En un canal local de televisión, monseñor Carlos Amigo Vallejo, cardenal-arzobispo de Sevilla, habla de lo que le gusta y de lo que no le gusta a Dios. La pregunta es obvia: ¿cómo sabe este hombre tales cuestiones? En el Oráculo de Delfos también había unos señores que decían lo que deseaban los dioses mirando […]
En un canal local de televisión, monseñor Carlos Amigo Vallejo, cardenal-arzobispo de Sevilla, habla de lo que le gusta y de lo que no le gusta a Dios. La pregunta es obvia: ¿cómo sabe este hombre tales cuestiones? En el Oráculo de Delfos también había unos señores que decían lo que deseaban los dioses mirando tripas de bichos. En las tribus los hechiceros se auto-adjudican el poder de interpretar lo divino. En todas partes cuecen listos pero si esto es así se debe a que muchos necesitan listos porque se tienen miedo y no son capaces de vivir por ellos mismos.
Hace poco, en México, leí un folleto evangélico que recogía un argumento peregrino y muy visto ya: si Dios no existiera no es necesaria la moral ni la ética. ¿Cómo que no? Son como niños, si el maestro sale de la clase no hace falta guardar silencio ni portarse bien, se puede armar jaleo, tirarle una tiza a Joaquinito o agarrarle las nalgas a Juanita. Sin embargo, Dios no existe y si existía, murió, como todo ser vivo, con la diferencia de que con él se esfumó el consuelo del más allá que, como tampoco existe, hay que inventarlo. Y aquí seguimos, la madurez consiste en vivir consciente y solidariamente sin necesidad de papaíto ni de látigos. Por eso el mercado será la manifestación de lo humano pero también de una inmadurez evidente, porque la gente actúa por dinero, por tener, aparentar, o por falta de autoestima, para demostrarse algo que jamás se demostrará puesto que el mercado -tal y como está hoy- es una aspirina que quita el dolor de cabeza pero no el tumor que lo provoca.
¿Es que monseñor Amigo habla con Dios? No, creo yo, vamos, lo supone todo, lo interpreta, a tenor de su teórico carisma y conocimientos. Si hablara con Dios debería decirle que se dejara de hablarle sólo a él y que saliera a la arena pública a mojarse. Amigo es de los pocos cardenales que le cae bien a los progres y mal a muchos «capillitas» sevillanos porque el purpurado -con derecho a voto para elegir Papa- defiende desde hace años que la mujer salga de nazarena o de costalera en Semana Santa. Sin embargo, no deja de ser un sacerdote y debe predicar «la palabra de Dios». ¿Quién le ha dado el título para ello? Dios no, desde luego, supongo de nuevo, como él supone lo malo y lo bueno a los ojos de Dios, la gente sí le ha dado ese título. Cuando por cortesía debo ir a algún oficio religioso oigo en boca de los sacerdotes las mismas cosas que cuando niño. Y como me suenan tan ridículas, irreales y superficiales a estas alturas, me pregunto si esos caballeros se creerán de verdad lo que dicen o lo dicen porque de algo hay que vivir. Si se lo creen, malo, y si no se lo creen, peor. Pero todo sea por la clientela que precisa creerlo y acaba por introyectarlo como si fuera propio cuando es algo adquirido. También a mí me gustaría creerlo pero no puedo, me he hecho mayor y aún así estoy lleno de dudas pero terrenas.
Hay quien afirma haber hallado la felicidad y se apresura a decírselo a sus semejantes. Por Internet irrumpe en mi cuenta de correos una historia en la que un señor millonario y brillante, de pronto lo deja todo y se hace budista porque encuentra ahí la dicha. Si ya es feliz, ¿por qué cree que debe decírselo a todo el mundo? Ah, sí, por amor y solidaridad, para ayudar al prójimo a encontrar el camino. ¿Se cree que el prójimo es idiota? Sí, claro. Pero no es así, no lo hace por filantropía. Lo que yo creo es que en realidad el hombre feliz precisa el reconocimiento de los otros y lo busca anunciando que ya es feliz, desea ser conocido y reconocido, destacar por algo, ser notable, no es más que otro acto egoísta vestido de felicidad y de espiritualidad. Eso sin contar que se trata además de propaganda budista para hacer caja.
Personalmente, estoy harto de intermediarios Si Dios quiere que seamos felices o nos quiere mostrar el camino, que convoque una rueda de prensa universal o, al menos, terrícola. Pero Dios no puede querer eso porque hizo al hombre a su imagen y semejanza y el hombre es cruel, ruin, yoísta y débil desde su más tierna infancia y aún antes porque el feto lo hace girar todo en torno a él, jodiendo a la madre. Dios fue el primero en organizar la profesión periodística, formó la primera redacción de reporteros a través de su hijo que envió a sus discípulos a informar sobre la buena nueva por todo el orbe. Y ahí está monseñor Amigo, siguiendo esa escuela y, como el periodismo, poniendo ahínco en que la realidad no le estropee una buena plática.
