Cuando Estados Unidos se ve sacudido desde finales del mes de mayo de 2020 por una multitud de grandes manifestaciones antirracistas [1] y la epidemia de covid-19 golpea de lleno a las clases populares de la primera potencia mundial (a fecha del 4 julio de 2020, en los Estados Unidos había oficialmente casi 2,9 millones de personas que estaban o habían sido infectadas por el covid-19 y más de 130.000 fallecimientos atribuidos a ese virus), una serie de datos económicos muestran muy claramente la dirección tomada por las autoridades de Washington durante la crisis social y económica más grave desde los años 1930. Esta dirección supone una continuidad con las medidas tomadas durante los últimos años, desde la crisis de 2008 y de ninguna manera va acompañada de compensaciones y avances sociales esenciales para el bienestar de la población, como ocurrió en el marco de la New Deal a partir de 1933.
En un programa de radio en febrero de 1968, menos de dos meses antes de su asesinato por un partidario de la segregación racial, Martin Luther King afirmaba: “El problema es que tenemos demasiado a menudo el socialismo para los ricos y el capitalismo salvaje de libre empresa para los pobres” [2]
Esta caracterización de la política estadounidense corresponde claramente a las medidas tomadas desde marzo de 2020 por la administración del presidente Donald Trump y por el Banco Central de los Estados Unidos en el marco de un acuerdo entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata, los dos grandes partidos que se alternan en el poder defendiendo los intereses fundamentales del gran capital.
Revisión rápida de la política llevada a cabo desde 2017-2018
Desde su llegada a la Presidencia del país, Trump ha hecho grandes regalos fiscales a las grandes empresas y a la gente más rica.
Pero a finales de 2018, Wall Street experimentó una caída de más del 10% en una sesión antes de Navidad. Inmediatamente, la Fed reaccionó y ayudó a Wall Street, haciendo de nuevo muy poco costosa la refinanciación de las deudas de las grandes empresas privadas.
Wall Street se recuperó rápidamente, pero a partir de septiembre de 2019, estalló una crisis en el mercado de los repos(Sale and Repurchase Agreement-acuerdos de venta con pacto de recompra) porque los bancos ya no se fiaban unos de otros. En tres meses, la Fed inyectó 1 billón de dólares en el mercado interbancario y la especulación prosiguió en Wall Street, que continuó su progresión mientras la economía de Estados Unidos ya estaba al ralentí, y en algunos sectores incluso entrando en recesión.
Los principales bancos y otras grandes empresas estadounidenses pagaban dividendos en abundancia y recompraban sus acciones para mantenerlas artificialmente al alza y para enriquecer a las y los grandes accionistas y ejecutivos que venden sus opciones sobre acciones (stock-options) [3]
Actitudes de las autoridades de Washington ante la crisis del coronavirus
Respecto a las clases populares
Entre mediados de marzo, cuando progresivamente se decretó el confinamiento en los Estados Unidos y el final de la primera semana de junio de 2020, 44 millones de personas residentes de la principal potencia mundial se registraron como desempleadas. La tasa oficial de desempleo, que subestima en gran medida la situación real, alcanzó el 13,3% cuando se situaba en el 3,5% a principios de año.
«La tasa de paro oficial alcanza el 13,3% cuando a comienzos de año era del 3,5 %»
Las clases populares se han visto muy afectadas por la crisis multidimensional: pérdida de ingresos, pérdidas de empleos, número elevado de fallecimientos debidos al Covid-19 y a la dificultad de acceso a medios de protección y tratamientos de calidad, confinamiento en viviendas exiguas, obligación de continuar trabajando en condiciones peligrosas a fin de asegurarse una renta y de conservar el trabajo incluso en actividades no esenciales, represión policial y racial. Las mujeres de las clases populares están aún más afectadas que los hombres pues están en primera línea en toda una serie de profesiones esenciales. Además, sufren la opresión patriarcal en el seno de su hogar y/o deben asegurar solas la responsabilidad del hogar y de los hijos e hijas.
En el marco de las medidas tomadas por el Congreso de los Estados Unidos con el apoyo de los partidos republicano y demócrata, una parte de las clases populares y en particular de las y los parados recibe subvenciones que se presentan como generosas. Estas ayudas son proporcionadas en aplicación de la Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security Act, igualmente conocida con el nombre de CARES Act, que es una ley destinada a luchar contra las consecuencias económicas de la pandemia del Covid-19 en los Estados Unidos.
«Las clases populares están muy afectadas por la crisis multidimensional»
Cada contribuyente con unos ingresos anuales inferiores a 75.000 dólares ha recibido del Estado federal un cheque único de 1.200 dólares [4]. Además de esto, las y los parados indemnizados han recibido un bono de 600 dólares por semana (este bono es llamado “unemployment insurance top off”). Este bono puede en principio ser percibido durante un período máximo de 4 meses. Según la CARES Act, este programa de complemento al paro de 600 dólares semanales terminará el 31 de julio de 2020 [5]. Las personas endeudadas pueden también demandar el retraso del pago de una parte de sus deudas, en particular las deudas hipotecarias.
