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La palabra como arma de destrucción masiva

Fuentes: Rebelión

eufemismo. (Del lat. euphemismus). 1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante. Diccionario de la Real Academia Española. Suele decirse que el lenguaje es caprichoso, que las palabras, incluso allá donde individualmente se las dota de su ascepción deseada, y de ninguna otra, conjuran para materializarse […]

eufemismo.

(Del lat. euphemismus). 1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

Diccionario de la Real Academia Española.

Suele decirse que el lenguaje es caprichoso, que las palabras, incluso allá donde individualmente se las dota de su ascepción deseada, y de ninguna otra, conjuran para materializarse en significados adversos. ¿Cómo quieres que vaya a verte si el perro de tu padre sale a morderme?, que dice la canción popular a modo de equívoco. También se observa, sin embargo, el efecto contrario: políticos, medios de comunicación, y en general todos los secuaces del gran capital, recurren de forma ilegítima y concienciada a vocablos sin los cuales la justificación de sus actitudes se tornaría esquiva. El eufemismo, entendido de acuerdo a la cita al principio de este texto, no es sino una más de las tantas formas de mentira. Suave y decorosa, sí, pero de igual origen que la manipulación más violentamente armada. El sistema de producción. Lo que sigue es un sumario de las soflamas linguísticas que el capital destina al blindado de su absurda existencia.

Ejemplos de eufemismo son de todos conocidos. Recuérdese la edulcorada retórica que el gobierno de Zapatero empleó al comienzo de una crisis (que, a todas luces, se antojaba de afanosa salida) a la que se le hizo llamar Desaceleración económica[1,2] y periodo de crecimiento negativo. O la insultante Reordenación del gasto público, que utilizó, entre otros, el Secretario General de Convergencia i Unió, el señor Josep Antoni Duran i Lleida para referirse, entre otras muchas cosas, a una reiterada política de recortes en la Sanidad catalana[3,4]. Estos términos han sido también empleados durante estos días por el señor Rajoy y el señor Montoro. En el periódico ABC leíamos que No hacemos recortes, sino reformas en los servicios públicos[6]. Asimismo, Alberto Garzón, diputado de IU por Málaga, afirmaba en su blog[5] que El gobierno del PP ha aprobado un plan de amnistía fiscal que el ministro de Hacienda ha llamado «plan de regularización de activos ocultos», y se refirió a este uso adulterado del lenguaje como propio de los economistas y políticos que quieren esconder el verdadero alcance de sus medidas. Otro hito de la oratoria se exhibe como Mantener el sueldo de los funcionarios, que enunció hace casi un mes el Ministro de Hacienda, señor Montoro, en la lectura de los Presupuestos Generales del Estado. Lo que este hombre omitió decir, sin embargo, es que los sueldos se congelan, informando con ello de la pérdida adquisitiva que, en realidad, sufrirán los funcionarios. Habida cuenta de ello, el señor Montoro y todo el rebaño político del Partido Popular no dudaron en afirmar, sin embargo, que las pensiones se suben, cuando de acuerdo a los mismos criterios de honradez, hubieron de decir, esta vez sí, que se mantienen.

Otros usos semánticos que paulatinamente se han ido inculcando en nuestra sociedad son los de trabajadores sobrecualificados y ayuda al desempleo. Estos dos hacen caer sobre la figura del trabajador todas sus miserias. Si en lugar del adjetivo sobrecualificado se emplease el más adecuado concepto de subempleo, se harían ver las deficiencias de un sistema económico que expolia al trabajador hasta el último rincón de dignidad. La ayuda al desempleo juega este mismo papel. Si se da a entender que el sistema nos echa una mano, soslayando que primero nos quebró las piernas, la mentira es manifiesta. Nótese que las implicaciones de esta retórica no se limitan al discurso, sino que tienen consecuencias prácticas en la vida de las personas. A este efecto, cabe mencionar un artículo de Adrián Carmona en Rebelión[8] en el que comentaba, El sujeto liberal no sólo es víctima de la opresión a la que le somete el capital sino que además lo asume conscientemente, anulando la posible capacidad de respuesta de la clase trabajadora. […]. Así, al comienzo de la crisis leíamos que «el Gobierno del Reino Unido destinará 13 millones de libras (14,5 millones de euros) para pagar los servicios terapéuticos a los ciudadanos que sufran problemas psicológicos, como depresión o ansiedad, como consecuencia de la crisis económica», es decir, aquellos que no asuman con filosofía la pérdida de su empleo tienen un problema y deben ser tratados médicamente. Esto es parte de un entramado de actitudes de la clase de arriba hacia la clase de abajo, en la que no solo la opresión sino también los enfrentamientos juegan un destacado papel. Así, como describen en el libro La crisis que viene del Observatorio Metropolitano[7], […] se explotan las diferencias, se enfrentan los pequeños privilegios, se justifican las posiciones, se tensiona el cuerpo social en todas sus posibles líneas de fractura. […] Azuzadas, promovidas, lanzadas sobre determinados puntos del cuerpo social de manera directa o sutil, estas divisiones permiten construir chivos expiatorios, reforzar las fracturas, romper los precarios lazos sociales, construir sustitutos horizontales de la lucha de clases. Aquello de arrimar el hombro, apretarse el cinturón, etc., que sostiene tras su ego y nepotismo la enjundia que nos gobierna, da buena cuenta de ello.