Ya, antes de que Jesús formara la primera redacción de reporteros, tuvimos excelentes redactores y corresponsales: Homero, Heródoto, Estrabón -éste fue contemporáneo-, César, Virgilio… Pero iban por libre, eran free lance, a diferencia de los discípulos de Jesús que, igual que muchos periodistas cuando van a ruedas de prensa, ya llevaban las consignas de la empresa -germen primero de la COPE- para peguntar o no y de qué manera, en qué tono.
¿Cómo sería una rueda de prensa de Dios? Multitudinaria aunque no estemos seguros de que si coincide con otro evento -yo que sé, que el Papa se case- no sepamos dónde acudir y dejemos a Dios solo o, en todo caso, enviemos un redactor y un fotógrafo en prácticas, de una agencia, de Europa Press, por ejemplo, que para eso es del Opus, como el Papa (del Opus, de «los Kikos», de los Legionarios de Cristo y yo qué sé de qué más). ¿Y si Bush anuncia que en rueda de prensa -coincidente con la de Dios- va a dar detalles sobre su boda con Putin, ejerciendo de maestro de ceremonias Fidel Castro o Hugo Chávez? Menos mal que hay periodistas para todo pero no sé adónde irían los mejores. A la que estuviera mejor respaldada económicamente, tal vez. ¿Quién patrocinaría la rueda de prensa de Dios? ¿Aparecería Dios con un montón de letreros detrás y delante, como un ciclista o un futbolista? ¿Compraría la CNN, Murdoch, Prisa o La Sexta-Televisa la exclusiva para venderla? ¿Lo permitiría el Vaticano? ¿Cobraría derechos especiales el Vaticano? ¿Intervendría el Congreso Internacional Judío y la Liga Árabe para sacar tajada? ¿Qué diría la Iglesia Ortodoxa? Supongo que pasaría lo que Dios quisiera pero no lo tengo seguro. ¿Con quién se negocia en el Cielo la rueda de prensa? Me imagino que sería con Judas pero no sé si Judas estará en el Cielo. Si está en el Infierno tendría que darle permiso Lucifer para hacerlo pero el Diablo querría proyectar otra rueda de prensa, esto se complica. ¿Buscaríamos los periodistas el contraste informativo con el Diablo de lo que dijera Dios y con todos los demás aludidos por Dios? ¿Habría interactividad de la gente? ¿Sería retransmitida en directo para todos, como el entierro de Diana de Gales? ¿Cantaría Elton John a lágrima viva? ¿Quién iba a acudir a una rueda de prensa de Lucifer además de los periodistas de Castro, Chávez, el presidente de Corea del Norte y el de Irán? Porque el que fuera se arriesgaría a sufrir la ira de Dios y la del Nuevo Orden Mundial. En fin, estas consideraciones no tendrían eso, fin, así que vamos a dejarlo.
Cuando tenemos un problema gordo y no hay presencia oficial decimos: miren, miren, y el presidente sin pronunciarse y el Rey tampoco. Pues tenemos un inmenso problema por culpa de Dios, Yahvé y Alá, que no sé sin son tres o el mismo. ¿Desde cuándo no da Dios una rueda de prensa? No recuerdo que la haya dado porque lo de Moisés en el Sinaí fue información privilegiada para un sólo reportero. Jesús reunió a sus discípulos en la última cena y también les dio información privilegiada pero al menos fundó la primera asociación de reporteros sin más medio de comunicación que la palabra y sin accionistas bancarios. Y les dio de comer, algo crucial en periodismo.
Si Dios anunciara una rueda de prensa me parece que no nos creeríamos unánimemente lo que dijera ni si Dios es realmente Dios. ¿Cómo lo probaría? ¿Estilo judío o estilo Teología de la Liberación? Cada medio destacaría lo que le pareciera más conveniente en función de sus intereses. Y si se pusiera al lado de los desfavorecidos y de los políticos más transgresores más vale que se subiera en su nube y se fuera de aquí cuanto antes para que siguiéramos como estamos porque con Dios o sin Dios lo cierto es que aquí se ha armado la de Dios es Cristo y no sabemos cómo salir del atolladero. Visto de la manera en que lo planteo (hombre de poca fe que se arriesga a ser linchado), comprendo por qué Dios está bien donde está y no da una rueda de prensa: sería peor el remedio que la enfermedad. Por otra parte, si Dios no arregla esto, ¿quién lo va a hacer? Esto no hay Dios que lo arregle y si es así lo tendremos que hacer nosotros. Lo siento, pero estamos solos. Si no es así, a ver qué dice monseñor Amigo. Que nos ilumine. Y que Dios nos coja confesados pero, ¿quién nos confiesa? ¿Quién nos absuelve o nos castiga? Solos, estamos solos, lo lamento. Más vale solos que mal acompañados, la soledad no es tan mala. Moustaki cantaba: «No, nunca estoy solo con mi soledad».