En realidad, es el Gran Capital el que tiene una vez más los favores de Washington (ver más adelante). Las sumas recibidas en forma de ayuda pública por parte de las víctimas alivian la tesorería de las empresas (gracias al paro parcial asumido por los poderes públicos), mantienen un cierto nivel de consumo (gracias al cheque de 1.200 dólares y a la prima semanal de 600 dólares para las y los parados indemnizados), aseguran la supervivencia de la gente más pobre (y, por lo tanto, la reproducción de la fuerza de trabajo en desempleo forzado), les permiten continuar pagando su alquiler, su deuda hipotecaria o las deudas estudiantiles, y tienen como objetivo evitar que se rebelen y que no tengan otra opción que la de desvalijar los supermercados. Estas indemnizaciones pagadas en el marco del plan bipartidista son solo las migajas del pastel ofrecido a la gente más rica.
Hay que tener presente que en los Estados Unidos 39 millones de personas carecen de cobertura sanitaria. Además, al perder su empleo, la gente pierde a menudo su seguro de salud. En fin, se estima el número de sin papeles entre 11 y 12 millones de personas, que evidentemente no han recibido cheque de 1.200 dólares pues no son consideradas como contribuyentes (cuando pagan todo tipo de impuestos).
Según Alexandra Ocasio-Cortez «La CARES Act es el mayor rescate de empresas en la historia de los EEUU que ofrece solo migajas para nuestras familias»
Alexandria Ocasio-Cortez (CC Dimitri Rodriguez)
Alexandria Ocasio-Cortez (conocida como AOC) no se dejó engañar y fue la única entre las y los electos del Partido Demócrata en el Congreso que votó en contra la Coronavirus Aid, Relief, and Economic Security Act (Cares Act) [6] . Denunció este programa de medidas «Anti-crisis» como «el mayor rescate de empresas»en la «historia de Estados Unidos», que ofrece solo «migajas para nuestras familias» [7]
La reacción de Wall Street no se ha hecho esperar y varias de sus figuras prominentes han intentado impedir la reelección de AOC al Congreso en las listas del Partido Demócrata [8]. Públicamente, David Solomon, presidente de Goldman Sachs, y Steve Schwarzman, presidente del fondo de inversión Blackstone han llamado a votar por Michelle Caruso-Cabrera, la rival de AOC en las elecciones primarias del Partido Demócrata que han tenido lugar el 23 de junio en Nueva York (14º distrito que reagrupa los barrios de Bronx y Queens). Elliot Management, el hedge fund especializado en las acciones de fondos buitre de Paul Singer ha anunciado también su apoyo a M. Caruso-Cabrer con el objetivo de evitar la reelección de AOC.
La misma actitud tiene el Banco de negocios Lazard y John Paulson, el patrón del fondo de inversiones Paulson&Co que se hizo célebre en 2008 beneficiándose de la crisis de las subprimes. La lista las y los banqueros y abogados de negocios, entre ellos republicanos notorios, que llevan a cabo una campaña contra AO es completamente reveladora del papel activo que juega Wall Street en las elecciones. Hay que señalar que la adversaria política de AOC, M. Caruso-Cabrera era miembro del Partido Republicano hasta 2015 al menos y escribió en 2010 un libro titulado “You Know I’m Right” (juego de palabras que se podría traducir por “Sabéis que tengo razón” o por “Sabéis que soy de derechas”) en el que afirma que Ronald Reagan ha sido su presidente favorito. AOC ha declarado al Financial Times: “No es sorprendente que las y los Republicanos financien la campaña de una republicana de larga data en unas primarias demócratas. Mientras nosotros y nosotras hemos luchado contra el poder de las grandes empresas privadas proponiendo políticas en favor de las y los trabajadores americanos, esos donantes prefieren financiar a una candidata que responde a las necesidades de Wall Street más que a las de nuestros electores y electoras” [9].
Finalmente, esta tentativa de impedir la reelección ha fracasado: Alexandria Ocasio-Cortez ha obtenido el 23 de junio de 2020 más del 73% de los votos expresados en las primarias. Es una verdadera bofetada para Wall Street y para el establishment del Partido Demócrata que habría querido deshacerse de esta mujer política muy molesta, pues está posicionada claramente en la izquierda y en favor de las clases populares.
Hay que señalar que Bernie Sanders ha votado a favor del CARES Act. A la vez que expresaba críticas, ha subrayado los aspectos positivos del programa (ver en inglés su intervención en el Senado https://www.independent.co.uk/news/world/americas/aoc-2020-election-michelle-caruso-cabrera-new-york-primary-ocasio-cortez-a9574076.html). La senadora demócrata Elizabeth Warren ha votado también a favor del CARES Act.
Respecto al Gran Capital / del 1% : El acuerdo entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano en el Congreso a fin de hacer regalos a las y los más ricos
En el marco de las medidas en favor del Gran Capital, más de 500.000 millones de dólares van a ir hacia las grandes empresas privadas bajo una forma directa, como denuncia Robert Brenner en un articulo publicado en la New Left Review de mayo-junio de 2020 con el título de “Pillaje y pandemia (Plunder and Pandemic [https://newleftreview.org/] ).
