Actualmente nos encontramos en un periodo de entreguerras, más que de guerra fría (aunque en los dos existe tensión entre países). Después de la II Guerra Mundial, la tercera como conflicto real será más sofisticada y silenciosa; se libra en ese espacio indeterminado llamado mercado (en la segunda fase de la tercera guerra si se […]
Actualmente nos encontramos en un periodo de entreguerras, más que de guerra fría (aunque en los dos existe tensión entre países). Después de la II Guerra Mundial, la tercera como conflicto real será más sofisticada y silenciosa; se libra en ese espacio indeterminado llamado mercado (en la segunda fase de la tercera guerra si se producirá un enfrentamiento físico como ya conocemos), pero con igual número de pérdidas demográficas que las anteriores debido a la pobreza, enfermedades, hambre, codicia,… La paz mundial, aunque muchos digamos lo contrario, conlleva muchos problemas económicos, políticos y sociales para el sistema establecido, siendo inviable de mantener para algunos/as (ideologías) en el conjunto de la humanidad.
Hay que aparentar que todo marcha bien intentando inaugurar con regularidad un periodo de convivencia internacional, con la propaganda constante del aumento de la producción nacional como si en la más pura realidad no existiera más crisis económica y política, pero esto es falso. Los países desarrollados han comenzado una vez más con el silencioso rearme; nacionalismos, fragmentaciones políticas, falso crecimiento económico, cierre de fronteras, crisis social, nacionalizaciones, aranceles, colonialismos, enfrentamientos, guerras, tratados, nuevas tecnologías, materias primas, desarrollo energético, etc., y los árbitros mundiales han sido y son pasivos frente a ello (no quiere decir que no exista la intención de buscar soluciones) debido a que ser árbitro implica renunciar en algunos ámbitos a la autoridad absoluta de los estados. Por tanto, no todos los países desarrollados están dispuestos realmente a renunciar en estos ámbitos estatales de autoridad, sino más bien a firmar acuerdos o simples pactos en busca de intereses particulares; en cambio, los países subdesarrollados o países del sur buscan en ellos una manera de tener presencia a nivel mundial. Instituciones arbitrarias como la Sociedad de Naciones en 1919 (países africanos y asiáticos no tenían voz, eran colonias) y países como EEUU o después de la II Guerra Mundial a partir de 1945: la ONU, OTAN, Tribunal Internacional de Justicia de la Haya, UNESCO, etc. serán las mediadoras en los conflictos mundiales.
La lucha por la supremacía económica es continua y hace que se rompa la solidaridad entre países , algo contradictorio, ya que el ideal (o propósito) en el periodo de entreguerras (1919/1939) y postguerra (1945 en adelante) era luchar por una nueva y prometedora concepción de democracia (es un discurso constante y actual), donde la soberanía esta en manos del pueblo (occidentales o blancos), pero además debe de existir la libertad de prensa y medios de comunicación, libertad de pensamiento y religión, igualdad de derechos, erradicación de las desigualdades, libre circulación de personas por el mundo…nada de esto se cumplió, ni se cumple (hay sólo aproximaciones a estos ideales procedentes del proletariado), ya que volvemos a cometer los mismos errores y tropezamos en las mismas piedras que «hacen el mundo, incluso el mundo físico, gradualmente más malo, hasta procurarle lo triste de su actual forma»(Schopenhauer. A.1)
Los países del norte a nivel planetario, evitando prejuicios anteriores, han comenzado a encerrarse en sí mismos para diferenciarse de los demás, ya que no quieren una homogenización estatal total en materia identitaria/autoridad para no diluirse en el caos que conlleva un conflicto bélico, con la intención de acumular su «yo Estado» frente a la globalización política como instrumento de poder, mediante la utilización de campañas nacionalistas «suaves». Además se encierran en sí, debido a que las industrias capitalistas (aquí si es necesaria la homogeneización económica; mismo campo de batalla; mismas armas) en crisis no pueden absorber más mano de obra exterior debido al final de un ciclo económico del sistema. Estas cuestiones o guerras económicas, además de castigar la democracia sacrificando al pueblo por el mercado, hace que aumente las desigualdades sociales y se paralice la emigración intercontinental e internacional, que es una acción natural o válvula de escape para la población mundial en periodos difíciles. Las fórmulas que utilizan los países para detener la emigración son levantar muros (frontera entre México y EEUU) y vallas (Ceuta en España; Calais en Francia; etc.), o endurecer las políticas migratorias para realizar una selección de mano de obra específica, dejando al resto como criminales o simples indocumentados, siendo la norma los inmigrantes de países del sur o subdesarrollados. Mientras tanto, en los países desarrollados se tiene que mermar a la población nacional existente, para buscar la justificación de las decisiones políticas que se toman en beneficio del conjunto de la población y el país.
Hoy en día con mayor visibilidad, los estados occidentales desarrollados que luchan por la supremacía económica, se oponen a recibir bocas extras que alimentar y escuchar de extranjeros o inmigrantes como Alemania (fundadora UE), Italia (fundadora UE), EE.UU, Inglaterra o Finlandia entre otros. Resulta muy complicado, atendiendo a las experiencias anteriores, que se dé un progreso real en materia social/integradora si el primer paso va dirigido exclusivamente a tener un mercado común (OECE, OCDE, CECA, etc.). «Por otro lado, es inconcebible un equilibrio político si el Mercado Común, en el campo que le es propio se tradujera en la hegemonía de un Estado o la destrucción de otro (J-F., Deniau.)2.» Por tanto, vemos como hoy en día estas políticas integradoras que buscaban sobrepasar fronteras, las culpables de todos los conflictos, vuelven a implantarlas progresivamente debido a las ambiciones hegemónicas de los países, aunque mantengan en sus discursos propagandísticos que luchan por un orden político, económico y social equilibrado sin hegemonías mundiales. En estos ambientes predatorios comenzaría la expulsión de los judíos de Alemania en 1933, crueles guerras, segregación racial en EE.UU, matanzas indígenas en América del Sur, guerras en África, dictaduras mundiales, movimientos racistas, naufragios y muerte en el Mediterráneo y Atlántico, muerte de personas en los muros y vallas fronterizas, «programas sociales de deportación suaves», hambre a nivel global, pobreza extrema,…y un sin fin de acciones/efectos sin sentido, nada nuevos, pero con claros intereses misantrópicos y económicos, que siguen atentando impunes en contra de la humanidad y la esperanza de que de una vez por todas vivamos en un mundo nuevo de conciencias sensatas.
Referencias:
Schopenhauer, A. Los Dolores del Mundo.
Deniau, J-F. El Mercado Común.
Notas:
1 Arthur Schopenhauer. Los dolores del mundo (página 16; Biblioteca pensamiento crítico).
2 El Mercado Común. J-F.,Deniau.
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