Alegría y entusiasmo era lo que se sentía la mañana del pasado lunes en el aparcamiento del Centro de Arte Contemporáneo de Quito (Ecuador). Comenzaba la última etapa de la Caravana Climática que tiene como destino la ciudad de Lima (Perú), donde se celebrará la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de […]
Alegría y entusiasmo era lo que se sentía la mañana del pasado lunes en el aparcamiento del Centro de Arte Contemporáneo de Quito (Ecuador). Comenzaba la última etapa de la Caravana Climática que tiene como destino la ciudad de Lima (Perú), donde se celebrará la vigésima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP20) y la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático. En esta ocasión se unía a la Caravana el colectivo ecologista ecuatoriano Yasunidos. «Vamos a la Cumbre para entregar nuestra propuesta de dejar el petróleo bajo el subsuelo como única forma eficiente de luchar contra el cambio climático», explicaba Pato Chávez, integrante de Yasunidos.
Poco tiempo duraría la alegría. Mientras se ultimaban todos los detalles para partir, varios individuos situados a una distancia prudencial sacaban fotografías tanto a los integrantes como al colorido bus que debía llevarlos a Lima. La primera sorpresa fue al escuchar a una vecina que aseguraba que esas personas llevaban dos días tomando fotos al vehículo y a las personas que estaban acondicionando todo para el inicio del viaje.
Yasunidos es un colectivo que nació en agosto de 2013 en rechazo a la decisión del Gobierno ecuatoriano de abandonar la iniciativa Yasuní-ITT que había asumido y defendido desde 2007. La propuesta, que surgió desde los movimientos sociales como un primer paso para transitar hacia alternativas post-petroleras, pretendía dejar sin explotar el petróleo del bloque ITT dentro del Parque Nacional Yasuní, en la Amazonía ecuatoriana. Desde entonces las tensiones han ido aumentando, llegando a su punto más álgido cuando el Consejo Nacional Electoral invalidó las firmas que el colectivo ecologista había recogido con el fin de convocar una consulta popular. «No voy a caer en la trampa de estos grupos que hoy piden consulta sobre Yasuní y que se oponen por puro politiqueo. El 90% son los mismos tirapiedras de siempre», llegó a decir el presidente ecuatoriano.
Primer control
«Antes de salir lo tenía todo planeado. Iba a ir cantando, tocando el tambor, en definitiva, alegrando a toda la gente por donde pasáramos», explica con cierta tristeza Ana Segarra, integrante de Yasunidos. Después de varias horas de viaje, camino de Guayaquil, todo transcurría con normalidad hasta que a la una y media de la madrugada la Policía Nacional detenía la Caravana en el cantón Balzar, en la provincia del Guayas, al suroeste de Ecuador. Los agentes trasladaron a las personas a la comisaría, donde se les revisó la documentación durante cuarenta minutos. A falta de infracciones, el colectivo pudo continuar su ruta.
La Caravana Climática, que recorre estos días Ecuador, comenzó su viaje hace 10 meses en México. Con el propósito de visibilizar las resistencias socio-ambientales de diferentes comunidades a lo largo del continente, ha recorrido países como Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, o Venezuela hasta llegar a Ecuador cruzando la frontera con Colombia sin ningún tipo de problema. En su última etapa antes de llegar a la Cumbre Climática en Lima, se han sumado miembros del colectivo Yasunidos y algunos artistas. «La caravana la vi como un espacio artístico, comunitario. Es un bus cargado de sueños y soñadores. Yo solo vine a hacer mi arte», sostiene Candelaria Umaña, que acompaña a la Caravana.
Se intensifica el acoso policial
Al llegar a la céntrica Plaza San Francisco de la ciudad de Guayaquil se celebró, con cierto retraso, la rueda de prensa organizada por Yasunidos. De camino a la plaza, controles de la Comisión de Tránsito del Ecuador y la Policía Nacional volvían a solicitar documentación tanto de los integrantes de la caravana como del vehículo. En total, la Caravana Climática enfrentaría seis retenciones en 24 horas.
