La Universidad es un sector clave en toda sociedad. De su seno salen la inteligencia que produce el nuevo conocimiento y los cuadros dirigenciales. La Revolución Bolivariana de Venezuela obviamente no ha descuidado este importante ámbito; pero se da ahí un fenómeno bastante especial: debido a décadas de políticas neoliberales privatizadoras y en beneficio de […]
La Universidad es un sector clave en toda sociedad. De su seno salen la inteligencia que produce el nuevo conocimiento y los cuadros dirigenciales. La Revolución Bolivariana de Venezuela obviamente no ha descuidado este importante ámbito; pero se da ahí un fenómeno bastante especial: debido a décadas de políticas neoliberales privatizadoras y en beneficio de minorías, la universidad pública ha sufrido un proceso de deterioro presupuestario e ideológico, por lo que hoy, como sector, no está alineada con el proceso que vive el país. Por el contrario, en buena medida hace parte de la oposición política, y su población (docente y estudiantil) es portadora de un proyecto ajeno al socialismo. Para dar respuesta a esta situación, la Revolución ha puesto en marcha algunas políticas específicas cuyo éxito aún es materia de discusión.
ARGENPRESS abordó estos temas y por medio de su corresponsal en Caracas, Marcelo Colussi, dialogó con el Profesor Mervin Rodríguez, caraqueño, 51 años, director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela -UCV-, la casa de estudios superiores más antigua y prestigiosa del país y con el mayor número de estudiantes, institución pública y bastión de la izquierda en otros tiempos.
Argenpress: En el marco del proceso revolucionario que está viviendo hoy Venezuela, ¿cómo contextualizar el lugar de la Universidad?
Mervin Rodríguez: La situación actual de la Universidad en Venezuela está caracterizada por una enorme fluidez en cuanto a la renovación de las opciones académicas, a la transformación de los programas de estudio, a la incorporación de grandes contingentes de estudiantes que no habían podido anteriormente acceder a la educación superior -este último es el problema básico, sin dudas- y por la revisión de lo correspondiente a la administración de la institución. En estos últimos años la Universidad no pudo crecer al mismo ritmo con que ha venido creciendo la demanda de la población estudiantil aspirante, no creció en la misma forma en que crecieron las necesidades de estudio superior por parte de los egresados del nivel medio. Los cuadros profesionales de la Universidad tienen que atender, fundamentalmente, el servicio público, de ahí que muchísimos docentes están hoy en la estructura del Estado. La Universidad tiene que estar en función de ese proyecto de transformación que vive hoy el país, y no para formar profesionales elitescos que sólo aspiran a un lucro individual. Un graduado tiene que tener un claro compromiso con el bienestar social, porque para eso se lo debiera estar preparando. Pero en Venezuela, en estos últimos años, debido a que no se pudieron acometer proyectos que en verdad logren ir cambiando esa situación, es muy común esa actitud individualista de un profesional volcado casi enteramente a su desarrollo personal y despreocupado de la problemática social. Como respuesta ante eso desde el Estado se intentaron generar otras áreas alternativas. En otros términos, se sacó el problema del seno mismo de la Universidad para dejarlo en manos de las nuevas misiones educativas que fue abriendo la Revolución, y por otro lado, generando nuevas herramientas como son la Universidad Bolivariana y la UNEFA -Universidad Nacional de la Fuerza Armada-. Con estas medidas se está buscando crear espacios donde pueda incorporarse toda esa masa de estudiantes que no logra acceder a la educación universitaria, que le resulta sumamente difícil, casi imposible llegar a una Universidad, considerando además que el país necesita recurso humano cada vez más calificado. En realidad no hay ninguna razón por la cual los aspirantes no puedan acceder a un cupo en la Universidad. Pero la realidad es otra: las Universidades públicas no ofrecen espacio a esa masa de aspirantes que desea profesionalizarse. Sucede, como recién decía, que la institución universitaria no ha crecido como debería. Crecimiento no es sólo tener más edificios; es, ante todo, disponer de mayor partida presupuestaria para crecer como proyecto dentro del país, para tener más impacto, para tener más docentes, para ampliarse en la investigación. Todo esto, a grandes rasgos, son los problemas centrales que definen la situación de la Universidad hoy día en Venezuela.
