Pablo Picasso necesitó realizar 45 bocetos y empleó un mes de atormentador esfuerzo para integrar elementos del cubismo, expresionismo y neorrealismo en una gama de grises y blancos que dieron una impactante expresión a los rostros y las distorsiones de los cuerpos de las víctimas, en su cuadro Guernica, una imperecedera denuncia a la destrucción […]
Pablo Picasso necesitó realizar 45 bocetos y empleó un mes de atormentador esfuerzo para integrar elementos del cubismo, expresionismo y neorrealismo en una gama de grises y blancos que dieron una impactante expresión a los rostros y las distorsiones de los cuerpos de las víctimas, en su cuadro Guernica, una imperecedera denuncia a la destrucción el 26 de abril de 1937 del pueblo vasco de igual nombre por la aviación nazi, aliada del General Francisco Franco durante la Guerra Civil española, que se anotó por vez primera la cruel hazaña de utilizar masivamente los bombardeos aéreos contra la población civil.
La localidad de 7000 habitantes escogida para ser pulverizada por aviones junkers alemanes carecía de importancia militar, pero presentaba una ubicación estupenda para ensayar con total impunidad nuevas tecnologías y métodos de bombardeos por saturación contra ciudades, los cuales se harían habituales pocos años después durante la II Guerra Mundial (1939-1945) por todos los contendientes. Los muertos de la aldea fueron miles y nunca se llegaron a calcular con total exactitud.
Una versión de los hechos, quizás tratando de suavizar la responsabilidad de los golpistas españoles, expone que los alemanes actuaron por cuenta propia sin consultar al mando franquista. Pero la acusación realizada por el General Franco de que el crimen había sido cometido por los propios republicanos con fines publicitarios, fue tan burda e increíble que convenció al mundo de quienes eran los verdaderos culpables.
Cuando el mando de la aviación alemana en España planificaba sus acciones a principios de 1937, la República Española encargó a Picasso una obra de gran formato para ser exhibida en una exposición internacional en París en ese año, como propaganda contra el golpe franquista de 1936.
Los hechos y la genialidad del artista convertirían lo que podría transmutarse posiblemente en una efectiva pancarta de propaganda, en uno de los cuadros más importantes de todos los tiempos.
Dicen que la verdadera inspiración la encontró después de conocer el ataque a Guernica, aunque mantuvo inalterable la concepción de realizar una obra para ser vista por multitudes, a una escala de 349,3×776,6 centímetros.
Comenzó a realizar los bocetos cuatro días después del hecho y en cada uno agregaba más y más figuras y símbolos que fueron recogidos en decenas de fotos por la que era su amante en aquel momento, Dora Maar.
Guernica trascendió como la obra más paradigmática del siglo XX y fatalmente visionaria de lo que deparaba a la humanidad la barbarie fascista y las guerras imperialistas. Su fuerza y dramatismo es comparable con las pinturas de Francisco Goya, inspiradas en la resistencia del pueblo español contra la invasión francesa en 1802, resumidas en las enhiestas figuras que se enfrentan al pelotón de fusilamiento de los soldados franceses.
El capítulo final de la II Guerra Mundial relegaría a un experimento a pequeña escala, la masacre de la aldea española, cuando cerca de un millón de japoneses -la mayoría civiles-, fueron muertos a causa de las bombas atómicas lanzadas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, también sin relevancia bélica. El Presidente norteamericano Harry Truman confesó que durmió muy profundo y sin ningún remordimiento el día que ordenó el bombardeo sobre las ciudades niponas.
Por deseo de Picasso, tras la exposición, el cuadro no volvió a España y permaneció en el Museo de Arte Moderno de New York mientras existió la dictadura de Franco. El artista no alcanzó a ver cumplida su voluntad, ya que murió el seis de mayo de 1973, a los 92 años de edad.
Solo después del fallecimiento de Francisco Franco en 1975 y el inicio de la transición a la democracia en el país, Guernica fue expuesto en el Museo del Prado de Madrid y, posteriormente, en el Centro de Arte Reina Sofía, sitio en el que diariamente es contemplado por centenares de personas, muchas de las cuales probablemente se pregunten donde fue a parar el símbolo que nos dejó el genial pintor en el actual mundo de guerras interminables en Irak, Afganistán y Libia, donde miles de personas mueren y morirán en los llamados «oscuros rincones del mundo».
Para reflejar tales masacres, ocurridas a diario, no bastarían todos los bien intencionados artistas que como Picasso reflejaran en sus obras los Guernicas contemporáneos.
Tomado de: http://la-isla-desconocida.blogspot.com/2011/04/la-obra-por-encargo-mas-famosa-del.html