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La odisea americana de Engels y Marx

Fuentes: Rebelión

I

“En 1851 el New York Tribune, bajo el patrocinio y la publicación de Horace Greeley, empleó como corresponsal en Londres a un oscuro periodista llamado Karl Marx. Se nos dice que el corresponsal extranjero Marx, arruinado y con una familia enferma y desnutrida, apeló constantemente a Greeley y al director de la publicación, Charles Dana, para que le aumentaran su munificente salario de 5 dólares por artículo, un salario que él y Engels calificaron ingratamente como el ‘más pésimo engaño pequeñoburgués’. Pero cuando todos sus llamamientos financieros fueron rechazados, Marx buscó otros medios de subsistencia y fama, terminando finalmente su relación con el Tribune y dedicando todo su tiempo a la causa que legaría al mundo las semillas del leninismo, el stalinismo, la revolución y la Guerra Fría. Si este periódico capitalista de Nueva York le hubiera tratado con más amabilidad, si Marx hubiera seguido siendo corresponsal en el extranjero, la historia podría haber sido diferente.” (John F. Kennedy, 1961)

Existen pocos episodios más insólitos en la historia del periodismo político moderno que la alianza entre un filósofo alemán socialista, exiliado en el Soho londinense, y un autodidacta yankee, de cara pálida y ojos saltones, fourierista y whig de Vermont, llamado Horace Greeley, conocido cariñosamente por legiones de lectores progresistas en el Norte y el Oeste de los EEUU como “Tío Horace”. Cuando Greeley fundó el Tribune ya era un fourierista convencido. En el plazo de un año, junto a Albert Brisbane y los fourieristas neoyorquinos, se pusieron de acuerdo para publicar una versión “americanizada” de las ideas de Fourier en el periódico de Greeley. Brisbane pensó que eso le daría acceso a su potencial público principal: las clases trabajadoras, agrícolas e industriales, y la visionary class de intelectuales y reformistas.

Una columna regular, que comenzó en la primavera de 1842, se titulaba “Asociación o Principios de una verdadera organización de la sociedad”. Presentaba, a instancias de Greeley, una versión popular y reducida de Fourier que evitaba “los términos científicos y técnicos” y se adaptaba “a la comprensión popular en el mayor grado posible”. La mañana del sábado 25 de octubre de 1851 el diario New York Daily Tribune de Greeley, afianzado después de una década de existencia como el principal diario whig y uno de los de mayor tirada en Occidente, apareció con doce páginas en lugar de las ocho habituales. La ocasión fue demasiado digna de mención para ser pasada por alto sin comentarios por parte del propio periódico. Apareció un editorial especial, seguramente producto de la pluma del joven editor gerente de Greeley, un tal Charles A. Dana, tribuno enérgico de bigotes dorados. El texto anunciaba que en esta nueva edición ampliada aparecían “artículos de algunos colaboradores extranjeros que son especialmente dignos de atención”, en especial –subrayaba Dana– “uno sobre Alemania por uno de los escritores más claros y vigorosos que ese país ha producido nunca, sin importar cuál pueda ser el juicio de los críticos sobre sus opiniones públicas en el ámbito de la Filosofía política y social”.

¿Quién podría ser este enigmático escritor alemán “clearest and most vigorous”? Pasando algunas páginas el lector llegaba a un artículo encabezado por el impactante titular “Revolution and Counter-Revolution”, debajo de él la firma de un tal Charles Marx. El incipit rezaba así: “El primer acto del drama revolucionario desplegado en el continente europeo se ha cerrado”, y continuaba con tono sombrío: “Los ‘poderes que fueron’ antes del huracán de 1848, son de nuevo los ‘poderes que son’”. Y subrayaba una definición madura de situación revolucionaria: “en nuestros días todo el mundo sabe que, dondequiera que hay una conmoción revolucionaria, tiene que estar motivada por alguna demanda social que las instituciones caducas impiden satisfacer.”

Y era solo el comienzo. El lector norteamericano podía leer, atónito, categorías críticas y conceptos nuevos, como “burguesía” o “proletariado”, análisis de la composición de clase del pueblo alemán (“base de toda organización política”), concentración del capital, rol ambivalente de las nuevas y viejas clases medias, el fin de la historia moderna como la abolición de la condición proletaria, análisis de la forma estado de Prusia, la izquierda hegeliana… Contenidos de peso, palabras nuevas y extrañas para un público fervorosamente jacksoniano, asimilado en este momento con la retórica whig, el Jeffersonism y pizcas de fourierismo autóctono. Una conmoción literaria. “El hombre va profundo, muy profundo para mí” –comentaba uno de los amigos más cercanos de Greeley, el editor Brockway, y preguntaba enigmáticamente: “¿De quién se trata?”.

