Mario Hernandez.- Un tema que nos preocupa particularmente, porque mucho se habla que después de las elecciones de medio término en el mes de octubre, el gobierno argentino tiene intenciones de avanzar con una reforma laboral como la que votó el Senado en tu país en el pasado mes de julio. ¿De qué se trata […]
Ricardo Antunes.- La reforma del trabajo en Brasil tiene hasta el presente dos dimensiones muy profundas, que en verdad significa regresar a los trabajadores brasileños a una especie de esclavitud moderna.
La primera reforma ya aprobada hace muchos meses atrás es de tercerización total, hasta este momento solamente era posible tercerizar algunas actividades intermedias de una empresa, no las llamadas actividades llamadas «finales», ahora muchas cosas fueron cambiando y una empresa puede flexibilizar prácticamente todas sus actividades, lo que crea una situación muy grave porque en el espacio de trabajo tercerizado es donde la informalidad, la intensidad de la explotación, las enfermedades, las muertes, etc., ocurren con más intensidad.
En las últimas semanas hubo una segunda fase de la reforma del trabajo, que es mucho más nefasta porque significó destruir la columna vertebral de la legislación social protectora del trabajo en Brasil que empezó con el gobierno de Getulio Vargas.
Yo pienso que se puede hacer un paralelo de similitud con la realidad argentina. Desde el inicio del siglo XX, la clase obrera argentina, los y las trabajadores de tu país vienen conquistando derechos del trabajo, descansos semanales, derechos de vacaciones, salario igual para el mismo trabajo y otra serie de medidas que nosotros llamamos conquistas de los trabajadores contra la intensidad de la explotación.
La legislación aprobada por el gobierno contrarrevolucionario y golpista de Temer tiene 3 o 4 puntos fundamentales que para mí son los más nefastos. Primero, establece que un acuerdo negociado en la empresa pueda tener un valor superior al de la legislación, el negociado se sobrepone a lo legislado, eso significa que en una situación de crisis una empresa llama a sus trabajadores y les puede plantear qué prefieren, la desocupación o reducir la jornada de trabajo reduciendo el salario, frecuentemente los trabajadores aceptan la reducción de la jornada y también la reducción del salario para no perder el trabajo y no convertirse en un desocupado.
Esta prevalencia de lo negociado sobre lo legislado significa que todo puede ser cambiado por un grupo de trabajadores no necesariamente por el sindicato, que en las fábricas y empresas son los que tienen la representación de los trabajadores.
Segundo, la reforma laboral de Temer crea la posibilidad del trabajo intermitente que es una plaga global. Hay una experiencia en Inglaterra que se llama «Contrato de cero horas» para médicos, abogados, profesores, electricistas, niñeras, enfermeras; consiste en que cuando hay trabajo los trabajadores son llamados a trabajar, cuando no hay trabajo los trabajadores no son llamados a trabajar y si pasan 3, 4 o 5 días y no hay ningún trabajo, no reciben un centavo por estar esperando el llamado de trabajo.
Por esto es que digo que estamos retrocediendo a una situación de esclavitud moderna del trabajo. Que pueda ocurrir una situación de generalización del trabajo intermitente, ocasional, esporádico, es una tragedia.
El tercer punto sumamente negativo es el que debilita la organización sindical. En Brasil está la tentativa de esta contraofensiva neoliberal, que trata de destruir aún más los sindicatos para que no puedan representar con fuerza y con una perspectiva clasista al conjunto de los trabajadores y trabajadoras. Es una legislación del trabajo que destruye, aniquila todo aquello que se fue conquistando a lo largo de los años del siglo XX con las huelgas desde inicio de siglo, las huelgas del 1969 en Argentina como el Cordobazo y tantas otras huelgas generales que ocurrieron en Argentina por derechos laborales.
La propuesta que el presidente neoliberal, conservador y financista de la Argentina querrá hacer será muy semejante a la reforma que en realidad es una contrarreforma neoliberal para destruir las condiciones del trabajo en Brasil.
Ahora se prepara la tercera, que es la más brutal, la contrarreforma de la previsión social. Por su proyecto original, que ahora ha cambiado un poco, la propuesta del gobierno era aumentar el período de la edad para jubilarse que pasaría a ser para hombres y mujeres de 65 años al menos y 49 años de aportes para recibir una jubilación.
Para jubilarse con 65 años y con esa cantidad de años de aportes sería necesario haber estado empleado durante todos esos años, sin un día de estar desempleado. Como la nueva legislación aprueba el trabajo intermitente, probablemente la situación será trágica, sobre todo para muchos obreros y obreras, especialmente los fabriles, del mundo rural, la agricultura o también de los sectores de servicios como los call centers, telemárketers, la industria hotelera, fast food, hipermercados, etc. Si tiene trabajo intermitente tendrían que tener más de 100 años para tener derecho a acceder a la jubilación. Por lo tanto, esta es una fase de destrucción del trabajo, que solamente puede ser impedida con la organización de los sindicatos, con las luchas sociales, de los movimientos de desocupados, los movimientos sociales, con la rebelión de la juventud, con la clase obrera y con la crítica de todos aquéllos y aquéllas comprometidos con las luchas sociales, los intelectuales críticos, los docentes, etc.