Por su parte, el Financial Times ha consagrado un importante dossier a las medidas tomadas en el marco de la CARES Act que muestra que las y los más ricos van a beneficiarse mucho más que las clases populares, bien bajo la forma de ayudas directas (sin que sean puestos en pie mecanismos que condicionen la utilización de las ayudas), bien bajo la forma de colosales regalos fiscales Financial Times, “Why the US pand…. Este periódico cifra en más de 600.000 millones los montantes que van a ir a las grandes empresas, a sus grandes accionistas y a la gente muy rica a los que hay que añadir las ayudas ligadas a la salud que van a ir principalmente hacia las y los accionistas de los hospitales privados y de los seguros privados de salud. El título del dossier del periódico financiero no necesita comentarios: “Porqué la respuesta americana a la pandemia puede aumentar la brecha económica”. En él se ve que en virtud del CARES Act, el código de los impuestos es modificado en beneficio de la gente muy rica a fin de ir aún más lejos de lo que Trump y sus predecesores habían realizado ya a su favor. El 82% de quienes van a beneficiarse de estas rebajas de impuestos gana más de 1 millón de dólares al año, mientras que solo el 5% gana anualmente menos de 200.000 dólares (lo que incluye contribuyentes de rentas elevadas). Las y los ricos van a poder reducir radicalmente sus impuestos, incluso con efecto retroactivo, lo que les va a permitir obtener reembolsos de impuestos a la vez que no pagarán más o muy poco durante muchos años. Las y los especuladores que se endeudan para adquirir empresas saqueándolas a fin de reembolsar a sus acreedores van también a disfrutar de las reducciones de impuestos permitidas por la CARES Act. Las pérdidas de ingresos para el Tesoro público van a ser monumentales pues los regalos fiscales oficiales al Gran Capital se elevan a más de 175.000 millones de dólares (es la estimación oficial pero lo que dejará de ingresar será ciertamente mucho más elevado). El déficit público y la deuda pública se van a disparar. En el mismo dossier del Financial Times, se lee que las dos mayores compañías aéreas (American Airlines y Delta) van a recibir respectivamente 5.800 millones de dólares y 5.400 millones de dólars de ayudas cuando están suprimiendo miles de empleos [10]
Por qué el CARES Act aumenta las desigualdades sociales
En cierta forma, el CARES Act hace funcionar el goteo (trickle down, gota a gota) en el sentido contrario al mecanismo que es descrito habitualmente. Según las y los partidarios del trickle down (ya sean neoliberales norteamericanos o Emmanuel Macron), dando a la gente rica, se ayuda a la gente pobre pues finalmente recibe los efectos benéficos de la filtración hacia abajo de una parte de las riquezas. Si se piensa en ello dos veces, resulta que el CARES Act distribuye una ayuda temporal a las clases populares que les permite continuar reembolsando sus deudas a los bancos, estar disponible en el mercado de trabajo y proseguir sus compras en el comercio dominado por las grandes empresas privadas. Finalmente, la moneda distribuida por los poderes públicos a las clases populares de forma excepcional y temporal vuelve al bolsillo de la gente más rica vía las empresas que poseen.
Se se prosigue el razonamiento, se puede afirmar que el dinero público dedicado masivamente de forma urgente principalmente en favor de la gente más rica va a aumentar la deuda pública que será finalmente rembolsada principalmente por las clases populares. En efecto, son ellas las que pagan tasas e impuestos mucho más elevados que la gente más rica, tanto más en la medida que ésta va a ver sus impuestos fuertemente reducidos gracias a las medidas tomadas en el marco de la CARES Act. En consecuencia, una gran parte de las deudas públicas pueden ser consideradas como ilegítimas pues son acumuladas para favorecer los intereses de una minoría privilegiada.
Por otra parte, la CARES Act pretende acudir en ayuda de las pequeñas empresas, pero en realidad resulta evidente que la aplastante mayoría de las pequeñas empresas no tiene acceso a las ayudas, pues son las grandes empresas las que se han apoderado de la parte del león. En efecto, las grandes empresas han utilizado pequeñas filiales a fin de tener acceso a las ayudas a las pequeñas empresas. Han logrado apoderarse de la mayor parte de las sumas disponibles (es decir más de la mitad de los 350.000 millones de dólares previstos) antes de que auténticas empresas medias y pequeñas encontrarán los medios de presentar su solicitud en los plazos establecidos. Hay que señalar igualmente que la ayuda pasa por los bancos, lo que aumenta un poco más su fuerza.
La intervención de la Reserva Federal en favor del gran capital
Como complemento del plan de más de 2 billones de dólares del gobierno federal [11], la FED intervino aún más masivamente. Mientras que Wall Street se había desplomado en más del 20% entre el 17 de febrero y el 17 de marzo de 2020 (es decir, antes de que comenzara el confinamiento) y mientras el mercado de las deudas de las grandes empresas estadounidenses (en inglés: corporate bond market) estaba al borde de la implosión, la Reserva Federal gastó 3 billones de dólares entre fines de marzo y principios de junio para ayudar a Gran Capital.
Esta intervención masiva de la FED intentaba evitar contratiempos para el Gran Capital cuando una monumental crisis financiera golpeaba a los Estados Unidos.
A partir del 17 de febrero de 2020, la burbuja bursátil que se formó en años anteriores se desinfló a un ritmo impresionante. El descenso fue desencadenado por las y los grandes accionistas, que conscientes de que la fiesta podría terminar abruptamente con el desarrollo de la epidemia de coronavirus y sus consecuencias económicas, decidieron tomar la delantera y ser los primeros en vender grandes paquetes de acciones. Esto afectó a Wall Street y el resto de los mercados bursátiles del mundo siguieron el movimiento a la baja, perdiendo entre un 20% y un 40% entre el 17 de febrero y el 17 de marzo de 2020.
