Turquía, con el segundo ejército más poderoso de la OTAN, se pone del lado
de Venezuela en la confrontación entre Estados Unidos y Venezuela y mandó barcos y tropas para ayudar a defender a Venezuela en caso de una invasión gringa.
Turquía nunca aplicó las sanciones contra Venezuela y apoya firmemente a Venezuela a través de una alianza estratégica que
se traduce en cooperación política, diplomática y económica, fortaleciendo
lazos comerciales, firmando acuerdos en sectores clave (energía, agricultura, salud), apoyando el diálogo interno y actuando como un puente para Venezuela en el escenario internacional, especialmente frente a las sanciones de EE. UU. Claves del apoyo y la cooperación son las áreas de agricultura, petroquímica, turismo y armamento.
En este momento, sumando la flota de guerra venezolana y los barcos de guerra rusos y turcos que han llegado a los puertos venezolanos, una vez retirado el portaaviones Gerald Ford, la fuerza naval estadounidense que asedia a Venezuela y la fuerza naval que la apoya, son equivalente. Pero Venezuela, gracias a los equipos antiaéreos suministrados por Rusia, controla el espacio y puede negar su espacio aéreo a Estados Unidos. Y ya la fracasada invasión a Cuba en Bahía de Cochinos demostró que para invadir es indispensable la superioridad aérea.
Turquía mantiene rencores con Washington desde un intento de golpe contra Erdogan por parte de la CIA que fracasó gracias a una advertencia de Putin. Turquía también condena el genocidio que Israel comete en Palestina, es candidata al grupo BRRICS y forma parte del Consejo de
cooperación de Shanghái. Esta actitud independiente de Erdogan demuestra que es un estadista con visión de futuro totalmente distinto a Trump, que se adentra en el siglo XXI mirando hacia atrás y cree que Estados Unidos aún es el hegemón que se puede permitir una política despótica en todas partes del mundo.
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