Las acampadas de la Puerta del Sol, y de otras ciudades españolas, ocupan aun titulares en las agencias de Prensa internacionales. De una cobertura limitada, han pasado a las primeras planas, incluso en medio de las elecciones municipales y autonómicas españolas, que han demostrado que no se elige entre lo malo y lo peor, sino […]
Las acampadas de la Puerta del Sol, y de otras ciudades españolas, ocupan aun titulares en las agencias de Prensa internacionales. De una cobertura limitada, han pasado a las primeras planas, incluso en medio de las elecciones municipales y autonómicas españolas, que han demostrado que no se elige entre lo malo y lo peor, sino entre variables de explotación capitalista que enfocarán a los beneficiados con una u otra sombra de legitimación.
Como lo dije antes, la reacción de los «indignados» revela un tope de contención ante las sucesivas agresiones que el neoliberalismo ha venido acelerando. Algunos insisten en ser apolíticos, como si no hubiese contradicción en las causas político-sociales del descontento y las circunstancias de crisis, de despido, de alienación masiva en que se han visto envueltos sin remedio. Se han adaptado de tal modo a convivir con el capitalismo, que acuden a sus propios mecanismos de legitimación para enfrentarlo e incluso para llamar a soluciones. Un portavoz del Movimiento 15-M declara que no tienen responsabilidad en la debacle del PSOE y que «los partidos deben asumir sus responsabilidades». [http://www.publico.es/espana/377956/el-15-m-elude-cualquier-responsabilidad-en-las-elecciones-elecciones2011]
La responsabilidad de los Partidos de la Democracia liberal se concreta, sin embargo, en ganar elecciones, más que en hacer efectivas las políticas públicas. El record de abstenciones y el ligero índice de subida de otras coaliciones partidistas muestra hasta qué punto sucesos como este sí pueden incidir en el proceso electoral, aunque los resultados apunten al peor de los peores.
En otras ciudades españolas, como en Sevilla, miembros de sindicatos impiden que miembros de otros sindicatos se pronuncien, en nombre de la no militancia en sindicatos y organizaciones políticas. Se trata de un síntoma de descontento que, como lo prevén algunos de sus integrantes, necesita otros niveles de incremento y concientización. Que se disuelva o no, que se viabilice en resultados concretos o sea al fin el simbólico gesto social de anunciar que la rebelión es posible, es algo que estará por definir en los próximos días. De momento, parece juicioso que se orienten hacia alternativas de lucha más allá de la manifestación, más allá de reformas inmediatas que no cortarán el curso del Sistema. Salir, siquiera a largo plazo, del anticapitalismo simbólico.
En cuanto a la derrota del PSOE, trae a primer plano al menos dos falsos positivos: una presunta victoria del PP y un pretendido carácter socialista de un Partido que solo defiende los intereses de la clase explotadora. El PSOE asumió, como corresponde a una entidad política de su tipo en épocas de crisis, la responsabilidad de los recortes y despidos y ese el castigo que los votantes le devuelven. Ping-pong electoral, dado el caso. Decía Isaac Rosa en su columna de Público, que la población española despertaba de una resaca de cuatro años con un desconocido en la cama y un tatuaje en la piel. [http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/05/23/cuando-desperto-el-alcalde-estaba-alli]
Pero acaso la frase con que el PSOE deba desafiar al PP sea:
-¡Vinieron a perder, pero no los dejamos!
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