Argenpress: El mayor problema que define la situación universitaria actual es el escaso ingreso de población. ¿Por qué se da ese fenómeno?
Mervin Rodríguez: Esa dificultad que vemos hoy existe porque hay una suma de acontecimientos que se va sucediendo desde hace un tiempo. Desde principio de los años 70 se fue socializando en forma creciente la educación, fue creciendo la educación media, pero la ecuación superior no creció en la misma medida. Para los 70 se dicta la ley de universidades, y para poder ponerla en práctica las autoridades hicieron un allanamiento con lujo de violencia en esta Universidad Central; ese allanamiento tuvo a la universidad parada por casi dos años. Cuando se reabrió, toda la población estudiantil que había quedado represada allí ya representaba un problema con respecto a los cupos. Había promociones que habían quedado detenidas y empezaban a presionar para su ingreso, lo cual ya empezó a hacer del ingreso universitario un verdadero problema. Allí empieza a haber por primera vez problemas de cupo. Y eso fue creciendo y degenerando en un problema ya sin solución: aumentaba el número de bachilleres que salían graduados de la escuela secundaria pero la universidad no crecía al mismo ritmo. La nueva ley de universidades del año 1972 creó una instancia superestructural que es el CNU, el Consejo Nacional de Universidades. Eso no existía antes. Con anterioridad las universidades eran totalmente autónomas, desde todo punto de vista. Y fue el CNU quien comenzó a hacerse cargo de la administración de ese acceso a la educación superior. Con su metodología de trabajo esa instancia pasó a ser la puerta de acceso a la universidad. Por supuesto era muchísima la gente que no podía ingresar a los estudios superiores; comenzó desde ahí a haber un fuerte proceso de selección, y eran más los que quedaban por fuera que quienes lograban su cupo. Se hace un proceso de selección, un filtrado, que va dejando a muchos aspirantes en el camino, y muchos van optando por no ingresar finalmente. Muchos se van a estudiar otras carreras cortas, no terminan estudiando lo que era su vocación. En muchos casos es el CNU el que les asigna las carreras, según los índices académicos que fija, y eso no tiene en cuenta muchas veces las aspiraciones del alumno, con lo que termina estudiando algo que no quería. Toda esta contradicción se ratifica con otro proceso de selección más todavía que viven todas las universidades públicas: cada universidad, además de la prueba de admisión del CNU, coloca otra prueba más de admisión por facultad. Por supuesto esto hace muy complicado el ingreso, y en definitiva desestimula a los sectores populares. Con tantas pruebas van seleccionándose los mejor preparados, los mejores promedios, que lamentablemente no son siempre los alumnos que vienen del sector público, y así la universidad se nutre básicamente de los bachilleres egresados de los colegios secundarios privados. En ese sentido la universidad pública termina haciéndole un favor a los sectores más poderosos del país, porque con tanta prueba de admisión son los sectores mejor preparados los que pueden ingresar en las casas de altos estudios. En definitiva, entonces: la universidad pública termina trabajando para las clases más acomodadas. Además, la universidad pública sigue favoreciendo a esas clases más poderosas, dado que les brinda carreras, en forma gratuita, que no da la universidad privada. La universidad privada vive criticando el modelo de la universidad pública, y hay que reconocer que sí, efectivamente, en el sector público hay fallas: académicas, administrativas. Pero esa universidad privada no ofrece carreras como medicina, ni agronomía, ni ingeniería del petróleo, ni ingeniería mecánica. La universidad privada ofrece muy pocas carreras: economía, comunicación social, sólo algunas ramas de la ingeniería y administración de empresas. Son pocas, muy pocas comparadas con la oferta del sector público. Y por otro lado, y esto es fundamental, sólo en la universidad pública hay investigación. En las privadas no; ahí sólo se da clases.