Hay que subrayar que mientras los precios de las acciones se hundían, los
grandes bancos tenían importantes ingresos porque son los principales intermediarios de
las compras y ventas de acciones. Reciben una comisión por cada una de las
transacciones bursátiles en las que están involucrados. Los ingresos de los grandes
bancos vinculados a estas comisiones aumentaron un 30% en febrero-marzo de
2020.
Las y los grandes accionistas también intervienen activamente en los mercados
bursátiles vendiendo al comienzo de la sesión a un precio relativamente alto y
luego comprando a un precio bajo en el momento en que el precio comienza a remontar.
Además, el precio puede subir precisamente porque comienzan a comprar lo que
habían vendido en la mañana o el día anterior.
El multimillonario Akmann se ufanaba en abril de 2020 de haber ganado 2.600 millones de dólares en plena bajada de los mercados bursátiles
Grandes capitalistas también hacen negocios apostando masivamente a la baja. Así, el multimillonario Akman, patrón del hedge fund Pershing Square, pudo presumir en abril de 2020 de haber ganado 2.600 millones de dólares en medio de una recesión de los mercados de valores [12]. Dijo que había utilizado pólizas de seguro por las que había pagado 27 millones de dólares para protegerse de la caída bursátil.
Hay que recordar que un especulador puede contratar un seguro contra los riesgos de pérdida de valor de un paquete de acciones sin haberlas comprado. Es lo que se produjo durante la crisis de 2008. Podemos hacer la siguiente comparación: es como si se pudiera contratar un seguro de incendios para la casa de un vecino, que de la que no se es propietario, darla fuego y cobrar indemnizaciones. Es un poco lo que hizo Akman multiplicando declaraciones alarmistas sobre la amplitud de la caída de las cotizaciones bursátiles en febrero marzo de 2020 cuando resultaba que iba a ganar tanto más dinero cuanto más fuerte fuera la caída. Gracias a su operación especulativa ganó 100 veces más que su apuesta inicial.
Desde el 23 de marzo de 2020, la Reserva Federal pone los grandes recursos frente a la caída de Wall Street (que en sí misma para el resto de la sociedad no es dramática) y, en tres meses, compra a los bancos títulos de deuda por un monto de 3 billones de dólares, lo que provocó una remontada de las cotizaciones bursátiles. Entre el 17 de marzo y el 5 de junio, Wall Street recuperó el nivel que precedía al 17 de febrero.
Una precisión técnica importante, la FED compra principalmente títulos de deuda pública (en mucha mayor cantidad que las obligaciones de las empresas privadas que también compra). Como la FED compra esos títulos públicos (treasuries) a los bancos, éstos pueden utilizar el dinero recibido como les parezca bien: comprar obligaciones de empresas privadas es una de sus actividades o prestarles directamente dinero. Así pues, la compra a los bancos de los títulos de la deuda pública constituye el principal instrumento utilizado por la FED para inyectar medios financieros suplementarios en los mercados financieros en beneficio de los bancos, de los grandes fondos de inversión y de las grandes empresas privadas ya sean industriales, comerciales o de otro tipo. Durante los últimos meses, ha comenzado también a comprar títulos financieros privados: obligaciones de empresas y productos estructurados (CDO, CLO, MBS, CMBS, …).
El director de la FED dejó muy claro que se trataba de evitar un hundimiento del mercado de las deudas privadas de las grandes empresas (el corporate bond market). Y desde este punto de vista, por el momento, las cosas le han salido bien [13] .
Recordemos que una obligación constituye un título de deuda (un reconocimiento de deudas) emitido por una empresa. Esta obligación es al portador y da derecho a un porcentaje de interés anual. Cuando la obligación llega a su plazo previsto de vencimiento (este plazo puede variar de un año a 30 años, incluso más), la empresa que la ha emitido debe pagar el valor nominal, es decir la suma que está impresa en el título, que antaño era un documento en papel. Mientras tanto la obligación ha podido cambiar de propietario decenas, centenares o miles de veces. El mercado obligatario es el “lugar” en el que las obligaciones se compran y se venden.
Gracias a la afluencia de dólares provenientes de la Reserva Federal, las grandes empresas, aunque en dificultades, han podido seguir pidiendo préstamos en los mercados en forma de venta de obligaciones (corporate bonds) que emiten. Es el caso de grandes bancos como Citigroup (tercer banco estadounidense en términos de tamaño), Wells Fargo (cuarto banco), Morgan Stanley (sexto banco). Citigroup y Wells Fargo han emitido obligaciones que vencerán en 2051. Northrop Grumman, una de las compañías de material militar más importantes del mundo, emitió obligaciones que vencen en 2050. Intel, la mayor empresa de semiconductores de EE. UU., emitió obligaciones a 30 años. Fox, Walt Disney, Coca-Cola, UPS, también han emitido obligaciones a largo plazo.
Estos títulos se vendieron fácilmente porque ofrecían rendimientos significativamente más altos que los títulos de deuda pública que están cerca del 0%. Incluso se volvieron muy atractivos … Cuando los grandes fondos de inversión se tranquilizaron definitivamente sobre las intenciones de la Reserva Federal, que les mostraba que haría todo lo posible para salvar el mercado de obligaciones (el corporate bond market), comenzaron a recomprar en el mercado secundario obligaciones recién emitidas aceptando pagar más que el precio de emisión.
