conjuntura-e-seus-desafios/