Por ese motivo hay que buscar alternativas para incorporar más estudiantes en la educación superior sin tantas restricciones. De ahí que la Revolución abre nuevos planteamientos como son las nuevas universidades que se han creado: la Universidad Bolivariana y la UNEFA, Universidad Nacional de la Fuerza Armada. Hay muchas críticas contra estas opciones, pero no hay dudas que es un paso que se ha dado, más allá de errores que sin dudas existen todavía. Y todo eso, en el mediano plazo por supuesto que va a tener un efecto. Aunque aún haya muchos problemas por resolver, creo que vamos bien orientados.
Argenpress: ¿Alcanzan estas nuevas alternativas universitarias -la Bolivariana, la UNEFA- para dar una respuesta adecuada al problema de la crónica falta de cupo, de la exclusión? ¿Cómo rescatar la universidad pública para ponerla realmente al servicio de un proyecto revolucionario, nacional y popular?
Mervin Rodríguez: Tomando en cuenta que estas opciones que han aparecido recientemente con la Revolución todavía no son suficientes, deberían ensayarse entonces otros mecanismos más, para complementar. De hecho hay proyectos que han resultado exitosos en otros países, y bien podríamos nutrirlos de ellos, inspirarnos, ver qué podríamos tomar de esas experiencias. Me refiero a proyectos donde se utilizan las tecnologías de la comunicación, de la información. Es decir: deberíamos tratar de profundizar en la educación no presencial. Con los medios que tenemos a nuestra disposición podemos perfectamente dictar clases y difundir el conocimiento a través de mecanismos on-line. De hecho hay muchos post grados que trabajan de esa manera. Hay que buscar esas vías interactivas, novedosas. En Venezuela hay ya muchos y buenos ensayos, por ejemplo en el estado Táchira se han hecho cosas muy interesantes. Creo que este es un ámbito que debemos profundizar y aprovechar al máximo; eso permitiría que la educación llegue a todos lados, hasta la casa misma del interesado. Eso daría lo oportunidad de conocer, de investigar, de tener un mecanismo totalmente libre y abierto para todos para acceder al conocimiento, siempre monitoreado por los académicos.
Con estas alternativas podríamos complementar efectivamente los nuevos proyectos de educación superior que ahora la Revolución ha traído, con lo que la universidad pública podría cumplir entonces su objetivo de ampliar el cupo.
Argenpress: ¿Debería haber ingreso ilimitado, irrestricto, en la universidad pública?
Mervin Rodríguez: Si se abrieran mecanismos como estos que estamos mencionando, cualquiera podría estudiar. No debería haber ninguna restricción si alguien quiere estudiar, a no ser restricciones muy específicas y puntuales, algo de tipo vocacional. Pero eso sería un detalle secundario. La cuestión básica es que nadie debería quedarse sin la posibilidad de acceder a la educación superior si así lo desea. Si el principio en el que nos estamos basando en esta Revolución es la participación popular, justamente donde debemos dar la mayor participación es en la educación. ¿Dónde la población puede tener una mayor participación en su vida cotidiana? En la educación y en la salud. Al ámbito de la salud le ha pasado casi lo mismo que a la Universidad. En épocas pasadas los hospitales públicos fueron reconocidos como de alta calidad. Pero hoy día no se puede entrar a esos hospitales: mala atención, desatendidos, faltan insumos. En fin: parecen cárceles. Y todo eso obedece a una política que se ha venido implementando. La misma población, ante ese estado de cosas, termina por preferir hacer un esfuerzo y buscar un seguro de salud privado. De esa manera la salud privada crece mientras el sector público se va hundiendo. Y es el Estado a través de sus políticas neoliberales y privatizadoras el que les ha hecho ese favor a las clínicas privadas. Si queremos mejorar la situación de la salud, me parece que constituyen un excelente primer paso las misiones Barrio Adentro de atención primaria que se han implementado. Con ese primer eslabón de los centros de atención primaria que se ha constituido, la salud empieza a mejorar. Pero ahora queda por mejorar todo el sector de atención ya más especializada, los hospitales, que siguen siendo muy deficientes. ¿Quién tiene las mejores condiciones, la mejor capacidad instalada hoy día? Las clínicas privadas. La misma situación se da en el campo de la educación. En la medida en que cumplamos con el principio de la participación se pueden ampliar y mejorar estos ámbitos. En la educación no deberían existir restricciones para que cualquiera pueda estudiar.
