Estoy en la Feria del Libro de Caracas sin programa todavía a la vista. No sé qué está pasando en el laberinto de carpas blancas y voy de una en una con la esperanza de que el azar me sorprenda. Me atrapa finalmente un debate sobre la propiedad intelectual en el que interviene un venezolano […]
Estoy en la Feria del Libro de Caracas sin programa todavía a la vista. No sé qué está pasando en el laberinto de carpas blancas y voy de una en una con la esperanza de que el azar me sorprenda. Me atrapa finalmente un debate sobre la propiedad intelectual en el que interviene un venezolano de barba casi blanca y ojos azules, Eduardo Samán, que explica el cambio que en este tema propone la Reforma constitucional, que debe ser votada en Venezuela el próximo 2 de diciembre.
En la Constitución de 1999 aparece una errata asombrosa en el Capítulo V acerca de los derechos culturales y educativos: se sustituyó el derecho «de invención» por el derecho «de inversión», sin que se sepa si fue un error mecanográfico o intencional el que convirtió el acto de creación en una transacción económica. Eduardo muestra al público el texto de la Reforma, que se puede encontrar en cada esquina de Caracas y que jóvenes de pulóver rojo reparten en la Feria: «Una cosa es inventar -dice- y otra cosa son los derechos económicos derivados de la invención. Son distintas: una cosa es que uno tenga un hijo y la otra que se explote al niño comercialmente. La explotación comercial capitalista es lo que se está suprimiendo, porque no es un derecho cultural. El derecho cultural es hacer poesía, hacer obras de arte.»
Me sorprende este análisis porque no es lo que hace unos minutos me ha dicho Margarita, una estudiante de la Universidad Central de Venezuela (UCV) que reparte volantes de la campaña por el NO a la Reforma en la misma entrada del Parque del Este, donde tiene lugar la Feria. «Con la Reforma, se acabó la propiedad intelectual. Todas las obras serán del gobierno y no de los autores», afirma apasionadamente mientras me entrega un volante que dice «Socialismo NO es educación, ni salud, ni empleo, ni viviendas…» El «no» se reitera ante cada palabra, a un puntaje superior.
Regreso adonde está la muchacha con una copia de la Reforma en la mano. Le cuento lo que acabo de escuchar: «¿Te has leído el texto?», le pregunto. «No he tenido tiempo de leerlo todo», reconoce con mirada huidiza y sigue repartiendo sus volantes como si tal cosa entre la gente que sale del Metro y avanza hacia la Feria.
¿Cómo es posible que alguien que cursa el segundo año de Sociología salga a la calle a repartir volantes, participe en manifestaciones y hasta se juegue la vida por una mentira? «A falta de ideas y de proyectos la oposición se ha refugiado en el show», responde desde el diario Ultimas Noticias de este lunes el ex vicepresidente José Vicente Rangel, quien no duda en decir que las manifestaciones están alentadas por «sectores aventureros de la oposición» que, con tal de salir de Hugo Chávez, alientan la irresponsabilidad y la mentira. Según Rangel, esos sectores quieren reeditar por la vía de la desestabilización el golpe de Estado contra el Presidente Chávez en el 2002 y el Paro Petrolero, del 2003. Es esta, a su juicio, la mano que mueve las manifestaciones de las últimas semanas en las que han participado estudiantes como Margarita, buena parte de ellos rehenes de la confusión y de la manipulación mediática.
«La oposición repite hasta el cansancio una fórmula fallida», me comenta Germán Campos, director de Consultores 30.11, una empresa que realiza estudios de opinión y con quien he coincidido en el torrente que llega a comprar libros al Parque del Este. El Nacional y El Universal, por ejemplo, desplegaron títulos y fotos espectaculares de los enfrentamientos de los estudiantes en la Universidad Central, pero jamás informaron que hubo policías heridos en el encontronazo. Nunca mostraron las escenas en que estos eran atacados y mucho menos dijeron que la fuerza pública tenía órdenes de respetar la manifestación estudiantil y de no utilizar la violencia. El día 8 de noviembre El Nacional reprodujo casi el mismo titular del 11 de abril de 2002, día del golpe contra Chávez. Hace cinco años fue «Emboscada chavista en Puente Llaguno», y ahora, «Emboscada chavista en la UCV». ¿Qué dicen las encuestas? Que todo el mundo tiene una opinión en Venezuela al respecto y que la expresa abiertamente, lo cual habla de un proceso saludable de debate nacional.
Germán, quien tiene más de 20 años de experiencia en análisis de opinión en campañas electorales en Venezuela y en este momento dirige una investigación sobre el tema, afirma que el país está viviendo una nueva etapa de la elección de 1998, año en que Chávez ganó la presidencia. «Entonces el Presidente cumplió un sueño de transformación radical, acompañado por el 60 por ciento de los venezolanos. Desde entonces acá ese por ciento de apoyo -salvo en el 2006, que ganó las elecciones con el 63 %- se ha mantenido invariable. Los estudios indican que se mantendrá esa cifra con el Referendo y hasta es probable que llegue a un 70%, si la oposición apuesta por la abstención.»
En otras palabras, puede que Margarita probablemente jamás se entere de la Reforma. Gravita en un limbo de calumnias, chismes encadenados a mentiras que anticipan el Apocalipsis y usan la Constitución como alfombra. Y al parecer anda más perdida de lo que he estado yo esta Feria.