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Entrevista a Guillermo Almeyra, columnista internacional de La Jornada

«La real fuerza del gobierno que son los trabajadores no participan en el diálogo»

Fuentes: Rebelión

Mario Hernandez (MH): Como habíamos anticipado estamos en comunicación con Guillermo Almeyra, en un día no habitual porque generalmente lo hacemos los miércoles, pero no queríamos dejar pasar la semana sin abordar la situación en Venezuela teniendo en cuenta que hoy se cumple el 12º aniversario del frustrado golpe de Estado contra Chávez en 2002, […]


Mario Hernandez (MH): Como habíamos anticipado estamos en comunicación con Guillermo Almeyra, en un día no habitual porque generalmente lo hacemos los miércoles, pero no queríamos dejar pasar la semana sin abordar la situación en Venezuela teniendo en cuenta que hoy se cumple el 12º aniversario del frustrado golpe de Estado contra Chávez en 2002, al mismo tiempo que diste a publicidad un artículo muy importante conceptualmente «Avanzar o retroceder hacia el abismo». Sobre estos temas queríamos hablar hoy teniendo en cuenta que ayer, bajo el patrocinio de Unasur y El Vaticano, comenzó finalmente el diálogo entre el gobierno y un sector de la oposición.

 

Guillermo Almeyra (GA): Ayer la oposición mostró sus diferencias. Algunos decían que no tenía sentido ir al diálogo aunque lo hicieron, que no creían que fuera ninguna solución, otros más posibilistas le pedían al gobierno que resolviera una serie de problemas que le plantearon pero, en general, la oposición se caracterizó por no rechazar o repudiar ninguno de los hechos golpistas o de violencia que ha habido en Venezuela.

No repudiaron el golpe contra Chávez en 2002, tampoco los asesinatos ni los crímenes terroristas de los no participantes en el diálogo y que evidentemente son golpistas, ni a los francotiradores que asesinan gente, es decir, no repudiaron absolutamente nada.

Hay una especie de pacto tácito entre los que están negociando simplemente para tratar de sacar algo y debilitar al gobierno, si pueden, y los golpistas que esperan voltearlo por la fuerza con el desorden y el terrorismo.

Fue una primera ronda en la cual sin duda cada uno expuso sus posiciones básicas que en primer lugar demostró la desunión de la oposición, su heterogeneidad. En segundo lugar, la crisis en la que se encuentra porque evidentemente los golpistas, que no participaron, aunque son defendidos por los que sí lo hicieron, tiene una posición absolutamente distinta de éstos. En tercer lugar, la falta de propuestas concretas, no las hubo, sí críticas de todo tipo al gobierno.

En cuanto al gobierno hay cosas preocupantes. Es legítimo buscar un diálogo para tratar de dividir a la oposición entre quienes se apegan a la Constitución, de la cual todos hablaban pero cada uno la interpretaba como quería, y los que quieren medidas de fuerza inmediatas para dividir al Ejército, pero me parece utópico intentar centrar todo en una discusión que tiene como único aglutinante el hecho que sean todos venezolanos cuando hay una división de clase tal que se combaten entre sí sobre la base de la defensa de sus intereses. La nacionalidad no les interesa en lo más mínimo y, además, unos venezolanos recurren a EE. UU.

Ahí el problema no es que son todos venezolanos o que la paz sea la necesidad principal o que haya que eliminar la violencia, sino determinar quién y qué tipo de violencia llevan adelante los que no estaban presentes.

En el diálogo, por la parte de Maduro y el gobierno, no estaban los trabajadores, ni siquiera dirigentes sindicales de base. La fuerza real del gobierno es el apoyo de los trabajadores, pero no participan en el diálogo.

No hubo una sola referencia de Maduro ni de los dirigentes gubernamentales a cómo profundizar el proceso bolivariano. Solo uno, el canciller Jaua, dijo unas palabras sobre las Misiones y el Poder Popular que había tratado de fomentar Chávez, pero nadie se refirió a cómo y qué hacer en el presente al respecto.

Otro tema es la expectativa en la mediación papal. Evidentemente, el Papa no tiene ningún interés que haya una guerra civil en Venezuela, pero sí en el mantenimiento del orden capitalista, es decir, en un triunfo pacífico de los sectores más conservadores. La Iglesia está metida en eso como lo demostró la Conferencia Episcopal. No es un gran mediador El Vaticano ni el Nuncio.

A mi juicio, al diálogo le falta la pata principal y es que los venezolanos, no los aparatos del gobierno y la oposición, digan qué se puede discutir y qué se puede hacer. Le falta la intervención popular de la base del chavismo.

 

Es suicida tratar de combatir el fascismo solo con las Fuerzas Armadas

 

MH: Al comienzo hacía referencia a tu artículo «Avanzar o retroceder hacia el abismo» donde señalás muy fuertemente otro déficit de la política gubernamental señalando que «es suicida tratar de combatir a los fascistas solo con las FF. AA.»

 

GA: En primer lugar las FF. AA. no son unitarias, no hay una unidad, hay distintos tipos. Eso ya se vio aquí en los ’50 en la época peronista. Había militares peronistas y antiperonistas y entre los últimos quienes conciliaban con la oposición y querían un peronismo sin Perón como Lonardi, que dieron el golpe junto con los otros militares golpistas gorilas.

El Ejército se divide según las clases como la Iglesia, una cosa son los curitas de base, los seminaristas de base que se opusieron a la dictadura y otra la jerarquía que la apoyó. Son instituciones interclasistas pero al servicio del orden capitalista y con una política de su defensa. Son instituciones de orden y de represión, una física y la otra ideológica. Se dividen, es lógico que bajo la presión popular surjan sectores ligados a los trabajadores como el propio Chávez o los curas de la teología de la liberación, incluso algún obispo, pero son excepciones. El Ejército como tal es una institución de orden, capitalista y la inmensa mayoría de los oficiales sufre la influencia de las clases dominantes entre otras cosas porque están mezclados con ellas, mandan sus hijos a las escuelas más importantes, en las reuniones se codean con los notables de la oposición y tienen una mentalidad de orden, verticalista, que le da su propio oficio.

Es absurdo creer que las FF. AA. son una garantía en sí mismos. La garantía son las fuerzas populares que influyen con su movilización sobre las FF. AA. y también las dividen para evitar que haya golpistas en su seno o desenmascararlos. Ya han tenido que meter presos a tres generales de aviación y debe haber muchos más. También hay generales que entran en negociados hasta con el narcotráfico como se vio en México con quienes encabezaban la lucha contra aquél pero formaban parte, eran miembros.

 

MH: Tocaste México y tenemos pendiente un programa especial aprovechando que visitaste ese país, donde además viviste muchos años, en febrero. También estoy tratando de convocar al panameño Olmedo Beluche que estuvo recientemente invitado a un congreso partidario. Quisiera juntar las opiniones de ambos sobre México el próximo martes de 20:00 a 21:00 en «¿Sin salida?»

 

GA: Con mucho gusto.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.