No resulta fácil «establecer sobre la tortura datos fiables porque es algo que sucede en las cloacas del poder, y cuanto más gordos son los políticos responsables menos quieren conocer los detalles. «Me he enterado por la prensa», respondía González o dicen ser estribillo inculcado por ETA. En esto apenas se diferencian de muchos de […]
No resulta fácil «establecer sobre la tortura datos fiables porque es algo que sucede en las cloacas del poder, y cuanto más gordos son los políticos responsables menos quieren conocer los detalles. «Me he enterado por la prensa», respondía González o dicen ser estribillo inculcado por ETA. En esto apenas se diferencian de muchos de nuestros políticos, de algunos alcaldes, periodistas, jueces y forenses. «La tortura es un agujero negro policial y jurídico invisible» (Isaac Rosa).
«La sociedad española… no sabe porque no quiere saber nada de la tortura institucional. Porque le viene muy bien no saber nada de la tortura. Como le viene muy bien no saber nada de pateras, de racismo, de xenofobia, de cárceles, de marginalidad» (Javier Ortiz). Hace daño y duele hablar a diario, ser amigo de torturadores, tener que echarles en cara, tomar una copa con ellos, sonreírles, divertirse con sus gracias. Se justifica, se guarda silencio y se colabora pasivamente. Y uno se justifica atacando al enemigo, condenando al lejano, escribiendo sobre las torturas fuera, en Irak o Marruecos… Ilustrativo a este respecto el artículo de Blas López-Angulo «Justificaciones del poder» y sus referencias.
Ugaitz Elizaran fue uno de los nueve detenidos de madrugada días atrás. Asegura que han sido más de una veintena las sesiones de «la bolsa» que ha tenido que padecer durante su incomunicación, y le resulta difícil decir las numerosas veces que se cayó al suelo por la falta de oxígeno. Denuncia que los agentes apretaron con fuerza la bolsa y que incluso en una ocasión le colocaron una toalla alrededor para multiplicar la sensación de ahogo. El vecino de Intxaurrondo ha relatado que mientras le practicaban «la bolsa» le ataron las manos hacia atrás, envolviendo su cuerpo con goma espuma, mientras varios guardias civiles se le sentaban encima; refiere que llegó a perder en un momento hasta la vista. Los golpes y la obligatoriedad de hacer ejercicios físicos no cesó ni mientras le aplicaban «la bolsa». Las amenazas contra sus allegados han sido una constante y le han hecho creer que su compañera estaba también detenida, mostrándole incluso un fotomontaje con este fin.
Ugaitz nos habla de la tortura del Estado de Zapatero, de la tortura socialista, de la cobardía en nuestros días de Ayuntamientos, Juntas generales, periódicos, radios, televisiones, partidos… En definitiva, del silencio cómplice ante «nuestra» tortura.
La bilbaina Sandra Barrenetxea fue detenida la semana pasada por la guardiacivil, y también de madrugada. Cuenta que fue despojada de su ropa en el trayecto a Madrid, siendo trasladada desnuda de cintura para arriba y entre insultos, golpes y tocamientos en los pechos. Un guardia civil llegó a arrancarle los pantalones mientras que la forzaba para que abriese las piernas y otro no dejaba de golpearle en la cabeza. La vecina de Bilbo denuncia que fue obligada a permanecer todos los interrogatorios en bragas y amenazada con ser violada en más de una ocasión. En uno de los interrogatorios indica que «me sentaron en una mesa y me obligaron a apoyar la parte superior del cuerpo contra el mueble, mientras que me envolvían la parte trasera con una cuerda y me echaban agua fría a la entrepierna. En esta postura no dejaban de amagar con violarme».
Tenemos en Bilbao un alcalde, Iñaki Azkuna, duro, chulesco con los top-manta, que estigmatiza a quienes llevan navaja en el bolsillo, fuman porros, duermen en la calle o queman contenedores, y es perro mudo, calla y colabora con la guardiacivil cuando sus conciudadanos son torturados como Sandra. Es, como decía el filósofo francés Jacques Rancière, no sólo incapaz de contrarrestar los efectos destructores de la libre circulación de capitales para las comunidades que tiene a su cargo sino firme colaborador, pero duro y siniestro en la estigmatización de personas. Sus entrevistas y discursos llevan el sabor de otro alcalde de Bilbao, José María de Areilza, solo el remate es distinto, no suenan aquellos gritos de rigor, tan en boga por entonces en el Botxo de: ¡Viva el Führer!, ¡Viva Mussolini!, ¡Viva Franco!, ¡Arriba España!
Se refugian en el clamor, en la presión social… para justificar su proceder y sus leyes terroristas; argumentan desde la universalidad ciudadana y la igualdad ante la ley para, en la práctica, crear discriminaciones, estigmatizar a grupos y robarles derechos. Son ellos los creadores de terror, del terrorismo de estado, su terrorismo intelectual; son ellos los que crean el terror y el miedo entre las gentes para luego justificar sus leyes terroristas. Son cosecha propia. Son ellos los que crean organismos que piden tortura para luego crear espacios de impunidad y violación; son sus fiscales, sus policías, guardiaciviles, jueces y alcaldes quienes se acercan hinchados de terror y prepotencia a las tres de la mañana a las casas pudiendo hacerlo a las doce del mediodía y en el puesto de trabajo, quienes actúan impunemente, para luego aplicarles sus leyes terroristas de la bolsa, tocamientos obscenos, tortura y violación.
En el experimento, llevado a cabo en los años 60 por el psicólogo Stanley Milgram, aparece ya la teoría de la cosificación (agentic state), según la cual la esencia de la obediencia consistiría en el hecho de que una persona se mira a sí misma como un instrumento que realiza los deseos de otra persona y por lo tanto no se considera a sí mismo responsable de sus actos. Este es el fundamento del respeto militar a la autoridad: los soldados seguirán, obedecerán y ejecutarán órdenes e instrucciones dictadas por los superiores, con el entendimiento de que la responsabilidad de sus actos recae en el mando de sus superiores jerárquicos.
«¿Podría una persona normal llegar a torturar o asesinar a alguien sólo por obedecer órdenes o tendríamos que llegar a la conclusión de que se trata de un perturbado? Cuando un psicólogo llamado Milgram trató de responder a esta pregunta, él mismo quedó sorprendido ante los resultados».
No otro es el comportamiento de todos estos personajes de medio pelo, que pululan por los puestos judiciales, institucionales, de prensa, radio y televisión, en las oficinas de prensa de partidos. Son correveidiles de la razón de un Estado torturador. Nazis con Hitler, franquistas con Franco, socialistas con Zapatero, pero todos ellos torturadores.
Los abogados irlandeses Niall Murphy y John Finucane salieron horrorizados de la prisión madrileña de Soto del Real tras escuchar de primera mano los relatos de tortura por parte de 3 de los 9 detenidos la semana pasada, Egoitz Garmendia, Sandra Barrenetxea y Eneko Compains, a quienes vieron agotados y angustiados. Los abogados irlandeses se sienten indignados de que una «democracia moderna» como la europea permita casos de esta gravedad.
Pero hoy sabemos, ellos y nosotros, que su obediencia debida no les resta responsabilidad ni, tampoco, su silencio.
Mi abrazo solidario a los y las torturadas Egoitz Garmendia, Aniaiz Ariznabarreta, Erika Bilbao, Rosa Iriarte, Urko Aierbe, Ugaitz Elizaran, Jose Aldasoro, Sandra Barrenetxea y Eneko Compains.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.