Pero todo esto comenzaba mucho antes, con una carta de Marx a Engels del 8 de agosto de 1851: “El New York Daily Tribune nos ha invitado a mí y a Freiligrath a trabajar como uno de los 18 corresponsales en el exterior remunerados. Es el periódico de mayor circulación en América del Norte. Si pudieras tener un artículo en inglés sobre las condiciones en Alemania antes del viernes por la mañana (15 de agosto), sería un comienzo espléndido.” No resulta extraño: Marx consideraba que la cooperación con los periódicos burgueses democráticos y progresistas burgueses era bastante admisible para un revolucionario proletario –ya lo había hecho en la Rheinische Zeitung, ese extraño laboratorio de jóvenes hegelianos con liberales de izquierda– y a veces muy valiosa, porque los trabajadores también leen periódicos burgueses. Hay que señalar aquí el poco interés de la Marxología en el carácter crítico-materialista del trabajo periodístico de Engels y Marx, en esa década fundamental en que escribieron obras claves del Comunismo crítico, como los Grundrisse y Das Kapital. Existe la sensación que en el trabajo enciclopédico y periodístico de los 1850’s y 1860’s de Engels y Marx se abandona la Kritik en los umbrales, que era principalmente una fuente de ingresos muy necesaria, en un período financiero difícil, pero de ninguna manera un medio para difundir su programa mínimo y la eficacia de la nueva Kritik materialista.

La mayoría de biógrafos y hagiógrafos han restado importancia al trabajo periodístico y enciclopedístico de Engels y Marx, considerándolo un mal necesario, sólo importante en la medida en que le dio independencia financiera necesaria para continuar su estudio de la Kritik de la economía política. En el mejor de los casos, el trabajo enciclopédico-periodísitico pagaba el alquiler, en el peor de los casos era una molesta distracción al trabajo de profundis nocturno. Como veremos, por el contrario, es imposible destejer de la trama de estos trabajos publicistas precisamente el método crítico-materialista. La publicación en el formato periodístico era, sin dudas, la praxis de la Kritik, su re-traducción, en el pleno sentido gramsciano, a lo concreto de la coyuntura. En 1847, en su polémica contra Heinzen, Engels se preguntaba: “¿qué tiene que hacer la prensa de un partido? […] Demostrar la necesidad de la Democracia a partir de la inutilidad del gobierno existente, que representa más o menos a la aristocracia, de la insuficiencia del sistema constitucional que pone a la burguesía al frente, de la imposibilidad de que el pueblo se ayude a sí mismo mientras no tenga poder político. Por lo tanto, tiene […] que explicar cómo ha surgido la opresión no sólo política, sino sobre todo social, y con qué medios se puede eliminar […]. También debe examinar hasta qué punto se puede esperar que la Democracia se aplique en un futuro próximo qué medios disponen el partido y a qué otros partidos debe unirse, siempre que sea demasiado débil para actuar solo.”

La tarea revolucionaria de zu diskutieren, zu begründen, zu entwickeln, zu verteidigen, discutir, fundamentar, desarrollar y defender a través del formato periodístico los principios del Comunismo crítico, la nueva Aufassung materialista, implica la imbricación de la Kritik materialista y el método dialéctico. La visión totalizadora de este trabajo minucioso publicista y tribuno, una Teoría crítica en desarrollo, unabgeschlossenen, en de más de una década, salvo análisis individuales y puntuales, quedó marginado o ignorado. Tenemos que recordar a Marx como eficaz y proactivo Chefredakteur de la Neue Rheinische Zeitung entre 1848 y 1849, en el momento en que le conocería Dana. En ese corto período de tiempo escribió una cantidad impresionante de sustanciales ensayos y artículos, aplicando la Kritik materialista al análisis del acontecimiento, analizando la correlación entre institución y lógica del Capital (por ejemplo en sus artículos sobre Bélgica), que le hicieron alcanzar una fama temporal como figura señera del movimiento y la escritura más potente del izquierda democrática. No será más que una nueva evolución y reajuste de esta perspectiva de la Kritik la tarea que Engels y Marx intentarán desplegar tanto en el trabajo del NYDT como en los artículos enciclopédicos de la NAC. Ya en el exilio londinense, enero de 1850, Engels y Marx se proponen editar una publicación semanal, la Politisch-ökonomische Revue; entre los objetivos programáticos se subraya el de Rückblick, Besinnung und Aufklärung, o sea: revisión, reflexión e ilustración sobre el “período revolucionario que acabamos de vivir”, lo que permitiría “un examen detallado y científico de las condiciones económicas que constituyen la base de todo movimiento político”.

La Kritik debía exponer en una nueva fenomenología histórica el Symptome de la crisis del capital, al mismo tiempo que deducir, a través de la Überblick expresada en formato periodístico o ensayístico, el reale Grundlage, el fundamento y base real en el que se mueven las oleadas superficiales en “la región de las nubes políticas”. La Kritik atacaba no solo a los dogmas conservadores, liberales o chauvinistas y a los intelectuales provincianos orgánicos de la alta burguesía, sino además a los “teóricos revolucionarios” que decía representar el progresismo del nuevo proletariado con fantasías morales o formas distorsionadas de nacionalismo burgués. Marx era fiel a aquel irónico motto de Voltaire: “No hay solidaridad con la estupidez, ¡y menos en la izquierda!”. La nueva materialistische Auffassung no solo combate por la derecha, no solo embate necsariamene contra los representantes de la burguesía sino, como dirá Engels, “también contra la masa de socialistas franceses que quieren desquiciar el Mundo con la fórmula mágica liberté, egalité, fraternité. Pero también despertó una gran ira entre los gritones alemanes de la Democracia vulgar.”