Argenpress: Sin dudas, tal como pasa en la salud, también en la educación la iniciativa privada es la que ha salido favorecida con las políticas neoliberales. Sabemos que ha habido, en Venezuela y en toda Latinoamérica, una explosión de universidades privadas, no siempre de alta calidad académica, valga aclarar. ¿Qué política debe darse hoy la Revolución en la educación superior? ¿Se deben mantener todas estas universidades privadas? ¿Qué debe plantearse la universidad pública ante esta «competencia»?
Mervin Rodríguez: También la universidad privada, a su modo, puede ser una forma de participación. Ese sector está en su derecho de ofrecer algunas carreras y ser una ventana, tal como sucede en otras partes del mundo, por supuesto. Pero porque exista esta oferta de educación privada, no vamos a dejar nosotros, como universidad pública, de optimizar lo que tenemos, de mejorarlo. Y si estamos fallando en algunos aspectos, tenemos que corregirlos. Tenemos que solucionar el problema básico, el problema central de la Universidad hoy día en Venezuela, que es el del acceso, el de la participación. El ámbito privado seguirá con su negocio, y eso no se discute. Siempre hubo colegios privados, universidades privadas; esa oferta tiene su grupo propio, su audiencia, que obviamente son los sectores más acomodados de la sociedad. Pero lo que no podemos pensar es que eso se convierta en una referencia para el resto de la población. No hay dudas que como sector de la educación pública tenemos que actualizarnos, estar al día con las herramientas pedagógicas, utilizar y sacarle el máximo provecho a las nuevas tecnologías de la información. Eso tenemos que hacerlo, sin dudas; no quedarnos rezagados delante de un competidor que lo que hace es aprovecharse de nuestras debilidades. Estos competidores penetran la universidad pública a través del mecanismo del cupo. Sin darnos cuenta, finalmente estamos trabajando para una élite privilegiada. A una carrera como medicina, por ejemplo, sólo accede gente bien acomodada. No llegan ahí los sectores populares, los jóvenes de los barrios. Si bien eso sucedió en algún momento, años atrás, ahora no. La universidad pública pasó a ser algo cerrado, elitesco.
Argenpress: ¿Y qué pasó que se dio este proceso de involución de la universidad pública? ¿Cómo fue posible que centros académicos de donde salieron anteriormente grandes luchadores sociales, grandes cuadros de la izquierda, ahora hayan pasado a ser un factor de oposición a la Revolución?
Mervin Rodríguez: Fueron vulneradas en su principio básico, que es la autonomía. Este Consejo Nacional de Universidades -CNU-, esta nueva ley de universidades de los 70 fue la que causó el estado actual de las cosas. Al crearse una instancia que está por encima de todas las universidades, eso le quitó la autonomía que tenía cada una de ellas, y fue ahí que comenzó el proceso de lenta destrucción desde adentro, quitándole autonomía justamente. Así se fue dando esa transformación silenciosa para hacerlas dejar de ser lo que habían sido tradicionalmente, esos bastiones de lucha, de compromiso social. De esa manera la universidad pública perdió ese carácter histórico, se desnaturalizó por completo pasando a ser simplemente un paso, un puente de reacomodo social. Creo que ahora corresponde devolverles esa autonomía que le fue quitada. Esa ley de universidades hoy día es algo ya anacrónico, por lo menos en muy buena parte de su contenido, ya no encaja en la realidad actual. Ahora, por cierto, se está hablando de una renovación de esa ley, y por supuesto rescatando la idea básica de la autonomía universitaria.
