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Una perspectiva a través del océano

La religión como vertedero de responsabilidades

Fuentes: Axis of Logic

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

A pesar de que el concepto mismo de democracia se está hundiendo cada vez más profundamente en la ciénaga de la codicia, la hipocresía y la incompetencia por los actos criminales de los ineptos dirigentes mundiales, la mayor parte del pueblo estadounidense sigue sentado, sin mover un dedo, contemplando cómo la libertad personal, la justicia y la igualdad se van dilapidando.

Los imperialistas estadounidenses han ido desgastando hasta la palabra democracia, que ha perdido ya todos sus significados primigenios. Yo iría incluso un poco más lejos y sugeriría que los Estados Unidos de América han sido siempre más una plutocracia que una auténtica democracia, a pesar de toda la palabrería sobre la ‘primera gran democracia del mundo». Pero ese es tema para otro ensayo.

Los llamados dirigentes, que se han ungido a ellos mismos como los guardianes de la constitución de EEUU, carecen totalmente de los sentimientos humanos de empatía y capacidad para entender el dolor y el sufrimiento del pueblo al que se dedican a aplastar. Y se han puesto a emprender guerras incomparablemente violentas, deshumanizadoras e ilegales, e incluso los sufrimientos de su propio pueblo parecen ser totalmente irrelevantes para esta administración, como tuvimos ocasión de presenciar en el pésimo tratamiento y falta de previsión de la situación provocada por el huracán Katrina.

¿Cómo es que el mundo ha llegado a esta horrenda, contraproducente y difícil situación? Se podrían dar muchas respuestas. Una respuesta podría ser: ‘A causa del desprecio criminal por el derecho a votar y el recuento de votos’. Y ésta otra: ‘A causa de la indolencia del pueblo estadounidense’. Pero para haber llegado a ese estado de cosas, había un largo camino que recorrer y mucha responsabilidad moral a la que renunciar. ¿Quién permitió que todo esto sucediera? ¿Cómo ha llegado a producirse esta negligencia criminal? ¿Cómo han sido posibles esas tremendas manipulaciones?

Desde luego, una respuesta que parece irrefutable es que estos crímenes han sido posibles gracias a la aceptación silenciosa de los hechos por parte de miles de personas que, al parecer, creían que iría en beneficio de sus propios egoístas intereses ocultar la verdad al conocimiento público. Pero eso no nos acerca a una respuesta significativa ante la pregunta que todos los estadounidenses deberían estar ahora haciéndose a ellos mismos.

¿Cómo es que los estadounidenses se dejaron bloquear de esa forma dentro de su rinconcito personal del universo, ignorantes e indiferentes ante el destino de otros seres humanos de alrededor?

Volviendo la vista atrás en el tiempo

En 1964, cuando llegué por primera vez para quedarme a vivir en la costa este de EEUU, uno de mis primeros recuerdos fue la sorpresa experimentada ante lo que interpreté como una reacción retardada por las consecuencias de una época de depresión devastadora. Me encontré con un consumismo compulsivo a acumular ‘cosas’, parecía que la gente necesitaba trepar y trepar en la escala social para conseguir nada en el camino, con un impulso omnipresente de ajustarse a los estándares aceptados; todo eso me pareció extraño y un poco repulsivo. Sin embargo, estaba tan deseosa de aceptar a mis nuevos compatriotas que casi instintivamente achaqué el espíritu materialista y el conformismo a la cuenta de los todavía efectos amenazantes de la Gran Depresión, que no golpeó tan fuertemente a Europa como lo hizo en EEUU.

Me parecía que en Europa estábamos realmente preocupados por tener una vida decente, una casa agradable, un empleo interesante, buenas vacaciones, buenos amigos… Pero el ascenso social no implicaba ponerte a consumir de todo como en EEUU. El deseo supremo de la gente de mi nuevo país de adopción era sobresalir sobre los demás, todos competían por el mejor sitio bajo el sol y, de la forma en que yo lo ví, semejaba un indicador de escandalosa superficialidad que conformaba un defecto del alma estadounidense.

