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La Segunda Guerra Civil

Fuentes: Rebelión

La chiquilihuelga convocada tarde, mal y sin ganas por los funcionarios de UGT y CCOO, no llegó a general, quedándose, como mucho, en brigada chusquero. Pero no hay que lamentarse por el vino derramado. Ahora toca dejar a un lado los galones y los entorchados, y reflexionar sobre el estado de la sociedad civil de […]

La chiquilihuelga convocada tarde, mal y sin ganas por los funcionarios de UGT y CCOO, no llegó a general, quedándose, como mucho, en brigada chusquero. Pero no hay que lamentarse por el vino derramado. Ahora toca dejar a un lado los galones y los entorchados, y reflexionar sobre el estado de la sociedad civil de este país de las maravillas. Se impone un profundo análisis de coyuntura, una anamnesis política que nos ayude a diagnosticar la enfermedad social que padece el reino borbónico y que, como no demos pronto con el tratamiento adecuado, va a terminar irremediablemente en parada cardiorrespiratoria y en la consiguiente muerte clínica.

La española es una sociedad rejoneada y quebrantada. El otrora combativo pueblo de las Españas forma hoy un ingente hato de mujeres y hombres desclasados al que se ha pastoreado hasta instalarlo en el desencanto y en la abulia. La dictadura transustanciada en democracia ha ganado la Segunda Guerra Civil, esta vez de manera incruenta. Las redacciones sustituyen a las trincheras; los informativos, a los paredones; y los sacos terreros no pueden protegernos de los fusilamientos ideológicos.

La Quinta Columna de la que hablaba Mola continúa en Madrid, pero sentada en los escaños del Congreso y en las siniestras oficinas de los sindicatos, convertidos éstos en el quinto poder para que todo cuadre. Nos han convencido de que ciudadano y súbdito son la misma cosa y, como en aquel mundo feliz que imaginara Aldoux Husley, el soma que nos dan cubre todas nuestras necesidades de animales domésticos. Si no sacamos fuerzas de flaqueza y reaccionamos, nos espera una vida miserable que dejaremos como única herencia a nuestros descendientes. Todo a cambio de una paz octaviana. Nos vendemos barato.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.