La universidad debe ser el lugar donde se discute, donde hay pluralismo, donde existe tolerancia; ahí deben coincidir todas las tendencias, justamente con un espíritu plural, amplio, universal. Por eso mismo, si no hay autonomía, no hay universidad. Esa es la clave. Pero la autonomía debe ser real, porque sólo pedazos parciales de autonomía, no sirve. Las autoridades universitarias las elige la misma comunidad universitaria. Eso está bien, pero de todos modos si no hay una partida presupuestaria acorde a las necesidades, la universidad como tal no puede existir y sucede lo que pasa ahora, que se restringe y termina funcionando para pequeños grupos. La participación es lo que puede salvar a la universidad.
Argenpress: En estos momentos en la Asamblea Nacional se está tratando una nueva ley de universidades. ¿Se contempla ahí todo esto que estamos diciendo ahora? ¿Se apunta a transformar la universidad pública en su papel de institución de educación superior comprometida con los cambios sociales que se están viviendo en el país?
Mervin Rodríguez: Sí, claro. Esta nueva ley que ahora se está debatiendo tiene en cuenta todos estos elementos para restaurar lo que sea posible, retomar cosas, y reinventar otras cuando sea el caso. En lo que sí hay consenso es en que este modelo actual ya no sirve. Lo que debe buscarse ahora, aunque no sea fácil y aunque cometamos errores en la búsqueda, pero a lo que se debe apuntar sin dudas es a la más amplia participación, a facilitar el acceso a la educación superior a la mayor cantidad de población posible. Tenemos que ponemos como objetivo lograr que todos estudien en Venezuela, sin exclusiones, sin restricciones. E insisto con esta idea: si no se puede estudiar en un aula se lo puede hacer a través de otros mecanismos no presenciales aprovechando las técnicas informáticas. Tenemos que apuntar a borrar esa idea de que «el que no estudia es porque no quiere». Eso no puede ser; eso hay que desterrarlo por completo.
Argenpress: La oposición se llena la boca diciendo que estas nuevas alternativas universitarias como la Bolivariana o la UNEFA son deficientes académicamente. Sabiendo que en esas expresiones hay más que nada ponzoña ideológica, de todos modos, y con objetividad: ¿qué pros y que cóntras tienen estos nuevos experimentos?
Mervin Rodríguez: Por supuesto que ante todo proyecto novedoso puede surgir ese tipo de comentarios malintencionados, que estas universidades tienen bajo nivel, que no son serias. Pero creo que eso es sólo discurso ideológico tendencioso. Hay que esperar un tiempo ahora y ver cuando vayan saliendo las nuevas promociones cómo resultan, cómo se van colocando en el mercado laboral, qué impacto tienen sus graduados en el campo profesional, en la investigación. De todos modos no podemos renunciar a crear esos nuevos centros. En Venezuela somos muy tradicionalistas, y la Universidad Central tiene mucho prestigio con sus ya 250 años. Se dice por ahí que «la Central es la Central, y lo demás es monte y culebra». Pero eso es también un prejuicio. Hay experiencias muy buenas por ahí, por ejemplo la Universidad Simón Bolívar, también pública, que cuando nació no fue bien acogida y no faltaron las dudas sobre su nivel académico. Y hoy día ha probado que de verdad tiene muy buen nivel. Y lo mismo ha pasado con otras casas de estudio. Creo que es hora de ir desmontando esos mitos, esos estereotipos. Siempre que aparece algo nuevo, un canal de televisión, o una revista, siempre aparece esa duda por lo novedoso y la referencia a lo del pasado, que se supone que es mejor. Pero hay que terminar con esos mitos. Nosotros como Universidad Central de Venezuela no tenemos ningún monopolio. Hay un bagaje institucional, sin dudas, pero no nos podemos quedar sólo con eso. En todo caso, dadas las necesidades del país, hay que dar paso también a otras opciones y mirar para el futuro. Y además la Universidad Central tiene que seguir mejorándose, porque si no queda atrasada. Por tanto todos estamos comprometidos con un proceso de continuo mejoramiento, de continua superación y no podemos vivir del pasado, del tradicionalismo. Si no nos ponemos a hacer cosas nuevas, nunca avanzaríamos. Por eso están muy bien todos los proyectos novedosos. En el campo de la educación hay que estar buscando siempre, creando cosas nuevas, arriesgarnos. En la educación lo nuevo nunca podríamos decir que es fracaso, aunque no funcione como habíamos pensado. De todas las experiencias pedagógicas podemos aprender y mejorar.