Por ejemplo, las obligaciones vendidas por Morgan Stanley el 19 de marzo (en plena caída bursátil) por un monto total de 2 mil millones de dólares, se revendían un 50% más caras el 12 de junio de 2020. En pocas palabras, un bono de 100 dólares que Morgan Stanley vendió el 19 de marzo por 98 dólares se revendía el 12 de junio por 148 dólares. El 24 de marzo de 2051, cuando el último titular de un bono de Morgan Stanley emitido el 19 de marzo de 2020 se presente para el reembolso de su inversión, podrá exigir recibir 100 dólares. Mientras tanto, el precio de este bono habrá cambiado significativamente según las circunstancias. Actualmente, está completamente sobrevaluado como resultado de la nueva ola de compra de obligaciones favorecida y querida por la FED.
Hay que señalar que un especulador (se trata generalmente de una gran empresa financiera privada: un banco, un fondo de inversiones, un hedge fund) que compra una obligación de un valor nominal de 100 al precio de 150 cuando esto da derecho a un interés anual del 6%, si espera el pago del cupón anual cobrará un rendimiento del 4% [14], lo que es ventajoso en relación con el rendimiento de un título del tesoro americano que generalmente varía entre el 0% y el 1%. Si el precio de la obligación cae con fuerza en el mercado obligatorio, el especulador que la compra a 60, cobrará un interés del 6% calculado sobre el valor nominal de 100, lo que le dará un rendimiento del 10%. Por otra parte el especulador puede ganar o perder en el momento de la reventa de la obligación (antes de la fecha de vencimiento), si compra a 100 en el momento de la emisión y la revende a 150 en pleno boom del precio como ocurre actualmente hará un beneficio de 50. Si quien la compra a 150 se ve luego sorprendido por un movimiento de caída del precio en el mercado obligatorio y decide revender, puede “sufrir” una pérdida. Si teniendo necesidad de liquidez para devolver una deuda, debe revender la obligación por ejemplo a un precio de 120, habrá perdido 30 en relación al precio que ha pagado.
También podría mencionar las obligaciones emitidas por Intel en marzo de 2020 a un precio de 98 dólares que se revenden a 144 dólares y que vencerán el 25 de marzo de 2060. Aún más sorprendente, como una indicación de la naturaleza ficticia de este tipo de capital: los títulos podridos vendidos por Avis Budget Car Rentals, que está al borde de la bancarrota, se venden a un 15% más que su valor nominal [15]. Así pues, una obligación de 100 dólares emitida por Avis en mayo de 2020 se vendió por 115 dólares a principios de junio, cuando sabemos que esta empresa podría ir a la bancarrota antes de que venza la obligación dentro de 5 años.
Las obligaciones emitidas por la compañía de automóviles Ford en abril de 2020 cuando estaban rebajadas por las agencias de calificacióna la categoría de bonos basura (junk bonds) se vendían a principios de junio un 19% más caras que en el momento de su emisión. Lo mismo ocurre con las obligaciones emitidas por Viking, una compañía especializada en cruceros (también al borde de la bancarrota), que recientemente se han apreciado en un 15%.
Prosecución a muy gran escala de la especulación en el mercado obligacionista con una sobreevaluación impresionante del precio de los títulos financieros
Tenemos aquí la prueba evidente de la prosecución a muy gran escala de la especulación en el mercado obligacionista con una sobrevaloración impresionante del precio de los títulos financieros. Se supone que los mercados son capaces de medir la solvencia de una empresa emisora de deuda. Sin embargo, en realidad, a las y los grandes compradores en los mercados financieros les importa muy poco la solidez de las empresas que solicitan préstamos, para ellos se trata de obtener ganancias a corto plazo. Consideran que siempre podrán revender a tiempo los títulos emitidos por compañías en dificultades.
Mientras que algunos usan la expresión “dinero de helicóptero a favor de la gente«para designar la política de la administración Trump y la FED para enfrentar la crisis económica actual, debemos denunciar el»dinero de helicóptero a favor de Wall Street», por las impresionantes y generosas cantidades puestas a disposición del gran capital estadounidense que domina la Bolsa de Nueva York.
Si la Reserva Federal no hubiera puesto los “grandes medios” para evitar dificultades y pérdidas a Wall Street, los grandes accionistas habrían tenido que registrar pérdidas muy grandes, lo que no habría sido en absoluto una tragedia.
Porqué hablar de “capital riesgo” si no hay ningún riesgo real para las y los capitalistas?
¿Por qué hablar de «capital de riesgo» si no existe un riesgo real porque el Estado protector siempre está ahí para absorber y socializar las pérdidas de las y los capitalistas? Estos pueden agradecer tanto a la FED como a los líderes republicanos y demócratas haberles permitido no «sufrir» y, por el contrario, aumentar aún más su parte del pastel. Las desigualdades están aumentando y el 1% más rico está fortaleciendo sus privilegios, sus ganancias y su patrimonio.
Como muestra la caída de casi el 6% en Wall Street el 11 de junio de 2020, un «accidente» financiero puede sacudir una vez más a Wall Street, que se encuentra sentado sobre una montaña de deudas privadas.
Este accidente financiero ha podido ser provocado por grandes accionistas y/o hedge funds que quieren embolsarse la diferencia entre el precio al que han comprado las acciones cuando bajaban o cuando comenzaban a subir y el precio que habían alcanzado en el momento más alto el lunes 8 de junio de 2020. Quienes han vendido grandes paquetes de acciones el martes 9 de junio por la mañana han embolsado una gran suma que eventualmente han reinvertido el viernes 12 de junio volviendo a comprar las mismas acciones a un mejor precio, lo que les ha procurado un beneficio.