Estados Unidos – ‘la mayor democracia del mundo’

Esas primeras impresiones bien pudieron haber sido un tanto simplistas y precipitadas, desde entonces he aprendido que esos juicios morales no se deben aplicar siquiera a la gran mayoría de estadounidenses.

Sin embargo, me sigue inspirando temor contemplar el aislamiento físico y humano de la media de estadounidenses ante los problemas reales del mundo. Me preocupa contemplar su ignorancia de lo que sucede fuera de las fronteras de EEUU, su indiferencia ante el hecho de que existe un mundo exterior, un mundo que es fundamentalmente diferente en sus valores de los de su propio país.

Una de las raíces de tanta complacencia y ceguera ante las fechorías y crímenes de los gobiernos de EEUU es la arraigada creencia de una mayoría de estadounidenses en que EEUU es el mejor país del mundo, el más avanzado, el más destacado moralmente, el más temeroso de Dios, el único país donde es posible tener una buena vida. En realidad, EEUU es, según esos sordos y ciegos, el único país realmente civilizado del mundo y también el más benévolo y generoso, el país a la cabeza del desarrollo intelectual y técnico. Toda esta pretensión de superioridad moral ha sido firmemente enrocada en las mentes estadounidenses mediante la propaganda constantemente repetida desde los mismos días del comienzo de las colonias americanas. Sin embargo, la propaganda no fue nunca utilizada de forma tan sistemática como lo ha sido desde el día en que el personaje cabalmente ilegal robó el camino hacia la Casa Blanca.

De los países europeos se piensa que son pintorescos. Que tienen monumentos interesantes fruto de una antigua civilización pero que sus habitantes son gente retrógrada, que viven en condiciones un tanto miserables y que no han tenido nunca las ventajas de que han disfrutado siempre los estadounidenses gracias a su posición dominante en el escenario mundial, a su riqueza material y a su pretendida y eterna superioridad moral. La idea de «Es mi país, tenga razón o esté equivocado» es la responsable del hecho sorprendente de que los estadounidenses no reaccionaran mucho antes oponiéndose a las empresas criminales del régimen de Bush. «Nuestro presidente hace lo mejor para nuestro país». En las zonas rurales de EEUU, el pensamiento funciona así; el pensamiento o, mejor dicho, la ausencia de pensamiento. Ese pueblo medio engañado se niega de pleno a ver a EEUU como la nación profundamente corrupta y arrogante que es.

Al profundizar en este problema, no creo que sea necesario estar todo el rato invocando los días de los peregrinos y las persecuciones religiosas en Europa, que constituyeron una de los motivos principales de que se creara el nuevo país. El hecho es que, por una razón u otra, una mayoría de estadounidenses se aferra a la religión como si fuera un salvavidas. Y hoy en día, más que nunca, con la histeria que se está extendiendo por todo el país a causa de una propaganda que ha llegado a ser hipnótica, la gente se está volcando en los avatares fanáticos de la religión cristiana, cerrándose en banda ante toda clase de razonamiento lógico.

Religión al servicio de los gobernantes

Los autonombrados dirigentes de la ‘mayor de las democracias del mundo’ se han mostrado, naturalmente, más que ansiosos por echar leña al fuego en la hoguera de quemar herejes y ‘antipatriotas’. La pauta para conseguir poder sobre la gente a través de la religión es un hábil mecanismo que posiblemente ha sido usado durante más de un milenio en la historia del mundo y es muy probable que incluso antes de que el emperador romano Constantino «adoptara» el cristianismo en el año 313 d.C. como sustituto del politeísmo romano oficial. ¡Qué útil es mantener la amenaza de condenación eterna o la gloriosa promesa de salvación como instrumento poderoso para sojuzgar a los pueblos!

Incluso los primeros inmigrantes que llegaron a EEUU estaban completamente ciegos ante las fechorías de sus dirigentes. ¿Cuántos estadounidenses se horrorizaron, incluso aunque fueran perfectamente conscientes de lo que sucedía en aquella época, con el consecuente exterminio de nativos americanos cuyas tierras arrebataron sin sentir ningún remordimiento por los destinos del pueblo al que estaban privando de sus derechos a existir? Aplaudieron las victorias de los ejércitos colonialistas, más tarde los EEUU, y se asentaron orgullosamente en la fértil tierra que habían robado sin piedad a las tribus originarias como en muchos otros casos de la historia, bajo el pretexto de llevar la civilización y la religión cristiana a los ‘salvajes’.

