El cuadro político electoral se va configurando, conforme nos aproximamos al 2010. Algunas de sus piezas no están claras, entre ellas: el lugar o el no lugar, de Aécio (Neves), si el bloquinho (1) conseguirá mantener la candidatura de Ciro Gómes; la posición del PMDB. Otra de las incógnitas es la plataforma de la oposición. […]
El cuadro político electoral se va configurando, conforme nos aproximamos al 2010. Algunas de sus piezas no están claras, entre ellas: el lugar o el no lugar, de Aécio (Neves), si el bloquinho (1) conseguirá mantener la candidatura de Ciro Gómes; la posición del PMDB.
Otra de las incógnitas es la plataforma de la oposición. El diálogo más significativo de las últimas semanas se dio entre (José) Serra – precandidato presidencial tucano – y un dirigente del DEM (2). Éste tomaba una postura más agresiva, de crítica dura al gobierno, porque se estaría dejando la pasarela libre para que Lula lleve a Dilma (3) a desfilar sola. Serra respondió diciendo que él criticaba; acababa de criticar al Banco Central por su tímida y lenta reducción de los intereses. El dirigente del DEM lo interrumpió inmediatamente: «No, con el Banco Central nosotros estamos de acuerdo, es preciso criticar otras cosas.».
Ese desencuentro da idea de la crisis de identidad de la oposición frente al gobierno de Lula. Cuenta con los candidatos mejor situados en las encuestas – lo que puede ser una ventaja o desventaja, según la solución de la disputa interna entre ellos – pero no disponen de una plataforma.
La candidatura de Alckmin fue una posibilidad: un programa neoliberal puro y duro que, de no haber sido derrotado antes de la crisis, hoy estaría totalmente descolocado ante el fracaso de la centralidad del mercado y del rescate del papel del Estado. Esa opción favoreció en el segundo turno a Lula, que polarizó por la izquierda y venció con buen margen. Está claro que Dilma personificará esa política, de manera acentuada.
El perfil de Serra es originalmente distinto al de Alckmin. Desarrollista como economista, intentó mantener cierto espacio propio dentro del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) – gobierno coherentemente neoliberal -, especialmente cuando asumió el ministerio de Salud. Aunque en la prefectura y en el gobierno de San Pablo se rindió a los intereses del gran empresariado paulista – es el preferido de la Fiesp (5) – privatizando y revelándose más como un neoliberal que como un desarrollista.
Aécio (4), a lo minero, ya anunció una eventual alternativa: sería un candidato pos Lula y no anti Lula. Esta sería una vía de derrota, pero la otra permitiría reivindicar aspectos del gobierno – especialmente las políticas sociales -, además de no comprometerse en retomar las privatizaciones del gobierno de FHC y tomar distancia de un gobierno, cuyo recuerdo, la oposición intentará ocultar, en tanto la campaña gubernamental forzará la comparación entre los gobiernos de FHC tucano y el petista.
En caso de mantener la delantera, la candidatura opositora evitará mayores definiciones, cualquier reivindicación del gobierno de FHC, concentrará algunas criticas al gobierno de Lula – carga tributaria, alianzas en las políticas internacionales, gastos estatales – sin la necesidad de una plataforma más clara. Cuentan con que la crisis se prolongue y desgaste el todavía inmenso apoyo que cuenta hoy el gobierno.
Lo que unifica a la oposición es el objetivo de intentar bajar al PT del gobierno, repropiarse del Estado, incluso en un marco de diferencias entre los partidos que la componen. Más difícil será sí la candidatura gubernamental, exhibiendo los éxitos de la política del gobierno de Lula y proponiendo la ampliación de ese horizonte en un marco de recuperación económica, avanza en las encuestas, obligando a la oposición a definirse en relación a los proyectos del gobierno. Proyectos que la propia oposición considera que son acertados, que explican el apoyo al gobierno, difíciles de ser atacados. La actitud misma de incorporarlas, facilita su legitimidad y dificulta la crítica a ellas.
De cualquier manera, la oposición sólo conquista un lugar en el espectro político diferenciándose del gobierno. Ser pos Lula es más un juego de palabras, porque la plataforma de la candidatura gubernamental será la prolongación y profundización del gobierno de Lula. La de la oposición será probablemente una versión light del neoliberalismo, adaptada a los tiempos de crisis de ese modelo.
NOTAS T.: (1) bloquinho: frente de los partidos PC do B, PSB e PDT, ocasionales aliados del PT; (2) partido Demócratas; (3) Dilma Rousseff, jefa de la Casa Civil y precandidata del PT; (4) Aécio Neves, gobernador Mina Gerais, según el diario O Estado, encabeza la lista de los gobernadores con mejor imagen; (5) Fiesp: la federación de los empresarios industriales paulistas.
Emir Sader es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO
Traducción para www.sinpermiso.info : Carlota Mendoza
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