En una decisiva y sintomática reseña de Engels, en agosto de 1859 al libro Zur Kritik der politischen Ökonomie de Marx, o sea: en plena actividad literaria con el NYDT y la NAC, aquel afirma que Marx ha establecido una nueva Economía política alemana científica, crítica e independiente, cuya existencia teórica (theoretisches Dasein) brota de una nueva concepción materialista de la Historia, der materialistischen Auffassung der Geschichte. Engels afirma que “no se puede hacer nada con meras frases y sólo masas de material histórico críticamente tamizado y completamente dominado” pueden permitir la solución de la tarea de la nueva Economía política; es obvio que esta visión básica, la Grundanschauung materialista de Marx, “corre como un hilo rojo a través de todas las producciones literarias del partido. En todas ellos se demuestra, en cada caso individual, cómo la acción surgió cada vez de impulsos materiales directos (direkten materiellen Anstößen), pero no de las frases que los acompañan, cómo, por el contrario, las frases políticas y jurídicas surgieron tanto de los impulsos materiales como de la propia acción política y sus resultados.” Es decir, confiesa abiertamente Engels, toda nuestras producciones literarias están embebidas conscientemente de esta nueva y revolucionaria Grundanschauung, este compendio sistemático histórico-crítico, que “sintetiza todo el complejo de la Ciencia económica, hacia un desarrollo coherente de las leyes de la producción burguesa y el cambio burgués.” A partir de abril de 1851, Engels y Marx escribirán, de manera no-oficial y sin cobrar, en el diario del ala izquierda cartista, Notes to the People, editado por Ernst Jones; el mismo Jones editará, a partir de mayo de 1852, un nuevo semanario cartista, The People’s Paper, donde colaborará de nuevo el tándem pero además con trabajo extra como editores pero sin salario alguno. Sin embargo, su cooperación con la prensa burguesa e incluso revolucionaria, a diferencia de la dilatada carrera periodística de Engels desde muy joven, había sido esporádica hasta principios de la década de 1850. Pero en los años de reacción que siguieron a la derrota de las revoluciones burguesas de 1848-1849 casi no existía prensa de clase europea, a vece ni republicana, debido a la censura sistemática y a la represión abierta.

La mayoría de los periódicos burgueses ingleses y continentales, monárquicos o conservadores, tenían las puertas cerradas al diabólico Marx y sus asociados partidarios. En tales condiciones, la oferta de NYDT proporcionó la única oportunidad para que Marx llevara sus puntos de vista a un gran número de lectores y, al mismo, tiempo paliar su frágil sistema económico doméstico. Mientras tanto Marx, que había aceptado el encargo sin esperar la respuesta de Engels y los plazos de entrega de Dana, se encontraba inmerso de pleno en el trabajo de “Crítica de la Economía Política” (que desembocaría en la publicación de su apresurada Einleitung de 1857 y su decepcionante Kritik de 1859), sumado al factor de su pobre inglés escrito, todo ello le indujo a utilizar el talento del “General” Engels como négre literario. Marx seguramente pensó: ¿Por qué no permitir que Engels escriba toda la serie y así dejarle libre para seguir sin ser molestado con sus decisivos estudios para Das Kapital? Así que le escribió imperiosamente: “Debes, en este momento en que estoy completamente absorto en la Economía política, acudir en mi ayuda. Escribe una serie de artículos sobre Alemania desde 1848. Enérgicos y con total franqueza. Estos señores [los editores de NYDT] son ​​muy liberales y tolerantes cuando se trata de asuntos exteriores”. La biógrafa Stepanova afirma que “el diario progresista norteamericano New York Daily Tribune hizo a Marx una propuesta de colaboración. Este se dirigió a Engels solicitando su ayuda. De la enorme cantidad de artículos que Marx envió… no menos de la tercera parte fueron escritos por Engels.” En la biografía colectiva sobre Engels, dirigida por Gemkow, se dice que “en agosto de 1851 el redactor del New York Daily Tribune, Charles Dana, preguntó a Marx si podía escribir regularmente para el periódico. Marx aceptó porque esto, por fin, le daba una posibilidad de asegurar a su familia un ingreso regular aunque modesto. Además, quería aprovechar la oportunidad para contribuir, con sus artículos, desde ese periódico de orientación progresista burguesa, entonces muy difundido, a fortalecer el movimiento democrático. Esto iba en interés del proletariado norteamericano. Durante casi diez años, exactamente hasta 1861, Engels escribió a ruego de su amigo, otros ciento veinte artículos o más para el periódico norteamericano. Además, a muchos de los artículos de Marx él les agregaba partes enteras y casi sin excepción se ocupó en los dos primeros años de colaboración… de la traducción de los manuscritos de Marx. El nombre de Engels jamás apareció.” (Continuará)

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