En la actualidad, esas mismas gentes se aferran a su esquinita del mundo con un miedo mortal a que todo se desbarajuste. No hay ningún sentimiento de responsabilidad ante lo que está sucediendo. Todo está en manos de su Dios y El les ha ungido para que sean los salvadores de la civilización por todo el planeta, el único tipo de civilización que ha existido siempre para los fanáticos a los que me estoy refiriendo.

Los estadounidenses no son los únicos borregos cegatos

Sin embargo, los estadounidenses no son los únicos seres que miran a otra parte cuando se perpetran hechos nefastos. Hemos visto antes situaciones muy parecidas. Véase: «No conocíamos, dijo el burgomaestre, el campo que había en las afueras de la ciudad…», decía la maravillosa canción de Tom Paxtón en 1965 hablando sobre la ceguera del pueblo alemán durante el Holocausto, pero también se refería a la intolerancia e indiferencia de los blancos a la hora de enfrentarse a los crímenes cometidos como consecuencia del odio racial y del reconfortante sentimiento de la superioridad blanca:

No conocíamos, dijo el burgomaestre

El campo que había en las afueras de la ciudad.

Fue Hitler y su pandilla

Quienes echaron abajo la nación alemana.

Vimos los vagones de ganado, es verdad;

Quizá estaban trasladando a uno o dos judíos.

Nos despertaron al pasar con su traqueteo.

Pero, ¿qué esperaban que hiciera yo?

No sabíamos nada, no veíamos nada.

No puede culparnos, ¿qué podíamos hacer?

Fue una vergüenza espantosa pero no podemos culpabilizarnos.

Oh no, no nosotros, no sabíamos nada.

No sabíamos nada, dijo la congregación

Cantando un himno en su iglesia de blancos.

La prensa estaba plagada de mentiras sobre nosotros,

El predicador nos decía que teníamos razón.

Llegaron los agitadores de fuera

Quemaron algunas iglesias y colocaron la culpa

Sobre el nombre de la gente decente del sur

Para soliviantar a nuestra gente de color.

Y quizá algunos de nuestros muchachos se calentaron

Y dispararon a un par de negros y colorados.

Deberían haberse quedado donde pertenecían,

El predicador nos lo hubiera dicho si hubiéramos estado equivocados.

No sabíamos, dijo el perplejo votante,

Contemplando al presidente en la TV

Supongo que lanzamos aquellas bombas

Porque íbamos a liberar el sur de Asia.

El presidente es un hombre tan pacífico

Intuyo que tiene algún plan.

Están diciendo que hemos torturado a los prisioneros de guerra,

Pero no me creo esa historia para nada.

Torturar a los prisioneros es una treta de los comunistas,

Y puedes apostar a que ellos están haciendo lo mismo.

Deseo que esta guerra termine,

Pero, ¿qué esperáis que haga?

(Tom Paxton: No sabíamos – 1965)

La transferencia de la responsabilidad

Bien, y aquí estamos de nuevo. Otra vez orejas y ojos tapados, sordera y ceguera alimentada por el miedo, como pasa siempre, el miedo es el medio infalible para dominar a toda una población. Sin embargo, actualmente es el pueblo estadounidense el que destaca por su falta de sensibilidad y sentimientos para ‘el otro’.

El elemento de la religión ha sido siempre muy fuerte en las vidas diarias de los estadounidenses si lo comparamos con el diminuto espacio que ocupa en países europeos de aproximado nivel socio-económico. Siempre les ha sorprendido a los europeos la forma en que los estadounidenses parecen esconderse tras la religión, pero no les había parecido tan espantosa como hasta hoy, al verles aferrarse, más que nunca, a una especie de transmutación tipo-talibán de la religión cristiana.