La situación es profundamente destructiva y todo esto para pagar los intereses de los bancos dada la situación de endeudamiento del Estado y del sector financiero. Esta es la tragedia brasileña y solo una fuerte lucha social quizás logre revocar estas medidas que están siendo tomadas porque este gobierno es ilegítimo y golpista, así como el Parlamento. Centenas de parlamentarios brasileños están directamente involucrados en la corrupción.
El PT está involucrado en la corrupción, el PSDB también, pero más que estos dos, lo está el PMDB, el partido de Temer
Mario Hernandez.- Otro tema que quiero abordar es la condena por parte del juez Moro a Lula, que de ser ratificada por los camaristas impediría que fuera candidato en octubre de 2018.
Ricardo Antunes.- Es un problema difícil, porque la operación Lavajato tiene algo positivo y es que por primera vez en Brasil, muchos importantes sectores de la gran burguesía, de la industria, los bancos y la construcción civil fueron presos por corrupción y muchos de ellos todavía lo están. Pero para disminuir el tiempo de condena de estos burgueses se creó algo que existe en los Estados Unidos y en otras partes del mundo que se llama «delación premiada».
El PT estuvo los últimos 13 años en el poder, tanto ellos como los partidos que eran su base aliada como el PMDB y muchos otros partidos que son de centro y centro derecha; el PT tenía muchos aliados en el centro, el centro derecha e inclusive en la extrema derecha. Lo que pasó fue que el Lavajato, especialmente desde Curitiba, comenzó a enfocar su acción en el PT. La crítica más justa que se puede hacer al Lavajato es que jugó toda su fuerza en involucrar al PT con la corrupción y hasta la actualidad, por ejemplo, el PSDB, el partido de Enrique Cardoso, Aecio Neves y tantos otros, hasta el momento no sufrieron ninguna condena fuerte.
Entonces, el PMDB pasa a sufrir la condena pero porque es base aliada del PT. Para practicar esos actos de condena al PT es porque una parte
del Poder judicial brasileño es muy cercana política e ideológicamente al PSDB y por esto Aécio Neves, de quien hay evidencias muy profundas
de corrupción, no está preso.
Entonces, por parte del PT hay desconfianza, porque el Lavajato tiene una tendencia preferencial a atacarlo más que a otros partidos. Por otro lado, yo soy un critico del PT hace muchos años, durante los gobiernos de Dilma y Lula escribí muchos artículos en la prensa tanto brasileña como Argentina, en la revista Herramienta, en diarios argentinos y otras publicaciones, diciendo que el gobierno del PT fue profundamente subordinado y servil a las clases dominantes, y que fue un gobierno de conciliación de clases. Que el PT, el partido de los trabajadores, está involucrado con la corrupción no hay la menor duda.
La injusticia es que así como el PT está involucrado, el PSDB también y más que estos dos el PMDB, el partido de Temer.
Hay denuncias muy fuertes de la Procuraduría General de la República que dicen que Temer hasta hace un mes recibía propinas de 500.000 reales por semana, se decía que era un proyecto de propinas que iba a perdurar por 25 años y Temer no cayó. El Parlamento se negó a juzgarlo, por el contrario, Temer continúa siendo presidente. Entonces hay pesos diferentes en el Poder judicial brasileño, en algunos momentos llega a ser patético, como una reunión del Tribunal Superior Electoral hace un mes y medio que no condenó la elección de Dilma y Temer a pesar de haber evidencias de que recibieron como Aécio y muchos otros partidos, «apoyo por caja 2», que es una expresión que se refiere a una donación ilegal de la burguesía.
Cuando fue necesario Dilma fue condenada, ahora que deberían haber condenado a su vice, que está bajo sospecha de robo y corrupción personal, el Poder judicial no aprobó juzgarlo a través del Tribunal Superior Electoral. Claramente hay un tratamiento distinto del Poder judicial hacia el PT, lo que crea situaciones que configuran judicialmente momentos más apropiados de un estado de excepción.
Yo escribí un artículo que se refiere a esto como «estado de derecho de excepción» lo que es una contradicción, porque si es un Estado de derecho no hay excepción. Pero sabemos que las democracias burguesas en todo el mundo son cada vez más una forma de Estado de excepción, basta referirse a EE UU con Trump, a Francia con Macron hoy y con Hollande hace unos meses atrás, a Inglaterra con el Brexit y la ministra conservadora, para no hablar de gobiernos de derecha y ultra derecha en otros países que muestra el escenario europeo que también esta marcado cada vez más por medidas de excepción. Esto ya se había visto aplicado al presidente Lugo de Paraguay y al presidente Zelaya de Honduras hace unos años atrás que también fueron depuestos por Parlamentos que estaban completamente involucrados con la peor corrupción, completamente subordinados a los intereses de los grandes bancos y las clases dominantes y que hacen lo necesario para garantizar los intereses de los sectores burgueses y de los segmentos más conservadores de la sociedad brasileña, argentina o latinoamericana.