Por supuesto, la defensa del sistema capitalista no se limita a enmascarar sutilmente sus contradicciones. Al más puro estilo la mejor defensa es un buen ataque, el trueque de las palabras se torna en sujeto beligerante de una guerra mediática contra el socialismo. De esta manera, se bombardea constantemente al espectador con términos como disidentes políticos (cubanos, claro), que con más rigor podrían denominarse mercenarios, notando así su sumisión a una potencia extranjera y su incurrimiento en un delito tipificado en todos los países del mundo. Se cambia de huir a emigrar, de emigrantes a exiliados. Se escribe sobre España, sobre Francia, sobre Europa… y contra Cuba. Con la misma filosofía, se hace llamar dictador al presidente de Venezuela, obviando por tanto que Chávez ha sido avalado por sus electores más veces que cualquier presidente de este país, habiendo sido alabado, como citaba Salim Lamrani[9] sobre las conclusiones de El Grupo de Río, por su transparencia, su expresión de civismo y ejercicio democrático. Aquello que los mass media hicieron llamar referéndum de Chávez para ejercer como presidente vitalicio es otro de esos ejercicios de cinismo que degradaron el carácter de una reforma constitucional de 69 artículos, una de cuyas partes anulaba la limitación de mandatos del presidente, los alcaldes, los diputados y los gobernadores[10]. Limitación que no existe en países como España o Francia, pero esto se «extravió» por el camino. El ataque mediático, por supuesto, se extiende más allá de los países que gozan de un solialismo más puro. Como apuntaba Pascual Serrano[11], […] TVE1 explica que Barack Obama pretende presionar a Corea del Norte «para que no lance un satélite montado sobre un misil». Obsérvese el uso premeditado del vocablo misil, Corea pretende lanzar un satélite de observación como han hecho ya medio centenar de países y, como todos los satélites, necesitan un sistema de propulsión para ser lanzado al espacio exterior que, por tratarse de Corea del Norte, el noticiero denomina directamente misil y no cohete por ejemplo.

Así imprime sus pericias el emporio informativo, la aparente variedad de medios de comunicación instalados en un puñado de manos, esbirros de no más que un sistema económico. De un solo sistema de producción. Y he aquí que se engendra la mentira, arrojada indignamente para erigirse en verdad. En su verdad. Olvidando que esta última solo crece sobre la tumba de la primera. Laissez faire, sí, que ya florece la siembra de su propia destrucción, y de su propio sepulturero. Y esto, querido lector, no es un eufemismo.

 

Referencias

1
El País, Zapatero anuncia medidas para afrontar la desaceleración económica, 4 de agosto de 2008. 
2
Público, Zapatero reconoce que estamos en una «desaceleración» económica, 6 de febrero de 2008. 
3
Salvados, LaSexta, Salvados. De profesión, político., 25 de septiembre de 2011. 
4
Berta del Río, Público, Un nuevo recorte de salarios subleva a los médicos catalanes, 25 de septiembre de 2011. 
5
Alberto Garzón Espinosa, Pijus Economicus, La barbaridad económica y política de la amnistía fiscal, 11 de abril de 2012. 
6
ABC, Rajoy: «No hacemos recortes, sino reformas en los servicios públicos», 12 de abril de 2012. 
7
Observatorio Metropolitano, Traficantes de Sueños, La crisis que viene: algunas notas para afrontar esta década, pp. 95-101. 
8
Adrián Carmona, Rebelión, It’s a free world, 23 de agosto de 2011. 
9
Salim Lamrani, Rebelión, La lección de democracia del presidente Hugo Chávez, 26 de febrero de 2009. 
10
Artículos 160, 162, 174, 192 et 230 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. 
11
Pascual Serrano, PascualSerrano.net, Perlas informativas del mes de marzo 2012, 2 de abril de 2012.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.