Sin embargo, fue abandonando la ciudad costera rumbo a Cuenca cuando comenzaron las retenciones continuadas a la Caravana. Policía Nacional, miembros de migración que solicitaban los pasaportes a las personas extranjeras no residentes, y el Grupo Operativo Motorizado tensaron la situación. Algunos agentes de tránsito afirmaban haber recibido fotografías del vehículo por parte de la Policía Nacional para proceder a su retención. Además, integrantes de la Caravana llegaron a identificar un coche blanco sin matrícula que dio marcha atrás a unos 60 k/h cuando se sintió observado, lo que estuvo a punto de provocar un accidente.
En cada una de las retenciones los cuerpos de seguridad alegaban argumentos diferentes a los cuales los agentes no encontraban ninguna infracción. Desde la vigencia de la documentación hasta que el vehículo era particular y el conductor se estaba lucrando con su actividad. A la pregunta de los motivos de este acoso, la respuesta era: «Órdenes de arriba». Mientras tanto, el presidente ecuatoriano Rafael Correa contestaba desde su cuenta de Twitter a un comentario que pedía una explicación a estas retenciones: «¡Esperen! Ya voy a averiguar qué es lo que he ‘ordenado’… «
«En verdad no esperaba que la policía nos parara. Pero cuando la primera vez nos hicieron esperar cuarenta minutos se me hizo bastante extraño. Y desde que apuntaron nuestros documentos ya no me gustó nada el cariz que adquiría la situación. Era una cosa rarísima. Desde ahí ya no me relajé, ya me asusté. Y creía que a partir de ahí, todo iba a ser más tranquilo, pero fue empeorando», asegura Ana.
Fue el argumento de no tener la licencia de conducir en regla lo que hizo que decidieran inmovilizar el bus, a pesar de que había ingresado a Ecuador desde Colombia sin ningún problema. A partir de ese momento, los agentes obligaron a conducir el vehículo a un lugar desconocido, desviándolo de la ruta original. El vehículo fue retenido sin orden judicial en el aparcamiento de la Comisión de Tránsito del Ecuador en el cantón Balao, provincia del Guayas. Una zona abandonada que cuenta con alumbrado público pero que se encontraba apagado. Hasta allí llegó el abogado que había llamado el colectivo. «No sé por qué el Gobierno ha actuado así, estoy sorprendida. Cuando nos llevaron a ese lugar oscuro pensé de qué son capaces y eso sí me dio mucho miedo. La verdad sí tengo miedo, me da mucho miedo hacer comentarios críticos contra el Gobierno y poner cosas en el Facebook», continúa Ana.
Destino final: Lima
Un poco más tarde, llegó el personal del Servicio de Vigilancia Aduanera armado con fusiles de asalto que, tras varias horas, logró que el vehículo regresara a un hangar en la ciudad de Guayaquil con su conductor y otro integrante de la Caravana para ser inspeccionado, después de que el abogado tratara sin éxito de que se realizara en el lugar donde se encontraba. Mientras tanto, el resto del grupo continuaba su viaje hacia la ciudad de Cuenca. «Ahorita estoy tranquila pero no sabemos cómo nos va a ir de aquí a la frontera y después a Lima. Sí creo que vamos a llegar a Lima pero no sé qué esperar del Gobierno. He estado pensando en irme en avión. Si hubiéramos pensado que nos iban a hacer este tipo de cosas, habríamos estado preparados con abogados en el grupo. Se siente nerviosismo y desconfianza», explica Anita Romero, integrante de Yasunidos.
A partir de ahora, el viaje continúa con el propósito de llegar el próximo viernes a la capital peruana donde se celebrará el Tribunal Internacional por los Derechos de la Naturaleza, previo a la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático. «Yo creo que definitivamente sí llegaremos a Lima, tal vez puedo pensar que no seremos nosotros, pero nuestro propósito definitivamente llegará a Lima porque hemos creado mucha opinión dentro y fuera del país», concluye Ana Segarra.
Orlan Cazorla (@orlancazorla) es periodista freelance en América Latina. Autor de www.orlancazorla.net
Fuente original: http://www.lamarea.
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