De todas formas, pueden contar con la buena voluntad de la FED y del tándem republicano-demócrata que harán lo necesario para que todo continúe funcionando para lo mejor en el mejor de los mundos … al menos para el Gran Capital.
Del lado de los grandes bancos
A partir del mediados del primer trimestre de 2020, cuando el curso de las acciones en bolsa se hundía y cuando la cosa empezaba a oler a quemado, los bancos se apresuraron a distribuir dividendos. A la vez que declaraban haber realizado 18.500 millones de beneficios (es decir el 70% menos que en el primer trimestre de 2019), distribuyeron a sus accionistas dividendos por un montante que representa casi el doble, es decir, 32.700 millones de dólares. También han aumentado con fuerza las provisiones para pérdidas: éstas han pasado de 13.900 millones de dólares en el primer trimestre de 2019 a 52.700 millones de dólares en el primer trimestre de 2020, es decir casi cuatro veces más. En resumen, han distribuido un máximo de dinero a sus accionistas y han declarado beneficios a la baja en particular aumentando las provisiones para pérdidas, lo que les permitirá pagar aún menos impuestos sobre los beneficios. Esto lleva a la autoridad de control, la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), a pedirles explicaciones [16] . Se puede apostar que no habrá ninguna sanción.
Las clases populares víctimas del sistema deuda
En proporción a sus ingresos que se reducen, los montantes de deudas a pagar tienen un gran peso en los hogares de las clases populares. Durante la crisis precedente, la que comenzó en 2006-2007, las deudas hipotecarias representaban el principal problema para los medios populares. En EEUU, 12 millones de familias fueron expulsadas de su vivienda tras 2008 porque no llegaban a reembolsar su préstamo hipotecario.
En la fase que siguió, fueron las deudas de las y los estudiantes las que más aumentaron: se duplicaron en diez años alcanzando más de 1.650 millardos de dólares (1 650 000 000 000 US$). Es frecuente ver a contribuyentes que se hunden bajo el peso del reembolso de una deuda contratada para realizar estudios universitarios por un montante superior a 50.000 dólares. En el marco del CARES Act, no hay ninguna medida de anulación de las deudas estudiantiles. Hay, como mucho, la posibilidad de retrasar temporalmente pagos si una demanda es presentada en buena y debida forma.
Las deudas de consumo han aumentado también, lo que muestra bien la caída del poder de compra de las familias populares. En fin, las deudas para la compra de un coche han aumentado también.
Es sorprendente constatar que los hogares populares hacen muy poco uso de la posibilidad de posponer el pago de sus deudas. Prefieren continuar reembolsando sus créditos utilizando una parte del cheque único de 1.200 dólares al que, en algunos casos, se añade un suplemento por paro de 600 dólares por semana. Los bancos están contentos, las sociedades inmobiliarias también. Las y los “pobres” son buenos pagadores.
La ausencia de asunción de los derechos sociales en la respuesta a la crisis sanitaria
Está muy claro que esta política no se parece en nada al New Deal de Franklin Roosevelt aplicado desde 1933 [17] y al keynesianismo en boga hasta la década de 1970. Esta vez no hay ningún progreso en los derechos sociales, ni imposición de una fuerte disciplina financiera a los bancos, ni se imponen esfuerzos fiscales a las y los ricos, por solo tomar tres criterios.
Recordemos que en el marco del New Deal en los Estados Unidos y de las políticas keynesianas que se extendieron a Europa occidental después de la Segunda Guerra Mundial bajo la presión de importantes movilizaciones populares, los derechos sociales mejoraron significativamente, se estableció una protección social importante, los bancos de inversiones fueron separados de los bancos de depósito, la tasa de imposición de las rentas más elevadas alcanzó el 80% en los Estados Unidos. Podríamos agregar que las desigualdades en la distribución del ingreso y el patrimonio se redujeron, que en Europa occidental se nacionalizaron sectores clave de la economía (Francia, Italia, Gran Bretaña, etc.); que el sistema de salud pública se desarrolló netamente (establecimiento del Servicio Nacional de Salud National Health Service en el Reino Unido en particular), etc.
En esa época el Gran Capital había estado obligado a hacer concesiones a las clases populares que se habían movilizado con fuerza. El gobierno del presidente Roosevelt, que quería reformar el capitalismo para salvarlo y consolidarlo, había tenido que enfrentarse al Tribunal Supremo que había intentado derogar varias de sus decisiones. Roosevelt, presionado por la radicalización hacia la izquierda de las clases populares, había logrado contrarrestar las decisiones del Tribunal Supremo y había impuesto medidas fuertes incluso permitiendo a los sindicatos reforzarse en las fábricas y a las y los trabajadores recurrir a las huelgas para obtener concesiones de la patronal. Fué también bajo la presión de huelgas y de movilizaciones como en 1936, en Francia, el gobierno del Frente Popular había concedido las vacaciones pagadas. Igualmente, en Francia, en Italia, en Bélgica, después de la Segunda Guerra Mundial, los gobiernos hicieron concesiones a las clases populares para garantizar la paz social y avanzar en la reconstrucción de las economías a la vez que evitaban el desencadenamiento de un proceso revolucionario en un contexto en el que una parte de las clases populares disponía de armas obtenidas durante la resistencia armada contra la ocupación nazi.