Lo que está ocurriendo es que se están transfiriendo las responsabilidades por las fechorías del régimen actual al dominio del reino de Dios. En otras palabras, hay un rechazo total a la responsabilidad personal y un intento de esconderse tras la creencia (hipócrita o no) de que eso era lo que Dios deseaba. Dios es el castigador de los infieles. Dios le dio al Presidente su poder, por eso el Presidente debe tener razón en lo que está haciendo.

¡Qué cómodo resulta! ¡Qué cobarde! ¡Qué fuera de contacto con la realidad! ¡Cuán hipócrita, egoísta, indolente y deshonesta puede ser la gente!

Con ánimo santurrón, una multitud de gente proclama, de forma hipócrita o no, que la guerra contra el terror es la respuesta a todas nuestras preguntas sobre la responsabilidad moral en la invasión de Iraq, en la multitud de casos de torturas (que incluso han provocado la muerte), en la eliminación de los derechos civiles en la patria, en el cercano colapso de la economía de EEUU, en el alarmante aumento del vacío entre quienes tienen y quienes no tienen nada, en la ceguera total ante el sufrimiento y el dolor, en el enfoque inquebrantable de la vida hacia la ganancia personal y el ansia de poder.

Los niveles de vida estadounidenses están siendo ya asimilados por todo el mundo

EEUU ha invadido ya culturalmente la mayoría de los países desarrollados del mundo actual, al menos en cierto grado. Los europeos y, ciertamente, los japoneses van camino de convertirse en víctimas de la acumulación histérica de bienes materiales, y multitud de personas son tan estúpidas como el tipo de estadounidenses a los que me he estado refiriendo aquí. La compulsión por comprar ha llegado a reemplazar los actuales valores vitales. La falta de ambiciones intelectuales, que está siendo reemplazada por horas de atontamiento mental frente al aparato de televisión, impone los falsos valores que estaban ya empezando a enraizar. Todos estos síntomas sin sentido de decadencia se han extendido ya, por supuesto, por todos los diferentes rincones de los países ricos del mundo. Es demasiado fácil refugiarse en la irrealidad, tratar de escapar en lugar de empezar a luchar por una vida con valores duraderos. La superficialidad de la idea actual de entretenimiento, el atontamiento general de la gente se extiende rápidamente por todo el mundo. Sin embargo, desde los efectos de la publicidad y de la implacable propaganda política, la estupidez de la gente se aprecia más claramente en EEUU en cualquier otro lugar que yo conozca. Junto a la adición a dejarse deslumbrar por entretenimientos sin alma y acumulación absurda de riqueza, otra forma de escapar de la realidad es la de esconderse detrás de una metastasizada y egoísta forma de religión.

Orgullo de estarse oponiendo a los venales detentadores del poder

En la mayor parte del resto del mundo, todavía es posible encontrar amor por la adquisición y discusión intelectual, lo que parece estar perdiéndose más y más de la vida del estadounidense medio, que utiliza la religión para esconderse de sus responsabilidades personales. Fuera de EEUU, en países que conozco bien, existe amor y orgullo por luchar contra los poderes venales de los gobernantes, en objetar lo que te dicen que debes pensar, en desear averiguar por ti mismo lo que consideras de valor en tu vida. Hay, en otras partes del mundo, una satisfacción casi instintiva en oponerse a los edictos de los gobernantes corporativos del mundo actual, gobernantes que adoptan sus decisiones sin sentir la más ligera preocupación por el bienestar de los pueblos.

En el momento actual, todos los gobiernos están sujetos obviamente a los detentadores del poder corporativo y es responsabilidad de las personas no dejarse intimidar ni atemorizar a la hora de hablar, de manifestarse, de ofrecer una fuerte resistencia frente a la influencia corrupta del mundo y la propaganda corporativos.

Una religión ciega y no comprometida no conduce más que a guerras sin fin. Sin embargo, con el atontamiento estadounidense, ¿quién va a tener la fortaleza de hacer frente a la hipocresía y a la avaricia de los dirigentes mundiales?

Texto original en inglés:

http://www.axisoflogic.com/artman/publish/article_21459.shtml