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La policía federal y «los intocables»

Fuentes: Alai-amlatina

  Desde que me tengo por persona me atrevo a decir, sin poder evitarlo, que vivimos en el país de la impunidad.  La policía y la Justicia castigan sólo a los pobres pasajeros amontonados en los bajos de este inmenso navío carguero llamado Brasil, que navega por los mares del sur.  Por el contrario, los […]

  Desde que me tengo por persona me atrevo a decir, sin poder evitarlo, que vivimos en el país de la impunidad.  La policía y la Justicia castigan sólo a los pobres pasajeros amontonados en los bajos de este inmenso navío carguero llamado Brasil, que navega por los mares del sur.  Por el contrario, los camarotes están infestados de corruptos, ladrones, defraudadores, contrabandistas y encubridores.

Esa élite venenosa tiene el poder de influir, no sólo en la elaboración de las leyes, sino sobre todo en su aplicación, pues designa jueces y promueve togados, nombra delegados y promotores, presenta políticos y exhibe magistrados en hoteles de lujo, lo que les permite trajinar y traficar en el mundo del crimen con la misma desfachatez con que frecuentan los salones de la República, los gabinetes de los parlamentarios y las fiestas en las que el poder despliega y exhibe su inconmensurable ego.

Ante tanta impunidad Chico Buarque llegó a proponer: «¡llamen al ladrón, llamen al ladrón!» Menos mal que en el gobierno de Lula las injerencias políticas han sido desterradas de la Policía Federal.  Como nunca antes se había visto, se abrieron las puertas de las cárceles para ex gobernadores, jueces, dueños de grandes empresas, gente importante. Gracias a la imparcialidad del Ministerio Público y al sigilo de las investigaciones, verdaderos tiburones han caído en la red.  Es una lástima que nuestras leyes sean tan blandas y el Poder Judicial tan apocado para castigarlos.

Ahora, ante la Operación Navaja, que troza la yugular de uno de los modos para chupar millonarios recursos del PAC (¿cuántos otros no permanecen activos?), hay un griterío general de que la Policía Federal estaría ‘exagerando’.  Sobre todo al filtrar informaciones a los medios.  Pero a la hora de reventar las ventas de droga y tirar a puerta, manos arriba, lugar ya revisado, y si el preso pregunta por el mandato del juez es muy capaz de llevarse unas bofetadas… Pero tratándose de gente elegante, se cubre el proceso con el secreto del sumario.  Lo cual facilita el choque entre el Poder Judicial, rehén de la élite, y la Policía Federal, que desgraciadamente no tiene tanta autonomía como el Banco Central.

La ‘exageración’ no está en la Policía Federal, señores políticos.  Está en los hechos que llevan a una publicación como el Financial Times a decir que el Brasil es el país del ‘roba, pero haz algo’, sin que el Congreso reaccione ante la acusación.  La ‘exageración’ reside en las CPIs abortadas sin castigar a nadie; en las investigaciones paralizadas que refuerzan la impunidad; en el volumen de dinero público destinado a bolsillos privados; en el absurdo de micros, pequeños y medianos empresarios que quedaron burlados ante la puerta del BNDES, obligados a aceptar altas tasas de interés de los bancos privados, mientras los grandes empresarios se forran con el dinero público barato.  La ‘exageración’ es constatar que, ante tanta denuncia de corrupción en el país durante estos últimos años, ningún corrupto se encuentre cumpliendo pena tras las rejas.

La ‘exageración’ no está en que la Policía Federal investigue y capture, sino en adherirse a la perversa ideología de que mis amigos corruptos son menos corruptos que mis enemigos… ¿Por qué rechazar la acusación contra el empresario amigo? ¿Qué mal hace un mimo? ¿Rechazar un regalo no es una ofensa?

Hay tanto ladrón influyente preso y otros muchos amenazados que lo mejor es agarrar y hacer callar a la policía… Eso recuerda la historia de Eliot Ness, el famoso agente norteamericano que enfrentó a la mafia, retratado en la serie «Los intocables».  ¿Sabe usted por qué la serie fue sacada del aire por la cadena televisiva ABC? Primero porque protestó la comunidad ítaloamericana, que se sintió tratada como mafiosa.  La viuda de Al Capone procesó a la emisora por uso indebido de la imagen de su marido y exigió una reparación de un millón de dólares. El FBI también se molestó, siendo ella quien reprimía a la mafia, pero quedando los méritos para Eliot.

Todo se complicó en 1961, cuando el líder sindical ‘Though Tony’ Anastasia, resentido por la denuncia del carácter mafioso de su entidad, promovió una manifestación ante la ABC en Nueva York y movilizó a los estibadores para mantener ‘intocadas’ las cargas de cigarrillos Chesterfield Kings, patrocinadores del programa.  Afectada por el boicot, la empresa Ligett-Meyers, productora del cigarrillo, retiró el patrocinio y meses después el programa fue sacado del aire.

Y en Brasil ¿quiénes son los ‘intocables’: los policías federales o los delincuentes de cuello blanco y comprometidos de lleno en la corrupción? (Traducción de J.L.Burguet)

– Frei Betto es escritor, autor de «Trece cuentos diabólicos y uno angelical», entre otros libros.

Más información: http://alainet.org ALAI – 30 AÑOS