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La Primera y la Segunda Guerra Mundial: germen de la contrarrevolución y la contrainsurgencia

Fuentes: Rebelión

Introducción

La actitud que la clase trabajadora tomó frente a la Primera y la Segunda Guerra Mundial, siendo estas guerras imperialistas, no sólo repercutiría sobre las clases dominantes, sino también sobre el futuro de la propia clase trabajadora.

En tal sentido, el debate histórico que tendría lugar entre los partidos de la Segunda Internacional entre 1907 y 1917, uniría la cuestión de la futura guerra con una discusión más amplia sobre si la organización de los trabajadores debía ser un instrumento de reforma del orden burgués o su sepulturera.

De manera que, conforme al paso del tiempo de la Primera Guerra Mundial, después de que la euforia nacionalista inicial se evaporara en medio del hambre, la muerte y la destrucción, la tregua social se rompería en todo el continente.

Expresión de ello serían los motines que se darían en los ejércitos franceses, alemanes, austriacos y rusos; las marchas del hambre y huelgas en las fábricas; la caída del zarismo en Rusia; la disolución del Imperio austro-húngaro; la caída del sultanato otomano; la abdicación del Kaiser alemán; el advenimiento de la revolución en las ciudades del centro, oriente y suroriente de Europa. Hasta llegar finalmente, el éxito de la revolución encabezada por los bolcheviques en Rusia.

De suerte que, todos esos acontecimientos serian un intento por parte de las poblaciones explotadas de esa parte de Europa y Asia por encontrar soluciones alternativas a la intensificación de la crisis estructural del capitalismo y a la anarquía probélica del orden internacional establecido por la burguesía.

De ahí que, ante la abdicación de la mayoría de la Segunda Internacional frente a la razón de estado de las clases dominantes nacionales, en 1914 se daría la organización de la Tercera Internacional, a partir de la cual se daría la formación de partidos comunistas en todo el mundo para oponerse a las desacreditadas organizaciones socialdemócratas.

Y de ahí, tomaría forma la resistencia de las clases obreras frente a la tendencia hegemónica de la burguesía, mientras que, la joven república soviética lograría sobrevivir pese a los esfuerzos concentrados de las potencias imperialistas para destruirla, hasta constituirse en un formidable obstáculo en la consecución de los designios imperialistas, especialmente para el capital europeo.

Así pues, ambas tenían que ser, si no eliminadas, por lo menos neutralizadas antes de que cualquier potencia imperialista pudiera contemplar seriamente la idea de empezar otra guerra internacional.

Y para tales efectos, se prepararía y se desencadenaría la Segunda Guerra Mundial. Por lo que, la historia de la Segunda Guerra Mundial será no sólo la de una creciente diferenciación explosiva de intereses nacionales de la burguesía mundial, sino también la de sus sostenidos y más o menos afortunados esfuerzos por eliminar la resistencia de la clase obrera y la naciente república soviética. En otras palabras, será también una historia de contrarrevolución y contrainsurgencia.

El germen de la Contrarrevolución

En el caso específico de la contrarrevolución, el momento histórico decisivo para su formación sería el año 1914, con la Primera Guerra Mundial. A partir de la abdicación de grandes fracciones de las capas dirigentes del movimiento obrero y de sectores clave de la intelectualidad liberal ante el colonialismo, el imperialismo y la guerra.

Ya que significaron una aceptación de la violencia, las matanzas, el nacionalismo y el racismo, así como de la restricción de los derechos civiles y de la clase trabajadora (es decir una aceptación del cuestionamiento de los logros de civilización durante muchas generaciones) por motivos de la Realpolitik dictada por las burguesías nacionales.

Escenario dentro del cual, las luchas anti-colonialistas se convertirían en aliadas cruciales del proletariado en los países capitalistas avanzados. Toda vez que, masacres como la de Amritsar en India y el surgimiento del Movimiento del 4 de mayo en China, ocurrirían durante las deliberaciones de paz en Versalles1.