Nada de esto está en la agenda de las y los gobernantes ni en la de las y los dirigentes y propietarios de grandes empresas. Por el contrario, ven en esta crisis una nueva oportunidad para aumentar la precarización de los contratos de trabajo, para reducir el costo salarial: tanto las cotizaciones patronales como los salarios netos. Es también la ocasión de despedir masivamente personal a la vez que se perciben las ayudas del Estado. Grandes empresas en los Estados Unidos y en Europa están anunciando planes de despidos que afectan a miles o decenas de miles de trabajadores y trabajadoras.
Conclusión
Los gobiernos y el Gran Capital solo abandonarán la prosecución de esta ofensiva contra los intereses de la abrumadora mayoría de la población si movilizaciones muy poderosas les obligan a hacer concesiones.
Entre los nuevos ataques a los que hay que resistir se encuentran: la aceleración de la automatización/robotización del trabajo; la generalización del teletrabajo en el que las y los asalariados están aislados, son aún menos dueños del tiempo y deben asumir ellos mismos una serie de costos ligados a sus herramientas de trabajo que no deberían asumir si trabajaran físicamente en la empresa; nuevos ataques contra la enseñanza pública y un desarrollo de la enseñanza a distancia que aumenta las desigualdades culturales y sociales; el refuerzo del control sobre la vida privada y sobre los datos privados; el refuerzo de la represión, …
Los gobiernos y el Gran Capital solo abandonarán la prosecución de esta ofensiva contra los intereses de la abrumadora mayoría de la población si movilizaciones muy poderosas les obligan a hacer concesiones
La cuestión de las deudas públicas vuelve al centro de lo que está en juego en las batallas sociales y políticas. Hoy, las deudas públicas se disparan pues los gobiernos recurren masivamente al endeudamiento para evitar poner impuestos a la gente rica [18] en la lucha contra los efectos de la epidemia Covid-19 y pronto, con el pretexto de reembolsar esas deudas, retomarán la ofensiva austeritaria. En consecuencia, la lucha por la anulación de las deudas públicas ilegítimas debe tomar un nuevo vigor. Las deudas privadas ilegítimas reclamadas a las clases populares van también a tener un peso cada vez mayor en la vida cotidiana. Habrá que reforzar el combate por su anulación.
CC – Flickr : Jeanne Menjoulet
Las luchas que han estallado en varios continentes durante el mes de junio de 2020, en particular las luchas antirracistas masivas con el lema de Black Lives Matter, muestran que las clases populares y la juventud no aceptan la prosecución del statu quo.
Hay que contribuir todo lo posible a que un nuevo y poderoso movimiento social y político que http://www.cadtm.org/Relanzar-un-po… sea capaz de ayudar a la convergencia de las luchas sociales y de contribuir a la elaboración de un programa de ruptura con el capitalismo planteando soluciones anticapitalistas, antirracistas, ecologistas, feministas y socialistas.
Es fundamental movilizarse por la socialización de los bancos con expropiación de las y los grandes accionistas https://www.cadtm.org/Como-podria-funcionar-un-sistema-bancario-socializado , por la suspensión del pago de la deuda pública durante el tiempo necesario para la realización de una auditoria con participación ciudadana con vistas a repudiar la parte ilegítima de la deuda, por la imposición de un impuesto de crisis muy elevado sobre la gente más rica, [19] por la anulación de las deudas reclamadas de forma ilegítima a las clases populares (deudas estudiantiles, deudas hipotecarias abusivas…), por el cierre de las Bolsas de valores que son lugares de especulación, por la reducción radical del tiempo de trabajo (con mantenimiento de los salarios) a fin de crear un gran número de empleos socialmente útiles, por el aumento radical de los gastos públicos en salud y educación, por la socialización de las empresas farmacéuticas y del sector de la energía, por la relocalización de un máximo de producción y el desarrollo de circuitos cortos y toda una serie de otras demandas esenciales.
El autor agradece la lectura y sugestiones de Anne-Sophie Bouvy, Nathan Legrand, Brigitte Ponet y Claude Quémar así como a las personas que traducen este artículo.
Notas
[1] Militantes de la izquierda en los Estados Unidos no dudan en hablar de “levantamiento” subrayando la amplitud del movimiento (están implicados todos los Estados, incluyendo pequeñas ciudades sin población negra, etc.) y su alcance : puesta en cuestión suficientemente fuerte de la supremacía blanca como para que una fracción importante de la clase dominante esté dispuesta a aceptar el compromiso ; tentativas de la clase dominante de limitar los cambios previstos a retiradas de estatuas y reformas superficiales de la policía como la prohibición de la utilización de este o aquel método de estrangulamiento, la disminución de los presupuestos de policía y su parcial desmilitarización -donde las reivindicaciones más radicales pero audibles del movimiento son retirar completamente la financiación de la policía y reemplazarla por servicios de mediación de proximidad, o también en lo que se refiere a la historia, no limitase a cuestionar la historia esclavista sino el conjunto de la historia racista e imperialistas de los Estados Unidos.
