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Por la unidad del movimiento indígena

La reforma no puede estar en manos de los reformistas

Fuentes: CONAIE

En distintas asambleas, los taitas se preguntan «¿qué pasa con los jóvenes?»; la respuesta es sencilla: durante diez años los planes de estudio fueron diseñados por un Estado neocolonial, que excluyó la necesidad de recuperar la identidad como principio político de superación de la exclusión, discriminación y marginación. ¿De qué sirve que el Estado se reconozca como plurinacional y que el kichwa sea una lengua de intercambio cultural, si en ninguna escuela se enseña?

Con esta frase, Lenin (el verdadero), planteaba la necesidad de luchar por objetivos concretos que permitan conseguir mejores condiciones para los miembros de las organizaciones. Las reformas no son nuestra meta, pero muchas de ellas deben disputarse en el campo de lo político, con el único propósito de acumular el mayor volumen de fuerzas posibles. Las reformas sociales arrancadas al Estado por medio de la lucha de los pueblos constituyen etapas en el camino hacia el objetivo final de la transformación de la sociedad.

A partir de la firma del decreto de restitución de la educación bilingüe (Latacunga – 6 julio), la CONAIE convocó a sus bases a participar del acto formal con la presencia del presidente de la República, Lenin Moreno. El Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi (MICC) fue el anfitrión, demostrando su capacidad de movilización y diálogo al interior de la organización. Sin embargo, una serie de comentarios y análisis contribuyeron a enriquecer los planteamientos de nuestra organización, y recuperar el debate perdido durante años. Con sorpresa, recibimos las versiones de diversos sectores del movimiento indígena y de la izquierda, acusándonos de «entreguistas» «negociadores» y «gobiernistas» a los dirigentes que estuvimos al frente de este evento, y con ello tratar de autodenominarse como «radicales».

Ante lo cual, es necesario hacer un poco de memoria. Como ya lo expusimos en el discurso de orden aquel día, llegamos al diálogo luego de diez años de resistencia y lucha del movimiento indígena; el pueblo Panzaleo, al igual que las diversas nacionalidades y pueblos indígenas del Ecuador, luchó con un enorme saldo de heridos, criminalizados y dirigentes perseguidos. Lo planteamos ahora, no como una pose propagandística, sino como una referencia de las batallas que sostenemos desde hace años. Recordamos la frase de Mamá Tránsito Amaguaña «yo he viajado, he caminado por todos los lugares, pero jamás he negociado con la sangre de mis hermanos», no como anécdota ni cita, sino como una tesis política y declaración de intenciones frente a la actual coyuntura que nos exige un alto nivel de consecuencia con nuestras bases.

La eliminación de la educación bilingüe fue una estrategia para desmovilizar al movimiento indígena, pues se suponía correctamente, que la educación es arma de reproducción ideológica, a través de la cual, el gobierno de Alianza País pretendió cooptar organizaciones, funcionalizar cuadros jóvenes y romper el entendimiento comunitario, esencia y fuerza de la movilización.

En distintas asambleas, los taitas se preguntan «¿qué pasa con los jóvenes?»; la respuesta es sencilla: durante diez años recibieron un pensum de estudios diseñado por un Estado neocolonial, y sin comprender la necesidad de recuperar la identidad como principio político de superación de la exclusión, discriminación y marginación. ¿De qué sirve que el Estado se reconozca como plurinacional y que el kichwa sea una lengua de intercambio cultural, si en ninguna escuela se enseña? No entender la dimensión integral de la educación bilingüe, como parte del proyecto político de la CONAIE, es actuar de manera sesgada y sin estrategia política.

Somos absolutamente conscientes de que la restitución de la educación bilingüe es un hito importante, pero no el más importante, y todavía tenemos que pelear en contra de la inequidad y la explotación. En el fondo, nuestra lucha es contra el modelo de acumulación y su expresión más perversa: el extractivismo, ahora base de la economía capitalista ecuatoriana. El cambio de la matriz productiva no pasó de ser un adorno más del discurso populista. Por más intenciones de diálogo que tenga el actual régimen, estas demandas se resolverán mediante la lucha y movilización directa de nuestras bases.

Nuestras mamas, taitas y wawas nos demandan un sistema de educación acorde al modo de pensar y entender el mundo andino. Estamos dispuestos a trabajar por construir una propuesta de nueva escuela y de nuevos paradigmas para el conocimiento. Por ello, el decreto de restitución va más allá de un edificio, recursos, escuelas en mal estado o voluntad política del gobernante; la restitución demanda una minga para edificar el proyecto de educación liberadora que soñamos.

Estamos absolutamente claros de que el diálogo con el gobierno es una táctica dentro de la estrategia de lucha del movimiento indígena. Las grandes transformaciones de la sociedad no se harán desde el Estado neocolonial capitalista. El movimiento indígena debe ser crítico con el «período de transición postcorreista» que atraviesa el país, el cuál es un momento de burda repartición de espacios de poder copados por gran parte de la derecha tradicional. Las políticas del presidente Moreno no son sustancialmente distintas a las de Rafael Correa. Lo único cierto hasta el momento es el diálogo, cuyos frutos todavía son escasos.

La radicalidad no está representada por quién hace más ruedas de presa, convoca más medios de comunicación, grita mas fuerte, o acusa a los demás de no ser lo suficientemente radicales; la radicalidad es entender la estrategia y el proyecto político del movimiento indígena y la izquierda ecuatoriana. Sólo acumulamos fuerzas en la medida que comprendemos la necesidad de caminar con la gente, visitar comunidades, fortalecer organizaciones, intensificar el quehacer político cotidiano, diciendo-haciendo como enseñaron los abuelos.

Es necesario trabajar en la unidad del movimiento indígena, incentivar el debate y la discusión de posturas, prepararnos para afrontar la agudización de la crisis económica que se aproxima junto con la consolidación de la derecha. Escenario ante el cual debemos responder y conducir la lucha del campo popular. Que la crisis no nos encuentre divididos.

Leonidas Iza Salazar: presidente del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi – MICC

Puede leer en: http://conaie.org/2018/08/07/las-reformas-no-pueden-estar-manos-los-reformistas/

Fuente: https://redkapari.org/2018/08/03/las-reformas-no-pueden-estar-en-manos-de-los-reformistas/