En un inédito cambio de posición motivado por la matanza de París, la canciller alemana, Angela Merkel, anunció en enero del 2015 que hacía suyas las palabras pronunciadas hace cuatro años por el expresidente de Alemania, Christian Wulff, quien conmovió al país cuando dijo, en el marco de las celebraciones de la unificación alemana, que […]
En un inédito cambio de posición motivado por la matanza de París, la canciller alemana, Angela Merkel, anunció en enero del 2015 que hacía suyas las palabras pronunciadas hace cuatro años por el expresidente de Alemania, Christian Wulff, quien conmovió al país cuando dijo, en el marco de las celebraciones de la unificación alemana, que el islam, junto al cristianismo y al judaísmo, era «también parte de Alemania».
«Naturalmente soy también el presidente de los musulmanes», dijo Wulff, el 3 de octubre de 2010, al poner énfasis en un debate que estaba envenenando la convivencia pacífica en el país. «Somos Alemania, somos un pueblo. Y debido a que la gente con raíces extranjeras es importante, no quiero que sean heridos en debates que resultan innecesarios. No debemos permitir la leyenda, la cimentación de prejuicios y marginaciones, porque está en juego nuestro propio interés nacional».
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El columnista bávaro Harald Marternstein, tras escuchar y releer a su otrora Presidente y a la actual canciller, me manda una reflexión sentida envuelta en la nieve prealpina del invierno.
Sabes Mikel, «me telefoneó mi madre preocupada porque en el fragor de alguno de mis artículos debí defender el capitalismo. Me preguntó si lo había hecho conscientemente, porque ella no creía que lo pudiera hacer en serio, suponía que sería una broma. Bueno, le respondí, y ella me contestó si no había leído en Internet los comentarios y si no sentía miedo. Y yo le dije, que bueno, y ella me contestó si no me daba cuenta de que voy por la vida provocando a la gente. Quizá hay algo de eso, quizá no sea todo malo en el capitalismo, pero ¿por qué hay que escribir necesariamente sobre ese tema? La gente está cabreada. Sahra Wagenknecht [1] es una mujer maravillosa. Sí, dije yo, por supuesto, Sahra Wagenknecht es una mujer formidable.
Cuando en mi familia alguien defiende el capitalismo ocurre algo así como si en los Windsor el príncipe Charles se convirtiera de pronto al Islam; por supuesto, claro que puede hacerlo, pero todos le considerarían un loco.
Pienso que hay que diferenciar. La mayoría de los capitalistas se atienen a nuestras leyes, viven discretamente y respetan nuestras costumbres. Hay una pequeña minoría que produce encono, que explotan sin escrúpulo y abusan de nuestra libertad, yo les denomino archicapitalistas. Y por ese puñado de archicapitalistas, cuyo comportamiento no tiene que ver lo más mínimo con la teoría primigenia del capitalismo tal como la formuló Adam Smith, el capitalismo es globalmente censurado y puesto de chupa de domine. Ocurre en todas partes, no se diferencia, no se hace distinciones.
Cuando se lee o se oye una y otra vez una determinada frase o una argumentación constante, da igual si es verdad o no, ocurre como en la ducha a las mañanas, que se vuelve rutina. Se actúa con ellas sin pensar. Habría que vivir conscientemente pero uno se sienta y come maquinalmente. Yo intento ubicar la frase o emplear el argumento en otro contexto completamente distinto, y entonces de pronto recobra interés y da qué hablar. Por ejemplo cuando yo traslado del Islam al capitalismo la frase «hay que diferenciar». ¿Por qué lo hago? Porque se debe vivir conscientemente.
Siempre que oigo la frase «el cristianismo, el judaísmo y también el islamismo forman parte de Alemania» en las variantes más diversas, me pregunto: ¿Y qué pasa con los hindúes? ¿Se los han comido, anulado, hechos desaparecer? En Alemania viven unas 80.000 personas de la India, 40.000 tienen la nacionalidad alemana, muchos de ellos son hindúes. Pero naturalmente el mayor grupo sustraído y ocultado es el pagano. Los paganos son quienes han impregnado decisivamente la cultura alemana desde siglos, por ejemplo la navidad y el carnaval son costumbres paganas. Halloween, el árbol de navidad (Tannenbaum), el fuego pascual…, todo ello es pagano. Yo considero la canción O Tannenbaum parte importante y constitutiva de la cultura alemana. El paganismo forma parte de Alemania.
Uno de los filósofos más importante de Alemania, Friedrich Nietzsche, nada tuvo que ver ni con el cristianismo, ni con el judaísmo n ni con el Islam, se manifestó en contra. Thomas Mann escribió en 1950 en Meine Zeit: «Recientemente he leído que en Alemania un gremio espiritual deniega todo elemento cristiano en mi obra. Esto ya ha ocurrido a gente más importante que yo» (Das ist schon Grösseren geschehen).
En mi opinión todos los grupos de personas que viven en Alemania pertenecen a Alemania en la medida en que pertenecen. Y cada uno influye de alguna manera en la cultura, también los testigos de Jehová cuando con su revista «Atalaya» (Wachtturm) se colocan en la esquina para venderla».
Nota
[1] Sahra Wagenknecht-Niemeyer (nació el 16 de julio de 1969 en Jena) es una política alemana, licenciada en literatura, doctora en ciencias económicas y publicista. Fue miembro del consejo de los directores en Die Linke y fue miembro del Parlamento Europeo desde julio de 2004 hasta julio de 2009. Desde 2009 es miembro del Bundestag de Alemania y portavoz de economía de su grupo parlamentario. En su partido es la portavoz de la Plataforma comunista. Desde 2010 es vicepresidenta del partido alemán Die Linke. Wagenknecht se muestra a favor de Fidel Castro y solidaria con Hugo Chávez y critica el anticomunismo.
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