Argenpress: ¿Cómo está el tema de la investigación en la universidad pública? ¿Cumple la Universidad un papel importante en ese ámbito en estos momentos?
Mervin Rodríguez: Sí, definitivamente. Quienes se dedican a la investigación en Venezuela son básicamente las universidades públicas, muchísimo más que las privadas. Las privadas casi no se dedican a esto. De hecho la Universidad Central y la Universidad de Los Andes -ULA-, en el Estado Mérida, aparecen como dos de las universidades que más investigan, incluso a nivel latinoamericano. Esto nos dice mucho de la trayectoria, del prestigio de las universidades, de su historia y del aporte que hacen al proyecto nacional. Son, en verdad, centros de excelencia y de investigación. Eso es algo que debe rescatarse con la nueva ley; hay que seguir potenciando la investigación, inclusive mucho más allá de la docencia. Eso es lo que hacen las privadas, la docencia. Pero en la investigación está el fuerte del sector público. Las privadas, en definitiva, son un negocio. Sus prioridades no son tanto el aporte social, la generación de conocimiento para la sociedad; ellas están en el lucro y esa es su razón de ser. A nosotros, desde la universidad pública, nos interesa y nos preocupa otro tipo de enfoque, y tenemos que ser responsables con ese proyecto. Si somos responsables con ese modelo, con ese proyecto de educación superior comprometida, nos debe preocupar no sólo el tema del acceso sino también la investigación como una clave importantísima para el desarrollo a futuro de todo el país.
La universidad pública tiene mucho para dar, sin dudas. Lo que tiene que cuidarse siempre es el principio sobre el que se basa, que es la autonomía. Si la universidad tiene autonomía, eso seguro que va a dar frutos para todo el país, como siempre los ha dado. Por eso es necesario que se preserve como espacio plural, abierto, centro de discusión, y buscándole las mejoras necesarias desde el punto de vista académico, educativo, administrativo. Tenemos que revisar bien esto que se llama el capital humano. Ultimamente hay un deterioro muy grande en ese aspecto en la universidad pública, por lo que nos hemos estado descapitalizando desde el punto de vista académico. Los mejores profesionales prefieren aceptar otras ofertas que están en la calle que dedicarse a la docencia. De hecho hay carreras que prácticamente han tenido que cerrar, dando clases, por ejemplo, un semestre sí y un semestre no, como en el caso de Comunicación Social, por falta de docentes. Ese es un problema que la universidad debe abordar con mucha seriedad, porque la falta de estímulo salarial a los docentes hace que muchos migren buscando otras oportunidades y abandonan así la universidad, que va perdiendo ese capital humano, imposible de reemplazarse. Todo ese potencial que desarrolló la universidad pública, ese ganado y merecido prestigio de otras épocas, no hay que dejarlo perder. Por eso hay que recuperarlo y saber dirigirlo hacia ese nuevo proyecto de transformación que vive ahora Venezuela.