[2] La frase original en inglés es “The problem is that we all too often have socialism for the rich and rugged free enterprise capitalism for the poor”. Fuente: Dr. Martin Luther King, Jr.: ’Socialism for the Rich, Rugged Individualism for the Poor’? – Truth or Fiction? https://www.truthorfiction.com/dr-martin-luther-king-jr-socialism-for-the-rich-rugged-individualism-for-the-poor/ y https://twitter.com/KaseyKlimes/status/821836823022354432?ref_src=twsrc%5Etfw%7Ctwcamp%5Etweetembed%7Ctwterm%5E821836823022354432&ref_url=https%3A%2F%2Fwww.truthorfiction.com%2Fdr-martin-luther-king-jr-socialism-for-the-rich-rugged-individualism-for-the-poor%2F . El senador Bernie Sanders, entre otras personas, hace regularmente referencia a ella. Existen diferentes versiones de la misma declaración
[3] Una stock option es una forma de remuneración variable asignada por las y los accionistas a las y los dirigentes de la empresa. Este sistema permite a las y los dirigentes de una empresa comprar acciones de ésta en una fecha y a un precio fijados de antemano. El hecho de poder, la mayoría de las ocasiones, comprar a un precio más bajo que el del mercado permite la realización de un beneficio en la reventa
[4] Alrededor de 80 millones de contribuyentes tienen derecho al cheque único de 1.200 dólares. Hay que señalar que la administración federal ha enviado por error el cheque de 1.200 dólares, por un montante total de 1.400 millones de dólares, a más de un millón de contribuyentes que ya han fallecido.
[5] CNBC, “Millions of Americans will fall off an ‘income cliff’ when extra $600 in unemployment benefits ends next month», publicado el 23 de junio de 2020, https://www.cnbc.com/2020/06/23/millions-face-income-cliff-next-month-when-extra-600-dollars-in-ui-ends.html consultado el 4 de julio de 2020
[6] https://www.congress.gov/116/bills/s3548/BILLS-116s3548is.pdf
[7] ‘one of “the largest corporate bailouts” in “American history” that only provided only “crumbs for our families.”’. Https://theintercept.com/2020/04/09/coronavirus-stimulus-package-congress-vote/
[8] Ver Financial Times “Wall Street wallets open to Ocasio-cortez’s rival” 19 junio de 2020 y New York Post, “AOC rival Michelle Caruso-Cabrera gets massive donation from Wall Street giants”, 18 junio 2020 https://nypost.com/2020/06/18/michelle-caruso-cabrera-getting-major-funding-from-wall-street-giants/
[9] “It’s not surprising that Republicans would finance the campaign of a life-long Republican in a Democratic primary,” Ms Ocasio-Cortez told the FT in an email. “While we have pushed against corporate power with policies that favour everyday working Americans, those donors prefer to bankroll a candidate who answers to Wall Street over the needs of our constituents.”
[10] En esto obtienen lo que compañías europeas como Air France-KLM o Lufthansa han obtenido también.
[11] Con fecha de 4 julio, en el momento de escribir estas líneas, según las informaciones disponibles, el montante total de los gastos que implica el Cares Act podría finalmente alcanzar los 3 billones de dólares.
[12] Financial Times, “Inside Bill Ackman’s $2.6bn big short”, 10 abril 2020 https://www.ft.com/content/70a5566c-5c02-4dcd-9360-c2b0001f2f29
[13] Robert Brenner en el artículo citado ya anteriormente expresa la misma opinión.
[14] En este caso teórico, la o el poseedor de una obligación recibe la suma de 6 dólares equivalente al 6% de 100 dólares (el valor nominal de la obligación) cuando el precio pagado por adquirir la obligación es de 150. El cálculo es por tanto: 6 dividido entre 150 multiplicado por 100=4% lo que da el rendimiento del 4%. En inglés este rendimiento es llamado yield que es por tanto diferente de la tasa de interés anual que está calculada sobre el valor nominal del título cualquiera que sea el precio que ha sido pagado para adquirirlo. Si la o el portador de la obligación de un valor nominal de 100 dólares la ha adquirido al precio de 60 dólares, recibirá el 6% de 100 dólares, es decir la suma de 6 dólares que representará un rendimiento (Yield) del 10%.
[15] Financial Times, «Investors enjoy equity-like gains from rocketing bonds» 13-14 junio 2020
[16] Financial Times, “US banks face scrutiny after dividends exceed profits”, 17 de junio de 2020.
[17] Sobre la New Deal, leer Howard Zinn (1967), New Deal Thought, Indianapolis, Bobbs-Merill Company, vuelto a imprimir en 1988
[18] Además, los gobiernos como el de Washington no dudan en hacer enormes regalos fiscales a la gente más rica y a las grandes empresas privadas.
[19] Además, los gobiernos como el de Washington no dudan en hacer enormes regalos fiscales a la gente más rica y a las grandes empresas privadas.
Traducido por Alberto Nadal
Eric Toussaint, doctor en Ciencias
políticas de la Universidad de Lieja y de la Universidad de París VIII, es el
portavoz del CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC
Francia.
Es autor de diversos libros, entre ellos: Sistema Deuda. Historia de las deudas soberanas y su
repudio, Icaria Editorial, Barcelona 2018; Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona
2015; Una mirada al retrovisor: el
neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad, Icaria,
2010; La Deuda o la Vida (escrito
junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global, El Viejo Topo,
Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las
finanzas contra los pueblos, Gakoa, 2002. Es coautor junto con
Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique, Le
Seuil, París, 2012. Coordinó los trabajos de la Comisión de la Verdad Sobre la
Deuda, creada por la presidente del Parlamento griego. Esta comisión
funcionó, con el auspicio del Parlamento, entre abril y octubre de 2015. El
nuevo presidente del Parlamento griego anunció su disolución el 12 de noviembre
de 2015.