El germen de la Contrainsurgencia

Mientras que, para el caso de la contrainsurgencia, sería de gran relevancia para su desarrollo, los escalones hacia la Segunda Guerra Mundial. Tales como la masacre de comunistas y militantes obreros realizada por Chiang Kai-shek en Shanghái en 1927; el surgimiento del fascismo en Italia y Alemania en los años veinte y treinta; la caída de la república española, así como el fracaso del Frente Popular en Francia.

Así como, también sería de gran relevancia para le experiencia contrainsurgente, el fracaso de la huelga general británica y el dominio absoluto impuesto por la burocracia del Committe for Industrial Organization (CIO) sobre la creciente militancia de la clase obrera americana2.

De forma que, tras la Primera y la Segunda Guerra Mundial, que condujeron a la revolución, o al menos a reformas drásticas en el bando perdedor, la clase dominante de los estados imperialistas, de manera individual y colectiva, perfeccionarían el uso de la contrarrevolución, así como la contrainsurgencia.

Ramón César González Ortiz, licenciado en Sociología y maestro en Estudios Políticos por la UNAM. 

1 La guerra de 1914 se inició con el disparo de un joven bosnio contra el futuro emperador de Austria, considerado como la personificación de la opresión nacional y la injusticia social. Terminó con la fracasada intervención de los estados liberales occidentales al lado de la contrarrevolución en la guerra civil de Rusia.

Mandel Ernest. El significado de la Segunda Guerra Mundial. La Oveja Roja, 2015 Colección Viento Sur.

Los defensores del imperialismo también adoptarían “la geopolítica”, orientada a la disputa por la hegemonía mundial. La geopolítica, entendida en términos “clausewitzianos” de la guerra por otros medios, a menudo, conduciendo a estallidos de hostilidades entre las potencias.

Sus orígenes se encuentran en los Estados Unidos y en Alemania en la década de 1890 y, coinciden con el desarrollo de ambas naciones como potencias imperiales. En Estados Unidos, quienes primero escribieron acerca de geopolítica fueron Charles Conant y Brooks Adams ( La base económica del imperialismo,1898 y El Nuevo Imperio,1902, respectivamente). Ambos libros promovieron la hegemonía político-económica de Estados Unidos en gran parte del mundo, sobre todo en el Pacífico.

El fundador de la escuela alemana de Geopolitik fue Friedrich Ratzel, que en la década de 1890, que acuñó el término Lebensraum, “espacio vital”, como un imperativo de la política alemana. “En este pequeño planeta”, escribió Ratzel, “solo hay espacio para un único gran estado.”

John Bellamy. Geopolítica: “Revolución y contrarrevolución, 1917-2017”. 28 JULIO, 2017. PDF.

2 Los marxistas revolucionarios, como Trotsky, que comprendieron esto claramente y lo dijeron repetidamente desde los primeros años treinta, demostraron más visión de futuro que quienes esperaron la Guerra Fría y el conflicto coreano para redescubrir la naturaleza estructuralmente bárbara del imperialismo como sistema, no limitado a una forma política específica del Estado burgués o a una clase dominante nacional particular. De suerte que, la afirmación de que el sustrato real de la Segunda Guerra Mundial radicó en el establecimiento de la hegemonía mundial de una potencia imperialista, y que la guerra constituyó también la culminación de un proceso contrarrevolucionario no puede aplicarse, por supuesto, solo al particularmente detestable papel desempeñado por Hitler y el nazismo alemán en el desencadenamiento de una nueva guerra mundial.

Sino que, por el contrario, debe de ser una afirmación general acerca del imperialismo como forma específica de capitalismo generada por la contradicción fundamental entre internacionalización y socialización del proceso productivo, por un lado, y su continua organización en función a intereses privados y nacionales, por otro

Mandel Ernest. El significado de la Segunda Guerra Mundial. La Oveja Roja, 2015 Colección Viento Sur.

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